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¿Ya habéis hecho los deberes? ¿Habéis visto ya todas las series de dibujitos que os recomendamos años ha? Ha llovido mucho y fuerte desde que esta santa casa acogiera la enciclopédica empresa de resumir de qué iba lo cartoon en cinco entregas tan repletas de información, chascarrillos e hyperlinks que incluso el añorado David Foster Wallace estaría orgulloso.
Pero claro, el tiempo pasa, las series se hacen y deshacen, y oye, que este año hay una efeméride digna de ser celebrada por todo lo alto: el vigesimoquinto aniversario del que es probablemente nuestro estudio de animación favorito de los U ESE A. ¡Sí, estamos hablando de CARTOON NETWORK! [suenan trompetas triunfales].
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Por ello, el señor @franzsteam ha llamado al señor @filbrickpines -que es más majo que las pesetas- y una de las personas más sabias y apasionadas sobre lo cartoon que conocemos, para ayudarnos en esta nueva empresa, que será condensar la historia de Cartoon Network en un articulazo (en tamaño, la calidad es discutible) de los que te guardas en favoritos para consultas posteriores.
Nos gusta usar una comparación un poco rara para radiografiar quién es quién en el panorama del cartoon norteamericano. Si Nickelodeon es como un padre severo pero enrollado, y Disney una madre sobreprotectora (pero a veces se pasa con el vino y sale Gravity Falls), Cartoon Network es como ese familiar raro de aficiones extrañas que siempre se presenta inesperadamente en las comidas familiares, esa tía o tío solterón que no sabes dónde ubicar, pero, joder, te cambia la vida.
1. Dibujitos 24 horas, reciclajes locos y la primera incubadora (1993-1997)
Todo empezó con un señor con bigote fino llamado Ted Turner. Quizás os suene por su apellido y por ser el fundador de la CNN. A finales de los 80 empezó a comprar cosas con su calderilla, como la MGM (y luego se arrepintió y la devolvió a sus propietarios, pero quedándose con algunos de sus personajes animados) o Hanna Barbera (cosa que inyectó chorrocientos personajes clásicos a su librería). Y así, Turner se hizo con 8500 horas de cartoons.
De hecho, Robert Edward «Ted» Turner III, serio candidato al mejor nombre de la historia, creía que los cartoons molaban tanto –e incluso que los adultos veían también dibujos animados, esa herejía– que por ello aplicó el modelo CNN a un canal de dibujitos y así ofrecerlos todo el día, cada maldito día. Y así nació, el 1 de octubre de 1992, Cartoon Network. Con su logo icónico y sus anuncios locuelos, CN prometía horas y horas de adicción-diversión con Scooby Doo, Looney Tunes, Los Picapiedra, Los Supersónicos, y Tom y Jerry. Incluso montaron antologías de lo cartoon como Toon Heads o High Noon Toons, donde las manos títere de los futuros creadores de Archer presentaban (borrachos) dibujos animados de noche.
‘Space Ghost Coast to Coast’ fue la punta de lanza de Adult Swim e influyó en la creación de seriazas posteriores como ‘The Eric Andre Show’
¿Y cuándo empezó CN a generar contenido propio? Técnicamente, su primer personaje fue el perrete pocho CGI de The Moxy Show, pero corramos un tupido velo y centrémonos en la primera serie de verdad de la buena: Space Ghost Coast to Coast. Fue concebida en 1994 por el futuro líder de Adult Swim, Mike Lazzo, quien tuvo la idea de montar un falso talk show absurdo reciclando animaciones de la serie superheroica Space Ghost de Hanna Barbera y así entrevistar a autores de culto como Weird Al Yankovic, Mike Judge o Bob Odenkirk y David Cross.
La serie fue un éxito absoluto, se mantuvo viva hasta 2008 durante diez temporadas, e incluso hubo un homólogo patrio en Adult Swim España gracias a Jorge Riera aka Putokrío. Space Ghost Coast to Coast fue la punta de lanza de Adult Swim e influyó en la creación de seriazas posteriores como Harvey Birdman, Sealab 2021 y The Eric Andre Show.
