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Hace siete años que Pipas puso en el mapa el universo, entre costumbrista y desacomplejado, de Manuela Burló Moreno, murciana de Cieza, cineasta de largo recorrido curtida en el mundo del cortometraje, fascinada por personajes de verdad, de carne y hueso, quizás herencia de una niñez en un pueblo, tras el mostrador de la tienda de ropa de sus padres, siempre alerta a los cotilleos y a los looks de sus vecinas. El valor de la autenticidad que comparten los personajes de sus películas, largas o cortas, y los de Por H o por B, la serie que dibuja con todo detalle las personalidades y vivencias de las dos protagonistas de aquel Pipas que, además de ganar premios y viajar a mil festivales, se convirtió en viral.
En sus 10 episodios, que acaba de estrenar HBO (no le busquéis guiños a la presencia de esas tres letras en el título de la serie, el proyecto estaba escrito antes del aterrizaje de la plataforma en nuestro país), la serie nos reencuentra con aquellas dos chonis adorables, maravillosamente autoconscientes de quiénes son y de quiénes quieren ser, que sentadas en un banco del parque comían pipas y arreglaban su mundo. Cualquier espectador de aquel corto con ojos en la cara podía darse cuenta del enorme potencial que había tras la anécdota: «Lo que pasó con Pipas fue muy fuerte», recuerda Burló Moreno. «Los premios, la nominación al Goya, los festivales, y que se hiciera viral. ¡Una movida muy bizarra! Algunos profesores de matemáticas lo ponían en clase como ejemplo del valor en la vida del número pi… (risas)».
La directora continúa, pensando en el origen de su nuevo trabajo: «El corto se ha utilizado en escuelas de cine como ejemplo de historias pequeñas en plano secuencia. Y si te vas a Youtube ves a un montón de jóvenes que han hecho su propia versión. El feedback siempre fue muy bueno, me pedían una segunda parte, algo más con ellas, y empecé a tener ese runrún en la cabeza… Creo que la serie se estaba gestando inconscientemente. En 2015, con aquel primer boom de producciones de Movistar, me propusieron desarrollar un proyecto sobre chicas: no veía esa cosa de hacer un Girls a la española, pero sí pensé que encajaba desarrollar a los personajes de Pipas. La única condición que puse era hacerla con las mismas actrices. Y ahí sí esbocé todo su universo, sus orígenes, a dónde van, escribí un piloto y un dossier, y nos pusimos en busca y captura de comprador. A finales de 2016 apareció HBO, se entusiasmaron con el proyecto y nos lanzamos a desarrollar los 10 episodios». El resto, estirado en el tiempo, es historia.
En Por H o por B, las dos chonis de Parla se reencuentran en Malasaña. El choque con el hipsterismo marca de la casa del barrio madrileño está servido. La autenticidad contra el postureo, y todas las posibilidades humorísticas que la caricatura cariñosa (quizás más cariñosa hacia unas que hacia otros) permite, convierten a la serie en un festival cómico en el que los gags respiran en medio de una trama que celebra la amistad femenina y la idea de ser uno mismo. Marta Martín y Saida Benzal, dos maravillosas actrices poco conocidas (hasta ahora, y no es arriesgado predecir que eso va a cambiar), dan cuerpo y alma a Hache y a Belén: su reconciliación tras años enfadadas, sus idas y venidas, sus malentendidos, y sus encuentros con la fauna malasañera (por ahí desfilan los estupendos Itzíar Castro, Javier Bódalo, Jordi Aguilar o Brays Efe), mientras intentan descubrir qué camino seguir en sus atribuladas vidas, forman el corpus de una serie estupenda, con la que Manuela Burló Moreno conseguirá, quizás, una visibilidad que hasta ahora evitaba con su alergia a los photocalls y su firme pertenencia a ese mundo paralelo que forman los cortometrajistas de nuestro cine.
