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1. Por su historia
En 1953 Frank Olson, un bioquímico que trabajaba para la CIA, murió tras caer de un edificio en Manhattan. No se concluyó si fue un suicidio, un accidente o un crimen. En 1975, se desclasificó información que demostraba que Olson había participado en experimentos secretos para el control mental y la guerra biológica. En la actualidad, su hijo Eric cuenta el impacto que tuvo tal revelación en la familia y su búsqueda de una verdad que todavía hoy es relativa. Todo esto se explica al principio del piloto: el resto, hasta llegar a los seis episodios, configura una estremecedora crónica sobre esos otros mundos que no vemos, aunque estén en el nuestro.
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2. Por su estilo
Ya hace tiempo que el ‘true crime’ triunfa en las plataformas, pero este no es un ejemplo al uso del género: sus dramatizaciones del pasado, que cuentan con intérpretes como Peter Sarsgaard o Molly Parker, están tan bien rodadas, resultan tan elocuentes, que incluso llegas a desear que tengan serie propia. Es decir, que no son simples especulaciones de lo que no podemos saber, sino que apuntalan las palabras y los hechos con una contundencia extraordinaria. Y sirven, además, a uno de sus pilares conceptuales: las infancias traumáticas son un monstruo que nos persigue toda la vida.
3. Por Errol Morris
El autor de esta serie es uno de los documentalistas fundamentales de la modernidad. Autor de la magistral The thin blue line, que reveló la inocencia de un condenado a muerte en Texas, y Ganador del Oscar en 2003 por Rumores de guerra, sobre el que fuera Secretario de Defensa de Kennedy y Johnson, Robert McNamara, Morris ha construido su trayectoria sobre una misma idea: la imagen nos permite reconstruir verdades, pero siempre hay algo que no sabremos. En Wormwood persiste en demostrarnos que el conocimiento no conlleva la felicidad, porque implica un tránsito por el dolor y la renuncia.
Cada vez que padre e hijo aparecen juntos en fotos y películas domésticas, se te remueve el estómago
4. Porque da (mucho) miedo
Lo que te engancha de Wormwood no es solo su mirada a un caso que nos demuestra que vivimos en un mundo de conspiración y paranoia. Te atrapa porque da verdadero miedo: lo consigue en todas las escenas protagonizadas por Frank Olson (un espectro que camina indefectiblemente hasta la fatalidad), en las terribles revelaciones de su hijo Eric y también en el magistral uso de las imágenes de archivo. Cada vez que padre e hijo aparecen juntos en fotos y películas domésticas, se te remueve el estómago. Ésta (también) es una historia sobre el fin de la inocencia.
5. Por Eric Olson
Su testimonio es el demiurgo de la serie, porque es su búsqueda y su obstinación lo que la ha hecho posible. Pero Eric Olson es mucho más. Es el hombre que nunca conseguirá saber toda la verdad, por más que lleve décadas buscándola; es el hombre que nunca entenderá del todo en que trabajaba la agencia, por más que haya descubierto infinidad de secretos; es el hombre que nunca conocerá a su padre, por más que convirtiera su desaparición en una cruzada vital. Eric Olson nos encarna un poco a todas y a todos, porque sus fracasos se parecen mucho a los nuestros. Y porque, al final, hurgar en la vida ajena tiene un peligro: renunciar a la propia.