Comparte

De entre todos los detalles que convierten al Serielizados Fest en una cita ineludible para todos los que nos pirran la series, hay uno que es mi predilecto. Cuando el festival termina, Serielizados pide a todos los conferenciantes e invitados que anoten en un pequeña pizarra sus tres series favoritas. Grandes creadores y guionistas recomiendan entonces aquellas series que más los han marcado.
Voy a hablar en este artículo de una serie que descubrí a través de una de esas pizarras. Era la de Iván Morales, director y guionista de Heavies tendres, serie animada que quizás os sonará por la animación a cargo de Juanjo Sáez. En aquella pizarra, escrito con firmeza, había el nombre de una serie: Father Ted.

Iván Morales, director de ‘Heavies Tendres’.
Para mi fortuna, descubrí que la serie completa (25 episodios repartidos en tres temporadas) está subida a YouTube, así que me puse manos a la obra.
¿Qué nos encontramos cuando vemos Father Ted? A nivel técnico, se trata de una sitcom clásica con capítulos de veinticinco minutos. A nivel de argumento, nos cuenta las desventuras del Padre Ted Crilly y sus inenarrables compañeros de parroquia, el Padre Dougal McGuire y el Padre Jack Hackett. Tres personajes en los que ahora ahondamos para entender porque Father Ted hizo reír a todo el mundo menos a las altas instituciones eclesiásticas.
El protagonista de la serie, que de hecho lleva su nombre, es el padre Ted Crilly. Fue destinado a Craggy Island, la alocada y lluviosa y terrible y dantesca isla irlandesa ficticia donde se desarrolla la serie, como castigo por haber desviado unos fondos de la iglesia destinados a los niños Lourdes que él usó para irse de viaje a Las Vegas. Maravilloso.
Aunque él niega siempre estas acusaciones, en más de una ocasión a lo largo de la serie fantasea con ser rico, famoso y estar rodeado de mujeres.
Para definirlo rápidamente, Crilly es un bonachón imbécil con trazas de mezquindad. Su gran victoria consiste en no caer en la demencia por culpa de todo lo que le rodea, una tarea titánica. Pero a parte de todo eso, hay un historia muy triste detrás del Padre Ted Crilly y del actor que lo interpretó con brillantez, Dermot Morgan. Es una de esas historias donde ficción y realidad se unen de forma sórdida y desafortunada.
Crilly es un bonachón imbécil con trazas de mezquindad. Su gran victoria consiste en no caer en la demencia por culpa de todo lo que le rodea, una tarea titánica
Permitidme que cuente ahora la primera parte del suceso y lo termine al concluir el artículo.
En el primer capítulo de la serie, el Padre Ted y su inseparable Dougal terminan en la caseta de un pitonisa que le tira las cartas del tarot a Ted. Le salen tres cartas de la muerte. “Es raro”, dice la pitonisa, “solo hay una en la baraja”. El gag termina ahí. O eso parecía. Al final del artículo entenderéis el funesto sentido de todo esto. Cliffhanger.
El padre Ted comparte techo con dos hombres de Dios más. El primero de ellos, el Padre Dougal McGuire. Increíble este personaje. Increíble. Un cura medio lelo (o del todo) que exaspera continuamente a Ted con sus muestras de estupidez galopante. Le piden que oficie un funeral el latín y el tío se pone a recitar nombres de futbolistas italianos, ese es el nivel. Más allá de lo descacharrante que es el personaje, el Padre Dougal sirve de forma recurrente para poner en duda la religión católica al completo, como cuando le dice a Ted que lo de los panes y los peces es algo jodido de creer. Dougal duda de Dios, de la religión y de la iglesia con candidez y sonrisitas bobas, pero la realidad es que en un país como Irlanda sus mensajes se pueden considerar literalmente subversivos.
El otro sacerdote que cierra el tridente de Father Ted es el Padre Jack Hackett. Os lo resumo: un vegetal alcohólico a más no poder cuyo vocabulario se reduce a drink (“dame alpiste”), feck (palabra que se dice en la serie en vez de fuck para sortear la censura) y su derivado feck off (“déjeme en paz, por favor, amable caballero”) y arse (culo). En la casa, además, hay una sirvienta de nombre Mrs. Doyle cuya obsesión con ofrecer té es antológica. Antológica también es su conversión a hooligan en el capítulo donde el Padre Ted se convierte en entrenador de un equipo de fútbol de sacerdotes de más de setenta y cinco años. ¿Lo véis como todo en Father Ted es oro puro?
Los capítulos de la serie son un no parar de gags divertidos, originales y sorprendentes, todos ellos muy bien hilados y con un desenlace final que une todos los disparatados cabos sueltos
El humor de Father Ted es absurdo y en ocasiones surrealista, la influencia de Monty Phyton resulta muy evidente. Los capítulos de la serie son un no parar de gags divertidos, originales y sorprendentes, todos ellos muy bien hilados y con un desenlace final que une todos los disparatados cabos sueltos que han ido apareciendo a lo largo del capítulo. Este es un mérito que debemos atribuir a los creadores y guionistas de la serie: Graham Linehan y Arthur Mathews.
Años más tarde, Linehan firmaría una nueva obra maestra de los sitcom, la desternillante I.T. Crowd. Como decía, cada pocos segundos Father Ted te deleita con una escena con la que soltar carcajadas sinceras: el Padre Jack adoptando un ladrillo como mascota, un cura ciego que escucha episodios de Mr. Bean en su cassette, la parodia de la película Speed con una furgoneta que no pasa de las cuatro millas por hora, chistes bromas de humor negro con Stephen Hawking… no voy a nombrar más para dejaros con la miel en los labios y que os pongáis a ver la serie cuanto antes.
Mi capítulo favorito, por cierto, es el de los nazis, los chinos y las acusaciones racistas al Padre Ted. Si tras leer esto no tenéis ganas de ver la serie, yo ya no puedo hacer más.

Pero volvamos al tema del tarot al que se somete el Padre Ted en el primer capítulo. ¿Os acordáis? Tres cartas de la muerte. Ese primer capítulo fue rodado en 1995. Tres años y veinticinco capítulos después, en 1998, Father Ted llegaba a su fin con un fantástico capítulo final; uno de aquellos capítulos finales de sitcom donde el escenario principal de la serie se queda vacío por una mudanza (El Príncipe de Bel Air, Friends) y el espectador no puede evitar que su corazón se quiebre. Era el cierre perfecto para una serie que pasaría a la posteridad.
En el último día de rodaje en la ficticia Craggy Island, todo fue bien. El día siguiente, Dermot Morgan, actor que interpretaba al Padre Ted, sufrió un infarto fulminante de corazón.
Desgraciadamente se lo llevó a la tumba. Es la más cruel de las tretas del destino. El Padre Ted, Dermot Morgan, recibe tres cartas de la muerte en el primer capítulo de la serie y un día después de grabar su último capítulo, tres años después, fallece de forma repentina. Se me queda mal cuerpo de escribirlo y a la vez confiere un aura de misticismo a la serie que me lleva a endiosarla -nunca mejor dicho- aún más.
Mirad Father Ted, no habrá jamás mejor homenaje al gran Dermot Morgan. Reíd con Father Ted, no habrá jamás mejor homenaje al humor. Me gusta pensar que en aquella remota isla irlandesa de nombre Craggy Island, allí siguen el Padre Ted, el Padre Dougal, el Padre Jack y Mrs. Doyle viviendo las más disparatadas de la aventuras eclesiásticas y vitales. Y a pesar de mi ateísmo convencido, dejadme terminar el artículo con esto: Father Ted, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre.