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La realidad es que Selena Quintanilla fue una cantante estadounidense de raíces mexicanas que fusionaba diferentes ritmos latinos como la cumbia, el bolero, las baladas, las rancheras o el pop latino y cuyo estilo musical fue apodado con nuevas etiquetas como tecnocumbia o texmex. Ganadora de un Grammy, es la tercera latina que más discos ha vendido en la historia hasta ahora y, además, durante su vida exploró otras facetas artísticas trabajando como diseñadora de moda, empresaria, actriz y modelo. Murió asesinada con 23 años.
El mito es que Selena fue un referente mundial, reina del texmex y de la cumbia, la artista latina más influyente de los 90, una mujer con carisma, encanto, inteligencia, humildad, belleza y valores, un ídolo de masas, portada de periódicos internacionales… un orgullo patrio para todo el pueblo latino aun siendo texana. Y el mito se sigue alimentando con la historia de amor que tuvo con su guitarrista, celos, traición, el misterio que rodeó su asesinato… Y, a día de hoy, Selena Quintanilla lleva más años de mito que de vida.
Selena: La Serie estrenada el 4 de diciembre en la plataforma Netflix y creada por Moisés Zamora acoge el mito, lo protege y lo fomenta de forma intencionada. Es más, lo alza sobre el pilar de la familia y desde este prisma muestra una realidad amable, sesgada y fácil de visionar. Cierto que el título es el nombre de la cantante pero sería más apropiado llamarla Selena y Familia. O Selena & Co. Porque esta producción dedica su historia y los mayores minutos de metraje al núcleo familiar que envolvió a la cantante durante toda su vida.
No hay misterio posible. La razón de esta visión y de la permanencia del mito se debe a la familia de Selena: el clan Quintanilla posee los derechos de toda su música. También ha ejercido un férreo control sobre cualquier producto público (ya sea audiovisual o escrito) posterior a la muerte de la cantante, limitando así las percepciones alternativas de una realidad y aupando la leyenda. Como no podía ser de otra manera, la serie de Netflix no sólo ha obtenido el beneplácito familiar sino que en su producción han estado presentes el padre, Abraham Quintanilla y la hermana, Suzette Quintanilla.
Es vox populi que «el infierno está lleno de buenas intenciones» y claramente la vida mostrada en pantalla de Selena aplaude la idealización del personaje fomentada por los propios fans. De hecho, la intención es buena porque, sin esta tiránica capa de bondad impuesta, se correría el riesgo de que la vida de la creadora del texmex se enturbiara y pudiera llegar a asemejarse a otros cantantes fallecidos trágicamente que no han recibido un trato tan amable después de morir. Los mejores ejemplos de ello son Michael Jackson o Whitney Houston, lamentablemente. Pero un matiz, Selena se libró del auge de los medios de comunicación no tradicionales y de las redes sociales y, por eso, es posible ese control casi exclusivo sobre su vida e imagen en el año 2020. Sólo casi… la excepción viene más adelante.
Selena se libró de las redes sociales y, por eso, es posible ese control casi exclusivo sobre su vida e imagen en el año 2020
Por lo tanto, teniendo bien claro que esta serie de Netflix posee poca independencia al ser una marioneta cuyos hilos mueven los propios implicados en historia que cuenta, este biopic se explaya en la nostalgia, el amor y la admiración hacía una celebridad. Y esto no sólo es visible en la historia, sino en la multitud de momentos musicales de Selena (para deleite de sus fans), interpretada por una correcta Christian Serratos, una explotación de la imagen donde se abusa de los tonos sepias para los flashback, transiciones muy sutiles, momentos dramáticos contenidos y una historia sin oscilaciones abruptas.
Para los que no conocían a la artista texana, esta serie puede ser una buena aproximación a su música y a la concepción que tiene la sociedad latina de ella. Es decir, al mito encumbrado. Y, en cambio, para los fans de Selena puede representar una decepción precisamente al no centrarse exclusivamente en la historia de ella y hacer más hincapié en la de la familia y demás temas secundarios: sus inicios como banda musical infantil, el carácter del padre, los sueños y vidas de cada uno de los hermanos, las relaciones con las discográficas…
Las anécdotas (porque no llegan a nivel de descubrimientos) que revela esta serie no tienen suficiente valor, ni siquiera para los seguidores más fieles, de elevar la calidad de la historia. En concreto, conocer el origen del nombre de Selena o pequeños detalles presentes en las carátulas de discos hasta ahora imperceptibles o cómo nacieron algunos de sus movimientos de baile… La valía de esta serie radicaría en los tempos lentos, con calma, en el disfrute pausado de la historia que envuelve a una artista admirada y en los números musicales. Selena: La Serie es la herencia magnánima que todo cantante agradecería tras su muerte.
