‘Freaks and Geeks’ o la adolescencia arquetípica - Serielizados
Resucitando un clásico

‘Freaks and Geeks’ o la adolescencia arquetípica

Una serie rodada en 1999, ambientada en 1980 y vigente cualitativamente hoy en día. ¿A qué se debe esa atemporalidad? ¿Cómo un millennial puede sentirse identificado con un producto de los años 90 que habla sobre los años 80?

Los protas de 'Freaks and geeks'. Qué gran cantera.

El instituto es una selva y la adolescencia una tormenta tropical. En los pasillos hay depredadores y presas; en la mente de cada uno de ellos se libra una batalla titánica donde traumas y aspiraciones se funden a veces en un tormento vital, otras en momentos de alegría imborrables. Precisamente esa complejidad interior que conlleva la adolescencia -ese impás entre la infancia y la madurez- ha provocado que muchos la hayan intentado plasmar en guiones televisivos. Rebelde Way, Sensación de vivir, la australiana Rompecorazones, The OC, Salvados por la Campana e incluso Los Serrano de forma parcial.

Muchas de estas series pecan de un exceso de dramatización en las tramas que acaba provocando que el adolescente -o el que fuera adolescente tiempo atrás- acabe alejándose de los personajes, a pesar de que en un principio pudiera sentir cierta empatía hacia ellos. Con el paso de las temporadas, todas estas series perdieron su esencia y fallaron en su intento de retratar de forma fidedigna una edad tan turbulenta. No sucedió así con Freaks and Geeks, la serie que mejor ha sabido reflejar la adolescencia en la pequeña pantalla.

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Freaks and Greeks es una serie rodada en 1999, ambientada en 1980 y vigente cualitativamente hoy en día. ¿A qué se debe esa atemporalidad? ¿Cómo un millennial puede sentirse identificado con un producto de los años 90 que habla sobre los años 80? La respuesta es que en Freaks and Greeks, Paul Feig y Judd Apatow logran plasmar en tan solo dieciocho capítulos todos los elementos básicos de la adolescencia de cualquier chico o chica del mundo occidental sin ningún tipo de -estos es MUY importante- exageración.

Se habla de lo mismo que en Física o Química, por ejemplo, pero sin caer en la trampa fácil de convertirlo todo en una epopeya griega. El tono pausado de la serie, la interpretación de sus personajes y unos diálogos que huyen de la grandilocuencia consiguen gestar una ambientación mucho más parecida a la vida real que cualquier otra serie del estilo. Freaks and Geeks consigue hablar de los grandes tópicos adolescentes pero de una forma natural, nada forzada, y además desde una perspectiva alternativa:

