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Cualquiera que haya visto Seinfeld tiene una imagen clara de George Costanza. Incluso si eres de esos que vio capítulos sueltos y lo dejó porque «no es para mí» sabes que el mejor amigo de Jerry era, como él mismo acuñó, «el señor de los idiotas». Un neurótico tacaño y vago que pudo ser un dios en la industria de modelos de manos masculina y, sin apenas haber disfrutado del Olimpo, acabó agarrado a una plancha encendida.
Los desencuentros entre el personaje de Jason Alexander y una vida productiva son una constante en las tramas de las nueve temporadas de Seinfeld. En el ecuador de la segunda temporada George dimite, molesto por no poder usar el baño de su jefe. Si no tenemos en cuenta que la cuarta entrega la dedica a escribir un guion junto a Jerry, Costanza no vuelve a trabajar (con cierta regularidad) hasta la quinta entrega, cuando los Yankees le contratan como ayudante del departamento de viajes. Milagrosamente, porque «cuando pareces enfadado todo el tiempo, la gente cree que estás ocupado», conserva su empleo hasta el final de la octava temporada.
Por muy paradójico que parezca para un vividor que más que cambiar su imagen, la pule, Costanza pasa más tiempo en la serie trabajando que desempleado. Su autoindulgencia, su carácter vanidoso y su afición a la improductividad lo convierten en un personaje mucho más cercano para la audiencia que un cómico de renombre, una editora exitosa o un excéntrico «emprendedor». Sus fracasos, sus tretas y sus ridículas reacciones le devuelven a la casilla de salida, a buscar la renovación del pacto que involuntariamente se establece cuando uno llega a la edad adulta. Ese en el que para ser independiente, y hacer lo que quieras cuando quieras, hay que encontrar un trabajo. Porque si no, como bien sabe George, deberá regresar al hogar familiar que tanto aborrece.
Para evitar llegar a este momento, o para ponerle remedio, nuestro superhéroe de la desidia tratará de ampliar su subsidio inventando una entrevista con una empresa ficticia o saliendo con la hija de la señora que le atiende en la oficina de desempleo. Y cuando esto no funcione, luchará contra sus deseos de pasar el día tomando cafés y viendo la televisión y presentará su candidatura a varios puestos de trabajo. Entonces llegará el momento de desplegar todos sus encantos, seducir a su interlocutor y conquistar un nuevo lugar en el que no dar un palo al agua. Las temidas entrevistas de trabajo que, si bien no son demasiadas a lo largo de 180 episodios, conforman un maravilloso «Libro de estilo del desempleado» que uno debe evitar a la hora de encontrar un nuevo empleo. O no.
Principio y fin de una entrevista
Con Constanza no se puede dar por sentado nada, y mucho menos que interiorice la verdadera importancia de una entrevista de trabajo. En el ecuador de la tercera temporada, tras provocar importantes atascos como aparcacoches y trabajar (brevemente) en la editorial en la que trabaja Elaine, tiene una entrevista de trabajo que no llegamos a ver ni tiene éxito, porque George no aparece. Y es que, antes que su vida laboral, está la sentimental y no puede evitar caer rendido ante los encantos de una mujer que termina siendo una ladrona y le esposa al cabecero de una cama de hotel para robarle.
Tan importante como aparecer, es abandonar las instalaciones del empleo al que aspiras con corrección y sin hacer el ridículo. Algo que George olvida después de ser contratado por un amigo de su padre en una firma de sujetadores. A pesar de que resuelve la entrevista con dignidad, Costanza se deja llevar por el último logro romántico de Elaine, que ha encontrado una nueva relación sentimental con un hombre que se acercó a tocar el tejido de la ropa que llevaba puesta. Animado por la consecución del puesto, George hace lo mismo con una mujer que espera el ascensor junto a él, y que resulta ser la directora de la compañía. Junto al de modelo de manos, es uno de los trabajos más breves de su carrera. Tan breve que ni aparece en su perfil de Linkedin.
¿Y si no acaba?
Las entrevistas de trabajo pueden dejar sensaciones muy diferentes en el aspirante y el entrevistador, pero si además son interrumpidas por una inoportuna llamada, la angustia por saber si conseguirás el trabajo se multiplica. «Quiero que trabaje para nosotros. Claro que…» fueron las últimas palabras del director de Sanalac, una compañía de áreas de servicio en la que George aspira a ser representante de ventas. Preso de la incertidumbre, y planteada la posibilidad de que «la sodomía es un requisito» ejecuta, con la bendición de Jerry, el plan más descabellado. Se presenta a trabajar como si la entrevista hubiese acabado y hubiese sido el elegido.
