El día que Dios se olvidó de Waco - Serielizados
Hechos reales

El día que Dios se olvidó de Waco

Paramount Network estrena esta historia basada en hechos reales sobre el asedio a una comuna religiosa en Waco, Texas, durante 50 días (no spoilers).

Taylor Kitsch es David Koresh en 'Waco'.

El 19 de abril de 1993 Dios tuvo un día ajetreado. Tenía un ojo puesto en Srebrenica, donde una unidad de Cascos Azules canadienses entraba para iniciar la desmilitarización de la zona. No sirvió. En Colombia, cinco jóvenes habían sido acribillados en un parque forestal cerca de Santa Fe de Bogotá. Quedaban seis meses para el fin de Pablo Escobar pero las drogas seguían cobrándose vidas en el país. Por su parte, el Papa Juan Pablo II beatificaba a Paula Montal Fornés de San José de Calasanz, fundadora de las escolapias. Además, en Telecinco se estrenó aquella noche el programa La batalla de las estrellas, presentado entre otros por Bertín Osborne. Con tanto lío, es normal que el Todopoderoso no reparara aquel día en una comuna religiosa asentada en un rancho perdido en medio del condado de McLennan, Texas. Sin embargo, el FBI y la ATF protagonizaron allí un asedio que acabó con las vidas de setenta y seis de sus más devotos fieles, diecisiete de ellos aún menores de edad. El asedio de Waco.

Waco es una de esas historias que encoge el corazón. Los davidianos, una congregación religiosa que vivía en comunidad en un rancho de Waco (Texas), se colocó en el punto de mira de la ATF por supuesta tenencia ilegal de armas y cargos de abuso sexual contra su líder, David Koresh. El 28 de febrero de 1993, la ATF intentó entrar a la fuerza en el rancho de los davidianos. Estos se defendieron a fuego y sangre. El resultado, desastroso para ambos: cuatro agentes de la ATF y cinco davidianos murieron aquel día. Así empezaron unas largas y duras negociaciones entre los davidianos (atrincherados en el rancho) y el FBI (apostado a las afueras del propio rancho) que se alargaron hasta el fatídico 19 de abril. La miniserie de seis episodios Waco, producida por Paramount Network, relata el descenso a los infiernos que se vivió allí durante aquellos cincuenta días.

La miniserie se sustenta en dos interesantísimos personajes y la relación que se establece entre ellos: David Koresh, líder de los davidianos, y Gary Noesner, negociador del FBI. Al fin y al cabo, el asedio de Waco es un hecho histórico reciente de repercusión internacional, así que hubiera sido un error de guion jugar únicamente con la baza de la historia. Todos conocemos cómo acabó, pero no todos conocemos cómo eran sus protagonistas y cómo vivieron aquellos días. Ahí radica el primer gran acierto de Waco, una serie más de personajes que de acción. Hablemos entonces de Koresh y de Noesner.

David Koresh en Waco, Texas (1993).

David Koresh era el líder de los davidianos, un tipo con una tremenda capacidad oratoria que embelesaba hasta el hipnotismo a todos sus fieles seguidores. Decía ser el segundo Mesías, practicaba la poligamia (una de sus mujeres tenía catorce años) y estaba convencido de la llegada del fin de los días. Planteando así el personaje, se entiende la versión oficial que dieron FBI y ATF presentándole como líder de una secta y peligroso enemigo público. Y es cierto que en muchos aspectos la figura de Koresh es más que cuestionable. Pero en la miniserie vemos a un Koresh distinto. Es humano. Ahogado por la presión de las autoridades estadounidenses. Herido de bala. Víctima de la humillación pública y una terrible campaña difamatoria contra su credo. Obligado a abandonar un hogar construido con sus propias manos y las de sus fieles donde ellos solo querían vivir en paz predicando la palabra de Dios. Es muy interesante el claroscuro constante en el que se mueve Koresh. La conclusión es la de siempre: ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos. El actor Taylor Kitsch, además, hace una maravillosa interpretación de Koresh. Lo habíamos visto en Friday Night Lights y en la segunda temporada de True Detective, pero es este papel en Waco el que confirma a Kitsch como una de las nuevas referencias interpretativas en el mundo de la pequeña pantalla.

Ese es el gran tema en ‘Waco’: la fe y su desmoronamiento

El otro gran personaje es el negociador del FBI Gary Noesner, interpretado por el siempre magnífico Michael Shannon. Cabe destacar que la miniserie está basada en dos biografías: una es la de Noesner y la otra es la de David Thibodeau, uno de los davidianos que sobrevivió al asedio (a quien da vida Rory Culkin, hermano de Macaulay). Que Waco se base en la narración de uno de los negociadores del FBI podría oler a chamusquina por su supuesta alienación con la versión oficial de los hechos. Nada más alejado de la realidad. El ambiente de hostilidad que se vive en el campamento del FBI y la ATF a las afueras del rancho es tan agobiante como el de dentro del rancho. La serie relata con crudeza la disparidad de opiniones en el seno de las autoridades estadounidenses a la hora de tratar con Koresh. Noesner, que a base de llamadas con el líder de los davidianos trabó una relación de confianza con éste, siempre abogó por la conciliación y una solución pacífica. Otros mandos, como Shea Wigham (Mitch Decker), creían que la solución era cortar por lo sano y entrar a cuchillo. La lucha de poder interna que se establece entre Noesner y Wigham es otra de las grandes perlas de Waco, uno de los grandes secretos de que la serie destile veracidad en todo momento.

A parte del gran peso en la trama de David Koresh y Gary Noesner, es evidente que esta historia es también la de todas y cada una de las personas que estaban dentro de ese rancho y de sus familias en el exterior aguardando una resolución pacífica a todo aquel embrollo. Esa es la guinda en el pastel. Nos dibuja unos davidianos con los que podemos empatizar por completo al ver cómo su fe se va tornando en dudas a medida que la crispación aumenta y las posibilidades de un acuerdo con el FBI y la ATF se agotan. Sí, empatizamos con ellos porque dudan. Ese es el gran tema en Waco: la fe y su desmoronamiento. Y no solo la fe religiosa. También la fe de Noesner en lograr un acuerdo que se salde sin víctimas. La fe de Wigham en una intervención militar quirúrgica y sin daños colaterales. La fe de Koresh en sí mismo. La fe de Dios en su propia omnipotencia al darse cuenta de lo que sucedió en Waco el 19 de abril de 1993.

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