Comparte
«Todo empezó por necesidad, por ganas de currar», advierte de entrada Dani Amor (Barcelona, 1986), guionista y actor al que parece haberle llegado su momento. «Ha coincidido todo a la vez, se ha creado un poco de embudo, de golpe han salido varias cosas, pero ya llevamos un tiempo intentando vivir de esto, y antes habíamos trabajado en varios proyectos que no acabaron de fructificar… «. Habla en plural, porque hay un puñado de nombres coincidentes en Drama, la serie que acaba de estrenar en Playz (el autodenominado canal digital de contenido joven de TVE), y en La gran ofensa, la obra sobre los límites del humor que representa en el Teatro Lara de Madrid. En ambas, con producción de El Terrat, que también le fichó como guionista para desarrollar proyectos de ficción.
Nombres coincidentes… ¿la pandilla de Dani? «Hay mucha endogamia, sí», explica entre risas. «En realidad, somos un grupo de amigos que nos vemos casi a diario, vivimos en el barrio de Gràcia, quedamos constantemente en el mismo bar, hablamos de todo y nos ayudamos mucho en los proyectos que no realizamos juntos. Pero sí, con Serapi Soler, Oriol Pérez y Artur Busquets ya hicimos la peli Losers (2015), y ahora La gran ofensa en el teatro. Y Oriol y Artur también están en Drama. Y hemos trabajado en otras cosas que no han salido. Tener éxitos propios no tiene nada que ver con el hecho de poderlos compartir con amigos con tanto talento. Esto es mucho mejor».
Pese a lo que anuncia el título, Drama no pide una caja de kleenex al espectador, más bien todo lo contrario. El periplo de su protagonista, África, no es agradable, pero sí muy cotidiano, y la serie lo trata desde el prisma del humor: «Es una millennial que ha decidido no decidir, que lleva una vida en la que no marca un futuro porque no se ve un futuro claro. Pero empieza a madurar en el momento en el que se queda embarazada y, sí o sí, debe tomar decisiones», cuenta Amor, acreditado como creador de la serie, y coguionista junto a su socio habitual Oriol Pérez y a la humorista Charlie Pee.
Esa es la premisa, el gran e inesperado dolor de cabeza que afronta la protagonista, una veinteañera que vive entre la precariedad laboral y el escepticismo vital, que comparte piso con sus amigos y folla para olvidar un desengaño amoroso, que cuida a una abuela que no sale de la cama y pone firme a un padre cuarentón (tronchante Ignatius Farray) con tendencia al caos. Una chica que vive, en definitiva, lo que viven tantas gentes de su edad. La pátina de humor acompaña el tránsito hacia la madurez de África, su decisión de abortar y sus reacciones ante un embarazo del que decide hacer partícipes a los posibles padres de la criatura, en un relato fresco y lleno de verdad, que se fija en lo cotidiano y trata de huir del estereotipo. Con un empaque visual mucho más que solvente, y con un trío protagonista -la imparable Elisabet Casanovas (Merlí, Benvinguts a la família), la sorpresa Júlia Bonjoch, y el siempre estupendo Artur Busquets (Tres dies amb la família, Estoy vivo)- que aporta naturalismo y hace crecer el relato.
En ‘Drama’, África duda entre los varios candidatos a haberla dejado embarazada. Me vino a la cabeza ‘Lovesick’ y el periplo de su protagonista, avisando a sus antiguas amantes de la ETS que sufre…
No eres el primero que me habla de Lovesick, pero no la había visto. En realidad, y no sé si lo he conseguido, una de las intenciones que teníamos desde el principio era basarnos en historias reales de nuestro entorno, y no mirar hacia otras producciones con estructuras preconcebidas. Está claro que he consumido muchísimas series y mucho cine, y probablemente haya referentes inconscientes, es inevitable. Sí es verdad que quería hacer algo parecido a las series que yo veía de chaval.
En este sentido, en algún momento se me sugirió rejuvenecer un poco más a los personajes, por el espíritu de Playz, más dirigido a un espectador muy joven. Pero es que yo, con 14 o 15 años, veía series como Friends, que eran, de algún modo, aspiracionales: te imaginabas viviendo en un piso compartido, querías ser Chandler. Así que decidimos que no pasaba nada porque los protagonistas de Drama fueran algo mayores, así también podíamos conectar con un público de más edad que la habitual en Playz. Series como SKAM, con personajes adolescentes, me parecen estupendas, muy realistas, pero yo quería hacer otra cosa.
Y apuestas, también, por una protagonista femenina de armas tomar…
«Esta es una serie hecha entre amigos, porque probablemente no habría podido hacerse de otro modo»
Sí, siempre digo que Eli Casanovas tiene algo de África, aunque ella no lo ve en absoluto. Eli tiene mucha luz, es muy buena tía, y quizás África sea más gamberra y dura, un torbellino de emociones que envuelve a todo el que la rodea. Pero ambas tienen algo, una energía, en común: cuando Eli entra en un sitio todo el mundo se da la vuelta, es muy poderosa, igual que su personaje.
En este sentido, me parece que estamos viviendo un momento muy interesante en la ficción que se está dando voz a más mujeres creadoras y guionistas, y en la que hay personajes femeninos más complejos. Soy muy fan de Phoebe Waller Bridge y de Fleabag, de Greta Gerwig, que ha hecho una versión brutal de Mujercitas, y de Laurie Nunn, la creadora de Sex Education. La vi después de hacer Drama, pero que me ha hecho aprender mucho respecto a cómo plantea los asuntos y conflictos desde la comedia.
Vamos al origen del asunto. ¿De dónde nace ‘Drama’?
