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Habrá quien diga, después de meses conviviendo con una pandemia, que ya estamos viviendo una película de terror cada día, pero no nos engañemos, nunca está de más sentarnos frente al televisor para pasarlo un poco mal –o un poco bien, según cómo sea cada uno– con una historia de terror y supervivencia sobre un grupo de chavales que realiza el Camino de Santiago. Su alegría jovial y jolgorio inicial pasan rápidamente a pesadilla mortal en Caminantes, la última serie de Orange TV, que sigue apostando por la producción propia, otra vez de la mano de The Mediapro Studio y la productora 100 Balas.
De Caminantes destacan varias cosas: el formato en found footage -material encontrado- rodado enteramente con móviles, sus episodios de corta duración, su fiel reflejo del mundo hiper grabado e hiper compartido en el que vivimos o sus homenajes al cine de los años 70 con referentes claros como Deliverance o Las colinas tienen ojos. También destacan los nombres detrás del proyecto y la perfecta simbiosis que se ha producido entre el guion, de la mano del creador Jose A. Pérez Ledo y la dirección, contando con Koldo Serra para rodar todos los episodios.
Viendo Caminantes es imposible no pensar en esas películas de los 70 mencionadas anteriormente así como también en Bosque de sombras el debut en el largometraje de Serra, que nos dejó ya en 2006 impresionados. Caminantes fue todo un desafío para su equipo y su reparto, tal y como nos contaron en la presentación virtual de la serie. Desde el rodaje en noviembre en bosques de Vizcaya hasta los retos técnicos de rodar con móviles y aunar interpretación y rodaje en un mismo grupo de jóvenes actores. Posterior a la presentación, tuvimos un rato para charlar de primera mano con Koldo Serra y Jose A. Pérez Ledo de todo ello. Uno teme últimamente que estos encuentros virtuales sean fríos y atropellados pero con ellos fue todo lo contrario.
Jose, hace menos de un año presentabas en el Serielizados Fest, dentro de nuestra sección profesional ‘Upcoming’, este proyecto. Entonces se llamaba ‘El Camino’ y el nombre de Koldo era un secreto, por ejemplo. El mundo ha cambiado mucho en los últimos meses, ¿pero ha cambiado algo también la serie desde esa presentación en el festival?
Jose A. Pérez Ledo: Desde aquella presentación la serie se ha rodado y montado pero el cambio global apenas la ha afectado. Lo aterrador de la cosa es que parece que sí. Cuando ves la serie se habla de virus, de confinamiento, epidemia… se habla de todo eso con lo que parece que sí pero lo cierto es que no. La serie estaba toda cerrada, incluso con fecha de estreno, que se tuvo que posponer cuando se decretó el confinamiento.
Koldo Serra: Sí, sí. La serie se terminó a finales de febrero y la idea era presentarla en la semana en la que se decretó el estado de alarma, o sea que coincidió todo. Pero la pandemia no ha afectado al contenido de la serie, todo estaba cerrado y acabado.
Hablemos del found footage como subgénero. O en vuestro caso, creo, funciona más como herramienta para acoplar varios géneros, incluso el humor ¿Es así?: ¿Qué mecanismos y excusas narrativas buscabais para mantener siempre la cámara en primera persona?
K: Por mi parte, lo que a mi me llamó la atención de la serie, a diferencia de tantos otros found footage, es que no se trataba de personajes que eran documentalistas o periodistas de televisión sino que podíamos ser cualquiera de nosotros. Y el hecho que Jose planteara que fuera con móviles ayudaba a darle un «pequeño giro» al género y poder incorporar una serie de códigos narrativos que se utilizan a diario en la vida real.
Todo el mundo sabe lo que son los stories, los filtros de Instagram o Snapchat. Eso lo podríamos sumar a la narrativa del material encontrado y a partir de ahí, todo el contenido ya es cosa de Jose. Para mí era un aliciente muy goloso poder dar con Caminantes, un puntito nuevo a lo que hemos visto tantas veces dentro del género del found footage. En este caso a nosotros nos ayudaba que justamente el formato en el que se grababa generaba un pequeño plus para crear situaciones duras que tienen hasta un cierto trasfondo cómico.
