Qué Perry Mason ni Perry Mason
Perry contra Mason

Qué Perry Mason ni Perry Mason

Esta serie no se parece en nada a 'Perry Mason', y no debería llamarse 'Perry Mason'. Sin embargo el plot twist es casi doloroso: la serie funciona.

Matthew Rhys ('The Americans') interpreta a Perry Mason / HBO España.

Lo diré de entrada: me encanta Perry Mason. Me refiero al clásico, al de Raymond Burr. El abogado mí(s)tico que siempre llega al núcleo irradiador del caso, el que hace confesar al malo, el que es capaz de retorcer el brazo del testigo sin tocarle, mirándole de reojo. Ese letrado, maravilloso ejemplo de esos tiempos en los que la ingenuidad era un valor en alza, en los que los buenos ganaban día sí, día también, en los que no había hueco para los grises, ni la complejidad. Sabías que Perry iba a salir victorioso y eso es lo que querías ver. Ni más, ni menos. Hasta me gustó esa especie de remake en color que hicieron para los nostálgicos, en los que había más filtros que en una película del Robert Redford de los 90 y aparecía el propio Burr.

Por eso no entiendo a qué lumbrera se le ocurrió titular una serie tan notable como Perry Mason, Perry Mason. Si vas a hacer un Origins, como Mark Millar con Lobezno o Matthew Vaughn con First Class, pues haz justamente eso. No vengas a llenar el vacío de tus deseos de grandeza con el recuerdo de un personaje cuyo legado no entiendes. Así que uno se arranca con Perry Mason con cierto poso de cabreo: ¿qué demonios tendrá que ver un borracho que no se quita el sombrero ni para follar y que va por ahí haciendo fotos a las farolas, con nuestro héroe y paladín?

Y la respuesta es obvia: nada.

Sin embargo, el plot twist es casi doloroso: la serie funciona. Y no, no se parece en nada a Perry Mason, no debería llamarse Perry Mason y es absurdo que alguien sea tan torpe como para decidir que el show debería llamarse así. Pero la serie funciona.

Y funciona porque el personaje de Matthew Rhys (actorazo que no sabe hacer nada mal) va cogido de la mano a Sam Spade o Philip Marlowe, esos tipos que se ponen hasta las cartolas de whisky en cualquier garito solitario, que se enamoran de mujeres a las que no pueden aspirar, que cada noche se acuestan después de haber cenado un buen plato de cinismo. Que el actor puede llevar cualquier serie a sus espaldas es una obviedad, ya lo demostró en The Americans y lo vuelve a dejar claro aquí. Si encima le envuelves con un montón de actores-actores, es complicado que te salga mal. De hecho, es imposible que te salga mal, a menos que seas Ryan Murphy o Kurt Sutter.

https://www.youtube.com/watch?v=Pw8j-0OfMts

«En 1969 dejé las mujeres y la bebida. Fueron los peores 20 minutos de mi vida», dijo una vez el futbolista británico Georgie Best. La frase podría definir perfectamente al protagonista de la serie (me niego a llamarle Perry Mason), un tipo hundido en sus propias contradicciones, enfrentado a un pasado que le da bofetadas de día, de noche, trabajando o mientras duerme. Un tipo que sobrevive a base de trabajos baratos, esperando que un día la parca le visite para acabar de una vez con tanta tontería. El clásico detective de divorcios al que pagan con sobres en callejones y al que de cuando en cuando le cae algo jugoso que le da para un par de botellas de whisky del bueno. Nada más, ni nada menos.

Pero esta vez el asunto es distinto: el secuestro y asesinato de un bebé. El mentor del detective (el siempre fabuloso John Lithgow) le pide ayuda para tratar de averiguar qué salió mal. Los padres del niño están en la diana mediática y los villanos parecen salidos de una tesis sobre psicomorfología, esa disciplina con aliento a magufo que dice que uno puede reconocer inmediatamente a un criminal por sus rasgos: viendo Perry Mason, hasta dan ganas de creérselo.

‘Perry Mason’ es un retrato magnífico sobre esos tiempos en los que la palabra ‘autoridad’ no infundía respeto sino una versión muy aguda de la palabra ‘miedo’

Fotografía clásica de la Gran Depresión, en la que todo huele, sabe y luce a gris, un montaje perfecto y una dirección de veterano (de Tim Van Patten, que ha hecho absolutamente de todo en HBO: de Hermanos de Sangre a Los Soprano, de Juego de Tronos a Deadwood), le dan a la serie esa textura de mal bicho en el que todo es enfermizo, decadente y jodido. Y una vez más: funciona. Ryss se las sabe todas, Lithgow se las sabe todas y Van Patten sabe que esos dos se las saben todas. Y de paso, con un guion notable, la serie se apaña para ser relevante hablando de racismo, clasismo y de la eterna lucha entre pobres y ricos para que los segundos consigan que los primeros tengan menos.

En una escena, un poli corrupto mata a un tipo clavándole la rodilla en el cuello, algo que no por casual deja de ser chocante. Decía Fredrich Schiller que «no existen las casualidades. Lo que nos parecen meros accidentes emergen siempre de la fuente más profunda del destino». Schiller no había visto Perry Mason pero le gustaría saber que el show trata de darle la razón.

‘Perry Mason’ se estrenó en HBO España el 21 de junio.

La gran fuerza del show, más allá de su consistencia, es esa tendencia a la contención. La serie parece en todo momento un pie sobre una mina terrestre: el más mínimo movimiento haría que todo volara por los aires. Como aquellas películas de Peckinpah donde uno esperaba el momento en que la sangre lo salpicaría todo, sabiendo que ese momento iba a llegar. En esa liga, la de agarrar fuerte el timón del barco aunque lo que te apetezca sea estrellarlo contra las rocas, la serie es extraordinaria: hija de un tiempo que huyó hace tiempo, ahora que en el ámbito audiovisual todo es desesperadamente lento o terriblemente rápido.

Perry Mason es un retrato magnífico sobre esos tiempos en los que nadie era la ley, en los que la palabra ‘autoridad’ no infundía respeto sino una versión muy aguda de la palabra ‘miedo’. Un tiempo en el que cualquiera podía ser el malo, aunque su coche llevara sirenas y su bolsillo una placa. Un mundo hijo del caos, la codicia y la muerte. Un mundo en el que la economía pesaba más que la vida.

Un mundo exactamente igual que el de ahora.

 

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