De la incubadora de Seibert salieron clásicos como ‘El laboratorio de Dexter’, ‘Las Supernenas’, ‘Johnny Bravo’ o ‘Vaca y Pollo’
“Pero, oye, ¿y las series de mi infancia dónde están?”. Cierto, cortemos el rollo y demos un salto al 21 de octubre de 1994, fecha en la que se fundaron los Cartoon Network Studios. Ya comentamos en nuestra primera crónica cartoon el papel vital de Fred Seibert como creador de la incubadora ¡Vaya un Dibujo!, el primer programa de cortos/pilotos de Cartoon Network. De ahí nacieron clásicos indiscutibles como El Laboratorio de Dexter de Genndy Tartakovsky, Las Supernenas de Craig McCracken, el casanova mierder Johnny Bravo de Van Partible, y los hermanos imposibles Vaca y Pollo de David Feiss (y su compañera de aventuras y posterior ‘spin-off’ Soy Comadreja).
(Si queréis leer más sobre Tartakovsky y McCracken y sus creaciones, os emplazamos a la tercera entrega de nuestras crónicas cartoon… ¡que no es cuestión de repetirse!)
La estrategia de Seibert (y el creador de Ren y Stimpy, John Kricfalusi, que ejerció de asesor creativo) fue revolucionaria: en vez de invertir miles de dólares en producir temporadas enteras sin saber si serían bien recibidas por el público, sería más sensato producir un puñado de cortometrajes autónomos (48, concretamente) con libertad creativa absoluta y simplemente presentar personajes icónicos en su salsa. Y así Cartoon Network consiguió hacerle la competencia a los Nicktoons de Nickelodeon para pronto convertirse en uno de los canales de cable más populares de los 90.
2. El efecto mariposa (1997-2001)
Pero la onda expansiva de ¡Vaya un Dibujo! no terminó ahí. Esa primera incubadora dio una oportunidad a muchos otros creadores de todo tipo: encontramos piezas de autores consagrados como Bruno Bozzetto o Ralph Bakshi, los primeros pinitos de futuros showrunners como Butch Hartman (creador de Los Padrinos Mágicos y Danny Phantom para Nickelodeon), Rob Renzetti (creador de Mi vida de robot adolescente en Nickelodeon y productor de Gravity Falls) e incluso rarezas como Larry and Steve de Seth MacFarlane (el corto precursor de, *suspiro*, Padre de Familia).
Otro de los cortos emblemáticos de esta primera remesa fue «Agallas» el Perro Cobarde, nominado al Oscar e hijo de ese cartoon en persona llamado John R. Dilworth. Agallas fue producida como serie a la monster-of-the-week unos años más adelante, en 1999. ¡Pero no nos avancemos a los acontecimientos! Repasemos un poquitín los highlights de la empresa.

‘Agallas, el perro cobarde’
En 1996, Turner se fusiona con Time Warner, dando luz a la que es hoy el tercer conglomerado mediático más potente del mundo, pues ahora incluye el emporio Turner, Warner Bros. y HBO. Casi nada. Dicha fusión significó el empujón definitivo para Cartoon Network en su plan de dominación dibujil mundial, pues se sumaron a la familia todos los personajes de la Warner y los superhéroes de DC. Y encima, en 1997, Cartoon Network lanza Toonami, el mítico bloque de programación de series anime incluyendo Dragon Ball Z, Sailor Moon y Voltron.
Ya en las postrimerías de los 90, Cartoon Network contó con una nueva hornada de series loquísimas y de autor como la ya mencionada Agallas, Ed, Edd y Eddy de Danny Antonucci (que abarcó seis temporadas y película, señal de toda buena serie según Community), y las eternas infravaloradas Sheep in the Big City de Mo Willems (claramente influenciada por la estética UPA de los 50), y la visionaria sci-fi temporal Time Squad de Dave Wasson. La reverenciada Samurai Jack (también explorada en Serielizados) fue hija de esos tiempos de esplendor, y quizá la obra maestra de Genndy Tartakovsky merecería un artículo aparte para analizar en detalle su evolución y culminación en una quinta temporada oscurísima y violenta que estrenó Adult Swim este 2017.
3. Todo lo que sube baja (2001-2007)
Estamos en el año 2001. EL FUTURO. Un mono ha lanzado un hueso y, en vez de naves espaciales de la hostia, tenemos a Cartoon Network petándolo como nunca lo ha petado en su breve historia. Vale, la primera presidenta de Cartoon Network, Betty Cohen, se ha bajado del carro; pero le sustituye Jim Samples, quien lideró la compañía hasta 2007. ¡Y la cosa empezó muy bien! El 2 de septiembre de 2001 nace Adult Swim, la división de animación adulta de Cartoon Network, y lo hace con los ya míticos anuncios de señores mayores nadadores y, ¡pam!, logo de Adult Swim. En 2002, el primer largometraje de Cartoon Network, Las Supernenas: La Película, se estrena en todo el mundo, con nosotros en primera fila.
En 2006 Jim Samples decide explorar un nuevo rumbo fatídico… ¡la imagen real! ¿Cómo? ¿En un canal llamado Cartoon Network?
Esta es la era de Las macabras aventuras de Billy y Mandy de Maxwell Atoms, las sublimes Guerras Clon de Tartakovsky (¿es sacrilegio considerar dicha serie la mejor entrega de Star Wars?), la nunca suficientemente reivindicada Foster, la casa de los amigos imaginarios de Craig McCracken, la sorprendentemente compleja a nivel de worldbuilding Código: KND de Tom Warburton, y el cartoon puro y duro que es Campamento Lazlo de Joe Murray (también creador de La Vida Moderna de Rocko). Ah, y esa cosa llamada Ben 10 que nunca entendimos por qué gozó de tanto éxito y de esa interminable lista de ‘spin-offs’ y resurrecciones (si algún fan quiere pegarse con nosotros en los comentarios, aquí estamos).
Pero, ay, en 2006, Jim Samples decide explorar un nuevo rumbo fatídico para Cartoon Network… ¡la imagen real! ¿Cómo? ¿En un canal llamado CARTOON Network? Todo empezó con Re-Animated, el primer largometraje en acción real con personajes animados integrados (cuyos diseños parecían sacados de una caja de cereales del Mercadona). Re-Animated engendró una serie ‘spin-off’ igualmente mediocre llamada “Out of Jimmy’s Head” y Cartoon Network empezó a producir a cascoporro más y más series en imagen real, que fueron truncadas por la huelga de guionistas de 2007. Bendita huelga. Mucha gente criticó, y con razón, al próximo presidente de Cartoon Network, Stuart Snyder, por la espiral de contenido live-action, pero el precursor de semejante disparate fue Samples.
4. Tocando fondo (2007-2010)
Corría el año 2007 y Cartoon Network había perdido a la mayor parte de los autores que la hicieron grande. Las series más icónicas que aún conservaban empezaron a acercarse a su fin, y sus últimas novedades (Andy y Rodney y MP 3000, tan automáticamente olvidadas que no creemos haber encontrado aún a alguien que las reconozca por su nombre) habían fracasado por completo en su intento de conectar con el público habitual de la cadena. Es en ese momento en el que un antiguo alumno de Bob Esponja, Carl H. Greenblatt, abandonaba su papel de guionista y storyboarder en Billy y Mandy para darle a la cadena uno de los pocos rayos de esperanza que conservaría durante su etapa más oscura: Chowder.
Chowder ya nació como un experimento, un intento de fusionar el espíritu del Dr. Seuss con los dibujos animados matinales con los que Greenblatt se había criado, aplicándoles una constante sensibilidad todo-vale que convertía la serie en una caja de juegos gigante, en la que tenían cabida desde el stop-motion y las marionetas hasta la secuencia de imagen real más deliciosamente metarreferencial que jamás bendijo Cartoon Network.
