Comparte

Cuando en el anterior artículo hablábamos de Nadia y el secreto de la piedra azul, subrayamos la gran importancia de Gainax y, en extensión, de Hideaki Anno en la industria televisiva japonesa. Sin embargo, Gainax no comienza a ser uno de los grandes estudios de anime hasta la irrupción de una de las más importantes obras del género: Neon Genesis Evangelion. Pero no adelantemos acontecimientos.
Tal y como ilustraba Goya en su magnífico grabado que da título a este artículo, la razón es engañosa. Puede que pensemos que hay alguna manera de enfocar la utilidad de la razón de cara a la organización social, en torno al desarrollo científico y tecnológico, alrededor de la ética y la moral… Pero nos equivocamos irremediablemente. La razón sólo produce desazón, sólo nos lleva a la desesperanza, la matanza y la lucha irracional. El sueño de la razón produce monstruos.
Este gigantesco cambio de mentalidad ilustra el paso de la Ilustración -confianza en la razón y en la lógica y optimismo en el futuro- al Romanticismo -oscuridad, tenebrismo, importancia del instinto y la pasión-, y podemos encontrar serios paralelismos en lo referido a la producción cultural en nuestra época más reciente. En concreto, el anime sufrió un cambio radical respecto a las producciones anteriores en la segunda mitad de los noventa: series como Lupin III o Mobile Suit Gundam ya no funcionaban. Las historias derivaron en nuevas formas de ver el mundo, mucho más siniestras, más confusas y más pesimistas y desoladoras.
La cercanía de la muerte y la insignificancia de la propia vida son temas que surgen con frecuencia en el imaginario japonés. Su historia reciente responde a pautas de superación de tragedias nacionales. Es el caso de la posguerra en la década de los cincuenta, o las diferentes catástrofes naturales que se han sucedido en Japón en los últimos tiempos -recordemos que, por su situación geográfica, es habitual que el país sufra terremotos con frecuencia-. Estos hechos siempre afectan a la producción cultural, al anime en el caso que nos ocupa. Por ello, el cambio en las historias televisivas es entendible en tanto al propio contexto japonés.
Vamos a hablar con mayor profundidad de tres producciones especialmente significativas entre 1995 y 2000 en la industria del anime, desarrolladas en una época más cercana a los preceptos que explicábamos. Comparten curiosas similitudes: las tres expresan miedos del ser humano (soledad, responsabilidad, identidad), son distopías especialmente pesimistas y cuentan con personajes que son verdaderos inadaptados. Comenzamos.
‘Neon Genesis Evangelion’ (1995, Hideaki Anno)
Segundo Impacto. Destrucción parcial de Tokyo. Ángeles. EVAs. Nerv. ¿Tercer Impacto?
Hideaki Anno, tan sólo cuatro años después de Nadia y el secreto de la piedra azul, se sacó de la manga -que no del manga1– una de las historias más complejas que existen no ya en la animación japonesa, sino en la animación en general, llena de connotaciones simbólicas y grandes preguntas de difícil respuesta sobre la identidad, el individuo, la muerte, la madurez, la divinidad, la religiosidad, la responsabilidad y otros asuntos de calado similar. Para resumir, diremos que Neon Genesis Evangelion cuenta la historia de Shinji Ikari, un joven estudiante de quince años que se convierte sin quererlo en piloto de una gigante máquina robótica llamada EVA, para luchar contra los extraños Ángeles que planean la destrucción del planeta.
Evangelion es, también, la historia de la madurez. Porque Shinji madura a través de todas las experiencias que vive como piloto del EVA 01, o eso se supone. Y también es una historia de conspiración, porque, ¿de dónde salen los Ángeles? ¿Qué es Nerv? ¿Qué ocurrió en el Segundo Impacto? Y es una historia que refleja de lleno las dificultades de un inadaptado como Shinji para relacionarse con un padre distante y autoritario. Y, por qué no, un cuento bíblico adaptado a las tecnologías más modernas. Es una historia que tiene tantas posibles interpretaciones como visionados.
Los niveles de profundidad psicológica y las horribles dicotomías que presentan algunos de los personajes -¿el fin justifica los medios?- hacen de Evangelion una obra que no tiene nada que envidiar al panorama televisivo actual. Ni que decir tiene que la animación de la serie es una de las mejores que se han visto en la historia del anime, que incluso se supera con las remasterizaciones de Rebuild of Evangelion.
A pesar de su complejo -pero satisfactorio- final2, Neon Genesis Evangelion fue la marca de una generación. Fue el renacer del género mecha en el anime y también la consagración de Hideaki Anno como uno de los creadores más importantes del panorama animado japonés. Sentó las bases que recogerían más tarde numerosas producciones: Ghost in the Shell, .hack//SIGN, o Perdidos -sí, la serie de J.J. Abrams tiene deudas con Evangelion, sean o no reconocidas-.
‘Cowboy Bebop’ (1998, Hajime Yatate)
Charlie Parker, Dizzie Gillespie o Max Roach son algunos de los grandes nombres que el bebop tiene en su haber. La barroca saturación del bebop en lo referido a lo armónico y lo melódico supuso un revolcón en el jazz de mediados del siglo XX. Además, está íntimamente ligado a la Generación Beat, tan de moda en el mundo hipster. Y Bebop es, también, la nave de Jet y donde tiene lugar gran parte de la vida de éste, Spike, Ed y Faye.
