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“Ahora escucha la historia de mi vida…
Clásica forma de empezar a relatar una historia. Simple pero eficaz a la hora de captar la atención del oyente. Denota que hay algo interesante a contar, que merece la pena seguir escuchando. El Cantar de mio Cid empieza tal que así: “De los sos ojos tan fuertemientre llorando / tornava la cabeça e estávalos catando / vio puertas abiertas e uços sin cañados, / alcándaras vazías, sin pielles e sin mantos / e sin falcones e sin adtores mudados. / Sospiró mio Çid, ca mucho avié grandes cuidados, / fabló mio Çid bien e tan mesurado, / -Grado a ti, Señor, Padre que estás en alto, / esto me an buelto mios enemigos malos”. Es una forma más rebuscada de introducir una historia, pero se basa en la misma idea de dejar claro que lo que viene por delante es digno de toda nuestra atención. Los raperos son los juglares de nuestra era.
… y de cómo el destino cambió mi movida.”
Ojo, que aquí hay tela que cortar. El determinismo es una teoría que dice que el desarrollo de los fenómenos naturales, incluyendo las acciones humanas, está necesariamente determinado por unas condiciones iniciales inamovibles. Por lo tanto, si existe tal destino, en ningún momento CAMBIA la movida de Will, puesto que desde antes que el tiempo fuera tiempo ya estaba predeterminado que él abandonara Filadelfia para ir a Bel-Air. Si aceptas el concepto de destino, tu movida siempre fue esa Will, por sorprendente que te parezca. Decir que el destino CAMBIA algo es paradójico, un sinsentido que martillea mi cabeza cada vez que veo un refrito de esta bendita serie. Pero no dejemos que este desliz abata nuestros pesarosos corazones y sigamos.
“Sin comerlo ni beberlo…
Así me gusta, tirando del refranero popular español. Este dicho en particular, “ni comerlo ni beberlo”, hace referencia a vivir una situación sin tú haber tenido nada que ver en que esta se produzca. Como veremos en el desarrollo de la canción, claramente Will miente sin ningún tipo de pudor, puesto que en parte sí es responsable (aunque sin mala intención) de su huída de Filadelfia.
… llegué a ser el chuleta de un barrio llamado Bel-Air.”
El barrio de Bel-Air es conocido por ser uno de los más pudientes de la ciudad de Los Ángeles. El precio actual de la vivienda duplica la media del estado de California y el sueldo anual medio es de 135.000$ (en California es de 29.000$). Proviniendo de orígenes humildes, es evidente que Will no puede convertirse en el chuleta del barrio a golpe de talonario, así que para conseguir su objetivo debe hacer gala de la fuerte y extrovertida personalidad que muestra a lo largo de las seis temporadas que dura la serie.
“Al oeste en Filadelfia, crecía y vivía…
En los años 90 la ciudad de Filadelfia tenía un millón y medio de habitantes, década en la que vivió un boom de inmigración procedente de Asia y América Latina. Situada a un hora en coche de Nueva York (The Deuce) en dirección norte y a una hora de Baltimore (The Wire) en dirección sur, Filadelfia se caracterizaba en aquella década por su estado económico catastrófico (un agujero de 250 millones de dólares en sus cuentas) que llevó a la ciudad al borde de la bancarrota. Sabiendo esto es más fácil entender el siguiente punto.
… sin hacer mucho caso a la policía.”
Entre 1990 y 1996, años en los que se emitió El Príncipe de Bel-Air, se registraron en Filadelfia un total de 3.155 homicidios, lo que deja una media de 525 al año durante ese periodo. Ya no es que, como dice Will, no se hiciera «mucho caso a la policía», sino que directamente la ciudad entera se había convertido en un escenario de guerra. Se conoce la actividad en la ciudad de mafias tales como la rusa, la irlandesa, la griega, la judía o la jamaicana, además de la presencia de Latin Kings, bandas de moteros y bandas afroamericanas como la Black Mafia (posibles culpables, según lo que se ve en el vídeo, de meter en problemas a Will y forzar su huída a L.A.).
“Jugaba al basket sin cansarme demasiado…
El baloncesto es una religión para los afroamericanos. En el último partido de los All-Star, que congrega a los mejores jugadores de la temporada NBA, 23 de los 25 seleccionados eran de raza negra. En el año 2015, un 75% de los jugadores de la liga eran negros. Además, se trata de un deporte muy popular en los suburbios estadounidenses, donde abundan pistas de baloncesto donde los jóvenes del barrio se reúnen para echar unas canastas. El basket no es elegido al azar aquí, representa los orígenes culturales y sociales de Will.
… porque por las noches me sacaba el graduado.”