PL: La gran innovación -si es que la hay- en Caminantes con respecto a las películas anteriores de metraje encontrado es que el mundo ha cambiado radicalmente. Esas películas en las que todos pensamos, incluída El proyecto de la bruja de Blair son documentalistas que se van por ahí a hacer sus trabajos cinematográficos. Aquí no hablamos de esto, aquí tenemos gente normal, salvo un chaval que quiere estudiar cine, que graba con sus móviles lo que les está pasando. Es un mundo que nada tiene que ver con el de los años 90 o ni siquiera con el de primeros de siglo. Es un mundo en el que, y esto lo hemos visto constantemente en las noticias, la primera reacción de la mayoría de gente ante un hecho violento o tragedia no es pedir ayuda sino grabar la tragedia y su segunda reacción es colgar la tragedia que ha grabado.
Digamos que esa era la idea fuerza de este proyecto: «¿Qué pasaría si cinco chicos muy jóvenes se meten en un follón impresionante del que no pueden salir? ¿Lo grabarían? Pues seguramente sí, vamos a imaginarnos que lo graban». De hecho en la serie se justifican esas grabaciones al principio, en los primeros capítulos y luego nos olvidamos de justificarlo, simplemente siguen grabando.
En este sentido, ‘Caminantes’ más que un found footage evoluciona hacia un formato POV o punto de vista, acercándose mucho en esa experiencia inmersiva. Durante la pandemia y gracias a las redes, el mundo parece un found footage constante que se crea en directo. En este mundo actual post-pandémico, ¿que queda aún por hacer en found footage? ¿Qué nos puede aportar en una serie como ‘Caminantes’? ¿Creéis que va evolucionando más hacia el POV y la conjunción de múltiples pantallas a la vez?
K: Sí, creo que hemos llegado a un punto en este subgénero en el que hay que cambiar lo que estamos contando y como dice Jose, adaptarnos a los tiempos. No soy nada «jugón» pero mucha gente me ha dicho que la serie le recordaba a ciertos videojuegos. Nosotros queríamos que la experiencia fuera inmersiva, eso es así. Hay momentos en los que hay sólo un personaje grabando. Para el actor era complicado porque debía actuar detrás de cámara y eso recuerda a muchos videojuegos pero para nosotros era más una herramienta para poner al espectador en la piel de los protagonistas y aprovechar para darle un poco más de miedo de esta manera.
Obviamente el found footage está –no quiero decir superado ni mucho menos– pero sí que es cierto que está en un punto en el que lo que hay que hacer es darle vueltas y creo que eso tiene que ver con las nuevas tecnologías. Vivimos en un mundo en el que ha cambiado la forma de comunicarnos y la forma de entender la realidad, que vemos a través de una pantalla siempre, ya sea del móvil, del ipad o del portátil. En este caso se trataba de ir sumando a lo que ya existía e intentar dar más miedo aprovechándonos de este lenguaje tan cotidiano.
En el terror, muchas veces la clave está precisamente en lo que no se ve o no se muestra. ¿Os preocupaba enseñar de más por culpa del movimiento de cámara propio del found footage? ¿Cómo contralabais ese factor «terror» más allá del clásico jump scare?
K: Una de las mejores características de los guiones de Jose es que pasan por diferentes estadios de tipo de terror. Hay tiempo para insinuar, hay tiempo para no enseñar, para jugar con el fuera de campo y hay tiempo para ser ultra explícitos a nivel de violencia. Cuando lo leí no era sólo una serie de sustos. Hay de todo: sustos, POV, fuera de campo y en la que hay como digo, cosas extremadamente violentas visibles. En ese sentido no teníamos ningún miedo a enfrentarnos a que algo se viera o no se viera sino que justamente la idea era jugar a pasar por todos estos estados.
Al que le guste «lo salvaje» lo va a tener. Al que le guste más el rollo de meterse en tensión lo va a tener. Y al que le guste que le «metan» un par de sustos de vez en cuando también lo tiene. E incluso hay humor como decías tú. A mí lo que más me gusta es que no haya concesión al espectador en ese aspecto. Partiendo de eso, Caminantes toca casi todos los palos a la hora de hablar de mecanismos para generar miedo en el público.
