Españoles, Gil ha vuelto
Serielizados Fest Premieres: El Pionero

Españoles, Gil ha vuelto

"Gil fascina y asusta". Con estas palabras definió Enric Bach, creador de 'El Pionero', al que fuera exalcalde de Marbella e icono mafioso en los años 90, en la premiere de la serie organizada por Serielizados.

Más de 400 personas acudieron al preestreno de 'El Pionero' (HBO España), organizado por Serielizados Fest, en la Sala Phenomena

«Mis ídolos son Jesús, Franco y el Che Guevara»
Jesús Gil y Gil, pionero

 

Me sudan hasta las orejas. Por momentos dudo si son mis sesos lo que se derrama por ellas, a tenor de la dificultad que tienen mis ojos para enfocar formas. El calor es tal que quizás me estoy derritiendo como una vela hasta convertirme en un pastiche de carne asquerosa, pienso. Por suerte, una cerveza fría me exilia del mundo de las gilipolleces. Estoy bien, no me derrito, simplemente una ola de calor arrasa Barcelona y estoy más deshidratado que Keith Richards en una convención de alcohólicos anónimos. Lo dicho, una cerveza y a funcionar. Estoy en el Phenomena y es día de premiere. Hoy Jesús Gil resucita y yo no puedo dejar de pensar en su archiconocida piscina, aunque el único chapuzón que me voy a dar hoy va a ser en la primera producción española de HBO, la serie de no ficción El Pionero.

Hay un fotocol -escribiría «photocall» de tener el más mínimo glamour- en la entrada del Phenomena y por él desfilan caras conocidas. Mira, por ahí va Isabel Coixet. Anda, y Axel Torres, el comentarista de fútbol. Y su compañero Aitor Lagunas, que más tarde moderará el Q&A con los creadores de la serie. Ahí vienen, por cierto, Justin Webster y Enric Bach, dos grandes de la series documentales no ficción. Los miro posar y ellos me miran mirar. Supongo que en mi cara -si realmente me están mirando a mí en vez de los pósters de películas que tengo a mis espaldas- ven el alivio por haber accedido a un recinto con aire acondicionado. Noto como se forman estalactitas de sudor en mis sobacos y mi camisa se convierte en cartón piedra en la zona de la espalda. Sé que suena asqueroso, pero es gloria bendita. Y por mucho que ahora arruguéis la nariz imaginando mi proceso de sublimación inversa, cuando vosotros lo experimentáis también os sienta mejor que un capítulo de Westworld para combatir el insomnio.

Sigo el ritual de cada una de las #SZSPremieres a las que he asistido en el Phenomena, que si has ido leyendo mis crónicas ya sabes de qué va. Un saludo, mama, sé que eres la única que lo ha hecho. En fin, el ritual. Cruzo el recibidor y paso junto a la cabina de teléfono. Dudo sobre si atreverme esta vez a marcar el dichoso número de teléfono. Me entra el miedo. Me imagino que cada piiiip de la llamada es un latido de mi corazón en una de esas máquinas infernales de hospital y que de terminarse la llamada, termino yo. Paso de largo cabizbajo y entro en la sala de proyección. Como en ocasiones anteriores, el bello telón rojo del Phenomena se derrama ocultando la pantalla. Con letras blancas proyectadas sobre la tela carmín se puede leer «El Pionero». Es en ese preciso instante que me da por pensar qué significa para mí la figura de Jesús Gil, cuál es la imagen preconcebida de ese hombre que tengo incrustada en mi imaginario. Escarbo en mi memoria como un pirata en la X de un mapa.

Como buen futbolero -es decir, persona que por desgracia tiende a relacionar demasiadas cosas con el fútbol-, el recuerdo que se vierte con mayor facilidad en mi memoria es el de Jesús Gil como presidente del Atlético de Madrid. El bocazas, el marrullero, el trilero de las palabras. También afloran vagos recuerdos de sus apariciones televisivas en su -ahora anhelada- piscina rodeado de mujeres semidesnudas. Me avergüenza admitir que no sé nada más de Gil. Nada. Me quedo en la mera imagen superficial que todo el  mundo conoce. Recapacito. No debo avergonzarme de ello. De haberlo sabido todo sobre su figura, no necesitaría ver El Pionero. Ni yo ni toda esta gente que empieza a fluir a mi alrededor, sentándose en las butacas del Phenomena mientras comentan -sin excepción- el horroroso calor que hace en la calle. Cuando a los humanos nos da por el monotema, somos extenuantes hasta el asco. El pionero. Pionero. ¿Por qué «pionero»? Hace días que me lo pregunto. Mafioso, por lo que tengo entendido. Chulazo también. ¿Pero «pionero»? El título de la serie me trae loco. Necesito saber a qué responde ese adjetivo. Parece que pronto mi petición va a ser respondida, puesto que Betu Martínez y Víctor Sala -los dos mitos detrás de Serielizados- dan el pistoletazo de salida a la velada.