No es nueva la atracción de la directora por la estética choni («me fascinan, me fijo en ellas, me gusta cómo van conjuntadas, la sombra de ojos, cómo tardan 20 años en maquillarse, sus uñas, cómo se mueven, lo auténticas que son»): su primer corto, Dolores (2008), ya tenía a una como protagonista. Tras firmar trabajos como Camas (2010), Cloe (2011) o Lo sé (2013), aceptó un encargo para debutar en el largo con Cómo sobrevivir a una despedida (2015): «Sí, ya venía armada como un producto palomitero, intenté darle mi rollo pero ya sabíamos que era un Resacón en Las Vegas en Canarias y con tías, y no quisimos vender otra cosa», recuerda sobre aquella tronchante comedia que protagonizaban Natalia de Molina, Úrsula Corberó y el hoy popularísimo Brays Efe, entonces un amigo de Manuela Burló sin apenas experiencia ante las cámaras. Después llegaría Rumbos (2016), largo que define como su proyecto más personal y que conectaba constantemente con su querencia a las microhistorias: «Si pudiera, viviría de hacer cortos», mantiene.
https://www.youtube.com/watch?v=CpCQbFA-RO8&t
El choque entre la choni de Parla y el hipster de Malasaña. Un conflicto muy local para una serie que se verá en un montón de países…
Cierto, pero hacer algo muy autóctono no significa que no sea universal. En realidad, la serie habla de algo tan común como una amistad incondicional y a prueba de bombas. Más allá… para empezar, cuando escribo nunca pienso en el espectador, sino en lo que a mí me divierte o me interesa. Y a partir de ahí quiero pensar que puede haber mucha gente con la que yo comparta gustos. En realidad, Por H o por B es una serie casi autobiográfica: cuenta un montón de cosas que yo viví al llegar a Madrid desde mi pueblo, desde Cieza. Mi familia no tenía una pollería pero sí una tienda de ropa, con ese contacto directo y constante con la gente. Y de repente me fui a la gran ciudad a estudiar cine, sin contactos, sin conocer a ni Dios, y acabé en un barrio, Malasaña, donde empecé a vivir un montón de situaciones que me hacían pensar en si me estaban grabando con cámara oculta. Todo eso lo he volcado en la serie, con mucho humor. Y déjame decir que no toda la gente de Malasaña es así, obviamente, como tampoco toda la de Parla. Es un retrato, una caricatura.
No hay ninguna duda al respecto…
«Hay un hilo muy fino entre la creatividad y lo políticamente correcto, y llega un momento en que es difícil pensar de qué te ríes sin hacer daño a alguien»
Mira, yo no tengo redes sociales, por salud mental, pero sí tengo amigos que me van contando. Y después de estrenarse el tráiler, parece que hay quien, sin verla, se quejó de la imagen que la serie da de Parla. Estamos en un momento en que cualquier cosa que diga un personaje de ficción se toma al pie de la letra, hay un hilo muy fino entre la creatividad y lo políticamente correcto, lo que pueda resultar ofensivo, y llega un momento en que es difícil pensar de qué te ríes sin hacer daño a alguien. No te creas, estoy un poco acobardada porque hay mucha gente que aprovecha cualquier ocasión para sacar veneno. Pero nosotros hacemos humor, hacemos ficción, y debemos saber reírnos de nosotros mismos.
Más allá de que haya haters de cualquier cosa, sí que, tras ver la serie, creo que tomas claro partido en la caricatura…
Sí, lo confieso (risas). Es verdad que quizás doy algo más de cariño en la caricatura de las chonis de Parla que en la de los hipsters de Malasaña. H y B son tías que no fingen ser quien no son, son auténticas, y triunfan por eso. La choni es más de andar por casa, más natural. Y el hipsterismo tiene que ver con lo esnob, con el postureo, con ponerte un traje para aparentar. Yo recuerdo que al llegar a Madrid, salía de fiesta con una amiga de Albacete que nunca confesaba de dónde era. Y yo no lo entendía. Me parecía lo más normal decir que yo era de un pueblo de Murcia, pero había quién se avergonzaba de su origen. O del trabajo de sus padres. O de otras cosas que preferían tapar.
Antes citabas ‘Girls’, supongo que te preguntarán mucho por ella, porque cuando hablamos de una serie con un punto de vista joven y femenino parece que no haya otra cosa… Pero yo la veo más cercana a ‘La ciudad no es para mí’, con Paco Martínez Soria.
Absolutamente, hay mucha más afinidad con esa película. En realidad yo siempre fui fan de Paco Martínez Soria, era oro puro, he visto sus pelis en bucle. Pero de Girls, nada de nada. En realidad, Pipas se hizo antes que Girls, eh… (risas). La verdad es que no es un referente para nada, la veo a años luz, siendo una serie extraordinaria, con muchísimo corazón y alma, y necesaria además. Pero no veo afinidad con Girls, aunque claro que se les puede encontrar puntos en común: una creadora detrás, un universo femenino, algunos elementos en cuanto a las tramas…
Decías que el principal referente es tu propia experiencia.