«La amenaza empieza siendo absolutamente abstracta, se va concretando y llega un momento en el que se convierte en el punto de vista»
PL: Respecto a lo que se ve y no se ve, la serie plantea una cosa que es que la amenaza empieza siendo absolutamente abstracta, empieza siendo piedras y ruidos que brotan entre los árboles, se va concretando y llega un momento en el que no sólo se concreta, sino que se convierte en el punto de vista. Se hace todo ese viaje, desde un mal abstracto hacia un mal concreto, a un mal concretísimo hasta finalmente a un mal que es el punto de vista, en el que tu estas mirando desde el mal, obviamente lleva un camino de explicitud en el que primero todo es niebla y oscuridad, luego son unos locos y lo físico va ganando terreno.
K: A mí además como director el hecho de ponerte en la piel del «malo» es interesante. Hitchcock te lo podía hacer para que llegaras a empatizar con el malvado, ¿no? Siempre hablo de Frenesí y de repente como, a mitad de la película, te conviertes en el malo y te metes allí en el saco de patatas y ver cómo el pobre intenta sacar ese alfiler de corbata que se ha llevado el cadáver y te pone casi en una tesitura en la que no quieres que «pillen» al malo. En este caso de Caminantes te pones en la piel del malo y resulta que la «diversión» –entre muchas comillas, que quede claro– viene de ver cómo sufren otros personajes casi desde tu punto de vista.
¿Por qué como espectador resulta a veces más fácil simpatizar con los asesinos? ¿Es el caso también de ‘Caminantes’?
K: Yo creo que al final lo de ponerte en la piel del malo es muchas veces por pura diversión y normalmente, aunque creo que no es nuestro caso, los protagonistas suelen ser execrables. De manera que son casi arquetípicos y tú en el fondo sabes que vas a ver una cacería y te da igual que maten a uno que a otro. Creo que precisamente la gracia de Caminantes es que sí que puedes llegar a empatizar con los protagonistas, que son gente muy joven y encima son muy diferentes entre ellos, están muy bien dibujados. Yo no lo pasaba bien, como espectador, en la piel de los malos, creo. Porque además, la violencia es descarnada y la motivación es por pura diversión, no llegaría a empatizar con ellos.
PL: No, yo tampoco empatizo. Hay algún protagonista al que a lo mejor no me importa tanto que maten pero no me pongo del lado de los «chalados».
En ‘Scream’ el personaje de t explicaba todas esas reglas básicas del cine slasher a la hora de ir matando y eliminando personajes… ¿Con qué criterio elegíais vosotros el orden de vuestras muertes?
PL: Intenté que no muriese el personaje, digamos, que el espectador quisiera. Si tus estas viendo la serie seguro que hay un personaje que parece más «matable». Digamos que la historia se fue construyendo en base a necesidades lógicas. Lo que sí intenté siempre fue no sucumbir a giros porque sí. Es decir, intentar que los personajes hicieran cosas lógicas dentro de la locura de la situación. Intentar ser, dentro de lo posible, realistas. Es decir, si te pasa eso, ¿qué haces? Meterte dentro de la casa. ¿Y si estás dentro de la casa qué haces? Pues no salir. ¿Y si no hay más cojones que salir, qué haces? Sales. ¿Y si sales, qué haces? Pues corres…
Intentaba ir a una lógica muy básica de supervivencia de lo que harían esas personas. Y a partir de ahí hay unos locos que no sabes por qué están locos ni qué es lo les mueve, que intentan «joderles» la vida. Y todo digamos, intenté que fuese lo más orgánico posible, sin trucos de guion imposibles. Al final parece que hay un cliché de género cuando la chica se está meando y se va a la oscuridad. Pero al final pensé «será un cliché de género pero tiene que mear». A partir de ahí intentas liberarte de los clichés lo máximo que puedas pero siendo también orgánico, siendo verosímil.
Ahora que se quiere potenciar el viaje interior, va y realizáis una serie de terror sobre el Camino de Santiago. Hay gente que siempre viaja con algo de terror o temor, ¿Por qué tiene el concepto de viaje algo de terrorífico también?
