'Gentleman Jack': Qué suerte tenerte, Sally Wainwright
'Gentleman Jack'

Qué suerte tenerte, Sally Wainwright

‘Gentleman Jack’ es una serie de época atípica que cuenta la historia real de Anne Lister, una mujer de la Inglaterra rural del siglo XIX, aficionada a los viajes y de profesión terrateniente, y para muchos, la primera lesbiana moderna.

Suranne Jones y Sophie Rundle en 'Gentleman Jack'.

La ficción televisiva está plagada de personalidades notables. Producciones biográficas llenas de momentos emocionantes, en los que el reconocido protagonista de turno alcanza sus metas, vence a los malos o, simplemente, es feliz. Lo habitual es dedicar este tipo de ficciones históricas a celebridades políticas como John Adams, genios como Picasso o Einstein o grandes monarcas como Victoria o Isabel II. La grandeza va implícita en el cargo, o en el talento, por lo que el relato es una narración casi involuntaria de una sucesión de hechos sobresalientes.

La sobreproducción televisiva ha hecho posible que los biopics del particular momento televisivo que vivimos se adentren ahora en la vertiente más turbia de Hollywood, (Fosse/Verdon, Feud) o en los entresijos de los crímenes más morbosos de la historia reciente del país (American Crime History). Pero también que una de las mejores creadoras televisivas británicas haya apostado por contar al mundo la vida de Anne Lister, una mujer de la Inglaterra rural del siglo XIX, aficionada a los viajes y de profesión terrateniente. O, para algunos, la primera lesbiana moderna.

Sally Wainwright, responsable de producciones como Last Tango in Halifax y Happy Valley, se ha pasado los tres últimos años trabajando en los diarios de Lister y el resultado de su inspiración lo tenemos ya en HBO, bajo el título de Gentleman Jack. Coproducida con la BBC, esta miniserie de 8 episodios (renovada ya para una segunda temporada) gasta la calidad y la vistosidad de cualquier serie de época británica para contar la historia de una personalidad que no dejaba indiferente a nadie. «No podemos culparla si la naturaleza fue cruel el día que la hizo», decían de Lister sus propias vecinas, mientras trataba de ocuparse de los negocios familiares o buscaba «una compañera» con la que pasar el resto de su vida. Un carácter atípico para el siglo XIX, en una producción que bebe de su espíritu transgresor para tomarse licencias creativas impropias de una producción de época.

La actriz Suranne Jones encarna a Anne Lister en ‘Gentleman Jack’.

Pero ¿quién era Lister? En 1982 Helena Whitbread, una veterana estudiante de Historia, acudió a la biblioteca de Halifax en busca de información sobre una leyenda en su localidad, Anne Lister. Allí encontró, repletos de símbolos y códigos diminutos imposibles de descifrar, sus diarios. Los mismos cuadernos que pasaron tres décadas escondidos en estantes ocultos de Shibden Hall, la casa señorial de los Lister. El último descendiente de la familia se encargó de esconderlos allí, a finales del siglo XIX, después de descodificarlos y descubrir que los relatos de la vida diaria eran, en realidad, una detallada narración de las aventuras amorosas de su autora con algunas de sus mejores amigas. Un escándalo que, como cuando fueron escritos, podía manchar su noble nombre de por vida.

En 1933 la casa pasó a ser propiedad pública, y los diarios fueron cedidos a la biblioteca de Halifax, acompañados del código que servía para descifrarlos. Algunos investigadores se interesaron por su contenido, pero debían compartir su trabajo con la entidad, y ésta se encargaría de eliminar cualquier contenido inadecuado. Afortunadamente Whitbread no se encontró con esta censura cuando se interesó por las crónicas de Lister, y con las claves de descifrarlo en la mano se llevó el diario de 1817 para comenzar su investigación. La decisión que cambió su vida y reescribió la historia de la sexualidad entre mujeres.

