Crítica de '¿Quién es Anna?' (Netflix): Pelucas y acentos impostados
Shondaland

Pelucas, acentos y timos, la tríada impostada de ‘¿Quién es Anna?’

Shonda Rhimes estrena en Netflix '¿Quién es Anna?', una adaptación a medio gas de la historia de Anna Delvey, la estafadora que engañó a la alta sociedad de Nueva York.
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Julia Garner interpreta a Anna Delvey en '¿Quién es Anna?' / Netflix

El año 2019 Anna Delvey, o Anna Sorokin, según se prefiera, era condenada de 4 a 12 años de prisión por haber estafado a media alta sociedad neoyorquina, además de bancos y múltiples hoteles. Su historia –con solo 26 años llevaba una vida a todo tren gracias a las amistades de les cuales se aprovechaba– es digna de culebrón, y seguramente por eso la reina del melodrama televisivo, Shonda Rhimes, se fijó en ella para su nuevo proyecto para Netflix.

¿Quién es Anna? podría haber sido un pelotazo porque lo tiene todo –ricos siendo muy tontos, una don nadie siendo muy lista y una investigación periodística excitante– pero se acaba notando tan impostada como su protagonista, que cada paso que da es una pequeña representación teatral para engatusar a los que la rodean.

La nueva serie de Netflix se basa en el artículo ‘How Anna Delvey tricked New York’s party people‘ (‘Cómo engañó Anna Delvey a la jet set de Nova York?’), publicado en el New York Magazine por la periodista Jessica Pressler, que ha ejercido de productora y asesora de la ficción. Su figura tiene un papel fundamental de la serie ya que es a través de la investigación de la periodista que vamos descubriendo la historia de Anna Delvey, aunque la maraña nunca se acaba de desenredar del todo.

Mientras la estafadora mantiene su nombre real, Rhimes ha rebautizado a la periodista con el nombre de Vivian Kent (Anna Chlusmky), una licencia que le permite más juego dramático porque, tal y como nos anuncia la serie desde el primer momento con unas letras que no desentonarían en Scandal, «todo es real excepto las partes que son totalmente inventadas». Entre los recursos dramáticos un poquito inventados podemos contabilizar el enésimo encuentro carcelario con vibes de El silencio de los corderos, algo que no presagia nada bueno: Anna Delvey no es caníbal pero es capaz de leer el alma de Vivian como Hannibal Lecter lo hacía con Clarice. Ah, y por supuesto, Vivian es la integrante cien miel de la lista de periodistas desastre y con mal gusto al vestir que podéis encontrar en la ficción.




En cuanto a Anna, parece poca cosa pero desde el principio ya intuimos que puede ser un mal bicho de proporciones bíblicas. Durante mucho tiempo Delvey se hizo pasar por una heredera alemana aunque su acento a veces sonaba ruso y otras británico. Este es el detalle al cual se agarra Julia Garner para recrear a Delvey, que como buena socialité ha dejado constancia en las redes sociales que es una auténtica máster del postureo. En cada episodio, Garner, que ha demostrado que es una gran actriz en series como The Americans o Ozark, cambia de acento unas 5.000 veces. El esfuerzo es encomiable y es una demostración de su compromiso con el personaje pero para el espectador es simplemente agotador: acabas estando más pendiente de las mutaciones de acentos que de lo que está realmente diciendo.

¿Puede ser que el departamento de peluquería de ‘¿Quién es Anna?’ sea igual o más chapucero que el de ‘Dopesick’

El personaje no solo se transforma a través de su acento sino también de su apariencia física y sobre todo de su pelo. Aquí es donde entran en acción las pelucas, una viejas conocidas de Garner, que vio muchas pasearse delante suyo cuando estaba en The Americans. ¿Puede ser que el departamento de peluquería de ¿Quién es Anna? sea igual o más chapucero que el de Dopesick? Las ganas que sentí de arrancarle el pelo estropajoso que luce la protagonista cuando está en prisión solo son comparables al estupor que experimenté cuando vi las pelucas demenciales de Kathie Sackler y la comercial de Perdue Pharma que interpreta Philippa Soo en la serie sobre la crisis de los opioides en los Estados Unidos.

Los acentos y las pelucas pueden parecer dos elementos superficiales pero son suficientes para preguntarse constantemente: ¿es Quién es Anna? una buena serie o un auténtico desastre que chilla telefilm por todos sus poros? La respuesta se me ha hecho tanta bola como la propia Anna, que la buena de Shonda ha defendido como una antiheroína pero no una villana y que cae francamente mal.

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Ana Sorokin durante el juicio en 2019 que la condenaba a pasar de 4 a 12 años en prisión.

Uno de los peligros de ¿Quién es Anna? es convertir a su protagonista en una especie de Robin Hood o encumbrarla a los altares como una incomprendida cuando sus delitos probados dejan constancia de que sus fraudes no tenían como finalidad un bien superior. Sí, Anna Delvey robaba a los ricos, pero para ser rica ella.

Da la sensación que la historia de Delvey hubiera funcionado mejor en pantalla si hubiera explicado a través de una serie documental, de la misma manera que el artículo del New York Magazine que revelaba sus estratagemas para engañar a la jet set neoyorquina consiguió que Estados Unidos se obsesionara con ella. Solo hace falta ver una foto de la Anna Delvey real para darse cuenta que es cien mil veces más inquietante que cualquier cosa que se pueda inventar Shonda Rhimes.

¿Quién es Anna? tiene la baza de que la historia real es interesante, aunque su traslación a la pantalla no sea especialmente original. Si estabais buscando una historia basada en hechos reales con ambiciones artísticas y toques de originalidad os habéis equivocado, mejor darle un ojo a Pam y Tommy. Encontraréis mejores pelucas y una polla que habla.

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