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En el sencillo que Nancy Sinatra publicó en diciembre del 65, se estrenaba la mítica ‘These Boots are Made for Walking’, y en la cara B de ese EP, casi escondida, había la canción ‘The City Never Sleeps at Night’.
Quizá fue una inspiración para que su padre, Frank Sinatra, cantara 14 años más tarde ‘New York, New York’, que se convirtió en un clásico y dónde se afianzó la idea de que Nueva York era una ciudad que no dormía.
Poco se debía de hablar por aquel entonces con su exmujer Ava Gardner -«glamour a prueba de vómitos», como la define Paco León- que a principios de los 60 descubrió en Madrid una ciudad donde la noche no acababa nunca y eso que se vivía en la oscuridad del franquismo. Una ciudad que parecía dormida, pero que ardía de noche.
Paco León y Anna R. Costa han querido rescatar en la serie Arde Madrid el choque entre la vida desenfrenada de una ‘femme fatale’ de Hollywood, bebiéndose Madrid, y la vida mundana, recatada y censurada de los que trabajaban para ella.
La serie se centra en esos trabajadores, que son realmente el corazón de la serie, y pone el foco en el incipiente empoderamiento femenino. No en el de Ava Gardner, que obviamente era una mujer empoderada, era un espíritu libre, una extraterrestre que aterrizó en Madrid y que hacía lo que le daba la gana, porque era extranjera, y porque era Ava Gardner. Sino en el de los personajes de sus dos sirvientas y su chófer, y cómo les iba cambiando la percepción de la vida.
Trabajar para su «señora americana» les descubrió cómo era la vida fuera de España. Como si pudieran ver por la mirilla de una puerta ubicada en la frontera cómo se vivía más allá de la influencia de Franco.
Una de las conversaciones que nos dejará la serie es la que mantienen los personajes de las sirvientas Ana María y Pilar, interpretadas por Inma Cuesta y Anna Castillo. Mientras ésta última echa la primera meada de la mañana en un cubo con ranas, para saber si está embarazada (?!), hablan sobre el sexo fuera del matrimonio:
- Las mujeres debemos reservarnos. Es una cuestión de decencia.
- ¿Y la señora?
- La señora es extranjera.
- ¿Y qué pasa? ¿Que Dios no está en el extranjero?
- Dios sí. Pero Franco no.”
En su presentación para prensa, Paco León comentaba “estáis a punto de ver una serie diferente y rara si la miráis por el lado negativo, o arriesgada e innovadora si la miráis por el lado positivo. Espero que os quedéis con el lado positivo”. Pues sí.

Luis Miguel Dominguín y Ava Gardner (Madrid, 1961).
Es una serie que no deja indiferente y que sorprende por su frescura y humor. Es valiente y es una agradable sorpresa que retrate ese momento de historia en blanco y negro. No sabemos si para mostrar el franquismo como una época gris para los protagonistas, si para recordar al glamour de Gardner en el Hollywood clásico, o simplemente porque acentúa el contraste entre la vida de los personajes que trabajan para Gardner con la vida que llevaba Ava.
La serie no quiere juzgar a los personajes, los filma a su altura como si fuera un documental, y sólo se toma licencias para recalcar momentos que a ojos de hoy parecen cómicos, sobre todo alrededor de la represión sexual.
Tanto Paco León, en un personaje que podría competir con Justo Gil de El Día de Mañana, a ver quién es más chanchullero, como Inma Cuesta, que está espléndida cuando hace de recatada y desternillante cuando tiene sofocos, están inmensos. Quizás el papel más complicado de jugar era quién podría hacer de Ava Gardner. Debi Mazar no quiere imitar a Ava y quizás por eso sale genuino y no un pastiche.
Ya sabemos que habrá segunda temporada y que las noches de Ava tendrán más recorrido. Esperamos que la batalla con los vecinos (Perón, su mujer y sobre todo la sirvienta Rosario) continuen en la serie. Casi podrían constituir un spin-off humorístico por si mismos, una especie Aquí no hay quien viva VIP de los 60.
Bienvenida Mrs. Gardner
Es cierto que no es la primera vez que se cuenta la vida de Ava Gardner en España, y hay dos referentes que merecen ser mencionados.
El primero es la base del segundo, así que empecemos por el principio. El crítico de teatro de El País, Marcos Ordóñez, escribió el libro Beberse la vida: Ava Gardner en España (Aguilar, 2004), un retrato exhaustivo del periplo de Ava en nuestro país. Desde su aterrizaje en la Costa Brava para el rodaje de Pandora y el holandés errante (¿será casualidad que dos años más tarde, Berlanga estrenara Bienvenido Mr Marshall?), hasta el final de su vida, centrándose en su ‘dolce vita’ madrileña.
Con este material, los cineastas Isaki Lacuesta e Isa Campo, hicieron una obra derivada: La noche que no acaba (2010). Un documental para TCM que bebe del libro de Ordóñez y que pone en ensayo visual y en palabras de algunos contemporáneos el terremoto que supuso Ava Gardner en España.
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Mirando los créditos del documental, llama la atención que uno de los productores de TCM, Domingo Corral, actualmente sea jefe de ficción de Movistar+. Así que no sorprende que él mismo haya autorizado a contar esta historia, pero a través de una ficción como la de Paco León y Anna R. Costa.
La serie no indaga en los motivos por los que una actriz americana que encarnaba la liberación sexual decide venir a un país ultra-católico como la España del dictador. Quizá no le importaba lo más mínimo. Quizá sólo quería huir de Frank Sinatra. En una ocasión Ava dijo “España tiene los mismos defectos que yo”. Y Sinatra unos años más tarde dijo refiriéndose a España: «Jamás volveré a pisar este maldito país’’. A la gente se la ama por sus virtudes, pero se demuestra el amor cuando se comprenden sus defectos.