A no ser que Will se estuviera sacando la ESO en una academia nocturna, habla de follar. Sin embargo, en la tercera temporada de la serie Will admite a Carlton que es virgen. Me cago en san Rocco Sifredi, otra vez que lo pillamos mintiendo.
“Cierto día jugando al basket con amigos…
Pues eso, Will juega al basket y Smith al baloncesto, como diría Sergio Ramos.
… unos tipos del barrio me metieron en un lío.”
Los encargados de meter a Will en un lío son cinco bigardos con cadenas de oro y ropa rapera que están escuchando música (probablemente a Public Enemy o Salt-N-Pepa) en un radiocassette de grandes dimensiones. Will le da un pelotazo en la cabeza a uno de ellos. Deduzco que deben ser gente muy peligrosa si son capaces de amenazar de muerte por una nimiedad como ésta. Tráfico de drogas, proxenetismo, mercadeo de armas… nadie sabe a lo que se dedican estos maleantes, pero lo que está claro es que consideran que Will les ha faltado al #RESPECT y le animan amablemente a huir de la ciudad. La ley de la selva.
“Y mi madre me decía una y otra vez…:
Niños, escuchad siempre a vuestra madre. Que te amenace una banda armada es jodido, pero un chancletazo en la frente es siempre peor.
… ¡con tu tío y con tu tía irás a Bel-Air!”.
La madre del vídeo, que no es la misma que aparecerá a lo largo de la serie, anuncia aquí a Will su marcha a Bel-Air. Con esta simple frase, la señora sienta las bases de una de las series más exitosa de la historia de Estados Unidos.
“Llamé a un taxi, y cuando se acercó…
Llamar un taxi no tiene mucho secreto, es una actividad muy habitual entre las personas con ideología de extrema derecha. Por cierto, Will no va en taxi de Filadelfia a Los Ángeles (separadas por 4.300km, 40 horas por carretera según Google Maps), en una versión extendida de la canción Will explica cómo su madre le compra un billete de avión.
… su molona matrícula me fascinó.”
La matrícula en cuestión, de color azul, lleva escrito en letras amarillas ‘CALIFORNIA FRESH’. No está mal, aunque yo hubiera preferido ‘CALIFORNIA FRE$H’.
“Quería conocer a la clase de parientes…
El tío Phil, gordo como un barril y con más mala leche que Cersei Lannister de resaca; la Tía Vivian, adorable y tierna; Ashley, la pequeña de la casa y cuya rebeldía encontrará un gran apoyo en Will; Hilary, un ser humano absolutamente prescindible; Carlton, un auténtico idiota que a mi y a millones de personas llegó a robarnos el corazón con sus bailes y su pureza; Geoffrey, mayordomo y probablemente la persona más inteligente de la casa; y, bueno, también está ese pegote llamado Nicky, un niño odioso y aún más prescindible que su hermana Hilary.
… que me espera en Bel-Air con aire sonriente.”
Desde luego el tío Phil no le estaba esperando con aire sonriente. Sin embargo Will y él, siempre enfrentados, protagonizan la escena más emotiva de toda la serie cuando el padre de Will lo abandona nuevamente. Es realmente bonita (SPOILER: no pasa nada si lloras con el “How come he don’t want me?”).
“A las siete llegué a aquella casa…
Saber que el taxi le deja a las siete (sean de la tarde o de la mañana) nos permite situar la llegada de Will a Los Ángeles entre marzo y septiembre. En el vídeo el cielo ya es completamente azul: si Will hubiera llegado a la ciudad entre octubre y febrero aún no habría amanecido o ya habría empezado a atardecer. Este dato NO APORTA ABSOLUTAMENTE NADA pero es curioso, maldita sea.
… y salí de aquel taxi que olía a cuadra.”
Oler a cuadra, que bella metáfora y que ofensiva a la vez. Nada que añadir.
“Estaba en Bel-Air y la cosa cambiaba…
Sí que cambia, sí. De vivir en una ciudad hecha trizas por la economía y la delincuencia a vivir en una mansión de uno de los barrios más ricos de Estados Unidos y con los gastos pagados. ¿Dónde se firma eso?
… mi trono me esperaba, el príncipe llegaba.”
¡Ojo! Si George R.R. Martin se entera de que Will menciona la palabra ‘trono’ en esta canción es capaz de volver atrás en el tiempo, colarse en el equipo de guionistas de El Príncipe de Bel-Air y matar a la familia entera antes del tercer capítulo. Afortunadamente para nosotros no fue así y pudimos disfrutar muchos años de esta histórica serie, que aún hoy en día -¡más de veinte años después de que terminara, que viejos nos hacemos!- es capaz de sacarnos una sonrisa.
Y ahora sí, let’s rap: