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The Good Fight ha vuelto y lo ha hecho siendo aún más oscura y terrorífica que en sus anteriores temporadas, ensalzando su condición de cuento tétrico y bastante loco sobre la actualidad, pero también con un nuevo personaje que tiene todos los visos de ser el gran peso muerto de esta entrega: el abogado Roland Blum. A cargo de Michael Sheen, es un compendio de histrionismo y sin sentido que, por primera vez, nos hace temer que la serie de Michelle y Robert King deje ser la joya televisiva que era hasta ahora. Sin ser una sentencia de muerte basta con mirar las valoraciones que tienen los tres primeros capítulos de esta temporada en IMDB: el primero obtiene un 8,2, pero el segundo, cuando hace su debut el personaje de Sheen, se desploma hasta un 6,3. El tercero, con un Sheen un poco más controlado y menos presente, se queda en 6,7. ¿Ha pasado The Good Fight de ser una serie genial a ser una serie «meh-no-está-mal»? ¿Han perdido los King su toque de gracia?
Según han explicado los King, está temporada irá a degüello contra Trump. Su intención es mostrar la tormenta que se genera «cuando las instituciones descarrillan» y, tal y como hemos podido ver en los tres primeros capítulos, la serie tendrá un tono lúgubre, con la lluvia como principal representante de los tiempos sombríos que vive Estados Unidos. También habrá cabida para el surrealismo y los momentos musicales, dos elementos que la acercan a la anterior creación de los King, Braindead. Roland Blum, el personaje de Sheen, es un elemento más de la ambientación opresiva de The Good Fight. Presentado como un Mefistófeles actual, Blum adora los excesos, la vida hedonista y no tiene reparos morales en hacer lo que le sale de las narices tanto dentro como fuera de los juzgados. Estas características dan rienda suelta para que Sheen haga una interpretación pasada de vueltas y que, tras un par de minutos en pantalla, se vuelva indigesta. La actuación del actor galés parece una burda reivindicación de su valía actoral de cara a los próximos Emmy, unos premios que lo ignoraron durante los años de ‘Masters of Sex’, cuando le llovían críticas elogiosas.
El personaje de Sheen está inspirado en Roy Cohn, asesor de McCarthy y mentor de Donald Trump
Durante una conversación con Maia Rindell (Rose Leslie), Blum le explica que aprendió todo lo que sabe sobre ser abogado de Roy Cohn, conocido por haber sido asesor del infausto senador McCarthy, el impulsor de la caza de brujas de los años 50. Cohn, que fue inhabilitado en 1986 por conducta poco ética, está considerado el mentor de Donald Trump, el hombre que le enseñó al actual presidente de los Estados Unidos que da igual que hablen mal de ti mientras sigan hablando de ti. Michaelle y Robert King no han tenido reparos en confesar que el personaje de Sheen está inspirado, efectivamente, en Cohn, pero también en Roger Stone, uno de los consejeros de Trump durante la campaña ‘Make American Great Again’. Con todas estas referencias, el abogado Roland Blum parece sobre el papel uno de los personajes bombón de los King, un resumen perfecto de la clase de personas que lideran el mundo hoy en día.
Y AÚN ASÍ… LA COSA NO FUNCIONA.
No funciona y no es la primera vez que los King nos meten en calzador personajes que casi se llevan por delante sus, por otro lado, maravillosas series. Sheen y su actuación ha dividido a la crítica norteamericana. A Hollywood Reporter le ha parecido excepcional, mientras que Entertainment Weekly ha calificado la interpretación de «extenuante». Vulture asegura que Sheen «está justo en la línea entre lo sublime y lo ridículo«. Más allá de estas consideraciones, resulta frustrante ver cómo, de momento, The Good fight está dando espacio a un personaje sobradamente irritante mientras que Maia o Marissa, en principio protagonistas o personajes regulares, son infrautilizadas.
En The Good Wife pasaron cosas similares. De repente comenzaron a aparecer personajes que aportaban poco o casi nada pero que los King parecían adorar. Uno de ellos fue el investigador Blake Calamar, interpretado por Scott Porter (Fiday Night Lights), cuya incorporación aportaba bien poco a la trama a parte de la rivalidad con Kalinda. Porter tiene el honor de haber hecho una de las peores interpretaciones de toda la serie, junto con Marc Warren, que daba al exmarido de Kalinda, Nick Savarese, un tipo peligroso que se dedicaba a actividades ilegales y acosaba a su expareja. Curiosamente, dos de los peores personajes (y tramas) de toda la serie estaban relacionados con la investigadora de Lockhart & Gardner, un mujer carismática a la que los King traicionaron dándole poco espacio para brillar.
Ahora se repite la historia con Maia, a quien la pareja de creadores no están tratando con justicia ni apego y a quien están haciendo cargar con un histriónico de manual que debería haber ido a la papelera de descartes, como el investigador Calamar o Nick Savarese. Aún y otorgándole el beneficio de la duda (puede que de aquí a final de temporada nos acabe sorprendiendo), tenemos una petición para los King: menos Roland Blum y más Maia Rindell (y Marissa Gold).