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En los últimos años la televisión británica ha vivido un impulso internacional inédito desde los gloriosos setenta, cuando sus comedias y dramas se colaban en las parrillas de programación de todo el mundo y hasta se atrevían a plantar cara a los norteamericanos en los Emmy. Gracias a las cadenas de pago y las plataformas de streaming, parece haber superado sus tradicionales problemas de distribución para volver a encandilar a espectadores de todo el mundo. Las razones de este renacimiento quedaron muy claras entre el 7 y el 9 de abril en la primera edición del British Film Institute & Radio Times Television Festival, un evento que combinó las fuerzas de dos referentes de la cultura audiovisual en Reino Unido para dos días y medios de actividad imparable en la sede del BFI en el Southbank.
«El BFI ha colocado a la televisión en una posición similar a la del cine, entendiéndola como un patrimonio que hay que preservar y divulgar»
La relación del BFI con la televisión no es precisamente nueva. Además de los libros de sus colecciones editoriales y su enorme archivo dedicado al medio (con más 800.000 títulos, y una sala especial en su sede para poder ver los clásicos de la BBC digitalizados), su programación acoge proyecciones especiales y ciclos retrospectivos (hasta el punto de que ahora los denominan “Film and TV Seasons”). Como institución pública, el BFI ha colocado a la televisión en una posición similar a la del cine, entendiéndola como un patrimonio nacional que hay que preservar y divulgar. Así que cuando Radio Times, la revista de referencia de la televisión y la radio de Reino Unido, se propuso concentrar su festival anual en el contenido específicamente televisivo, la colaboración con el BFI resultó perfectamente natural. El boom de programación ha convertido a Radio Times en irrelevante como guía de programación, pero en básica como herramienta de selección de lo que ver. Hay que aclarar que el BFI & Radio Times Television Festival no fue un evento centrado en la ficción televisiva, pero sí ha sido ésta claramente su principal impulso: de los cuarenta eventos programados, la mitad se dedicaron a la ficción, y el resto se repartieron entre los programas infantiles, el entretenimiento, los documentales de naturaleza y los programas de cocina. El éxito del festival ya se anticipó unos días después de ponerse las entradas a la venta, con tantas sesiones con entradas agotadas que los organizadores decidieron echar mano del vecino BFI IMAX para que su sala de quinientos asientos acogiera las sesiones más populares, como fue el caso de los paneles dedicados a las series Poldark, Line of Duty, Doctor Who y The Night Manager, además de la charla protagonizada por el creador de Black Mirror Charlie Brooker, sin duda el evento cuya entrada era más codiciada. El BFI & Radio Times Television Festival no es un evento promocional, sino una oportunidad para que los aficionados de la televisión se puedan acercar a los profesionales del medio previa compra de unas entradas cuyo precio variaban entre las 12 y las 30 libras (muy al estilo de otro festival premium del que ya hablé aquí el año pasado, el Tribeca Film Festival). Radio Times también aprovechó para festejar la entrada en su Hall of Fame de dos nuevos miembros (que se suman al único existente hasta ese momento, el divulgador David Attenborough): el veterano de Monty Python Michael Palin y el guionista Steven Moffat.
No cabe duda de que el Festival demostró una particular afinidad por los trabajos del equipo creativo que sin duda más ha contribuido a la popularización internacional de la ficción británica con Doctor Who y Sherlock, Steven Moffat y Mark Gatiss. Los dos contaron con sus propias charlas donde repasaron su carrera, además de un panel sobre la nueva temporada de Doctor Who en donde participó el primero y otro sobre la banda sonora de Sherlock donde tuvo protagonismo el segundo. El panel de Doctor Who especialmente emotivo debido a la inminente retirada del personaje de su último intérprete Peter Capaldi, en todo punto humilde sobre la experiencia. La devoción por Doctor Who fue también el eje del panel de Moffat, que protagonizó un apasionado monólogo de dos minutos sobre la serie como un inabarcable e insuperable motor de ideas que sobrevivirá a todos los presentes que hizo a la sala venirse abajo en una ovación. El guionista también reveló sus tres capítulos favoritos de la serie (“el mítico “Blink”, el capítulo del aniversario “The Day of The Doctor” y el magistral “Heaven Sent”) y que las exigencias de la BBC han ido más encaminadas hacia mantener la calidad de la serie en lugar de aumentar la audiencia, aunque no cabe duda de que los años de Moffat han estado marcados por la emergencia de Doctor Who como un fenómeno global. Moffat abandona la posición de showrunner de la serie para pasar el testigo al creador de Broadchurch Chris Chibnall, pero reveló que está escribiendo el especial de Navidad de este año. La respuesta a la pregunta de si el relevo se producirá al final de la actual temporada o en el especial se quedó sin respuesta, así como cualquier detalle sobre el nuevo (o la nueva) doctor. Moffat parece dirigirse hacia unas merecidas vacaciones, ya que no hay perspectiva de que se produzca una nueva temporada de Sherlock debido a las imposibles agendas de Benedict Cumberbatch y Martin Freeman y la negativa expresa de valorar la posibilidad de sustituirlos (de hecho, llegó a afirmar que la esencia de la serie reside en la química entre los dos actores). Aunque Moffat dejó la puerta abierta a un regreso, Gatiss fue más explícito un par de horas antes al afirmar que no hay planes de ningún tipo para una nueva temporada de Sherlock, aunque el ánimo de la sala se encendió con la confirmación de que habrá algún tipo de reunión del equipo de la comedia negra The League of the Gentlemen por el vigésimo aniversario del programa.
