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Crazy Ex-Girlfriend se estrenó en la cadena estadounidense The CW allá por 2015 y, después de cuatro temporadas, las aventuras de la abogada Rebecca Bunch llegaron a su fin esta semana. Creada al alimón por Rachel Bloom y Aline Brosh McKenna, la serie exhibió con orgullo su particular ADN desde el principio: parte musical, con canciones cómicas muy próximas a la cultura youtuber de la que había surgido Bloom, parte comedia romántica deconstruida interesada en explorar los recovecos de este denostado género.
Cuatro años después, la serie ha triunfado en ambos frentes y se despide habiéndonos hecho reír con sus canciones y llorar con el desarrollo de sus personajes. Una propuesta pequeña pero con una masa ferviente de seguidores, Crazy Ex-Girlfriend ha supuesto un oasis de colores vivos y melodías pegadizas en medio de un panorama televisivo más bien adusto, aún con su envenenado núcleo dispuesto a hablarnos de depresión, el drama de hacerse mayor o el hastío de quedarse atrapado en un pueblo pequeño. Sin llamar mucho la atención, Crazy Ex-Girlfriend, como Bojack Horseman, ha conseguido combinar un envoltorio aparentemente luminoso con algunas de las tramas más duras de los últimos años. Pero, a diferencia de aquella, aquí es más fácil encontrar la esperanza.
Repasamos ocho motivos (con su respectiva canción) por los que la echaremos profundamente de menos. Sus tres primeras temporadas están en Netflix: difícil que no os enganchéis a ella después de ver el primer episodio.
1. Por trascender la comedia romántica
(«Without Love You Can Save the World»)
Con películas como 27 vestidos en su currículum, Aline Brosh McKenna había dejado ya más que claro su dominio de los resortes de la comedia romántica cuando se sumó como showrunner al proyecto de Crazy Ex-Girlfriend. Y es que para saber destruir algo, dicen, hay que saber construirlo, y eso es exactamente a lo que se han dedicado Brosh McKenna y Bloom a lo largo de cuatro temporadas: a alcanzar de manera intachable todos los hitos tradicionales de este género (la obsesión con una ex-pareja, las locuras que se hacen por amor, los triángulos amorosos, la duda entre el tío sencillo o el tío cínico…) para a continuación desmontarlos concienzudamente, revelando el componente tóxico que se esconde tras esta búsqueda irracional del amor ideal.
2. Por su extraordinaria naturalidad
(«Gettin’ Bi»)
The CW es una cadena en abierto, es decir, gratuita y por lo tanto sujeta a los designios de sus anunciantes, que son los que la financian. Unos designios que por lo general suelen ser conservadores y que precisamente han impedido durante muchos años que se pudiesen tratar ciertos temas polémicos en numerosas cadenas nacionales en abierto (en EEUU, en España, y en muchos otros países).
‘Crazy Ex-Girlfriend’ parece un musical ligero, pero trata sin tabúes la homosexualidad, el aborto y las enfermedades mentales
Pero Crazy Ex-Girlfriend, llevando hasta sus últimas consecuencias el popular eslogan de The CW («Atrévete a desafiar»), ha explorado constantemente los límites de lo que se puede decir en una cadena en abierto: personajes abiertamente homosexuales cuya orientación sexual se trata con naturalidad y no genera ningún conflicto, el aborto entendido como derecho y (de nuevo, esto es muy importante) no solo como grave trauma o acto inmoral, la exploración documentada de las enfermedades mentales y la necesidad de acudir al psicólogo… Crazy Ex-Girlfriend parece un musical ligero, pero algunos de los temas que manejan no podrían ser más sólidos.
3. Por sus mujeres y por cómo las trata
(«The Sexy Getting Ready Song»)
La naturalidad de la que hablábamos en el punto anterior se nota sobre todo en una serie que pasaría el test de Bechdel sin pestañear (incluso se bromea con ello en uno de sus episodios), creada y escrita en su mayor parte por mujeres, y que no tiene miedo a la hora de explorar sin tapujos desde las particularidades de los genitales femeninos hasta las disparidades salariales entre mujeres y hombres o el imperio de la mirada masculina en la práctica totalidad de los productos culturales que consumimos.
