Crítica de 'selftape' (Filmin): Sangre de mi sangre - Serielizados
Crítica de la serie (Filmin)

‘selftape’: Sangre de mi sangre

'selftape' es la serie original de Filmin más redonda hasta la fecha. Las hermanas Vilapuig, Joana y Mireia, firman un espejo roto donde realidad y ficción se dan la mano.

Las hermanas Joana y Mireia Vilapuig en una escena de 'selftape'.

Creada y protagonizada por Joana y Mireia Vilapuig, selftape, es, sin lugar a dudas, una de las grandes series de la temporada.

Hace ya un tiempo, yendo en consonancia con su estrategia de contenido en plataforma, Filmin decidió dar un paso adelante y lanzarse a la producción propia. Abogando por la «marca Barcelona» y la apuesta por el talento emergente, la primera serie que cobró vida bajo ese prometedor sello fue la experimental Doctor Portuondo de Carlo Padial. Un año después, la recientemente triunfadora en el festival Series Mania, Autodefensa de Belén Barenys y Berta Prieto, asaltó nuestras pantallas. Y ahora, cuando todo parecía indicar que su predecesora seguiría acaparando todos los comentarios y atenciones, llega selftape.

Presentada en el marco Pantalla TV del Festival de Málaga, esta serie es la ficción más redonda de Filmin Originals hasta el momento. 

Mireia Vilapuig en selftape

Como si de un espejo roto se tratara, realidad y ficción se dan de la mano para crear algo que parece mantenerse en el límite de la ensoñación, pero que claramente pertenece a nuestro mundo. Concretamente al de las hermanas Vilapuig. Y al de muchas otras personas.

La serie es un retrato levemente modificado de ambas. Una fotografía que revela a dos jóvenes actrices angustiadas por el porvenir, como las propias Vilapuig. Selftape nos regala la posibilidad de acomodarnos en un asiento que muchas veces rehuimos ocupar, el de: «yo también me he sentido así».

Huyendo del meme recurrente «that’s totally me«, y de los homogeneizantes retratos generacionales a los que nos hemos visto sometidos tanto millenials cómo generación Z —estigmatizados por nuestra supuesta desgana vital, descritos como perezosos, individualistas, o aburguesados—, Selftape se construye sobre los pilares de lo subjetivo con un muchísimo mimo, mostrando especial cariño y devoción por todos los que se han visto forzados a renunciar a sus sueños. Una carta abierta personal y emotiva a los anhelos que fueron precedidos por decepciones. Al dejar ir. A no aturarse. A seguir viviendo a pesar de todo.

“Es muy difícil mirar a la niña que eras y a la que soñaba con ser actriz y decirle que quizás te has equivocado”

En su centro: dos mujeres contemporáneas dejándonos entrar en sus vergüenzas. Las hermanas Vilapuig nos muestran sus vivencias, que aunque se enmarcan dentro de lo personal, nunca son excluyentes. Su mensaje, a pesar de lo íntimo, es extrapolable e universal para sus espectadores. La identificación siempre prevalece por encima de la recreación, y es muy difícil no sentirse interpelado por los sentimientos de ambas protagonistas. 

Sus creadoras, convertidas en rostros adolescentes populares de la televisión hace más de una década gracias a la serie Polseres vermelles, regresan a sus 28 y 25 años, para mostrarnos su momento vital presente. Las que un día fueron consideradas como «jóvenes promesas», vuelven a nuestras pantallas para mostrarnos las consecuencias de los juguetes rotos dentro de una historia que llama la atención por su extraordinaria particularidad.

Joana Vilapuig en selftape.

Los selftapes son una modalidad de auto-grabación de castings a distancia que permite a los directores de casting hacer una primera selección de actores sin tener que organizar encuentros presenciales. Algo que tanto Mireia como Joana (reales y personajes) han hecho infinitas veces con un único fin: poder actuar. A lo largo de la serie, esta practica, además de videos caseros familiares, aparecen en pantalla como un mecanismo fílmico que permite a la directora Bàrbara Farré, intercalar de forma muy inteligente el pasado con el presente. La alegría con la condena. 

En todos esos vídeos insertados a golpe de corte, vemos a las hermanas de pequeñas y de adolescentes. A dos niñas que juegan entre ellas, que hacen teatrillos, y que se abrazan entre risas. En esos fragmentos pasados encontramos una verdad aplastante: la vida no vuelve. Momentos cristalizados a través de cámaras digitales que son profundamente emotivos justamente por eso. Por que sirven como recordatorio de los sueños, las esperanzas y el optimismo de antaño. Imágenes que amplían, aún más, el componente meta de la serie, y que diluyen de forma paulatina la barrera entre lo verídico y lo ficcionado.

«No sé qué haces aquí si no hay nadie que te quiera»

Joana y Mireia se han visto proyectadas a través de selftapes durante toda su vida. Selftapes que han exacerbado sus inseguridades, complicado sus relaciones sentimentales y paternofiliales, y precarizado sus situaciones. En esa circunstancia vemos una clara crítica a la industria audiovisual. A cómo repercute el éxito en una edad temprana. Sin olvidar la precariedad laboral, la falta de oportunidades, la incomunicación y el papel de la mujer en la industria. Y cómo todo ello, en mayor o menos medida, afecta a la salud mental y el bienestar de sus protagonistas.

Lo curioso, es que aunque estamos viendo una historia muy concreta, proyectada a través del oficio de actriz, la serie siempre conecta con la universalidad de la experiencia femenina. Ya no solo en términos de imagen, sino en términos de estandarización, de aquello que se espera de nosotras. De como siempre acabamos siendo encorsetadas y obligadas a pasar por ciertos filtros, para encajar en unos determinados cánones sociales y laborales.

Un fotograma de ‘selftape’, el nuevo Filmin Originals.

Con un silencioso guion –claro ejercicio de introspección y economía narrativa–, selftape se apoya en sus actuaciones, su dirección y su fotografía minimalista. Una decisión que nos permite vislumbrar con más claridad las batallas internas de las hermanas. 

Lo más interesante de todo, es que la serie escapa de la fácil narrativa de «descenso a los infiernos», y apuesta por el encuentro de la luz al final del túnel. Por el amor y la hermandad como victoria. 

Es probable que una vez acabéis la serie os sintáis con la necesidad de llamar a vuestras hermanas u hermanos. O a cualquiera de esas personas a las que otorgamos ese título sea por parentesco, vientre, sangre o circunstancias. Es probable que llaméis, y que corráis en la misma dirección buscando el abrazo, como ellas. Y también es probable, que en el momento en el que os encontréis, todo resulte más bonito, y más ligero.

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