K: Yo creo que todo viaje tiene que ver con salir de tu zona de confort y en el momento que sales de lo que tú conoces tienes miedo. Vas a un país extranjero y tienes miedo de no saber explicarte, de que pase cualquier cosa y no entiendas al policía que te está explicando algo… yo sí que creo que viajar tiene parte de eso. Cada vez quizás menos por toda la ayuda que tenemos con los móviles pero hace 20 años por ejemplo, coger una mochila e irte de viaje por ahí era mucho más complicado. Creo que tiene que ver con eso.
Al final lo que hacen las películas es poner a sus personajes fuera de sus zonas de confort, en un espacio donde están totalmente descontextualizados y a partir de ahí, todo lo que les pase va a ser ajeno a su vida cotidiana. Y en este caso, pues unos chicos que, pobres, no llegan ni hacer dos días de camino.
PL: Al final un viaje es ir a lo desconocido. El eslogan de ‘Caminantes’ es clarísimo: «No salgas del camino». Puede parecer conservador pero en el fondo a estos chavales les pasa lo que les pasa no por hacer el Camino de Santiago, sino por salirse del camino de Santiago, recordémoslo.
Un recurso recurrente son los flashbacks a 1999, montados a base de clips televisivos y que dan contexto a lo que ocurre. ¿Cuál es la idea detrás de esos flashbacks y su importancia en la serie?
PL: Para mí, si pudiésemos desarrollar posteriormente la mitología de la serie, esos flashbacks son fundamentales y lo explican todo. En estos primeros capítulos se cuenta lo que se cuenta, digamos. Pero lo que pretenden sugerir los flashbacks es que hay algo más grande que simplemente «cuatro chalaos» haciendo algo. De hecho los flashbacks nos cuentan que hay algo más que «cuatro chalaos», hay algo superior más allá de ellos que no sabemos qué es aún. Como el recurso del amarillo que se sugiere en la serie, también tendrá su importancia.
K: Por la parte que me toca, toda esa mitología de lo que sucedió 20 años atrás nos permitió trabajar con otros formatos. Los flashbacks los rodamos con cámaras Betacam de la época, jugando también con imágenes de archivo de entonces. Hemos intentado que además existiera este contraste en la serie de estar grabada con móviles por un lado y por otro con Betacam. No intentar hacerlo en posproducción y generar ese tipo de efecto si no rodarlo de verdad. Fue un «coñazo» de rodar porque tuvimos que construir la cámara con piezas de otras cámaras pero sí que es cierto que queríamos que fueran lo más reales posibles los flashbacks. De hecho todos los reporteros y presentadores de telediario que salen son todos reales.
Hablemos de rodar con móviles ¿más fácil o más difícil? ¿Hubo más preproducción que posproducción? ¿Qué supone rodar con móviles?
K: El móvil lo que tiene es que es una herramienta muy fácil de usar. Es decir, ha habido mucho trabajo de investigación, porque evidentemente no sabíamos cómo hacerlo, cómo sacar ese material, esa señal. Nunca habíamos grabado con móviles más allá de la vida diaria de cada uno y necesitábamos sacar la señal, por ejemplo, para que el director de fotografía pudiera comprobar los parámetros y ir cambiando el diafragma en función de las localizaciones.
Luego sí que es cierto que, una vez en posproducción, algunos parámetros del 4K de los móviles han dado algún problema a la hora de generar efectos porque no son material que esté preparado para eso. Pero por otro lado, lo que es puramente la narrativa, rodar con móviles ha sido muy fácil. Yo he corrido con un móvil todo el rato, me he tirado al suelo… eso hubiera sido inviable de rodar con una cámara grande. Hemos hecho cosas con los móviles que no hubiéramos podido hacer con cámara grande y en este caso jugaba todo a favor. Ha sido complicado en cuanto a técnica y por otro lado ha sido muy fácil a la hora de la narrativa y el poder contar las cosas.
PL: Hay una cosa que me contaste, Koldo, en preproducción y es algo que no había pensado y es muy interesante y es, por ejemplo, hacer un simple paneo. Un paneo con una cámara grande, claro, es un paneo que dura lo suyo, pero con un móvil, es mucho menos de un segundo.