Con la bendición de Jerry, George ejecuta el plan más descabellado: se presenta a trabajar como si hubiese sido el elegido
Con el responsable de su contratación de vacaciones, esta inusual demostración de iniciativa tiene su éxito asegurado, por lo menos, hasta su regreso. Después dependerá de los deseos no expresados del entrevistador, y de cómo haya ejecutado la tarea para la que ha sido contratado. Porque puede ser que, como George, el contratante reconozca que le dio el trabajo. Pero que ponga en duda su elección cuando compruebe que desde que llegó a la compañía no ha hecho, literalmente, nada.
No sigas tus instintos
Cuando Costanza intuye que el director de Sanalac puede despedirle no tarda en plantearle que tiene una oferta de otra firma y, preso de su orgullo, dimite. A pesar de que ya tuvo la oportunidad de comprobar que no era buena idea dejar un trabajo sin tener otro durante la segunda temporada, George vuelve a dejarse llevar por sus sentimientos y fracasa. Porque la supuesta oferta también fue interrumpida inoportunamente, y en realidad, no era tal.
Su personalidad egocéntrica y sus inseguridades también son un problema posteriormente, cuando una entrevista de trabajo se convierte en una cena y se niega a probar algo que le ofrece su posible empleador. «Todas las decisiones que he tomado en mi vida han sido las equivocadas» comenta con desánimo mientras come con Jerry y Elaine poco después. Ante el abatimiento que desprende, su amigo cómico le anima a intentar «lo opuesto» a lo que hace habitualmente. Porque si sus «instintos son incorrectos, lo opuesto debería ser lo correcto», razona Seinfeld.
A George le falta tiempo para convertir el comentario de su amigo en un dogma de fe, y tras una inusual buena racha (con chica incluida) acude a su entrevista en el estadio de los Yankees, dispuesto a hacerse con la vacante del departamento de viajes. Para ello no duda en comentar con el dueño del equipo que no entiende «la lógica de sus decisiones» destinadas, según él, a la «glorificación de su enorme ego». George es contratado inmediatamente (es la magia de la ficción, no lo intenten en sus entrevistas) y el equipo de béisbol más conocido de Nueva York se convierte en su empleo más longevo en la serie.
Que los beneficios no empañen la realidad
Si la primera cita laboral con la empresa es fructífera y surge la chispa, es importante no dejarse llevar por la emoción de los beneficios que ofrece. Especialmente si tu contratación es posible gracias a un malentendido como el que George vive con Play Now, una firma de parques infantiles que se interesa por él al principio de la novena entrega. Cuando camina ayudado por un bastón y el dueño de la compañía cree que es discapacitado, con los beneficios laborales que supone su contratación.
Gracias a un malentendido, el dueño de Play Now cree que George es discapacitado y le ofrece un contrato irrechazable
Costanza se esfuerza por corregir al director de la compañía hasta que descubre que pondrán a su disposición un baño en exclusiva. Su sueño dorado de la niñez, al alcance de su mano, solo por fingir que sufre una dolencia que en realidad no tiene. Su carácter hace imposible que se resista a semejante oferta, y durante un tiempo se aprovecha de la compasión de sus compañeros de trabajo. Cuando es descubierto su avaricia provoca que se quede sin empleo, después de rechazar seis meses de sueldo por abandonar la empresa, ya que esta termina quebrando. Gloria y deshonor en la aventura de los parques infantiles.
Busca un lugar en el que encajes
Para que la entrevista sea exitosa es importante tener algún nexo de unión con el entrevistador, la empresa o el jefe. Pero cuando faltan enchufes, es bueno que el lugar en el que aspiramos a trabajar se parezca, de alguna manera, a nosotros. Algo así debió sentir George cuando llegó a Alisadores Industriales Kruger a entrevistarse con su director, el Sr. Kruger. Su torpeza habitual y su currículum con erratas no fueron impedimentos a la hora de valorar su contratación, especialmente porque el caos en el que estaba sumida la compañía hacía imprescindible su contratación.
A la falta de rigor de la empresa es importante sumarle un jefe despreocupado y, sobre todo, que no sea rencoroso. Porque en su última entrevista laboral, George Costanza se encuentra con una foto familiar del Sr. Kruger en la que él sale en segundo plano, tras un vergonzoso episodio ocurrido diez años atrás. Cuando, a pesar de la pérdida capilar, el apático jefe descubre que conoce a George desde antes de lo que pensaba, no se deja llevar por la ira propia de estos casos y continúa confiando en su nuevo empleado. Tal para cual.