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Como estamos de aniversario, nada mejor que celebrarlo con el resumen de los diez disparos que cambiaron la América de las series de televisión. Porque si en Dallas murió el sueño de acabar a corto plazo con la Guerra Fría, cada uno de los disparos que vamos a comentar a continuación nos obliga a reflexionar sobre el complicado escenario que encontramos en el país que ha alumbrado algunas de las mejores series de la historia de la televisión. Diez disparos, diez series y diez temas que ilustraremos con algunos de los libros que, desde puntos de vista más emparentados con las ciencias sociales, nos permitirán entender más y mejor cómo funciona el corazón de estas ficciones apreciadas por tantos y tantos espectadores. Para abrir boca no dejen de leer el reciente libro de Philip Shenon, JFK Caso Abierto. La historia secreta del asesinato de Kennedy (Editorial Debate), promete revelaciones sorprendentes a partir de entrevistas con los miembros supervivientes de la Comisión Warren. No digo más. Yo ya tengo mi ejemplar preparado para estas fiestas.
1. The Shield (Shawn Ryan) / FX (2002-2008)
¿Quién no conoce a Vic Mackey? El policía criminal por excelencia, el Tony Soprano con placa, capaz de cualquier cosa por salirse con la suya. La serie, creada por el pintoresco Shawn Ryan, tiene uno de los capítulos piloto más frenéticos que podamos concebir. Mackey, líder de un grupo especial de narcóticos que funciona con leyes propias dentro de la comisaría del imaginario condado de Farmington (en algún lugar poco recomendable de Los Ángeles), es un policía corrupto al que el nuevo comisario, David Aceveda, pretende desenmascarar (pobre e inocente Aceveda, no sabe lo que se le viene encima). Para ello confía en un policía infiltrado, Terry Crowley. Mackey, hábil e inteligente y siempre un paso por delante de todos los demás, descubre a Crowley y en una operación rutinaria mata a Crowley. Ese disparo con el que se cierra el capítulo piloto es la declaración de intenciones de una serie que a lo largo de ochenta y ocho episodios nos mostrará que no hay lugar para la belleza ni para la justicia en el asfixiante condado de Farmington, que pobreza, miseria y crimen van estrictamente de la mano. Todo lo que vive en Farmington acaba contaminado y todo lo que toca Vic Mackey acaba corrompido o destruido. Este devoto padre de familia redefine, con sus devaneos sociópatas, el concepto de familia criminal, al anidarla en el corazón mismo del sistema un sistema policial corrupto plagado de cínicos y burócratas.
Lectura recomendada: La serie explora una parte miserable, e imaginaria, de Los Ángeles, incidiendo en la vinculación que existe entre pobreza y crimen. Al respecto es imprescindible leer Castigar a los pobres, del sociólogo Loïc Wacquant.