Greenblatt estuvo al mando de Chowder durante tres temporadas, hasta que las pérfidas intenciones de la Cartoon Network de finales de década quedaron bien claras: producir por primera vez toda clase de series de imagen real para acceder a ese público que llevaba décadas dando millones a Nickelodeon y Disney Channel, ya convertidos en los previamente establecidos cabezas de familia.
CN Real terminó siendo un fracaso estrepitoso, pero eso no le impidió acabar con prácticamente toda obra animada del momento. Hubo dos relativas excepciones, que fueron canceladas de todos modos pero se convirtieron en la chispa que lograría hacer renacer el fuego de la cadena*.
*Vimos Star Wars ayer.
La primera fue The Cartoonstitute. Craig McCracken acababa de cerrar Foster y, preguntándose cuál podía ser su siguiente proyecto, regresó a sus orígenes: el programa de pilotos ¡Vaya un Dibujo!, gracias al que tanto él como Tartakovsky, Partible o Feiss pudieron producir inicialmente sus series soñadas. McCracken decidió supervisar personalmente la producción de 39 nuevos pilotos de siete minutos, para los cuales recurriría tanto a creadores ya establecidos en el mundo de la animación televisiva como a jóvenes promesas deseosas de producir su primer piloto. Cartoon Network accedió gustosa.
Meses después, The Cartoonstitute fue cancelada [truenos]. Había producido 14 pilotos. Un McCracken devastado renegó de la cadena, presentando su siguiente proyecto (la maravillosa Wander Over Yonder) a una Disney cuya animación televisiva vivía por primera vez en mucho tiempo su propio resurgir. Pequeñas maravillas salieron de esos 14 cortos, entre ellas el delicioso Danger Planet de Derek Drymon, pero solo dos de ellas llegaron a ver la luz del día como serie: Tito Yayo de Pete Browngardt e Historias Corrientes de JG Quintel. Pronto hablaremos de ellas.
‘Las Maravillosas Desventuras de Flapjack’ se convirtió en cantera de talentos como Pendleton Ward, creador de ‘Hora de Aventuras’
Antes, aún así, nos queda la segunda excepción. Thurop Van Orman, recién salido de un Campamento Lazlo en el que no parecía explotar todo su potencial, recibió la oportunidad de producir su propia serie. Las Maravillosas Desventuras De Flapjack, la propuesta que presentó, terminó convirtiéndose en uno de los proyectos menos convencionales en la historia de la cadena: planteada a menudo como una locura feísta y lisérgica, explorando un estilo visual y narrativo tan inspirado por las leyendas urbanas y los relatos de marineros como por Ren y Stimpy; la serie se convirtió, durante la mayor etapa de sequía de la historia de Cartoon Network, en un pequeño oasis para los amantes de la animación. Y para los fans de los números musicales sobre la peste negra.
Quizá más importante aún, se convirtió en la cantera de talentos que la cadena necesitaba desesperadamente: entre el equipo de guionistas y storyboarders a los que Van Orman dio su primera oportunidad en el mundo de la animación televisiva se encontraban Patrick McHale (creador de Más Allá del Jardín), JG Quintel (creador de Historias Corrientes), Alex Hirsch (creador de Gravity Falls), y el responsable del mayor fenómeno de la cadena hasta la fecha, Pendleton Ward, que mientras trabajaba en Flapjack firmó un pequeño piloto para Nickelodeon que bautizaría como Hora de Aventuras.

‘Más allá del jardín’
5. Renacimiento (2010-2016)
Hora de Aventuras llegó en el momento adecuado. Nickelodeon acababa de rechazar repetidamente la propuesta de Ward y su productora, la previamente debatida en Serielizados Frederator Studios, cuando llegó a manos de Rob Sorcher. Este ejecutivo, principal responsable de haber traído las series de ficción al canal AMC (ergo: de exitazos como Mad Men o Breaking Bad), estaba haciendo sus primeros pinitos como jefe de contenido creativo en CN cuando le echó un vistazo al proyecto y decidió insistirle a la cadena para darle una oportunidad, teniendo la sensación de que su novedosa sensibilidad indie prometía un gran éxito para ellos.
