Cuestiones de familia
Las familias disfuncionales triunfan en la tele

Cuestiones de familia

El buen rollo ha perdido la batalla: traumas, rencores y rencillas son la norma en los clanes de la pequeña pantalla
Transparent

Se suele decir que la familia no se escoge, sino que toca. La arbitrariedad, para bien o para mal, de la composición de nuestras genealogías sirve como excusa a muchas series para unir bajo el mismo techo a seres de personalidades antagónicas. Y es que, aunque compartamos vínculos de sangre, en ningún lado está escrito que nuestros parientes nos tengan que caer bien.

En la ficción podemos encontrar numerosos clanes de convivencia difícil. Las rencillas y los reproches se van acumulando en el listado mental de faltas, preparadas para salir disparadas como torpedos en los momentos de tensión. La ficción está repleta de discusiones subidas de tono entre parientes, momentos de caos total que hacen que respiremos aliviados al comprobar que siempre hay familias peores que la nuestra.

«El egoísmo evidente de los tres hijos contrasta con la sensibilidad con la que Jill Solloway, creadora Transparent, desarrolla una cuestión tan compleja como el cambio de sexo»

De batallas dialécticas y traumas escondidos bajo la alfombra saben mucho los Pfefferman de Transparent, el ejemplo más reciente de familia disfuncional que nos ha llegado de la mano de Amazon. El cambio vital al que se enfrenta el patriarca, brillantemente interpretado por Jeffrey Tambor, desorienta a los hijos y sirve como excusa para sacar a relucir todas sus dudas y conflictos no resueltos, con la identidad sexual como uno de sus ejes vertebradores. El egoísmo evidente de los tres hijos contrasta con la sensibilidad con la que Jill Solloway, creadora de la serie, desarrolla una cuestión tan compleja como el cambio de sexo. Las relaciones paterno filiales, que basculan desde la incomprensión a la protección, son parte del encanto de esta dramedia de marcado carácter indie.

Desde Transparent damos el salto a A dos metros bajo tierra estirando el hilo de las conexiones seriéfilas. Los Fisher son uno de los linajes con pedigrí de la pequeña pantalla y, de alguna manera, el reverso depresivo de los Pferfferman, no en vano Jill Soloway trabajó como guionista en la serie de Alan Ball durante cuatro temporadas. La muerte es el medio ambiente de esta familia, que no se distingue por una alegría desatada sino más bien por recrearse en su desencanto hacia la vida.

Reparto de A dos metros bajo tierra (HBO)

Si los Fisher nos hacen vivir con el corazón encogido, los Bluth de Arrested Development hacen que esbocemos una sonrisa socarrona cada vez que los vemos hacer el ridículo. De nuevo nos encontramos con Jeffrey Tambor que nos demuestra que tiene un máster en lidiar con hijos complicados. El apellido Bluth es sinónimo de extravagancia y locura en términos superlativos. Los niveles de mezquindad en sangre de los cabezas de familia, George y Lucille Bluth, son elevados y de ello pueden dar buena cuenta sus hijos que, junto con los negocios fraudulentos de su padre, han heredado el noble arte de la manipulación y una retahíla de taras que los convierten en los peores seres vivos sobre la faz de la tierra. Material de primera para crear una comedia de culto que reflejaba la estupidez y vanidad de unos ricachones venidos a menos.

«Togetherness hace hincapié en la decepción que supone no haber conseguido lo que te habías propuesto en la vida»

En HBO también consideran que la familia es material de primera para crear una buena comedia. Si además le mezclamos un poco de encanto indie, podemos tener caballo ganador. De nuevo nos encontramos otro miembro del equipo de Transparent pero esta vez detrás de la pantalla. Jay Duplass, que en la serie de Amazon interpreta a Josh Pferfferman, se ha unido a su hermano Mark (¡la familia de nuevo!) para crear Togetherness, una comedia con los tics propios del cine alternativo: matrimonio que ya casi no recuerda lo que es el sexo se ve obligado a acoger bajo su techo a la cuñada enamoradiza y al amigo fracasado. Sumémosle dos niños marraneando y nos encontramos con una comedia que hace hincapié en la decepción que supone no haber conseguido lo que te habías propuesto en la vida (una relación de pareja perfecta, una carrera profesional de éxito, un poco de amor…).

Reparto de Matrimonio con hijos

Pero si hay una serie que ha reflejado la decadencia de la vida conyugal en todo su esplendor y mala leche es Matrimonio con hijos. Los protagonistas formaban la típica familia media-baja norteamericana de vida suburbial: padre gris y desencantado, madre hortera y reina del animal print, hija ligera de cascos y vástago con pocas luces. Este modelo de familia ha mutado en una y mil formas en la pequeña pantalla, a cada cual más ácida y provocadoras, algunas tan célebres como Los Simpson y Padre de Familia.

«El clan mafioso de New Jersey se lleva la palma en cuanto a violencia y drama, más aún si tenemos en cuenta que la palabra “familia” adquiere un significado extensivo»

Ante tal riqueza de familias desestructuradas, parece que debiera ser difícil escoger la reina de entre ellas. Sin embargo, un nombre resuena insistentemente en nuestra a cabeza: Soprano, Soprano, Soprano…Efectivamente, el clan mafioso de New Jersey se lleva la palma en cuanto a violencia y drama, más aún si tenemos en cuenta que la palabra “familia” adquiere un significado extensivo, más allá de los lazos genéticos. En la serie de HBO todo el mundo es primo o tío, aunque no sabemos muy bien cual es la verdadera relación familiar. A estos parientes sobrevenidos, en realidad trabajadores con derecho a protección, le hemos de sumar la auténtica, capitaneada por una madre salida del Averno y un tío al que le une una relación amor-odio de peligrosas consecuencias. Seguramente solo los Lannister de Juego de Tronos serían capaces de competir en igualdad de condiciones en un ranking de maldad.

La televisión hace tiempo que entendió que no existen las familias perfectas y que si existieran no serían interesantes. Gritos, engaños y triquiñuelas son la salsa de la vida en comunidad, lo que hace que despotriquemos de nuestros parientes pero que, en el fondo de nuestro corazón, nos hace adorarlos.

Escrito por Alejandra Palés en .

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