Los de El Terrat vinieron a ver Hawai, una obra que hacía en la sala Barts de Barcelona. Les gustó, y me dijeron que estaban abiertos a escuchar ideas. Por otro lado, conocía desde hacía tiempo a Elisabet Casanovas y alguna vez me había pedido que escribiera algo para ella. Yo le veía potencial cómico por explotar, y un día, hablando con Eli sobre el aborto, que es un tema bastante tabú, se encendió la chispa. Me parecía algo interesante de explorar.
Después, las primeras reuniones con Playz ya fueron muy satisfactorias, les gustó mucho la propuesta desde el principio y todo fue bastante rodado. Es curioso porque, en el fondo, Drama y la obra que hago en Madrid, La gran ofensa, comparten el uso del humor, de la comedia, para abordar temas que están a la orden del día y en mi entorno: el embarazo y el aborto, por un lado, y los límites del humor, por el otro. Son asuntos serios, a veces incluso tabú, y me apetecía tratarlos de una manera canalla y desenfadada.
Las producciones de Playz suelen acompañarse de la etiqueta de webserie…
Nunca tuve en la cabeza el chip de hacer una webserie. Quizás sí tomé conciencia de la realidad después de reunirme con el equipo de producción, tras las dos o tres primeras versiones de guion. Me preguntaron si estaba flipando, con todo lo que queríamos rodar (risas). Con Ginesta Guindal, la directora, tuvimos que montar un auténtico circo para hacer que todo encajara, y para que todo fuera aparente: nosotros sí sabemos lo que queríamos hacer y lo que pudimos llevar a cabo finalmente. Esta es una serie hecha entre amigos, porque probablemente no habría podido hacerse de otro modo.
El presupuesto de Playz era el que era, así que levantar la serie necesitaba que todos diéramos un plus. Pero, pese a los recursos limitados, la idea era hacer un producto que pudiera emitirse en cualquier plataforma o cadena de televisión. Y en este sentido nuestra ambición es máxima: podría haber más Drama que contar y no cerramos ninguna puerta ni a ninguna posibilidad de que esto siga creciendo en un futuro. Siempre hay más Drama en nuestras vidas… (risas).
Hablabas del presupuesto limitado, pero ¿hacer una serie para Playz, que tiene menos repercusión que otras plataformas de contenidos, da más tranquilidad? ¿Quita presión?
«Si alguien iba a dejar de ver ‘Drama’ por una cuestión idiomática, probablemente es un tipo de espectador que tampoco se hubiera interesado por ella»
Aunque sea externa, Playz es una plataforma que trabaja con los mismos procedimientos que Televisión Española, y hay comités y demás que deben aprobar los presupuestos, y que hicieron que se alargase el proceso. Pero más allá de eso, probablemente sí sea cierto que sus circunstancias permiten que el canal pueda ser un banco de pruebas, que confíen un poco más de lo normal en sus productos, y quizás a los creadores se nos deja trabajar más tranquilos. Ellos remaron a favor desde el principio y nos dieron mucha libertad. Eso les da buenos resultados. He descubierto Playz a raíz de trabajar para ellos y la verdad es que emiten cosas muy interesantes, algunas joyas, que a veces pasan desapercibidas porque las grandes cadenas y plataformas se lo comen todo.
Volviendo a la presión… más allá de los recursos está la autoexigencia de cada uno, y la mía era muy alta. No sé si hubiera trabajado más presionado para Netflix, por ejemplo y para entendernos, porque este era un proyecto muy personal y ambicioso. Creo que lo hubiera afrontado exactamente del mismo modo.
Antes decías que muchos proyectos se habían quedado por el camino… En la serie se habla de precariedad laboral, y eso es algo que también asalta al sector audiovisual.
Sí, de hecho antes de trabajar como guionista o actor, he hecho mil trabajos, en plan Homer Simpson. Creo que está bien hablar de la precariedad que también sufrimos quienes hacemos cine o televisión. Igual que hay que tener muy claro que puedes llegar a determinados sitios, hay que ser consciente que también puedes caer rápidamente, y eso es más duro, porque nadie está preparado para perder lo que consigue. Hay muchísima gente intentando ganarse la vida en este mundo, y la única forma de llegar es creer en ti mismo.
Yo he hecho cosas que me han hecho sentir el síndrome del farsante: eso de que he llegado a donde he llegado porque he engañado a mucha gente, porque no eres tan bueno como se puedan creer… Tienes que estar muy convencido, lucharlo, creer en ti. Y también me parece muy sano crecer en paralelo con otra gente, con un apoyo mutuo, porque uno no llega a ninguna parte solo.
Uno de los aspectos que más habéis destacado de ‘Drama’ es su bilingüismo.
De eso estoy muy orgulloso. La idea apareció en una reunión con Playz, cuando me preguntaron si la haríamos en catalán o en castellano, que era algo que no me había planteado. Y pensando en ello, mi realidad en Barcelona, y ahí es donde se sitúa la serie, es que se habla en ambas lenguas con total naturalidad. Si íbamos a apostar por el realismo, teníamos que hacer una serie bilingüe. Y a la cadena le encantó, incluso pensaban que debía prevalecer el catalán, como acaba pasando.
Quizás al principio tuve algo de respeto, de miedo, pensando en que la decisión podría ir en contra de la serie, que podría alejar a algunos espectadores, pero ahora estoy muy contento de la apuesta. Si alguien iba a dejar de ver Drama por una cuestión idiomática, probablemente es un tipo de espectador que de todos modos tampoco se hubiera interesado por ella. En realidad es peor traicionarse a uno mismo que renunciar a según qué asuntos.