No se equivocaba, y las alpargatas de Jake que llevamos mientras escribimos esto lo confirman: tras las dudas iniciales de la cadena, que les llevaron a exigir el storyboard de un episodio inicial que recreara el piloto en vez de innovar al respecto (como si de una secuela de blockbuster se tratara), empezaron a concederles libertad creativa y la serie se convirtió en un bombazo incomparable, volviendo a situar a la cadena en el mapa y provocando un efecto dominó de nuevas oportunidades para gran parte de los creadores que se encontraban allí.
Rebecca Sugar, guionista y ‘storyboarder’ de ‘Hora de aventuras’ y ‘Steven Universe’, fue la primera ‘showrunner’ de la animación que se convertía en una estrella al nivel de su serie
Quizá ninguna llegó más lejos que la de Rebecca Sugar, guionista y storyboarder de Hora de Aventuras durante sus cuatro primeras temporadas, cuyo piloto y posterior serie Steven Universe terminaría de acceder tanto a esos fans ansiosos de nuevo contenido animado de calidad por parte de CN como a las nuevas generaciones de amantes de la animación inicialmente atraídas por ese formato novedoso que Ward había brindado a la mesa. Sugar, además, se volvió un icono por sí misma: quizá la primera showrunner del mundo de la animación (junto al previamente mencionado Alex Hirsch) que se convertía en una estrella al nivel de su serie, atrayendo a multitudes a convenciones y mesas redondas a ritmo de ukelele.

Rebecca Sugar, guionista de ‘Hora de Aventuras’ y creadora de ‘Steven Universe’.
También fue la era en la que esos pilotos sin rumbo del Cartoonstitute se volverían serie: JG Quintel fue el primero en lograr que su delirante Historias Corrientes se hiciera realidad, demostrándonos de una vez por todas que el amor por los años 80, los montajes musicales y las secuencias de acción épico-absurdas pueden llevarte al mayor de los éxitos en el mundillo de los dibujicos. Browngardt tardó más en traer al mundo su delirante Tito Yayo: la cadena tenía demasiadas dudas como para no tratar de convertirla antes en Secret Mountain Fort Awesome (quizá el opening más específico de la historia), una reinvención del concepto inicial del piloto centrada en sus personajes secundarios que duraría dos temporadas, tras las cuales la cadena se rendiría y le diría con un suspiro «venga, va, haz tu serie».*
(*Transcripción aproximada.)
¡Esa fue la etapa de probarlo todo! ¡Series guays que no vio nadie! ¡Series que no terminamos de tener claro si fueron un desvarío febril! ¡Series de acción tan buenas como cualquier otra obra de Tartakovsky (ergo: maravillosas) pero vilmente canceladas por no vender juguetes! ¡Esta… esta cosa!
Y por encima del resto de experimentos: ¡miniseries! Patrick McHale llevaba un tiempo dándole vueltas a la idea de Más Allá del Jardín, y CN decidió darle una oportunidad a un proyecto que prometía darles más prestigio que dinero, a ver a dónde llevaba. Llevó a una de las cosas más increíbles que hemos visto nunca, aún comentada y venerada a día de hoy pese a estar compuesta de 10 episodios de 11 minutos, y que os recomendamos encarecidamente aunque la hayáis visto ya veinte veces.

‘Somos osos’
Otras pequeñas joyas que nacen por la época incluyen Somos Osos de Daniel Chong, quizá la serie más costumbrista jamás producida alrededor de bestias peludas asesinas; Clarence, que seguiría adelante durante años tras el temprano despido de su creador* y desarrollaría una sensibilidad propia bajo la tutela de Stephen P. Neary y el guionista Spencer Rothbell; y la primera aportación de Cartoon Network Europa al contenido original de la cadena: El Asombroso Mundo de Gumball.
