'The Crown' (T4): Olivia Colman sigue reinando, pero el abismo se acerca
'The Crown' (T4)

Olivia Colman sigue reinando, pero el abismo se acerca

El próximo domingo 15 de noviembre se estrena la cuarta temporada de la existosa serie de Netflix. Nosotros ya la hemos visto y esta es nuestra opinión.

Olivia Colman sigue estando increíble como la Reina Isabel durante su etapa más madura | Créditos: Netflix

The Crown sigue siendo la joya de la corona de Netflix. Este será mi primer y último juego de palabras monárquico con la serie, lo prometo. Mejor soltarlo de entrada y evitar próximas tentaciones facilonas. Pero es que por muy tópica y gastada que sea, ésta es una afirmación más que consolidada.

Pocos ejemplos encontramos actualmente en Netflix en el que cada elemento de una serie roce la excelencia individualmente, llevando el conjunto final resultante a ese estrato superior, reservado para pocas, en el que la descarada ambición de una serie obtiene resultados a la altura de la misma. Y eso no es nada fácil. Más aun cuando te enfrentas a una cuarta temporada en la que partes con mucha desventaja. 

Olivia Colman (izquierda) y Josh O’Connor (derecha) | Créditos: Netflix

Me explico: The Crown tiene una peculiaridad que la hace diferente de otras series que podrían jugar en su liga. Su planteamiento de biopic de un personaje que sigue siendo existente y actual, es muy envenenado. Si se tratara de personajes totalmente ficticios, sería otro juego totalmente distinto. Todo el mundo tiene su propia idea de la Reina Isabel y la Familia Real británica y por tanto, todo relato sobre los Windsor actuales parte de entrada contra esa idea preconcebida –sea la que sea– que los espectadores tendrán.

Además, el hecho de construir la serie como una crónica a través de las décadas que va progresivamente acercándose a nuestro presente hace que esa desventaja crezca exponencialmente con cada nueva temporada. Cuanto más lejanos sean los hechos reales sobre los que se construye la historia, más fácil será empatizar y entrar en los sentimientos dramáticos que la serie expone.

Por el contrario, cuanto más se acerque la serie a nuestro presente, las posibilidades de quemarse aumentan. Es por eso que Peter Morgan, el creador de la serie muy sabiamente ha declarado que, por ejemplo, Megan Marckle y Enrique no aparecerán en la serie; la actualidad quema mucho.

Llegan dos personajes femeninos cuya historia y huella personal siguen aún hoy muy marcada: Margaret Thatcher y Lady Di

Por tanto, estamos lejos ya de esa etapa inicial del reinado de Isabel, en la que, a causa de la abdicación de Jorge VI, el trono llegaba como una maldición a una familia que no debía reinar. Ahí, con la distancia del tiempo, había un largo campo que llenar por parte de los guionistas y los intérpretes, dando bastante rienda suelta a lo que podíamos esperar de ellos.

Una vez establecida esa tragedia inicial, éramos testigos de cómo toda una familia liderada por una joven reina se adaptaba a un nuevo cometido e iban mutando sus diferentes personalidades para amoldarse a lo que se espera de ellos y no a lo que realmente querrían ser o hacer. A la vez, caímos enamorados de la interpretación de Claire Foy como la joven Isabel, de su dinámica con Vanessa Kirby como la Princesa Margarita o de las insolencias del Príncipe Felipe, interpretado por un Matt Smith más caprichoso que nunca.

El reto de la tercera temporada de The Crown fue mayúsculo pues el salto temporal obligaba a un cambio total del elenco, dinamitando parte de lo conseguido en las dos temporadas anteriores. El cambio a Olivia Colman, Helena Bonham Carter y Tobias Menzies fue exquisito y nos trajo además la oportunidad de dar paso a actores como Josh O’Connor, liderando una nueva generación de la familia, ya adulta, como el joven Príncipe Carlos

La frágil y desdichada Diana que interpreta con gran aplomo Emma Corrin | Créditos: Netflix

Así, la cuarta temporada entra de lleno en la década de los 80. Una etapa convulsa y agitada en Gran Bretaña que permite a The Crown explorar su lado más sombrío y decadente. Con el cambio de fechas llegan también dos personajes femeninos cuya historia y huella personal sigue aún hoy muy marcada: Margaret Thatcher y Lady Di.

Ambas suponen un cambio de paradigma y representan una realidad muy distinta frente a una Reina Isabel que ya juega con todas las cartas sobre la mesa. Olivia Colman lo sabe muy bien y borda a una Reina que protagonizará algunos de los momentos más antipáticos que la hemos visto a lo largo de la serie con el aplomo de una persona que ha asumido que su papel dinástico es más importante que todo lo demás.

La Isabel de Colman ya no tiene nada que aprender, conoce su lugar en el mundo y sabe el precio humano que ha pagado para ello, así como también es consciente de lo excepcionalmente privilegiada que es su vida. 

Gillian Anderson, de Scully a ser «la Dama de hierro» | Créditos: Netflix

Pero estas nuevas personalidades femeninas a las que tiene que hacer frente exponen ante ella que los tiempos cambian, que la sociedad británica es mucho más poliédrica y frágil de lo que imagina y sobre todo, hacen más evidente ante su impasible rostro todo aquello a lo que ha tenido que renunciar como persona. Lo que podía convertirse fácilmente en una «barata lucha de gatas» entre la Thatcher de una increíble Gillian Anderson y la Isabel de Colman evoluciona hasta un reconocimiento mutuo hacia lo que ambas mujeres, tan distintas y similares a la vez, han conseguido en la vida.

Mientras que la irrupción de la Princesa de Gales, interpretada por una casi debutante Emma Corrin, sirve de anticipo del cataclismo que estará por llegar en la quinta temporada. Tras Diana, a la que Corrin interpreta aportando una fragilidad y una inseguridad desgarradora, podemos decir que ya nada será lo mismo en el universo de The Crown.

‘The Crown’ está evolucionando hacia un retrato fiel de lo que ya somos como sociedad, tan contradictoria como el término «monarquía parlamentaria»

Puede que la cuarta temporada sea la que menos guste en general, aunque tonalmente es superior a la tercera y quizás la más sólida de todas. Pero si así es, no será por las interpretaciones, cada una de ellas excelentes o por la realización o los guiones, de una calidad tremenda. Será porque The Crown está evolucionando hacia un retrato fiel de lo que ya somos como sociedad, tan contradictoria en sí misma como el término «monarquía parlamentaria».

Y es que, cuando alguien te canta las cuarenta en tu propia cara, el efecto es muy distinto a cuando se las cantan a tus padres o tus abuelos. Esa sensación irá en aumento y cada nueva temporada será un reto mayor que el anterior gracias a esta fascinante fórmula de dos temporadas que comprimen el tiempo con un mismo elenco que se va regenerando y mutando ante nosotros, dando paso a nuevos ritmos, nuevas sensaciones y a la inevitable faena que supondrá el mirarse al espejo.

Entonces le tocará el turno a Imelda Staunton probarse la Corona y veremos si sigue el listón tan alto dejado respectivamente por Claire Foy y Olivia Colman.

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