Crítica de ‘Poker Face’ (SkyShowtime): Se ha escrito un crimen
Crítica de la serie (SkyShowtime)

‘Poker Face’: se ha escrito un crimen

Los andares desgarbados y la personalidad arrolladora de Natasha Lyonne dotan de una extravagante, y seductora, personalidad propia a la nueva creación de Rian Johnson (‘Puñales por la espalda’), una irresistible puesta al día de la mítica ‘Colombo’.

Natasha Lyonne en una imagen de 'Poker Face'.

Si dejamos de lado Star Wars: Los últimos Jedi, a la postre su película más comercial y popular, y en la que también dejó improta renovadora, Rian Johnson ha encontrado una coherente obsesión creativa en la deconstrucción de las mil y una variantes del thriller clásico.

El cineasta parece haber disfrutado de lo lindo dándole la vuelta al noir de los años 40 en Brick, o a los habitualmente manidos whodunnit en las dos entregas de Puñales por la espalda. Incluso en Looper, los viajes en el tiempo eran una excusa para aderezar la ciencia-ficción con abundantes elementos de cine negro.

Juguetón como él solo, Johnson se saca ahora de la chistera Poker Face (disponible en Sky Showtime), diez adorables y divertidísimos capítulos que vendrían a ser una versión modernizada de Colombo. No parece casual ni caprichosa la elección de Natasha Lyonne (maravillosa robaescenas en Orange is the New Black, fabulosa como atribulada atrapada en el tiempo en Muñeca rusa) para encarnar a Charlie, una mujer de vida desordenada, que desayuna cerveza y vive en una caravana, y que, desde que tiene memoria, disfruta de un curioso superpoder: es capaz de saber si alguien no dice la verdad con solo mirarle a la cara. Un detector de mentiras humano que siempre utiliza el mismo grito de alarma: “Bullshit!

‘Poker Face’ se entrega al carisma de Natasha Lyonne y sus andares desgarbados

 Esta insólita, y muy útil, habilidad la convirtió, en su momento, en una infalible jugadora de póquer en partidas de tamaño medio, sin demasiados focos. Una Cincinatti Kid de nuestros días (dice ella, aludiendo al igualmente nómada personaje de Steve McQueen en El rey del juego), que se llenaba los bolsillos sin necesidad de hacer más trampas que el uso de su particular ojo clínico. Hasta que el dueño de un casino la pilló, y, obviamente, nadie querría ser descubierto por aquel al que estás desvalijando. Pero a Charlie le dan una oportunidad de seguir viviendo a cambio de trabajar en el local, una jaula de oro para tenerla bajo control. Tener cerca a alguien con su talento es todo un chollo.

Natasha Lyonne es Charlie en ‘Poker Face’.

Las cosas se descontrolan cuando un asesinato, primero, y un suicidio, después, obligan a Charlie a poner pies en polvorosa, intimidada por aquel que la perdonó tiempo atrás. Y, en una huida que la llevará a cruzar el país, la protagonista se convertirá en una especie de Jessica Fletcher que acaba resolviendo un crimen allá donde se toma un descanso ante tanta carretera y manta.

Si bien hay una línea argumental que cruza la serie de cabo a rabo, esto es la escapada sin fin de la perseguida protagonista y la amenaza latente, el esqueleto narrativo que Rian Johnson propone en Poker Face está claramente inspirado en Colombo. Como en el clásico que inmortalizó a Peter Falk, cada episodio de la serie que nos ocupa comienza con un asesinato del que seremos testigos, identificando de inmediato al autor o autora material. Tras ese prólogo, descubriremos que nuestra heroína está siempre presente en el lugar de los hechos, y nos mostrarán cómo ha llegado hasta ahí, cuál era la relación que había creado con la víctima y/o con el criminal, y qué pasos seguirá hasta que la mentira le encienda la bombilla.

La vuelta de tuerca que propone Rian Johnson incluye abundantes referencias a la cultura popular relacionadas con la trama de cada capítulo

En realidad, Johnson y sus showrunners (Nora y Lilla Zuckerman) se guardan un as en la manga, y por momentos se saltan sus propias normas estructurando algún que otro capítulo de manera inesperada. Uno más de los encantos de Poker Face, que se entrega al carisma de Natasha Lyonne y sus andares desgarbados (herederos de los del gran Peter Falk), a su voz de carajillo de whisky, a toda esa excentricidad que lleva a cuestas. La actriz compone un personaje parlanchín y metomentodo, que a veces parece olvidarse de su instinto de supervivencia por su incapacidad de cerrar el pico.

‘Poker Face’ está disponible en SkyShowtime.

La vuelta de tuerca que propone Rian Johnson (director, por cierto, de tres de los episodios) incluye también abundantes referencias a la cultura popular más o menos relacionadas con la trama de cada capítulo: desde una escena de Pulp Fiction a simpáticas alusiones a Deliverance o a la serie Euphoria. Incluso se permite un revelador homenaje a Okja, aquella película de Bong Jong-ho sobre un cerdo gigante, cuyo visionado desencadena uno de los surrealistas casos que Charlie acaba resolviendo. Y, en este sentido, regala una deliciosa líneas de guion, cuando la protagonista, poniendo ejemplos de actores que transmiten verdad de la buena, cita a Patrick Swayze en De profesión, duro; a Jennifer Jason Leigh en Mujer blanca soltera busca, y a Christian Slater en Amor a quemarropa.

Más allá de los gustos cinéfilos/seriéfilos de Charlie, los que Rian Johnson aporta a las tramas son ricos y diversos. Por poner un ejemplo, en uno de los mejores episodios de Poker Face, el sexto, titulado Exit Stage Death y situado en el mundo del teatro, nos pasea entre bambalinas en una suerte de delirante cruce entre La Guerra de los Rose y ¡Qué ruina de función!

Con un desarmante sentido del humor, alérgica a los giros de guion imposibles y a las tramas retorcidas hasta el infinito, la serie apuesta por la sencillez inteligente

Otro de los ganchos de esta producción está en sus estrellas invitadas. A lo largo de sus diez episodios, se pasean desde Adrien Brody a Ron Perlman, pasando por Chloë Sevigny, Ellen Barkin, Joseph Gordon-Levitt, Cherry Jones, Nick Nolte o Hong Chau (reciente nominada al Oscar por La Ballena), además de Benjamin Bratt, el perseguidor oficial de nuestra detective sin licencia.

Adrien Brody es Sterling Frost Jr. en ‘Poker Face’.

Trufada de un desarmante sentido del humor (con mención especial para el tronchante perro racista del capítulo 3), alérgica a los giros de guion imposibles y a las tramas retorcidas hasta el infinito, Poker Face prefiere apostar por la sencillez inteligente, por un ritmo tranquilo que huye del que obligan los tiempos que corren, y por una identidad clara y directa. Y completamente a contracorriente: no están de moda los procedimentales de toda la vida, y echar la vista atrás y reivindicar series como Colombo, Se ha escrito un crimen o Los casos de Rockford (apostaríamos doble contra sencillo a que la caravana donde vivía James Garner podría ser vecina de la de nuestra Charlie) es, casi, una decisión política.

Con un final que abre las puertas a una segunda temporada, Poker Face es, en definitiva, una completa gozada que, disfrazada de serie menor, se aúpa como una de los mejores estrenos de este 2023.

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