  • Existe el acoso escolar, pero se dan herramientas para entender al acosador y una vez entendido el porqué de sus actos, poder seguir pensando que es un imbécil.
  • Los personajes se enamoran. Claro que se enamoran. Pero también se dan cuenta que el amor adolescente es siempre un espejismo que termina en desamor y distanciamiento.
  • ¿Se drogan? También. Pero nunca de forma explícita ni dibujando personajes que parezcan politoxicómanos a los 15 años. Hay personajes que fuman porros y se ve el efecto de estos en su día a día, no en un episodio concreto para colar una moraleja barata.
  • La rebeldía es constante, sobretodo en el caso de Lindsay. La relación que se establece entre ella y sus padres -así como con su antigua amiga del grupo de matemáticas- define muy bien ese momento de zozobra emocional en que combaten quién queremos ser y quien quieren que seamos nuestras figuras de autoridad.
  • La dimensión humana de los profesores es mayor que en cualquier otra serie de institutos. De hecho, lo que Freaks & Geeks nos está diciendo con su forma de tratar a los adultos es que los problemas de adolescencia se repiten a lo largo de nuestra vida, lo que varía es nuestro forma de afrontarlos.
  • Molar, ese maldito verbo. Más allá de sacarte el graduado escolar, el objetivo de todo chico/a de instituto es molar. Cada uno a su manera, pero molar al fin y al cabo. Molar es el salvoconducto a la aceptación y más adelante a la admiración. Y ese es el telón de fondo en muchas de las decisiones que van tomado tanto los freaks como los geeks en la serie.
  • Como decía en el punto anterior, si reducimos al mínimo el tema central de la serie nos queda esto: encajar. En la vida de instituto todos buscamos encajar -ya sea a través de molar, acosar o estudiar-, y precisamente el hecho de que haya gente con más dificultades para encajar (lo que no habla necesariamente mal de esas personas, incluso al contrario) es lo que da nombre a la serie. Freaks, geeks, raritos, los que están en los márgenes, los que tienen historias que merecen ser contadas a pesar de su aparente intrascendencia social.
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Otro de los grandes reclamos para ver Freaks and Geeks hoy en día es comprobar con una sonrisa en la cara que la gran mayoría de sus jovenzuelos protagonistas han proseguido con sus carreras artísticas y los hemos visto ya de adultos actuar en muchas otras películas y series. Ojo a la enumeración de actores y actrices que aparecen en la serie: Linda Cardinelli (Emergency Room, Mad Men, Bloodline), John Francis Daley (Bones), Samm Levine (Malditos Bastardos), Martin Starr (Silicon Valley), James Franco (está en todo), Seth Rogen (también está en todo y además se lo fuma), Busy Philipps (Dawson’s Creek, Cougar Town), Jason Segel (How I Met Your Mother), Rashida Jones (The Office, Parks and Recreation) e incluso un enanísimo Shia Labeouf. Y los que se quedaron en el camino -hicieron el cásting pero al final no fueron escogidos- da casi más miedo aún: Jesse Eisenberg, Lizzy Caplan (que al final acabó haciendo un personaje muy residual), Lauren Ambrose y -virgen santa- Britney Spears. Ahí es nada.

Los motivos de la cancelación fueron que solo consiguió 6,7 millones de espectadores y la pésima planificacion de NBC, entre otros

Y el último tema a tratar sobre Freaks and Geeks es el de su abrupta cancelación. Los motivos son de sobra conocidos así que no me explayaré en demasía. En primer lugar, la serie solo consiguió una media de 6,7 millones de espectadores, mientras que estandartes de la cadena como Frasier y Friends consiguieron ese mismo año medias de hasta 14 millones de espectadores. Y en segundo lugar, la pésima planificación de sus emisiones -estuvo tres semanas sin emitirse, debido a la celebración de las World Series de béisbol– por parte de la NBC, provocó un gran descenso de audiencia.

También, cómo no, hubo diferencias creativas irreconciliables entre la cadena y los showrunners de la serie; de hecho, Apatow reconoce que alguna de las tramas de la serie eran una forma de decirle “fuck you” a la NBC, especialmente la del caso de una chica del instituto con doble genitalia. Todos estos factores sumados provocaron que nunca se grabara una segunda temporada a pesar de que el episodio final de la primera dejara las historias de todos sus personajes absolutamente abiertas. ¿Es eso malo? Para mí, en este caso concreto, no.

Que Freaks and Geeks termine de forma tan salvaje para una serie, con una cancelación tan fulminante que nos impida saber cómo acaban las historias de cada uno de los personajes con los que nos hemos encariñado, es el homenaje definitivo al eje central de la serie: la adolescencia. No deja de ser una época convulsa, repleta de altibajos y sobre todo sin principio ni final claro para ninguno de nosotros. Entonces, ¿qué más da si Freaks and Geeks no tiene un final definido como es habitual? Más que una mancha se trata de una gran pincelada final, la mejor forma de culminar el retrato perfecto de dicha adolescencia.

Si la serie hubiera terminado con todo atado le habría restado un punto de frescura imprescindible para ser fiel a una etapa de nuestras vidas donde todo está por decidir, donde todo es caos y rebeldía. Freaks and Geeks, amigos, no necesita un final. Terminó como termina la adolescencia, de un día para otro. Vas a dormir con granos y pensamientos impuros y te levantas con barba y estrés por encontrar trabajo. Por suerte, Freaks and Geeks siempre estará ahí para recordarnos que un día fuimos uno de ellos, un adolescente que amaba y temía a partes iguales el mundo de los mayores que se descubría ante sus ojos.

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