2. The Wire (David Simon & Ed Burns) / HBO (2002-2008)
Mucho se ha dicho sobre la serie creada por Ed Burns y David Simon. No lo repetiremos. Aquí elegimos un disparo que pertenece a la parte final de la serie. Es un disparo a bocajarro, inesperado y chocante, banal en cualquier caso. Hay tantos disparos en The Wire que no es fácil quedarse con uno, pero elegiremos el disparo que mata al gángster de buen corazón Omar Little. Superviviente de mil batallas, especie de Robin Hood de la parte más desfavorecida y maltrecha de una Baltimore en constante descomposición social, Omar, héroe de los pobres, los drogadictos y los niños del barrio, muere en un supermercado a manos de un criatura que apenas puede sostener el arma. Triste y coherente final para quien ha esquivado las mil balas de los más abyectos traficantes, pero no puede, y quizás ni quiere, esquivar la bala definitiva que un niño sin futuro le dispara en el supermercado. El odio, la maldad y la pobreza campan a sus anchas por una Baltimore en liquidación total.
Lectura recomendada: Espacios de esperanza, de David Harvey. Hasta aparece Baltimore en tan recomendable lectura. O sobre cómo los devaneos del capital han destruido el tejido social de ciudades norteamericanas que han sufrido una segunda y penosa desindustrialización.
3. Breaking Bad (Vince Gilligan) / AMC (2008-13)
Otra serie con muchos disparos. Una buena colección de ellos se pueden ver en el capítulo final. Pero no haremos spoilers. En Breaking Bad, como en las dos series que hemos comentado previamente, hay ejecuciones sumarias, tiroteos de toda condición, balas perdidas, víctimas inocentes, víctimas culpables, asesinos con principios y otros sin ellos. Pero hay un disparo crucial para el devenir de la serie. La muerte del químico apasionado de la cultura, Gale Boetticher, a manos de Jesse Pinkman. Esa muerte, que volverá una y mil veces como un espectro caprichoso, será una de las claves que precipitará el final de la serie. Pero es mucho más. Si la crueldad de Walter White queda más que demostrada cuando deja morir en su cama a la primera novia televisiva de Jesse, su conversión en un perfecto criminal, que persigue mucho más que proteger o asegurar el futuro de su familia, queda demostrado con su plan para acabar con Gale. Al igual que Vic Mackey, Walter White corrompe todo lo que toca. Es el americano medio convertido en un criminal y no precisamente ocasional. El mérito de la serie es que, tras tantos gestos terribles y moralmente inasumibles, seguimos simpatizando con ese hijo de puta rapado que responde al creativo nombre de Heisenberg.
Lectura recomendada: Methland. The Death and life of an american small town, de Nick Reding. Habla de una pequeña ciudad de Iowa, de los problemas que crea la metanfetamina, y es un retrato tan cruel como la serie de Vince Gilligan.
4. Treme (David Simon & Eric Overmayer) / HBO (2010-)
Si el urbanismo criminal ejercido desde altas esferas políticas era una de las bazas mejor jugadas a nivel creativo por The Wire, no podemos decir menos de Tremé. La serie del “día después” del Katrina retrata de una manera cruel y despiadada las criminales actitudes de quien aprovecharon la miseria de una ciudad para deshacer el tejido urbano de los barrios “complicados”, arrasados por el desbordamiento de los diques de contención destrozados por el paso del huracán. Tremé es una serie en la que el desastre ha puesto al descubierto las miserias de la gente, ha arrasado las fachadas y las máscaras de ciudadanos y políticos, demostrando cuál es la verdadera cara de la política practicada a golpe de demofascismo. El disparo de Tremé es un tiroteo al azar, de los que aparecen y desaparecen sin ningún sentido, que se oye en medio de un desfile festivo en el capítulo “Shame, shame, shame” (5) de la primera temporada. No se pierdan la canción del mismo título.
Lectura recomendada: Aquí vamos a recurrir a un visionado. El de la película de Spike Lee, When the leeves broke. A requiem in four acts (2006). Ejemplar documental sobre el desastre que nos ocupa aquí.

5. Homeland (Howard Gordon & Alex Gansa) / FOX (2011-)
Rocambolesca y excesiva, audaz y errática a un mismo tiempo, Homeland se adhiere bien a la nómina de series conspiranoicas aparecidas al calor del 11-S y sus efectos colaterales. El disparo que nos ocupa en este caso es de un significado especial. Nicholas Brody no ha sido capaz de detonar el chaleco bomba que lleva adosado al cuerpo, estando en situación de hacerlo. Para poder llevar a cabo su plan ha contado con la ayuda de un marine traidor, tirador de élite, Tom Walker. Brody, compelido por las circunstancias a borrar las huellas de su magnicidio frustrado y puesto a prueba por el cerebro criminal Abu Nazir, mata a Walker a sangre fría. El episodio se titula “Marine One” (12.1), de los mejores de la serie, por el impacto que provoca ver al formalito Brody grabando un vídeo plagado de videorretórica terrorista. Todo un hallazgo de guión.
Lectura recomendada: Aquí sería interesante rescatar, ya que la serie habla abiertamente de operaciones encubiertas, el reciente Guerras Sucias, de Jeremy Scahill. Modélica investigación sobre las mentiras de la administración Obama en materia de política antiterrorista.
6. Mad Men (Matthew Weiner) / AMC (2007-)
No hay muchos disparos en Mad Men. Aunque los personajes tiren con bala, lo cierto es que las armas de fuego no están muy presentes en la serie. Pero hay muertes, en vida y de las otras, porque como serie desesperanzada, Mad Men se lleva la palma. Y sí, tenemos un disparo, muy simbólico. En la primera temporada, noveno capítulo, la joven y aparentemente frágil Betty Draper, cansada de un vecino al que considera un estorbo, dispara a unos pobres pájaros anidados en la otra orilla del río suburbial en el que habita. Serie de encierros físicos y morales, Mad Men brilla como las novelas y cuentos que le sirven de referente directo. El malestar expresado por un John Cheever o un Richard Yates se filtra en esta especie de Revolutionary Road con modos seriales que con cada nuevo capítulo destapa una capa más de los avernos domésticos de la Norteamérica de posguerra. Lo dicho, que Betty Draper es peligrosa con una escopeta en la mano.
Lectura recomendada: Lean a Cheever, a Yates, a Malamud. Y comparen lo que dicen con el Bowling Alone. The collapse and revival of american community, de Robert D. Putnam, o sobre el colapso del hombre moderno.

