Adult Swim 2.0: Cómics que deberían ser series de animación
Contra la dictadura del carne y hueso

Adult Swim 2.0: Cómics que deberían ser series de animación

Las series de animación para adultos (y no tan adultos) inundan la televisión, pero la mayoría de las veces muy pocas calan en el mainstream.
Underworld

Aunque en el terreno de las series de animación abundan los títulos de calidad, la dictadura de las que cuentan con actores de carne y hueso sigue siendo tan férrea que siempre oscurece al cartoon. No obstante, en el mundo del cómic hay un vasto universo de obras que serían magníficas series de animación para el siglo XXI. Series de autor capaces de rivalizar en profundidad y en mala hostia con las producciones más atrevidas y exitosas de HBO o AMC. Series que están ahí, latentes en las estanterías de tu librería de cómics favorita, esperando a que alguien las convierta en la punta de lanza de una nueva era para la animación televisiva. Bienvenidos a Adult Swim 2.0.

 

‘Hechizo Total’ de Simon Hanselmann (Fulgencio Pimentel)

Hechizo Total

¿Se puede conjugar la decadencia más desoladora con algo parecido a la ternura? Simon Hanselmann lo consigue. De hecho, cuanto más hirientes son los comportamientos de sus extraños personajes, más los siento como algo mío, como manifestaciones oscuras de mi personalidad. Una bruja, un gato y un búho agonizan en vida entregados al consumo de drogas desaforado, la putrefacción emocional y el patetismo existencial más desgarrador. Depresivos, nihilistas, retorcidos por naturaleza, tendentes a la humillación gratuita, adictos a la telebasura y al cine comercial, los personajes de este cómic son perfectos para una serie de animación para adultos. Bastaría con ser fiel a la estética, mantener el trazo de los lápices y acuarelas de Hanselmann, y por supuesto dejar abiertas y rebosantes de pus las aftas que hacen de “Hechizo Total” una infección emocional contra la que no existe cura. El mundo necesita estos dibujos animados.

 

‘Bone’ de Jeff Smith (Astiberri)

Bone

Creo recordar que hace unos años se habló de una posible adaptación al cine de la obra maestra de Jeff Smith. Se barajaron incluso nombres de directores y guionistas. Desde entonces, silencio. Pues mejor. Me gusta pensar que algún día “Bone” recibirá la financiación adecuada y se adaptará al único formato audiovisual posible, dada su extensión y complejidad: una serie de animación.

Deudora de “El Señor de los Anillos” y Disney a partes iguales, la obra de Smith plantea un culebrón de fantasía y aventuras preñado de épica y no exento de drama, a pesar del engañoso aspecto infantil de las criaturas protagonistas. El desarrollo de la trama -una estructura gigantesca articulada a golpe de humor, amor, acción, dolor, jolgorio y exaltación de la amistad- es perfecto para una serie de animación para todos los públicos. De todos modos, antes de comenzar, sería necesario visitar a los ejecutivos de la cadena, ponerles gentilmente una Magnum en la sien y exigirles: 1) Fidelidad máxima al dinamismo, expresividad y de los dibujos de Smith. 2) Respeto reverencial a la esencia de una historia que está diseñada para despertar el niño que hay en todo adulto, y el adulto que hay en todo niño.

‘Pobre cabrón’ de Joe Matt (La Cúpula)

Pobre Cabrón

Un perdedor. Un pajillero compulsivo. Un deshecho. Un cero a la izquierda. El cómic autobiográfico de Joe Matt es una guía sórdida y descarnada sobre el arte de frotarse la zambomba, pero también es una fotografía derrotista de las relaciones de pareja, la haraganería, el egoísmo y el fracaso vital. Se han hecho muchas series de animación para adultos con inadaptados parecidos, pero “Pobre Cabrón” tiene un lado oscuro que la hace mucho más peligrosa y venenosa. El trazo limpio de los dibujos de Matt, además, sería fácilmente reproducible por los animadores, y coronaría un producto audiovisual no apto para nerds depresivos. Y es que bien mirado, quizás mejor que no hagan nunca la serie: sería muy duro y preocupante verse reflejado en el escombro que protagoniza este descenso permanente al patetismo.

 

‘Submundo’ de Kaz (Autsider)

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Aunque corren por la red episodios microscópicos animados que no pasan de los 50 segundos, está claro que “Submundo” es uno de esos cómics underground que deberían saltar al gran ruedo televisivo con lluvia de copos de caspa y pedos estrepitosos en lugar de confeti y fanfarrias. Suciedad, caspa, mala educación, odio gratuito, surrealismo escatológico, apología de las drogas y repugnancia a tutiplén: he aquí el alimento que Kaz sirve a sus ratas deformes, gatos con tabaquismo, yonquis, paletos y otros infraseres. “Submundo” es mierda pura, ganas de tocar los cojones, puterío guarro, la basura que más nos gusta. Solo pido una serie de animación con capítulos de 8 a 10 minutos que se alinee con la irreverencia y la mugre de los guiones del tebeo, y cuyos gráficos se empapen de la histeria y el lodo tóxico de los dibujos originales. Feliz resaca.

