'Years and Years': Si parpadeas, te lo pierdes
'Years and Years'

Si parpadeas, te lo pierdes

Russell T. Davies reformula las constantes del género de la saga familiar para ofrecernos una mirada hacia el futuro, con una serie caótica pero definitivamente fascinante.

Emma Thompson es una excéntrica candidata populista en 'Years and Years'.

Cómo corre Years and Years. Impelida por una urgencia que convierte el final de su primer episodio en un maratón capaz de dejarnos sin aliento, la nueva serie de Russell T. Davies no tiene tiempo que perder. No podría ser de otra forma: cuando uno intenta predecir, como hace Years and Years, qué pasará en nuestro mundo a lo largo de los próximos diez años, detenerse a descansar demasiado puede ser un error.

Al fin y al cabo, la realidad siempre supera la ficción, y el propio Davies reconoce que todas las cosas locas que narra la serie (y hay bastantes) podrían ser superadas en cualquier momento por las cosas locas que ocurren aquí, al otro lado de la pantalla. Por eso, para narrarnos la historia de la familia Lyons entre los años 2019 y 2029, Years and Years (disponible en HBO) no tiene más remedio que, en muchos momentos, ponerse a correr.

En otros momentos, eso sí, necesita pararse a descansar, volver con sus personajes, convertirse en un drama al uso alejado de las distopías sci-fi. Esto genera dos ritmos en la serie, los dos puntales que la sostienen: una saga familiar elevada por las brillantes interpretaciones de Rory Kinnear, Anne Reid, T’Nia Miller y el resto de los Lyons, intentando preservar los rituales domésticos, el centro de gravedad en un mundo que se va a la mierda; y un viaje hacia el futuro, implacable, feroz, inesperado.

Esos dos ritmos, eso sí, tal vez no sean del agrado de todo el mundo, y lo que para unos hace brillante a Davies, para otros puede ser un suplicio. En efecto, el guionista lleva años experimentando con el ritmo narrativo, pero nunca a un nivel como el de Years and Years, tanto en lo particular (los episodios empiezan a un ritmo pausado y acaban precipitándose hacia el caos) como en su apuesta global por convertirse en un salto constante hacia el futuro.

Esto hace que la serie sea, sin exhibir ninguna vergüenza, excesiva, agresiva, incluso demasiado obvia, por tener tanta prisa y querer mostrarnos tantas cosas distintas en su cruzada por explorar todas las ramificaciones futuras del avance de la tecnología, la corrupción de las sociedades capitalistas, el desencanto de los sectores abandonados. Esto es, cuando echa a correr.

‘Years and Years’ coquetea con el pánico atómico, con las pesadillas distópicas, y por momentos se vuelve una serie de terror puro

Years and Years se desmadra, sí, pero no pierde el rumbo porque siempre puede volver a los Lyons. Sus pequeños dramas son lo que sostiene la serie, mientras al otro lado de los monitores, las pantallas, las ventanas, el mundo avanza, implacable. Un mundo que se personifica en la carismática política Vivienne Rook (una Emma Thompson igual de maravillosa que siempre, eso ya os lo podíais imaginar), modelada a imagen y semejanza de líderes populistas como Trump, Boris Johnson o Nigel Farage.

Years and Years coquetea con el pánico atómico, con las pesadillas distópicas, cuando cae de ese lado del espejo, y por momentos se vuelve, como la extraordinaria Chernobyl, una serie de terror puro, sostenida sobre uno de los miedos más profundos del ser humano: que todo lo que conocemos se derrumbe.

Porque lo personal, obviamente, es político, y esto bien lo sabe Davies. Years and Years tiene numerosos puntos de contacto con la otra gran distopía televisiva de nuestros días, Black Mirror, pero algo en su discurso la diferencia radicalmente de aquella. En la serie de Charlie Brooker, salvo tal vez en su brillante primera temporada o en episodios como «The Waldo Moment», da la impresión de que el auge de la tecnología despolitiza el futuro. Las masas quedan desmovilizadas, la lucha de clases sustituida por la lucha por la supervivencia en un entorno postapocalíptico, la vida en sociedad convertida en un juego macabro, los grupos sociales escindidos por gente que prefiere quedarse en casa y vivir otra realidad. Black Mirror se ha convertido, en sus últimas temporadas, en una serie profundamente individualista.

La distopía somos nosotros

Years and Years parece considerar más implacables a los seres humanos que a la propia tecnología. Su mundo futuro no es caótico por una rebelión de las máquinas o un salto en la conciencia (los robots quedan aquí reducidos a mero chiste sexual, y el drama de la hija transhumanista veremos cómo acaba), sino por los mismos mecanismos, aunque estén retorcidos, que rigen nuestro mundo actual: el egoísmo de líderes totalitarios, la desafección de las masas trabajadoras, el miedo al futuro. A mí hace tiempo que Black Mirror dejó de darme escalofríos. Con Years and Years, de momento, lo estoy pasando realmente mal.

Davies reinterpreta así un formato tradicional, introduciendo los factores políticos y económicos contemporáneos, las ansiedades que proyectamos hacia un futuro poco esperanzador, en un núcleo familiar; y a la vez se las apaña para humanizar, bajando a tierra, los impulsos Black Mirror, para que su serie no acabe siendo tan frívola como lo ha acabado siendo aquella. Haciendo particular lo global y viceversa, Years and Years se convierte en un experimento brillante, que vuelve a confirmar a Davies como uno de los mejores guionistas británicos de las últimas décadas.

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