Miguel Salvat (centro), director de HBO España, y los creadores de ‘El Pionero’, Justin Webster y Enric Bach, presentan la serie a los asistentes de la premiere en Sala Phenomena / Crédito: Xavi Torres-Bacchetta.

Tras unas palabras de Miguel Salvat, jefazo de HBO España, y de Justin y Enric -no son mis amigos, pero permitidme que me tome la confianza de usar su nombre de pila-, empieza la proyección del primer capítulo de El Pionero. No han pasado diez minutos de episodio y ya entiendo lo de «pionero». Es maravilloso. Sin hacer spoiler alguno, enumero a continuación las razones que me llevan a comprender el porqué de ese apodo a Jesús Gil:

  1. Fue Donald Trump antes que Donald Trump.
  2. Fue Hugo Chávez antes que Hugo Chávez.
  3. Fue Tony Soprano antes que Tony Soprano.
  4. Fue Jordan Belfort antes que Jordan Belfort.
  5. Fue Amancio Ortega antes que Amancio Ortega.
  6. Ah, claro, y echó mano de los influencers antes de que la palabra influencer existiera.

Cuando veáis la serie, entenderéis esta lista. Para bien y para mal. Esa dualidad constante, el imposible equilibrio entre lo que está bien y lo que está mal sobre la figura de Gil, es uno de los motores de El Pionero. Como comentan -avanzamos las manitas del reloj una hora en la premiere– Enric y Justin en el Q&A con Aitor Lagunas tras la emisión del capítulo, El Pionero no es ni una crítica destructiva contra Gil ni un homenaje a Gil; es simplemente -sin tener nada de simple- una radiografía del personaje y de la sociedad que lo encumbró a los altares de la cultura pop española. Enric Bach define a la perfección lo que era ese hombre orondo con cadenas de oro y lengua afilada: «Gil fascina y asusta». Bingo. Todos los que estamos en este preestreno nos hemos quedado con esa misma sensación.

El Q&A se desarrolla maravillosamente gracias a la fluidez en las preguntas de Aitor y en las respuestas de Justin y Enric. El aire acondicionado del Phenomena nos hace olvidar que en el mundo real es verano. Incautos. El toma y daca entre los tres protagonistas nos deja frases para la posteridad, a las cuales no voy a otorgar autoría por aquello de la democratización del mérito: «Gil era como Pablo Iglesias al aparecer Podemos, lo petaba en todos los programas de televisión a los que iba» / «Trump es un aprendiz de Gil» / «No me quiero imaginar si Gil hubiera tenido Twitter». La gente aplaude tras cada una de ellas y no es para menos.

Justin Webster y Enric Bach conversan con Aitor Lagunas, editor de Panenka, tras el visionado del primer capítulo de El Pionero / Crédito: Xavi Torres-Bacchetta.

Más allá de las frases lapidarias, hay apuntes muy interesantes. Justin asegura que El Pionero es también una serie que muestra la relación del pueblo con personajes como Gil; matiz de mucho valor, puesto que eso nos sitúa no únicamente como espectadores, sino como parte de la masa analizada en los cuatro capítulos de la serie. Se habla también de la importancia de los testimonios en una serie de no ficción sin voz en off y de la complicidad de las élites periodísticas con Gil. Ambos creadores sacan a la palestra futuros proyectos: un thriller político de no ficción que veremos dentro de unos meses y un deseo de Justin que implica a Pedro Almodóvar. Y hasta aquí puedo leer. Aunque la frase más demoledora de todas llega al final. La pronuncia Enric al ser cuestionado sobre la leyenda urbana que asegura que Gil fingió su muerte y está vivo. «Tendréis que ver la última escena de El Pionero«. Salimos de la sala ansiosos por devorar el resto de capítulos de la serie. Se trata de esa sensación de querer más pero saber que debes esperar, como cuando eras pequeño y después de comer querías ir a la piscina pero tus padres no te dejaban hasta pasadas dos horas por la digestión. Esa es exactamente la sensación, sí. Piscinas otra vez. Lo siento. Creo que soy irremediablemente adicto al cloro.

Tras un más que correcto catering y un poco de alcohol gratis -los de Serielizados tiene calado a su público-, la premiere de El Pionero llega a su fin. Me largo sin decir adiós a nadie. No me gustan los abrazos de despedida, me hacen sentir un soldado partiendo al frente. Al salir a la calle, el cielo ya luce negro pero el calor me brinda igualmente un guarrazo inmisericorde. Vuelvo a derretirme. Mis zapatillas se funden con la acera. Luego los pantalones y mi torso. Soy un chicle. Mis huesudos dedos se alargan hasta convertirse en espárragos infinitos que dejó atrás como la cola de un vestido de novia. Cuando ya no soy más que un huevo frito con ojos aplastado contra el asfalto por el calor, un pensamiento cruza mi mente: qué bien estaría yo ahora en la piscina de Jesús Gil, joder.

Evaporado, antes de dejar de ser, tengo tiempo para decidir que Gil no ha vuelto porque jamás se fue.

en .

Ver más en Homo familius, No Ficción, Producto Interior, El Pionero.