El mundo es absurdo y 'The Good Fight' lo sabe
Cuarta temporada

El mundo es absurdo y ‘The Good Fight’ lo sabe

Las tramas extremas de la serie sirven para remarcar lo absolutamente ridícula que es la realidad y nos recuerdan que 'The Good Fight' es un divertimento con mucha enjundia.

Delroy Lindo, como Adrian Boseman, en la cuarta temporada de 'The Good Fight' / Movistar+

Con el mundo completamente del revés y lleno de incertezas, The Good Fight es la tabla de salvación a la que nos aferramos los que buscamos garantías de calidad. Después de soltar lastre y dejar atrás algunas de las cosas que menos funcionaban en su tercera temporada –adiós binomio Maia Rindell-Roland Bloom–, Michelle y Robert King vuelven con una cuarta temporada que de nuevo señala todo lo que está mal en este mundo. Un ajuste de cuentas que sigue el ritmo de uno de los sonidos más deliciosos de la televisión: la risa de Diane Lockhart.

Explosiva, sarcástica e icónica, la carcajada de Diane es similar a la que soltamos los espectadores al detectar los surrealistas caminos por los que nos hacen transitar los King para explicarnos su visión de la actualidad norteamericana. Porque nosotros mismos somos Diane, perplejos ante el absurdo rumbo que ha tomado el mundo. The Good Fight tiene momentos descacharrantes sin que por ello deje de ser profundamente seria y comprometida.

La posición política del matrimonio King quedó clara desde la primera temporada con ese capítulo inicial que tuvo que rehacerse a toda prisa por la victoria inesperada de Donald Trump. Aunque no se han movido ni un ápice de sus principios, en los últimos tiempos han modulado su narración para no caer en la crítica de brocha gorda o maniquea. Aunque sea un spin-off de The Good Wife, The Good Fight tiene un carácter mucho más experimental, quizás por emitirse a través de una plataforma –CBS All Access– y no depender de los tabús de una network.

Las tramas que los King se encargan de llevar a los extremos sirven para remarcar lo absolutamente ridícula que es la realidad y nos recuerdan que The Good Fight es un divertimento con mucha enjundia. En este sentido, por tono la serie podría ser la tercera pata de un tríptico formado por la ya extinta Braindead y la más reciente Evil (una especie de versión de Expediente X de los King).

Diane Lockhart en la cuarta temporada de ‘The Good Fight’ / Crédito: Patrick Harbron (CBS).

El inicio de la cuarta temporada de la serie es un buen ejemplo del carácter juguetón de los King y de sus ganas de no ser encasillados. La ficción, que se ha convertido en uno los principales azotes de Trump, imagina por un solo capítulo cómo serían los Estados Unidos si la Casa Blanca estuviera ocupada por Hillary Clinton. Sin ganas de hacer spoilers, podemos afirmar que nada ni nadie es perfecto, ni siquiera un mundo sin Trump como presidente.

Los King critican las grandes fusiones empresariales que están teniendo lugar en Estados Unidos, como el monstruo de mil cabezas en que se ha convertido Disney

La «buena batalla» que libra The Good Fight es contra la irresponsabilidad política y la hipocresía social. Este último elemento gana protagonismo en esta cuarta temporada en que nos encontramos que el despacho Reddick, Boseman & Lockhart ha sido absorbido por una gran firma internacional que ve en el bufete afroamericano la cuota de diversidad que le falta a su catálogo de empresas. Desde un despacho luminoso, minimalista y situado en un piso superior al del resto de abogados, el nueve jefe, una especie de dios omnipresente interpretado por John Larroquette, dispara calmadas parábolas zen mientras perpetra sus tejemanejes empresariales.

En esta trama no es difícil identificar cierta crítica de los King a las grandes fusiones empresariales que están teniendo lugar en Estados Unidos y que en el sector audiovisual se ha ejemplificado en el monstruo de mil cabezas en que se ha convertido Disney después de comprar Fox y tener bajo su paraguas otras empresas como Marvel, Hulu, Lucasfilm, entre otras.

Es una pena que el coronavirus haya obligado a parar los rodajes –The Good Fight estaba al final de la temporada- porque la surrealista gestión de la crisis por parte de Trump da material para al menos una episodio doble en el que se mezclen las sugerencias de tratamientos con desinfectante con las manifestaciones anticonfinamiento de algunos estados. Ni los King habrían escrito un guion tan surrealista. Ojalá pronto puedan usar todo este material para repartir estopa y arrancarnos una risa Diane que nos haga olvidar la oscuridad del momento.

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