Si las agendas de Cumberbatch y Freeman están ocupadas, otro tanto se puede decir de Tom Hiddleston, que sin embargo finalmente se sumó al panel de The Night Manager (emitida por estos lares como El infiltrado), la popular adaptación de la novela de John Le Carré cuyo estreno ha resultado tan oportuno en la compleja actual situación internacional. Unos días antes Radio Times había anunciado que The Night Manager había sido la serie contemporánea (es decir, restando época, policiaco y ciencia-ficción) más votada en su votación para elegir la serie más popular en lo que llevamos de siglo, un ejemplo del impacto de la serie para la audiencia nacional. En parte se debe al eficaz trabajo de la danesa Susanne Bier, cuya cuidada dirección se mostró en los clips proyectados en la pantalla de la sala IMAX (la más grande de Reino Unido) donde tuvo lugar la sesión. Y en parte al magnetismo de los protagonistas Hugh Laurie y Tom Hiddleston, cuya tardía confirmación al panel llevó incluso a cambiarlo de localización. Hiddleston, en modo intenso y claramente sintiéndose por fin estrella, se adueñó completamente del panel derrochando un encanto muy en la línea de su personaje Christopher Pine, hasta el punto de recitar del tirón la descripción del personaje en la novela de John Le Carré. El productor Simon Cornwell confirmó que la anunciada segunda temporada de la serie aún se encuentra en las primeras fases de desarrollo y que va a depender de encontrar una idea que permita expandir el universo de Le Carré.

«‘The Crown’ (a diferencia de ‘Victoria’) es capaz de convertir a los más republicanos con su exploración del poder simbólico de la monarquía británica»
En la programación del Festival también hubo un particular duelo de reinas con los sucesivos paneles dedicados a las series Victoria y The Crown. Por si alguien tiene alguna duda de la importancia de la monarquía para la identidad del país, incluyendo la audiovisual, hay que resaltar que la Isabel II interpretada por Claire Foy se hizo con la portada del catálogo del festival. Irónicamente, en su intervención al comienzo del festival el editor de Radio Times Ben Preston hizo humor con algunas de las bombásticas declaraciones de los responsables de Netflix, aunque es imposible negar el impacto de su carísimo estreno en la producción propia en Reino Unido. En el panel de Victoria, los suspiros que se escuchaban en la sala mientras se proyectaban los clips del romance televisivo de Victoria (Jenna Coleman) y Albert (Tom Hughes) explican la popularidad local de una serie que ha convencido mucho menos fuera. Todo lo contrario que The Crown, capaz de convertir en adeptos a los más irredentos republicanos fuera de la pérfida Albión con su exploración del poder simbólico de la monarquía británica. En el panel, Claire Foy dio a entender que ya estaba en proceso de despedirse del personaje en una segunda temporada que se ocupará de la crisis de Suez y la dimisión de Anthony Eden (en la obra de Morgan The Audience hay un cariño especial por el primer ministro laborista Harold Wilson, esperemos que la serie le dedique tiempo). Por su parte, la productora Suzanne Mackie reveló que el ausente Peter Morgan ya se encuentra haciendo el mapa de tramas de las temporadas 3 y 4, y confirmó la aparición en la primera de ellas de Camilla Parker Bowles, lo que indica que para entonces la serie entrará en los setenta. Pero si alguien reinó de verdad el sábado en el BFI fue Maggie Smith con una inédita entrevista de una hora y media donde reveló lo mucho que había cambiado su vida tras participar en Downton Abbey, serie con la que mantiene una relación ambigua, hasta el punto de afirmar sin pudor que debería haber terminado antes y que no se imagina participando en ninguna hipotética continuación.