Si un actor no es capaz de mimetizarse con el personaje, está fallando. Debe plagiarlo hasta el mínimo detalle, sólo así el biopic tiene sentido
No hay que olvidar que el mérito de las series autobiográficas reside en la capacidad de sus protagonistas para emular a los personajes reales. Ahí están Luis Miguel. La Serie, José José el príncipe de la canción, Whitney: Can I be me o Jenni Rivera. Mariposa de barrio como ejemplos, todas de Netflix casualmente. Por muchas tablas profesionales o dones interpretativos que tenga un actor, si no es capaz de mimetizarse con el personaje que representa, está fallando. Debe copiarlo, plagiarlo hasta el mínimo detalle, sólo así el biopic tiene sentido. Y este aspecto funciona. Christian Serratos es una buena Selena, pero hay un pero….
En el año 1997, se estrenó con gran éxito la película Selena (la primera marioneta movida por la familia Quintanilla, en la producción) protagonizada por Jennifer López. Ésta era una biografía de la cantante texana muy bien hecha, fantásticamente interpretada, ágil, dinámica, fresca, bien construida y sobre todo, con un guion muy bien escrito, seleccionando de forma inteligente los momentos a explotar para construir una trama atrayente. Tuvo una buenísima acogida.
¿Qué ocurre ahora? Que no existe insatisfacción sin comparación. Y para quien haya visto la película y esperara más de lo mismo en la serie se ha desilusionado. La producción de Moisés Zamora muestra la misma Selena de la película, envuelta en metraje innecesario y con una lentitud superflua. Y respecto a Christian Serratos hay un problema cuando el espectador es capaz de, por momentos, ver a Jennifer López y no a la Selena real. Y no valen excusas de que el timbre de voz de Serratos y López sea parecido… porque los momentos musicales están interpretados por la cantante real. El conflicto existe cuando Christian Serratos no está sobre el escenario y, además, roza la sobreactuación creando un personaje frívolo, por momentos.
Siendo Selena la que da nombre a la serie y la protagonista desbancada por otras tramas, el verdadero tesoro de esta serie es Ricardo Chavira que interpreta al padre y cabeza de familia, Abraham Quintanilla de una forma magistral. Pocas veces se ha visto la calidad de un actor de forma tan clara, porque no ha creado un personaje, ha recreado una personalidad con todos los matices posibles. Empezando por los aspectos físicos, imagen y voz, ¿alguien ha sido capaz de identificar al Carlos Solís de Mujeres Desesperadas? Irreconocible.
La telenovela ‘El Secreto de Selena’ (2018) fue criticada y rechazada por la familia y los fans de Selena por tirarle piedrecitas al mito
Y en cuanto al personaje, qué fácil hubiera sido crear sólo a ese Abraham Quintanilla luchador, perseverante, amante de su familia, machista y controlador, protector como cabeza de familia… Y en cambio, Ricardo Chavira ha creado un personaje complejo, beneficiado por el protagonismo que se le ha dado en la serie, cierto, pero capaz de traspasar la pantalla y mostrar toda la carga emocional de su persona: como padre, marido, hermano, como ejemplo de una generación de estadounidenses de procedencia mexicana, con un conflicto de identidad en cuanto a sus raíces… A través de la pantalla, vemos a un Abraham Quintanilla que oscila por todo un espectro de acciones y emociones que es necesario recordar que obedecen a un heteropatriarcado instaurado propio de la época, pero que Chavira consigue que el espectador justifique al conocer su historia y llegue a olvidar momentáneamente sus actitudes censurables.
Decía más arriba que hay una excepción que escapó a la mano controladora de la familia Quintanilla para contar la vida de Selena. Una marioneta que voló por libre. Y se estrelló. El Secreto de Selena es una telenovela (no cuela que la intenten disfrazar de serie) de Telemundo del año 2018, basada en el libro con el mismo nombre de Maria Celeste Arrarás que aspira a drama-thriller para ofrecer una visión diferente de la vida y asesinato de Selena Quintanilla. Telenovela criticada y rechazada no sólo por la familia de la artista sino por los fans. Obvio, porque le tira piedrecitas al mito. No consigue derribarlo, pero deja marcas.
Como visión alternativa que da voz a otras formas de acercarse a la cantante podría funcionar y la idea podría ser enriquecedora: intentar que respire la historia tan cerrada y ya repetida de su vida, pero falla todo lo demás. El Secreto de Selena combina de forma chapucera tres momentos temporales mal hilados, exasperantemente lenta (telenovela), actuaciones impostadas, ínfulas de thriller de pacotilla, lanzamiento de teorías sin ahondar en ellas, momentos totalmente prescindibles para cualquier familia que ha perdido un hijo, ya no hablamos de personajes públicos sino de respeto por el ser humano y por cualquier hijo de vecino… Como, en realidad, hay misterios sin resolver en la vida de Selena, favorece a la familia mantener la dicotomía buenos contra malos sin matices ni grises intermedios. Y eso es lo que llevan haciendo 25 años.
Paradójicamente, El Secreto de Selena coincide en algo con Selena: La Serie y es que ambas pretenden ser un caleidoscopio que muestra una misma realidad desde diferentes visiones y puntos de vista para obtener una imagen más nítida y acertada. O sea, conseguir apreciar la diversidad de todos los elementos individualmente para conformar una realidad compleja y global. La serie de Telemundo no lo consigue por su poca calidad y rigurosidad y la serie de Netflix consigue ser un caleidoscopio pero solo en su significado etimológico, la observación de una imagen bella: la vida de Selena.