Es un barrido.
PL: Claro, es un movimiento muy rápido y se nota la hostia. En la serie tú notas cuándo es un paneo y ves que sólo puede ser un móvil eso, una cámara no lo haría así.
K: Es un poco como con el Betacam. Hay cosas que no son recreables con una cámara grande. Cosas que sí y cosas que no. Con cámara grande esos paneos rápidos los hubiéramos tenido que acelerar para parecer un barrido. Por eso, pudiéndolo hacerlo con móviles 4K que tiene ópticas cojonudas y demás, creo que era lo suyo. Al final hemos optado por hacerlo con móviles para que el conjunto fuera lo menos tramposo posible.
¿Eran todos de una misma marca o jugasteis con combinaciones de marcas y modelos?
K: Probamos tres marcas diferentes. Unas marcas eran mejores para unas condiciones lumínicas y otros eran mejores por las ópticas. Y al final se optó por una misma marca –no diré cual es– y utilizamos los mismos modelos de teléfonos pero ya por una cuestión básica de que todo el material que saliera fuera igual y no queríamos complicar aún más la vida de los montadores y los efectos especiales. Se optó por seis teléfonos de la misma marca y con los parámetros similares por una cuestión de comodidad.
‘Bosque de sombras’ en su día ya recordaba a una especie de ‘Deliverance’ a la Vasca, ¿’Caminantes’ vendría a ser otro ‘Deliverance’ para los millennials que no salen del mundo de Instagram?
K: Yo creo que más que Deliverance para millennials sería un Las montañas tienen ojos para millennials. Evidentemente que todas estas películas e influencias están ahí, sobrevuelan siempre porque las hemos mamado toda la vida. y al final estás en un bosque y es facilísimo irte a Deliverance, La Presa de Walter Hill o Kilómetro 666. Ahí algo muy interiorizado con esas referencias.
Hay una dura escena que está directamente sacada del clásico de John Boorman, ¿eso fue de Koldo o ya estaba en guion?
PL: Se violaba a una de las chicas y Koldo propuso que se violase a Carlos y obviamente el debate fue: «Hostia, pero es igual que Deliverance. Pero como también se rompían unas gafas como en Perros de paja pues dijimos que ya nos daba igual todo. Deliverance estaba ahí en la mente desde el comienzo del guion. Probablemente fue el primer título que pusimos en común Koldo y yo. El cine boscoso de los 70 estaba desde los inicios. De hecho en ‘Caminantes’ hay más de ese cine de los 70 que no tanto del cine de terror en general. Ese cine seco, como un mordisco de polvo de los años 70 es lo que tiene más presencia creo. Incluso con películas con otros paisajes como French Connection. Todo eso es hacia donde yo pretendía lleva a Caminantes. Por eso insisto, Koldo Serra era la única opción posible.
La verdad que la conjunción ‘Caminantes’ y Koldo Serra es ideal. ¿Seguirá esta química entre guion y dirección si hay segunda temporada?
K: Si me han esperado para hacer la primera, espero que me esperen para la segunda. Pero si puede haber segunda ya me lo organizaré un poco mejor para estar (risas).
PL: Se da por hecho. Rodaremos en diciembre, a ver si nos pilla en plena Navidad (risas).
K: Poca coña que al final, el mal tiempo nos ha venido bien para rodar la serie. Al final rodar en un bosque como ese le ha dado un toque especial a la imagen.
Para acabar, un debate aunque ya me imagino lo que opináis. ¿Los vídeos en vertical o en horizontal?
K: Hay un personaje que muy pronto ya chilla: «¿¡Pero qué haces rodando en vertical!?».
¡Bravo! ¡Bien, bien!
PL: En el minuto 2 ya se deja claro que si grabas en vertical eres un perdedor.
K: Sobre todo porque aún no existen las teles verticales. En el momento que el mercado esté petado de teles verticales nos tocara adaptarnos. Pero hoy en día, el 90% de la gente verá la serie en un soporte horizontal y tampoco tenía sentido hacer una serie vertical y perder el 80% de la pantalla en negro.