Pero si la televisión británica es un paraíso de la creatividad es por su apuesta por otro tipo de proyectos más particulares. En este sentido, no dejó de ser un motivo de celebración que un drama policial tan a contracorriente como Line of Duty llenara el BFI IMAX con un panel encabezado por su creador Jed Mercurio y su nuevo fichaje para la cuarta temporada Thandie Newton (que entre esta serie y Westworld, desde luego está viviendo un espectacular renacimiento profesional). Sus giros de infarto y su falta de concesiones en su retrato del trabajo policial le han ido permitiendo ganar popularidad temporada tras temporada, hasta el punto de pasar a BBC One para su última entrega. Su creador Jed Mercurio anunció su interés en seguir haciendo la serie si BBC quiere. De momento, está renovada para una quinta temporada, y en un momento dio a entender que el arco protagonizado por Newton iba a tener continuidad más allá de la actual temporada. Otro estimable creador británico con espacio en el festival fue Jack Thorne, juglar de los rechazados por el sistema en series como Skins, Shameless, Glue y This is England. Su recuento de sus sesiones de escritura con Shane Meadows en esta última serie, crónica de los años del thatcherismo, en desvencijadas habitaciones de hotel seguidas de horrendos desayunos lo explican casi todo de esa serie. Thorne mostró una extrema timidez (de hecho, comenzó el panel balbuceando y avisó de que iba a tardar un rato en poder mirar al público), pero a la salida se mostró extremadamente amable con los fans de Harry Potter que le pedían firmar el libreto publicado de la obra teatral Harry Potter and the Cursed Child, que esa noche arrasó en los premios Olivier. Sobre la adaptación de His Dark Materials sólo contó que se encuentra en este momento en la fase de trabajar las novelas con diversos especialistas, debido a la complejidad de la trilogía de Philip Pullman.
Uno de los aspectos más llamativos del festival fue su apertura hacia la ficción internacional con un par de sesiones dedicadas a la plataforma de streaming dedicada a las series internacionales Walter Presents. Eso permitió que la ficción española estuvo representada por el primer capítulo de la segunda temporada de Vis a Vis, conocida aquí como Locked Up. Aunque no pude asistir al panel del comienzo con las actrices Maggie Civantos, Najwa Nimri y Berta Vázquez, doy fe de que la cuidada puesta en escena de la serie aguanta la pantalla grande y de que tiene fieles seguidores en Reino Unido que recompensaron este primer capítulo con un aplauso final (este mes también cuenta con un reportaje en la revista Crime). La otra serie seleccionada por Walter Iuzzolino para el festival fue la brasileña Dupla Identidade, mostrando que el crime drama sigue siendo el género que mejor hace circular a la ficción en el mercado internacional.

«El ganador de un Oscar, John Ridley, y creador de la magistral ‘American Crime’, vino a presentar su nueva serie ‘Guerrilla'»
Para cerrar, el festival contó con la presencia de John Ridley, ganador del Oscar por Doce años de esclavitud y creador de la magistral American Crime. Ridley vino a presentar su nueva serie, la coproducción entre Sky Atlantic y Showtime Guerrilla (irónicamente, HBO va a ser su casa en España a partir del 13 de abril). La serie, de seis capítulos, es la historia de un grupo revolucionario en el Londres de la década de los setenta que el guionista norteamericano se imaginó originalmente situada en San Francisco. Es difícil describir el emocional ambiente durante la proyección y posterior coloquio en una sala donde había muchos más espectadores de color que en cualquier otra sesión del festival. Como en la impresionista American Crime, en Guerrilla Ridley busca fuertes reacciones en los espectadores y una escena en particular del primer capítulo (que también dirige) provocó un audible estremecimiento en la sala. Ridley se deshizo en halagos a Idris Elba, productor de la serie que le dio un decisivo impulso aceptando encarnar un pequeño papel, y a su reparto, formado por estimables nombres en alza de las tablas británicas con un perfil muy alejado de lo que él mismo denominó, refiriéndose a American Crime, “su reparto norteamericano”. En ese contexto, no es de extrañar que el anuncio en la sesión de la victoria de la estimable Llama a la comadrona en la votación de Radio Times fuera recibida apenas por unos tímidos aplausos: el Londres de los 50 de Llama a la comadrona y el de los 70 de Guerrilla parecen separados por una distancia sideral. El respeto a la tradición y el más fiero compromiso compartieron espacio esa noche en la sala principal del British Film Institute, simbolizando la fortaleza de una ficción televisiva que se acreditó en el festival a la vez como patrimonio cultural y potencia industrial.