El arco dramático de la serie, en esencia, no es más que una progresiva huida de las cadenas de la relación de pareja hombre-mujer, en su acepción más tóxica: es un auténtico grito por la liberación femenina.
4. ¡Por sus canciones!
(«Face Your Fears»)
Sí, la serie maneja conceptos de peso y habla del momento actual sin tapujos, pero engancha por lo increíbles que son sus canciones. Y no hablamos solo musicalmente (aunque la mayoría son pegajosamente pegadizas), sino también de su componente humorístico: las letras no se limitan a parodiar esquemas tradicionales del musical u otros géneros, o simplemente juguetear con un chiste o concepto humorístico de principio a fin; evolucionan de maneras inesperadas, apostando al absurdo de una forma que recuerda a Flight of the Conchords o incluso supera las ya abstractas propuestas de aquellos. Las canciones de Crazy Ex-Girlfriend (¡y tiene muchísimas!) raramente decepcionan.
5. Por la genia absoluta que es Rachel Bloom
(«Love Kernels»)
La creadora de Crazy Ex-Girlfriend solo puede definirse como un huracán del humor que consiguió su recompensa ya hace unos años llevándose un Emmy a la mejor interpretación femenina de comedia, pero es que, como ya hemos mencionado, no solo actúa sino que también canta, baila, compone muchas de las canciones y escribe.
Rachel Bloom ha demostrado que YouTube se le quedaba pequeño
Rachel Bloom, que antes de lanzarse a la televisión era conocida básicamente en YouTube por sus elaboradamente producidas canciones cómicas, ha demostrado más que de sobra que sus ideas no caben en un formato tan breve; no puede esperarle sino un futuro prometedor en esto del humor.
6. Por su maravilloso metalenguaje
(«Who’s The New Guy?»)
Aunque reconozco que esto es una debilidad personal, que una serie consiga funcionar bien a varios niveles y además se permita el lujo de ser autoconsciente de una manera inteligente me parece extraordinario. Quizás el mejor ejemplo de la capacidad para el metalenguaje de los guionistas de Crazy Ex-Girlfriend sea cómo resuelven la marcha inesperada de un personaje principal y su sustitución por otro: con los otros personajes preguntándose, literalmente, quién narices es esa persona que acaba de llegar “a mitad de temporada”. La serie rompe la cuarta pared en muchas otras ocasiones, guiñándole el ojo al espectador y haciéndole sentir, todavía más, que forma parte de la familia.
7. Por su impresionante elenco…
(«Where’s Rebecca Bunch?»)
Al final, una serie que es a la vez musical y comedia dramática exige a sus intérpretes un abanico de cualidades mucho más complicado que el de estos géneros por separado: deben hacernos reír sin llegar al histrionismo, y además saber cantar y, hasta cierto punto, bailar. Esto es exactamente lo que consigue, sin excepción, el elenco de Crazy Ex-Girlfriend: desde sus personajes protagonistas hasta los recurrentes, pasando por una ristra de personajes secundarios a los que es imposible no coger cariño, todos muestran un amor por sus papeles (incluso en los momentos más surrealistas o extraños) que es imposible que no se nos contagie.
8. … y especialmente por Darryl
(«I Love My Daughter»)
Nos gustaría dedicarle un largo párrafo a Darryl (Pete Gardner), señor de mediana edad que se divorcia y descubre que en realidad es bisexual y decide salir con un hombre veinte años más joven que él y está obsesionado con la parafernalia de los nativos americanos y ¡además tiene bigote! y…
Será mejor que simplemente disfrutéis de esta canción, probablemente la más divertida de las cuatro temporadas de la serie. Que un personaje nos haga soñar con un mundo poblado de gente como él es difícil. Darryl lo consigue sin darse cuenta.