(*Detenemos momentáneamente el tono cómico de este artículo para hablar de algo que nos parece tan duro como necesario sacar a colación: el creador de Clarence, Skyler Page, fue despedido por agredir sexualmente a una empleada de Cartoon Network. Podéis leer más al respecto aquí.)
Gumball nació de la propuesta más caradura en la carrera de Ben Bocquelet: recopilar todos los diseños de personajes que le habían rechazado durante su época en el mundo de la publicidad y, en sus palabras, «cobrar dos veces por un solo trabajo». Tras la producción de un piloto de minuto y medio, Cartoon Network rechazó (siguiendo el eterno patrón) su propuesta inicial de situar a tales personajes en una escuela para aprender a ser personajes de dibujos animados, tachándolo de «excesivamente metarreferencial», así que Bocquelet decidió basarlo en el pozo sin fondo de anécdotas que era su propia familia.
Para ‘Gumball’, Bocquelet recopiló todos los personajes que le habían rechazado durante su época en publicidad para «cobrar dos veces por un solo trabajo»
Tras darle ese núcleo cotidiano a uno de los universos más absurdos y surrealistas de la cadena, CN contrató la serie para la primera de seis temporadas que Bocquelet llevaría en persona junto a su mano derecha, Mic Graves, en la que experimentarían con narrativa y formato (la serie en sí ya nació como un híbrido visual donde combinar todo medio animado posible) y jugarían sin cesar con todo lo que se les pusiera por delante.
Es durante esta etapa cuando también nace una interminable ristra de pilotos de futuros talentos de la cadena, entre los cuales destacan Infinity Train de Owen Dennis (cuyo estatus de culto en internet es considerable), el delirante AJ’s Infinite Summer de Toby Jones, el infravalorado Back to Backspace de Dominic Bisignano y Amalia Levari, el recientemente contratado por Netflix Twelve Forever de Julia Vickerman y el icónico Lakewood Plaza Turbo de Ian Jones-Quartey, director creativo de Steven Universe que, tras contribuir a afianzarla durante sus primeros años de vida, tendría la oportunidad de desarrollar a fondo su piloto en…
6. ¡El mundo del mañana! (2016-???)
“OK K.O: Let’s Be Heroes”, la versión final de Lakewood Plaza Turbo, tardó media década en ser contratada, pero se ha convertido rápidamente en uno de los pilares del futuro de Cartoon Network. Gozando en todo momento de ese espíritu todo-vale de sus series más icónicas, es capaz de convertir a sus personajes en furrys inversos, dedicar un episodio entero a concluir el webcómic Final Fantasy-esco que su creador firmó en la adolescencia y otro al canal de YouTube de su protagonista e incluso de presentarnos un panel imaginario en el que sus personajes debaten su piloto original.
En una etapa de incertidumbre para el futuro de CN, en la que encontramos maravillas como los remakes de Las Supernenas -realizados sin rumbo aparente y en contra de la voluntad de su creador-, y no hablemos del enésimo reboot de Ben 10, este tipo de series, con ese espíritu de anarquía absoluta, son las que nos atrajeron a Cartoon Network en primer lugar, y son las que logran que hoy en día sigamos disfrutando de las pequeñas joyas que nos va brindando.
Y a la espera de futuros estrenos como “Summer Camp Island” de Julia Pott (con gran parte del equipo de Hora de Aventuras, en cuyas temporadas finales trabajó su creadora y de la que esperamos con ansias su tristemente cercana conclusión), “Prince Ivandoe” de Christian Bøving-Andersen y Eva Lee Wallberg (la segunda serie de Cartoon Network Europa tras Gumball, producida junto a Sun Creature Studio), o la versión final de nuestro adorado piloto “Craig of the Creek” de Matt Burnett y Ben Levin (guionistas jefe de Steven Universe desde sus inicios), únicamente podemos clamar: larga vida a los dibujicos.
Más larga que este artículo, que ya es decir.