'Coppola, el representante', crítica de la serie de Disney+
Crítica de la serie (Disney+)

‘Coppola, el representante’: Historia de una sombra en llamas

Disney+ estrena 'Coppola, el representante', la enésima producción de los creadores argentinos de moda, Gastón Duprat & Mariano Cohn, la adictiva biografía del 'bon vivant' que le llevaba los negocios a Maradona.
Coppola

Juan Minujín dándolo todo como Guillermo Coppola

 Coppola           «No queremos pan, tampoco Coca-cola: queremos lo que toma Diego Armando Maradona».

–Cántico apócrifo.

La maquinaria de todas esas plataformas que despachan churros en forma de disparates audiovisuales tiene a veces una curiosa forma de trabajar: aterrizan en ellas series con un aparato de marketing tan enorme que es imposible practicar el noble arte de la indiferencia por lo de no quedar en fuera de juego y –al mismo tiempo– aparecen productos de los que no se sabe absolutamente nada y que quedan atrapado en el bucle del presente infinito. El mismo día, una y otra vez, con la tonelada de novedades aplastando cualquier intento de separar el grano de la paja. Coppola

Es un universo condenado a implosionar del mismo modo que lo ha hecho cualquier sector basado en la premisa del crecimiento exponencial perpetuo. Ya hemos empezado a ver globos sonda en forma de fusiones que finalmente no se producen, pero que sirven para tantear el terreno. Y en medio de todo este ruido de fondo, el talento queda enterrado entre toneladas de marquesinas, clickbaits y gigantescas campañas de promoción y tienes que buscarlo como si fueras un espeleólogo en unas cuevas de Kentucky, con voluntad de hierro y muchas ganas de seguir avanzando, a pesar de la cantidad de impedimentos en forma de chatarra fílmica que ejercen de barricada en cada esquina.

Coppola, de donnadie a representante de un astro

Coppola, representante es el ejemplo perfecto de este tipo de dilemas existenciales, aunque Disney+ puede presumir de galones a la hora de estrenar series con sello de calidad: Shogun, Nada, Andor o El encargado son buena muestra de ello. No hubo demasiado ruido con el estreno: un show (nunca mejor dicho) sobre el tipo que se hizo famoso por representar al que muchos consideran el mejor jugador de futbol de todos los tiempos: Diego Armando Maradona. 

Todo es como un gigantesco tambor latiendo a toda velocidad que el espectador se come como una bolsa de patatas una tarde tonta en casa.

El cartel pintaba raro, lo de Maradona daba pereza y nadie dijo nada. No pusieron ninguna lona gigante en la plaza del pueblo y el protagonista no fue a El hormiguero a hablar de sus mierdas. Total, que no hubo más remedio que arriesgarse. El cabeza de cartel era un tal Juan Minujín, al que la mayoría de los mortales no pondrán cara y que tenía por delante un reto mayúsculo: dar vida a un tipo que lidiaba con más marrones que Hitler en la 2ª guerra mundial. El que quiera saber más de Guillermo Coppola que ponga su nombre en la Wikipedia, aunque yo aconsejaría hacer esto último después de ver la serie y no antes: hoy en día, la desinformación es un elemento básico a la hora de ver cualquier cosa.

Un truhán, un señor

Guillermo Coppola era un donnadie en Buenos Aires que –cosas de la vida– empezó a llevar los asuntos pecuniarios de varios jugadores de Boca Juniors, un equipo argentino legendario. Ah, una advertencia: que nadie se aparte de este show porque no le gusta, no le interesa, o le da asco el fútbol. En Coppola, el representante el fútbol no le importa ni al propio Coppola y lo único importante en Coppola es Coppola.

Sale más gente en la serie, pero lo cierto es que Minujín ofrece un tour de forcé tan descomunal desde el primer minuto que es bastante difícil que al acabar uno se acuerde de nada más que no sea este truhán que le hubiera hecho la trece catorce a cualquiera, en cualquier lugar del mundo, en cualquier circunstancia: el timador elevado al cubo.

Coppola

Juan Minujín es Guillermo Coppola en ‘Coppola: El representante’.

La serie tiene algo similar al glutamato sódico, aparentemente inofensivo, pero extremadamente adictivo y está tan bien armada que no importa que sus responsables hagan locuras con el montaje y salpiquen cada episodio de toda clase de artimañas audiovisuales, cambios de formato, de textura o lenguaje narrativo.

Todo es como un gigantesco tambor latiendo a toda velocidad que el espectador se come como una bolsa de patatas una tarde tonta en casa: no importa que lo aporreen sin cesar y que amplifiquen el sonido con un megáfono. Coppola, el representante se las apaña para sonar todo el rato como si la hubieran compuesto los Rolling Stones en los años 70, cuando iban hasta arriba de diecisiete tipos de drogas distintas.

Maradona sin Maradona

Además, en una decisión arriesgada, pero sabia, Maradona no aparece ni una sola vez. No le encargan a ningún actor que se ponga una peluca y trate de emular al Pelusa. Se le ve un par de veces de espaldas y una vez en la tele. Lo demás son infinitas llamadas telefónicas en las que solo escuchamos al tal Coppola tratando de apagar fuegos como si fuera un extintor humano.

Esta serie argentina tiene todos los ingredientes para ser la insoportable biografía de un ser abyecto y sin embargo es el retrato de lo que les pasa a los que ambicionan el poder y se acercan demasiado a él.

«Maradona ha disparado a unos periodistas», «Maradona ha incendiado una casa», «Maradona le es infiel a su mujer», «Maradona ha dado positivo por cocaína». Mientras los titulares aplastan al representante, éste tiene tiempo de ejercer de Don Juan, de bombero, de comisionista, de pony de un circo en quiebra y de hombre de principios, los suyos. Y no es que, si no le gustan, tenga otros, es que los tiene ya de entrada. Todos: los tuyos, los suyos y los de tu primo.

El show de Juan Minujín Coppola

Coppola, el representante nota la escritura de los dos argentinos de moda, los creadores de las mencionadas El encargado y Nada, y sobre todo la elección de un actor que se come el escenario, la tele y al propio televidente con una exhibición de talento que se le cae de los bolsillos.

Capaz de la comedia más loca, del drama más tronado o de una extraordinario sutileza (el episodio de la cárcel es un ejemplo de cómo meter todos los personajes que a uno se le puedan ocurrir en el cuerpo de un solo actor), cargando sobre sus espaldas todo el peso de un show, que puede ser a la vez expansivo e introvertido, chalado o desesperante, bello u oscuro.

Coppola

‘Coppola, el representante’ está disponible en Disney+.

Esta serie argentina tiene todos los ingredientes para ser la insoportable biografía de un ser abyecto y sin embargo es el retrato de lo que les pasa a los que ambicionan el poder y se acercan demasiado a él, de los que creen ser ignífugos y acaban chamuscados por volar demasiado cerca de tipos que son planetas alrededor de los cuales no es posible orbitar sin ser aplastados por su gravedad. Coppola somos todos los que hemos pensado algún día que la vida, nuestra vida, nos iba demasiado grande.

Aunque a él, dejémoslo claro, la vida le iba pequeña.

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