7. 24 (Joel Surnow & Robert Cochran) / FOX (2001-2010)
Lo confieso. Tengo debilidad por Jack Bauer. Es mi héroe parafascista favorito. Y cuando en el lejano 2001 se estrenó la serie, poco después de los atentados del 11-S, ya podíamos haber intuido que el estilo Bauer se iba a imponer como modelo de conducta para toda una generación de mercenarios que, Blackwater mediante, se adueñaron de los teatros de operaciones de medio mundo, en su sucia y secreta guerra contra el enemigo invisible. Bauer no un lúdico sinvergüenza como James Bond, ni el escurridizo y vengativo Jason Bourne; es un afligido y compungido ex padre de familia compelido a dar horrible matarile a cuanto bicho viviente se cruza por su camino, sin importar credo o raza que predique el infeliz. Torturado torturador de gentes no demasiado inocentes, para qué negarlo, Bauer sólo respeta una ley, la suya, con grados de tolerancia variable. Es el brazo ejecutor de una razón de estado que se ha vuelto insensata y que, de tan oscura, hasta se ha hecho irresistible.
Lectura recomendada: Democracia S.A., de Sheldon Wolin, un joven de noventa y un años, politólogo, que nos regala su término totalitarismo invertido para describir los devaneos de las últimas administraciones norteamericanas (especialmente la muy creativa etapa Bush hijo).

8. House (David Shore) / FOX (2004-12)
No es en esta ocasión un disparo. Es un tajo con un bisturí. Es en la octava y última temporada de la serie que se nos regala uno de esos momentos mágicos por los que vale la pena seguir una ficción tan larga. El tajo se lo da un paciente locuelo al Dr. Chase, que casi muere. Aunque suene a tópico, la agresión obliga a Chase a replantearse su relación con House, hasta el punto de verse obligado a tomar una decisión. No vamos a hacer un spoiler aquí, no es el caso. Pero no se pierdan la temporada si no la han visto ya, porque estos personajes son capaces de ridiculizar cualquier intento de un mortal de entrar en los pensamientos ajenos. Ellos lo hacen con más gracia y estilo, y cuando tú lo intentas, sólo quedas como un borde incorregible. Méritos de la ficción.
Lectura recomendada: ¿Qué es la locura?, de Darian Leader. Una redefinición del concepto de locura desde el estudio de las presiones de todo tipo que recibimos diariamente los individuos. Como guía alternativa para entender la serie no está nada mal.

9. El Ala Oeste de la Casa Blanca (Aaron Sorkin) / NBC (1999-2006)
Varios han sido los presidentes “ajusticiados” por sujetos que se creían ungidos y llamados a salvar el mundo del mal político. Hasta el ilustrado presidente Jed Bartlet ha sufrido los rigores del fanatismo iluminado. ¿Quién no querría tener como presidente a un doctor en ciencias económicas y en teología cuyo currículum académico es más extenso que los pobres logros de la mayoría de políticos del país? Ahora no sé bien de qué país hablo, pero ya me entienden. Pues hasta tan ilustre señor sufre un atentado que mantiene en vilo a los espectadores. No les digo si sale airoso del mismo. Vean la serie más suavemente liberal de los últimos años, bienintencionada a ratos, mordaz en otras ocasiones, pero siempre interesante.
Lectura recomendada: Aquí es obligado citar el libro con el que abríamos el repaso. El JFK. Caso Abierto, de Philip Shenon.
10. Damages (Daniel Zelman, Glenn Kessler & Todd A. Kessler) / FX (2007-2011)
No hay abogada más malvada que Patricia Hewes (genial Glenn Close), con el permiso de Ellen Parsons, su némesis particular. Parsons se pasa una temporada entera sosteniendo una pistola y apuntando a alguien. Ese largo disparo que dura trece episodios habla mucho y bien de una serie dramáticamente exagerada, narrativamente tramposa y genialmente construida. Porque todas las trampas que podamos imaginar están al servicio de un retrato seco y poco complaciente de una profesión tan arriesgada como necesaria, la de abogado de peces gordos. Estos personajes han cruzado tantas veces la línea de sombra que nada sustentado sobre la etiqueta “moral” tiene ya sentido para ellos. Es lo que pasa cuando no respetas ese límite invisible, que ya no recuerdas la primera vez que lo cruzaste, como bien sabe el protagonista de la genial Legítima Defensa (Francis Ford Coppola, 1997).
Lectura recomendada: Lean a John Grisham. Aunque sólo sea para aligerarse un poco la cabeza después de tanto libro sesudo.