En 2011 los diarios de Lister fueron agregados al registro del Programa Memoria del Mundo de la UNESCO

En 34 años, Lister había escrito más de 4 millones de palabras en un total de 30 diarios, 14 de ellos únicamente de sus viajes. Entre sus quehaceres diarios como terrateniente, sus preocupaciones económicas y sus reflexiones literarias, había dejado un testimonio desconocido hasta la fecha, el de una mujer homosexual que hablaba del amor y el sexo sin tapujos. Un nuevo punto de vista para una época ampliamente utilizada en la literatura, pero en la que las mujeres son en realidad tal y como Lister no quería ser.

Desde que los diarios se cruzaron en su camino, Whitbread ha publicado tres libros de diferentes épocas de la vida de la terrateniente. Recopilaciones tan explícitas que sirvieron para que algunos pusieran en duda su autenticidad. Pero los que miraban más allá de la intimidad de la alcoba, encontraban una personalidad revolucionaria que encarnaba un estilo de vida impensable para la época. La referencia para miles de mujeres a las que la Historia no les regala espejos en los que mirarse todos los días. Quizá por eso en 2011 los diarios fueron agregados al registro del Programa Memoria del Mundo de la UNESCO, que ensalzó «relato exhaustivo y dolorosamente honesto de la vida de las lesbianas» que hizo Lister.

La editorial Ménades ha publicado recientemente en nuestro país Caballero Jack. Los diarios de Anne Lister, que traduce por primera vez al español el periodo comprendido entre 1816 y 1824. Cualquiera que se acerque a estos valiosos apuntes vitales y vea Gentleman Jack comprenderá la importancia de lo que Wainwright ha hecho en su última creación. Lejos de ser largas y detalladas narraciones sobre la época, buena parte de los diarios de Lister son anotaciones, muchas veces de apenas un párrafo, sobre pagos, proyectos y otras cuestiones laborales, encuentros sociales, libros o el tiempo. Además de sus anhelos amorosos. Con todo esto, la guionista británica ha construido un universo cuidado hasta el último detalle, en el que una narración llena de ritmo revela la historia de su protagonista, a través de ella misma, pero también de sus familiares, del servicio o de sus enemigos empresariales.

El resultado es una producción que, lejos de ser una crónica de sinsabores amorosos, narra la historia de una mujer socialmente inconformista y empresarialmente ambiciosa que también rompió las normas a la hora de enamorarse. Un retrato en el que los flashbacks ayudan a plasmar el verdadero dolor que siente la protagonista pero que, como su vida íntima, oculta fuera de su alcoba. Lister vistió durante décadas de luto, «por culpa de una boda», después de su primer desengaño amoroso. La herida que nunca conseguía cerrar, porque sus romances siempre terminaban con su enamorada casada con un hombre.

En 1832 uno de esos desengaños la devolvió a Shibden Hall, y mientras decidía su próximo viaje al extranjero se encargaba de mantener a flote la economía familiar. La curiosidad de los vecinos por su regreso convirtió la casa familiar en un salón social al que también llegó la joven Ann Walker. Una criatura enfermiza y de carácter poco social que llevaba una vida marcada por la pérdida. Hasta que se reencontró, porque se conocieron siendo niñas, con Anne Lister.

El oficio de Sally Wainwright

Si algunos ya señalan que Suranne Jones (Dr. Foster) es la elección ideal para interpretar a Lister, tanto física como interpretativamente, no son pocos los que apuntan que su química con Sophie Rundle (Peaky Blinders), Walker en la ficción, es otro de los grandes valores de la serie. Desde su reencuentro, al que Lister acude después de señalar que la recordaba fea, hasta sus paseos por la campiña inglesa, Wainwright compone un romance tan complicado como esperanzador, brillantemente caracterizado por la naturalidad, la devoción mutua y el humor.

La ruptura de la cuarta pared que ocasionalmente hace Lister, o la apuesta por una música menos clásica que la habitual son otros de los detalles singulares de Gentleman Jack que engrandecen a su creadora. Una guionista empeñada en convertir su oficio en una excusa para dar a conocer al mundo mujeres de personalidad arrolladora, personajes reales o de ficción que, por derecho propio, merecen su lugar en el masculino universo televisivo. Qué suerte tenerte, Sally Wainwright.

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