Es lo que viví yo, que llegué desde un pueblo de Murcia. No es que viviera con las gallinas pegadas, de hecho… ¡yo era la pija porque estudiaba! ¡Fíjate! Y tenía un novio bakala, un contrapunto marcianísimo. Nunca fui choni, pero sí viví lo de los coches tuneados, los bailes con abanico, todo ese universo está en la serie. Ni soy Hache ni soy Belén, pero ahí hay muchas vivencias mías. Es una pena que no aparezca toda esa parte del mundo bakala, que es muy propia de mi generación, eso he tenido que adaptarlo al trap, al reggaeton, al perreo (risas).
Bigas Luna demostró el potencial de lo choni en el cine con ‘Yo soy la Juani’…
Sí. Y más ahora, cuando lo choni se ha convertido en cool. Y eso es por culpa de Rosalía (risas). Hablo de su estética, ojo, el chándal y el tacón. Cuando yo llegué a Malasaña, la gente cool vestía con ropa vintage, con gafas de pasta, y cuando aparecía alguien con las uñas larguísimas, coleta larga, cadenas y aros en las orejas… ¡era una choni! Ese es el look de Rosalía, y su éxito lo ha puesto de moda, lo ha posicionado en otro lugar. De todas maneras, Malasaña está llena de modernos de pueblo, y no pasa nada, bienvenidos somos. Todo ha evolucionado mucho y va muy rápido, lo que antes era hortera de bolera ahora es moderno.
Uno de los grandes aciertos de ‘Por H o por B’ es un casting muy cuidado, en el que apenas hay actores populares.
«A mí me gusta mucho fijarme en los cortos y en la publicidad, en teatro o movidas más undergrounds, ahí descubres a gente con mucho talento»
Cuando me reuní con HBO les dije que sin María Martín y Saida Benzal repitiendo los personajes de Pipas no tenía mucho sentido hacer la serie. Aceptaron y eso está muy bien, porque a veces nos equivocamos yendo siempre a por actores conocidos. Y aquí me lancé con un casting muy loco. Considero que tengo buen ojo para eso. A mí me gusta mucho fijarme en los cortos y en la publicidad, en teatro o movidas más undergrounds, porque ahí descubres a gente con mucho talento pero que no tiene representante y que raramente consigue oportunidades ni accede a los castings. Y ese tipo de intérpretes suelen dan verdad, naturalidad. Hay un montón de series y pelis en las que los personajes parecen salidos de Ikea, todos tan perfectos, de anuncio, sin taras. A mí me encanta la gente real, de la calle, supongo que se nota en la serie. Y en cuanto a Saida y a Marta, están que se salen, son el corazón de la serie, tienen una complicidad enorme y se han pegado un curro increíble, ha sido estupendo trabajar con ellas.
Ya descubriste en su momento a Brays Efe.
Sí, y aquí me reencuentro con él, aunque déjame decir que le escribí el personaje antes de hacer Paquita Salas. Brays es una bomba y lo que hizo con los Javis es maravilloso. De hecho, cuando estrenamos el tráiler de Por H o por B, hubo quien dijo que parecía algo hecho por los Javis. Ellos tienen un talento y una sensibilidad brutales, pero su universo es otro. También es verdad que aunque yo tengo una trayectoria más larga, quizás ha sido más silenciosa, más de puntillas. En realidad, no voy a estrenos, no me gusta dejarme ver… Si no bebo más que agua, ni me he drogado nunca… ¡Soy un coñazo de mujer! (risas).
¿Qué esperas que ocurra con la serie?
Pues honestamente quiero que la gente se lo pase bien, que se entretenga, que se divierta. No se puede gustar a todos, pero en este negocio, si esta presión no te gusta, dedícate a llevar un estanco. Hemos hecho una comedia sin grandes pretensiones, y si hay mensaje, que lo saque el espectador. Se plantean muchas cosas: la amistad entre dos mujeres, la autenticidad, ser una misma… considero que es una serie con varias capas, pero lo importante es pasar un buen rato. Y más en estos meses de oscuridad que hemos vivido y seguimos viviendo.