 

‘Battling Boy’ de Paul Pope (Random House Mondadori)

Battling Boy

Gracias a “Battling Boy”, Paul Pope ha encontrado una fórmula infalible que utiliza los códigos del cómic juvenil de superhéroes y el trazo del cómic europeo más detallista para forjar una historia que emulsiona acción, fantasía, aventuras, monstruos, realidades paralelas y pseudomitología nórdica. El dibujo del autor neoyorquino es puro dinamismo, movimiento febril; su estilo pop, detallista y deudor de la herencia europea podría llenar la pantalla de electricidad estática. Bastaría con que el guión no se separara en demasía de las páginas originales y las escenas de lucha capturarán las descargas cinéticas que hacen de las viñetas de “Battling Boy” pequeños tesoros. Además, la serie, como el cómic, llegaría por igual a críos, adolescentes, adultos y carrozas: todos tendrían su sitio en Arcopolis.

 

‘Zot!’ de Scott McCloud (Astiberri)

Zot!

Scott McCloud es uno de los autores de cómics más especiales de los últimos 30 años. Sus incursiones teóricas para acercar la viñeta al neófito se suman a obras de ficción que han dejado una muesca indeleble en el medio. “Zot!” es su obra más intuitiva y personal. McCloud estaba comenzando a experimentar con el arte secuencial y trató de cuajar una espuma en la que flotaban el manga, los superhéroes americanos y el cómic independiente.

Esta es la historia de un ingenuo chaval con poderes de una Tierra paralela que viaja a nuestra realidad y establece una relación de amor y amistad con una chica mucho más realista (y pesimista) que él. No obstante, lo que comienza como un cómic de superhéroes adolescentes al uso va mutando poco a poco en una obra adulta de poso indie que trasciende el corsé superheroico para adquirir un tono más íntimo y una profundidad avanzada a su época (finales de los 80 principios de los 90).

El estilo naif de los dibujos de McCloud, la maduración de los personajes y el tránsito de adolescencia a edad adulta son los elementos que harían de esta epopeya pop una serie de animación de culto, un hitazo entre ese público que se debate entre la lucha contra el acné y la llegada de las responsabilidades. Must.

 

‘The Umbrella Academy’ de Gerard Way y Gabriel Bá (Norma)

The Umbrella Academy

Gerard Way, fundador del extinto grupo My Chemical Romance, es mejor guionista de cómics que músico. De hecho, tendría que haberse dedicado a la viñeta a tiempo completo, pues las historias que escribió para “The Umbrella Academy” siguen derrochando originalidad, frescura e inspiración 8 años después de su publicación. El cómic explica la historia de un grupo de niños con poderes que son reclutados por un inventor loco para luchar contra las fuerzas del mal. Impregnado de un surrealismo perfectamente mesurado –en un arco argumental se enfrentan a una Torre Eiffel enloquecida-, “The Umbrella Academy” es un chute energizante de imaginación. La estética a medio camino entre el steampunk y el look “Hellboy” se ajusta perfectamente a los textos de Way, dignos de los mejores escritores del medio. Además, no cuesta nada imaginar el dibujo infantilizado, estilizadísimo y expresivo de Gabriel Bá plasmado en la pantalla. Molaría tanto.

 

Obra Completa de Thomas Ott (La Cúpula)

Thomas Ott Hellville

¿Pido demasiado? Quizás. Pero Dios sabe que sería capaz de comerme a bocados mi colección entera de “La Cosa del Pantano” para ver una serie de animación basada en la desasosegante obra de Thomas Ott. La técnica de raspado del autor de Zurich ofrece una visión en negativo (blanco sobre negro) de un universo asfixiante, una pesadilla poblada por seres desquiciados, psicópatas, depravados, ¡razas de noche! Las espirales que describen sus historias sobrenaturales de terror psicológico son perfectas para episodios cortos, pequeñas píldoras sin diálogos que triunfarían en la tele de mi casa si reprodujeran, con todas sus turbulencias, las ráfagas de líneas cortantes y las atenazadoras masas de penumbrade los cómics de Ott. Pido demasiado, lo sé.

 

‘Frank’ de Jim Woodring (Fulgencio Pimentel)

Frank

Si se ha hecho una serie de “Pudridero”, también se puede hacer una serie de animación de “Frank”, no jodamos. La veo como un producto de prestigio para una cadena por cable, como una concesión a la calidad en detrimento de la cantidad. La pesadilla caleidoscópica de doble gota en la que Jim Woodring remoja las historias de su gato mofletudo supondría un auténtico reto para los animadores. Las criaturas psicodélicas y el barroquismo onírico de los escenarios del cómic serían un caramelo visual irresistible para el televidente más audaz. De acuerdo, un producto de esta índole correría el riesgo de convertirse en la serie favorita de hipsters, bohemios y culturetas del underground, pero si este es el precio a pagar, dejemos que las barbas se acerquen a “Frank”.

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