Crítica 'Enjambre' (Prime video): Aunque duela
Crítica de la serie (Prime Video)

‘Enjambre’: Aunque duela

Hermana postiza de 'Atlanta', 'Enjambre' es una serie sobre una joven cuya obsesión por la mayor estrella del pop femenina del momento la lleva a emprender un inesperado e oscuro viaje por Estados Unidos.

«Esto no es una obra de ficción. Cualquier similitud con personas reales, vivas o muertas, o eventos reales, es intencional»

 

La historia de Enjambre no es real pero podría haberlo sido. Una certeza tan terrorífica como esclarecedora. 

La serie se inicia en el año 2016. Estamos en Houston, TexasBaby!). En una América pre-pandémica donde todo parece relativamente normal. Dre (Dominique Fishback), nuestra protagonista, se levanta inquieta, enciende el ordenador, estrena tarjeta nueva, y compra dos entradas para un concierto. Oímos un zumbido. La artista en cuestión: Ni’Jah. Una cantante que, efectivamente, es una especie de copia apócrifa de Beyoncé. Vida y ficción vuelven a darse la mano (o más bien fundirse en un sentido abrazo), para traernos una historia sobre la obsesión y el fenómeno celebrity.  

Ni’Jah, es la madre de un fandom que bien podría ser una secta donde no abunda la idea de disidencia

Pero hablemos de Dre. Ella es una chica de ojos grandes y expresión extraña. «¿Quién es tu artista favorito?«, les pregunta a todos aquellos que se cruzan en su camino. Oímos un zumbido. Una pregunta planteada en un tono inocente que oculta la amenaza que encierra. Los interrogados nunca saben lo mucho que está en juego, pero todos parecen intuir que, en efecto, algo va mal. La miran extrañados, boquiabiertos, expectantes. Y es ahí donde reside el twist. Hay una respuesta correcta. Una forma de ganar. Ni’Jah. 

Reina del pop. Mesías de su enjambre. Poseedora de todas las verdades del universo alrededor del cual Dre orbita. Madre de un fandom que bien podría ser una secta donde no abunda la idea de disidencia. Dre vive una vida precaria. Navega sus 20 años sin mucha dirección ni guía más allá de su amor por dicha cantante. Su compañera de piso, la estupenda Marissa (Chloe Bailey), está igual de enamorada de la artista que ella. Pero a diferencia de Dre, ella lleva una vida más ‘normal’.

Chloe Bailey y Dominique Fishback son Marissa y Dre en Enjambre

Marissa trabaja en un centro comercial, y en sus tiempos libres se dedica a maquillar y peinar artistas. Dre, en cambio, alterna trabajos sin futuro a la vez que se sube al escenario de un club de strippers para bailar al son de las baladas de su artista favorita. Dre es extraña, de eso no cabe duda. Pero hay una certeza innegable sobre ella: su amor por Marissa, la cual, tras un trágico acontecimiento en el primer capítulo, abandona de forma súbita su vida. Empieza el viaje.

Angustiada por el porvenir y la ausencia de su mejor amiga, Dre inicia su particular descenso a los infiernos. O ascenso a los cielos. Dependiendo de quien lo vea. Lo único que la mantiene en pie es su devoción por Ni’Jah. Ella quiere conocerla cueste lo que cueste. A cualquier precio. Pero ¿hasta dónde llegará para demostrar su compromiso con la artista? No es ningún spoiler afirmar que irá demasiado lejos. Tan lejos que dejará un espeso rastro de sangre a su paso.

La serie pone en relieve, una y otra vez, lo peligrosa que pueden ser las ideologías extremistas

Puede que su estilo tanto narrativo como visual os suene. Algo que tendría sentido si sois fans de Atlanta, puesto que esta serie es la creación de Donald Glover y Janine Nabers, que ya colaboraron juntos previamente en dicha serie. Al igual que Atlanta, Enjambre es la combinación de tres factores que convierten el visionado de esta ficción en una experiencia especial: el meta-comentario sobre la cultura negra, la comedia incómoda y el horror. Una sátira terrorífica sobre la devoción sin fronteras y la tóxica cultura del fanatismo.

Dre tiene un patrón de comportamiento muy concreto que pone en relieve, una y otra vez, lo peligrosa que pueden ser las ideologías extremistas, sobre todo cuando se aplica a figuras del espectáculo. Figuras que deberían están destinadas a proporcionar diversión, no devoción total. 

Puede parecer que la serie rema en contradirección de su problemática protagonista, pero a pesar de ubicarla en la clara posición de culpable, también existe un contexto. Dre es una chica que siempre ha sido rechazada por amigos y familiares. Una mujer guiada tanto por la necesidad de escapar del repudio, como por una sed de venganza desmedida. Como hija de la era de Internet, Dre pasa mucho tiempo al teléfono. Es ahí donde su cerebro marchita. Es una persona atrofiada emocionalmente. Alguien que ha vivido en los márgenes toda su vida. Y aunque ambos creadores nunca la justifican, reconocen su dolor. 

‘Enjambre’ está disponible en Prime Video

Dre no habría existido sin Fishback. Vista en The Deuce, Judas y el mesías negro o en Los últimos días de Ptolemy Grey. La joven actriz aborda un personaje dificilísimo de la forma más brillante posible. No exagero al decir que se me hace difícil pensar en una actuación reciente mejor que la suya. En una entrevista, Fishback admitía que debió blindarse de la opinión del resto para poder llevar a cabo su papel: «No podía verme limitada por el miedo a lo que la gente fuera a pensar«. Y se nota. 

‘Enjambre’ es audaz y provocativa, comprometiéndose plenamente con lo que pretende

Estamos ante una actuación donde Fishback toma decisiones delirantes y extrañas para poder anclarse a una serie delirante y extraña. Su fisicalidad.  La forma sutil en la que vocaliza. Cómo aborda al resto. Las miradas. Fishback es, sin duda alguna, el pilar sobre el que se vertebra la serie.

En los últimos años se han contado muchas historias sobre fandoms tóxicos, pero las historias contemporáneas sobre este nuevo movimiento destructivo se centran invariablemente en hombres blancos jóvenes y descontentos. Enjambre innova e intriga por el simple hecho de enfocar su historia a través del prisma de una joven negra en una historia sobre la devoción y el dolor. 

Enjambre es audaz y provocativa, comprometiéndose plenamente con lo que pretende. Y lo consigue. Aunque en algunos capítulos priman sus objetivos satíricos (que son abordados con fuerza y violencia), nunca dejamos de sentir que estamos ante una herramienta de precisión cariñosamente afinada. Nos embarca en un alocado viaje en el que somos constantemente interpelados por sus imágenes sobresaturadas y su estridente banda sonora.

Un viaje doloroso, como un picotazo de abeja; una vez te engancha no te suelta. Aunque duela. 

Escrito por Alba Pascual en .

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