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En pleno cólico de series y descenso en picado de la calidad de muchos dramas –hay voces que ya hablan del final de la edad de oro del formato-, la irrupción silenciosa, casi pidiendo perdón, de un producto como The Terror (AMC, Movistar+) es un salvavidas momentáneo para los que ya comenzamos a acusar tanta saturación y mediocridad. Llevo un mes intentado superar el tercer episodio de Counterpart sin entrar en un sueño criogénico: qué ganas tengo de gritarle J. K. Simmons: “not quite my tempo!” ¿Altered Carbon? Me recuerda al clásico trozo de bistec que pinta delicioso, pero termina pasando de carrillo en carrillo en forma de bola, hasta que no puedes más y se lo escupes a tu abuela. Y así con la mayoría de supuestas grandes series de 2018.
Pero entonces, un alma misericordiosa –el periodista Toni de la Torre- te dice que veas The Terror, una nueva serie basada en un libro homónimo de Dan Simmons (editado en España por Roca Editorial) y que gracias a Dios no has leído, con lo que no podrás impresionar a tus amigos diciendo que la novela es mejor. Y la ves con la confianza a la altura de las alpargatas, pero te encuentras con un thriller tan sólido, absorbente y perturbador que te sometes gustoso a la cadencia de episodio por semana. Y en mi caso, eso es algo que solo han conseguido Star Trek Discovery y The Handmaid’s Tale en el último año: ¿cabe mayor elogio?
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Estamos a mediados del siglo XIX. Un expedición de la Armada Real Británica, formada por dos fragatas y comandada por el célebre oficial Sir John Franklin, tiene que viajar hasta el Ártico para encontrar el Paso del Noroeste. Ambos buques, con una tripulación total de 130 hombres, quedan atrapados en el hielo, aislados en la nada, a meced de un clima hostil y de un depredador sobrenatural de aura mitológica. Como cabe esperar, la criatura está deseosa de brindar una calurosa bienvenida a los intrusos.
Master and Commander, La Cosa y Alien son las referencias cinematográficas que nutren este despiadado relato de supervivencia. De tintes góticos y poso lovecraftiano, The Terror juega con todas las constantes que se le presuponen a una historia rebosante de testosterona, con un grupo de hombres enfrentados a la furia de la naturaleza y, por ende, a sus propios demonios. Con solo tres episodios, la serie te coge por el pescuezo desde el minuto uno. La ambientación en el Ártico es asombrosa. En The Terror, el paisaje es de un blanco insondable que invita a la demencia agorafóbica y se convierte en un agente más de lo espeluznante. Se cierne sobre los protagonistas, les congela los mocos y les arranca la piel cuando se acomodan el catalejo en la cavidad ocular. Parece que la masa helada está tan deseosa de despedazarlos como el ente que los vigila.
Los escalofriantes lamentos del hielo y las ventiscas se convierten en un mantra lynchiano, un hilo musical macabro que va horadando la cordura de marineros y espectadores. Las auroras boreales dejan un rastro fantasmagórico en el cielo y le dan un inquietante brillo de terror cósmico al cuadro. La criatura que les da caza, una especie de extensión violenta de la naturaleza, un wendigo ártico, completa una postal a medio camino entre Lovecraft y John Carpenter, en la que no falta un solo ingrediente para un desenlace infernal. No obstante, la presencia de una fatalidad segura no hace menos terrorífica la travesía.
El choque entre hombre y naturaleza es el fuelle que aviva las inimaginables tensiones psicológicas
Por supuesto, el choque frontal entre hombre y naturaleza es el fuelle que aviva las inimaginables tensiones psicológicas de un puñado de tipos al límite de sus posibilidades mentales y físicas. La desesperación y el conflicto empiezan a aflorar, y lo que pase en el interior de las fragatas varadas, en una penumbra claustrofóbica que contrasta con la nívea vastedad del exterior, promete ser tan terrible como lo que ocurra en el hielo. En este juego casi teatral, en escenarios pequeños e inmóviles, encontramos otro de los propulsores de esta producción de diez episodios: los actores.
Creada por David Kajganich y Soo Hugh, con Ridley Scott en calidad de productor ejecutivo, The Terror se apoya en el carisma de dos monstruos escénicos. Ciarán Hinds y Jared Harris absorben los fotones como agujeros negros cada vez que aparecen en pantalla. El primero lo borda en la piel de Sir John Franklin, un capitán vanidoso al que le va grande la expedición; el segundo nos regala el mejor personaje de la serie con creces: el distante y taciturno capitán Francis Crozier. Completa este duelo, una cara conocida de las series: un más que solvente Tobias Menzies.
The Terror es espeluzne de la vieja escuela. El hecho de que la novela de Simmons esté inspirada en hechos reales le inyecta un plus de turbulencias al producto. Y lejos de caer en el error de muchas series actuales, obsesionadas con inundar de información, giros y cliffhangers cada episodio, la nueva joya de la AMC se toma su tiempo para disponer las piezas. Va a su ritmo. Prefiere insinuar, de momento, a mostrar las costuras del muñeco. Y el resultado es un crescendo que te mantiene en vilo y hace que desees asomarte al abismo en cada nuevo episodio. Un abismo pálido, un vacío cósmico en negativo que encierra un mensaje muy claro: estamos solos y moriremos solos. Fundido en blanco. The end.