Cowboy Bebop, tal y como se describe a sí misma en los interludios de sus capítulos, es una serie que mezcla una gran cantidad de géneros. En esta extraña convergencia hay ciencia-ficción, neo-noir, western y acción, entre otros. Es también una serie eminentemente musical, con temas que van desde el blues hasta la música clásica, pasando por el jazz o el heavy metal. Y es una particular visión del mundo: en 2071, la Tierra sufre una terrible explosión que destroza la mitad de su superfície, de manera que la población restante emigra a colonias de otros planetas, llegando a ellos a través de una serie de puertas hiperespaciales a lo largo del sistema solar.

Un mundo que podría estar lleno de vitalidad y de convivencia global se nos muestra totalmente al contrario: las distancias alejan a los seres humanos, y los hacen más egoístas, en un mundo más ensimismado en la individualidad y en la ley del más fuerte. En este contexto, se hace necesaria la figura de los cazarrecompensas para atrapar a villanos y malhechores interplanetarios. Entre estos cazarrecompensas se encuentran Spike y Jet, los protagonistas de Cowboy Bebop. Y no nos engañemos, no son unos buenazos. Hacen lo necesario para ganar dinero, dejando de lado un más que dudoso código moral.
Relativizando de manera constante, Cowboy Bebop busca que nos encontremos a gusto con figuras contradictorias e injustas, en definitiva, con antihéroes inseguros de sí mismos y de su propia ética. Spike, incluido en una extraña trama de mafias galácticas, es el protagonista indudable de esta ficción, y vemos en este dandy espacial la soledad y el vacío emocional, así como la integridad. Porque, aunque los cazarrecompensas no tienen escrúpulos, Spike y Jet intentan ser las mejores personas que sus circunstancias les permiten.
En definitiva, encontramos en Cowboy Bebop una de las series más nostálgicas e hibridadas de todas las producciones recientes, que destaca por sus más que interesantes personajes, su triste historia y su magnífica banda sonora.
‘Serial experiments Lain’ (1998, Ryūtarō Nakamura)
Es complicado describir una serie que cuenta al mismo tiempo tanto y tan poco, y que tiene tantas aspiraciones temáticas como narrativas. Serial Experiments Lain es, como su título indica, todo un experimento respecto a lo realizado con anterioridad en la animación en Japón. Esta es, quizá, la distopía más cercana a nuestra realidad de las tres historias sobre las que hablamos. En un mundo plenamente interconectado, Lain vive en el seno de una familia media en la que no hay comunicación de ningún tipo, más allá de lo electrónico.
Además de su indudable paralelismo con la situación actual, donde las tecnologías nos absorben por completo y modifican nuestra forma de vida, Serial Experiments Lain también es un experimento de diseño y animación. Fondos desdibujados, gran importancia en el diseño de los ojos -intentando enfatizar el aspecto emocional e interior de los personajes-, gusto por el colorido, y frenéticos trazos que nos recuerdan una mezcla de impresionismo y expresionismo.
Aunque podemos realizar un recorrido temático a través de los contenidos de Serial Experiments Lain, es muy complicado establecer una pauta narrativa, dramática o argumental para explicar qué cuenta esta historia. Como antes decíamos, en un mundo interconectado a través de lo digital, Lain recibe un misterioso correo electrónico de una chica que se ha suicidado recientemente.
«La serie desarrolla conceptos de muestra de la nulidad emocional del ser humano a través de la desensibilización que nos provocan las nuevas formas de comunicación»
Bajo esta premisa, la serie desarrolla conceptos de muestra de la nulidad emocional del ser humano a través de la desensibilización que nos provocan las nuevas formas de comunicación, la creación de un inconsciente colectivo a través de la red, la disociación y otros trastornos de personalidad, la comunicación social, la existencia de un ente superior o demiurgo -quizá Dios, aunque no se termine de especificar-, el existencialismo, la relatividad, el subjetivismo…
Serial Experiments Lain es, sin duda, una obra compleja y muy desmarcada del resto de producciones de la época. La protagonista, conforme se introduce en el entramado de Wired -el correspondiente en la serie a Internet-, comienza a ganar popularidad en ésta, y a dejar de lado la propia realidad para introducirse más y más en ese lado virtual. En estos derroteros, vemos en el anime la constante pérdida de objetividad de la propia realidad a través de la figura de Lain.
De las planteadas, Serial Experiments Lain es la serie menos asequible y de mayor dificultad en cuanto a seguimiento. Pero eso quizá la hace incluso más llamativa para el público. La indudable profundidad de los contenidos que nos presenta, así como su interés por marcar un estilo propio, y la rabiosa actualidad del miedo a las nuevas tecnologías, que vemos tan de moda con Black Mirror, hace que, como mínimo, la propuesta sea interesante.
Las distopías, que vuelven a estar de moda, seguirán siendo importantes en la producción de animación japonesa para televisión, donde veremos deudoras de los géneros mecha y cyberpunk, y que recogerán temáticas de estas series, pero se suavizarán y no serán tan pesimistas. A modo de resumen:
– Neon Genesis Evangelion se convierte en obra de referencia dentro del anime y encumbra a Hideaki Anno como uno de los grandes creadores japoneses;
– Cowboy Bebop muestra todo un golpe a la nostalgia de tiempos pasados y encandila la figura de Spike como uno de los antihéroes más queridos del anime;
– Serial Experiments Lain será obra de estudio académico por su profundidad temática, y presume de un particular estilo de animación desmarcado de la producción comercial.