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Decido festejar el inicio del Orgullo revisitando el anime sáfico por excelencia. Como el bollodrama siempre es mejor a cuatro manos, convenzo a mi novia para que se una. Pone una sola condición: para hablar de Utena, debemos montar un dispositivo tan lésbico como la serie misma. La discutimos tomando un baño perfumado, que se acompasa a la intensidad rosita de sus temas, formas y sensaciones.
Elodie: Yo creo que tendrías que empezar introduciendo el contexto de la conversación. Hablar en una bañera me parece el marco perfecto para abordar una serie que es la máxima celebración de lo lésbico.
Mariona: Me gustaría darle una vuelta a esta idea. Si Utena es una celebración queer es porque nosotres hemos querido que así sea, porque la hemos convertido en una obra festiva.
Al final, el espíritu celebratorio siempre nace con un pie fuera de la obra, pero eso no lo invalida. Hablaba con mis amigas sobre cómo, de pequeñas, Utena les gustaba mucho aunque no supieran explicar por qué. Poder volver a la serie años después, muchas de ellas ya definidas como lesbianas, significaba reafirmar su propia identidad, el camino recorrido. Eso es una celebración en sí misma y me parece muy poderoso que algo así se pueda hacer a través de un anime.
Aunque Utena no es nunca explícitamente lésbico… Lo lésbico lo hemos construido en base a especulaciones y teorías, y tiene más que ver con lo que queremos que sea la serie que con que realmente es.
«Lo lésbico siempre se ha movido en terrenos de la especulación, más que de lo representado»
No estoy del todo de acuerdo con eso, y menos, considerando la pátina queer que esgrime Kunihiko Ikuhara, director del anime. Si bien la relación entre Utena y Himemiya tiene muchos matices que no la identifican de forma única con lo lésbico, no puedes negarme que el personaje de Juri es explícitamente L (su mismo nombre lo indica: Yuri en japonés designa el género del girl’s love). Claro que Utena es una serie para público adulto, no teen, espectadores del todo capaces de extrapolar a partir de pistas.
Tienes razón en que lo lésbico siempre se ha movido en terrenos de la especulación, más que de lo representado (eso es más del mundo gay, explica la historiadora queer B. Ruby Rich). Pienso en The Meeting of Two Queens, el “ensayo-fan” de Cecilia Barriga que unía a Greta Garbo y a Marlene Dietrich en una ficción corta hecha a base de retazos de sus películas. Cogiendo planos de aquí y de allí, Barriga conseguía que las dos reinas del cine clásico se enamoraran y flirtearan. Pero realmente The Meeting está hecho a base de películas muy diferentes, en pedazos que encajan solo porque queremos que lo hagan. Montamos una historia lésbica y nos la creemos porque necesitamos encontrar bolleras donde no las hay.
Un apunte: aquí abordamos solo la primera temporada de Utena. Yo he visto la película y allí sí hay cosas explícitamente lésbicas.
Apuntamos, ja ja ja.
Claro que siempre va a haber un juego velado en lo que se explica. De todas formas, creo que la serie es verdaderamente revolucionaria justo porque va mucho más allá de la etiqueta de “lesbiana”, y ya. De hecho, complejiza de raíz cuestiones que atañen al género, no solo a la orientación sexual. Utena es una chica que quiere ser un príncipe, en un movimiento dicotómico (del cuerpo femenino al ideal masculino) que lo remueve todo. El rol del héroe se ve totalmente traspuesto cuando lo toma ella.
Sí te digo que, desde lo más hondo de su diseño de personajes, juega muy bien a la escala de matices entre lo muy femme y… Bueno, ¿hay alguien que sea verdaderamente masculino en la serie?
Utena es muy tomboy.
Sí, pero la cosa va de tías. No creo que la serie esté interesada en lo más mínimo por el mundo masculino. De hecho, aunque vaya vestida con uniforme de hombre, la fisionomía de Utena es absolutamente femme. Pelo rosa, ojazos, manicura de diez: se la ve como una princesa Barbie, aunque la narrativa se empeñe en subrayar lo contrario.
Pero ¿no crees que radicalizar la expresión de lo femenino es, en el fondo, parte del comentario de la serie? Para mí, Utena no puede entenderse sin su juego perpetuo con el humor: en este contexto, recoger los epítomes de masculinidad y feminidad encapsulados por las princesas y sus rescatadores me parece un gesto irónico muy evidente.
«La serie propone cosas que no había visto antes, dándome todo lo que quiero de un anime y todo lo que (aún) no sabía que necesitaba»
Vale, pero la serie abraza sin problemas su propia intensidad, su espíritu de culebrón. El personaje de Nanami, la hermana del líder del consejo estudiantil, funciona tan bien porque es una versión japonesa de Sharpay de High School Musical o la Soraya de María, la del barrio, pero con el karma totalmente girado.
Yo la veo como una mean girl recibiendo su propio merecido, un acto de justicia poética sin complejos.
Va, pregunta. Si tuvieras que describir Utena con una sola palabra, ¿cuál sería?
Para mí Utena es excitación, y no necesariamente sexual. Siento que la serie me propone cosas que no había visto antes, dándome todo lo que quiero de un anime y todo lo que (aún) no sabía que necesitaba. Ahora siento excitación por ver cómo va a unir sus muchos cabos.
Sí, yo la veo como esta gran marisma de lugares a los que me gusta volver…
A parte de su evidente virtuosismo en la planificación y la animación. De hecho, solo en el movimiento de los cuerpos en lucha ya hay ideas buenísimas. Es cierto que las peleas también pueden resultar algo repetitivas, pero yo encuadro esta repetición dentro de la ritualidad de la serie en sí. Transformamos un recurso destinado a la economía en un ritual que funciona. Cada vez que Utena sube las escaleras al campo de combate, con esa música épica, sientes que se está preparando para algo realmente importante, y que tú te ordenas con ella.
Es que la serie no funcionaría nada bien sin sus impases y repeticiones. En este sentido, yo la compararía a la ópera barroca, donde un verso se repite hasta el infinito y, con el tiempo, acaba elevándose a algo más. También es verdad que me interesaría más si los combates no fueran tan formulaicos como el ascenso. Por ello me flipó el giro de trama del capítulo 11, cuando Utena pierde ante Toga: allí siento que la narrativa se atreve a eliminar la distancia que le da la repetición y el comentario, y se moja. En esa decisión hay riesgo, se abre un pozo de negrura en el que su protagonista podría caer de verdad.
«Como ‘Evangelion’, ‘Utena’ es un anime de construcción megalítica, una serie que va alzando una cosmología muy compleja»
No creo que debamos desechar esta idea de “verdad”. Como Evangelion, Utena es un anime de construcción megalítica, una serie que va alzando una cosmología muy compleja, pero que va asegurándose siempre de que cada piedra cae por su propio peso, que cada nueva pieza tiene sentido. Por ello es tan memorable, y por ello seguro que su final nos acabará defraudando.
Yo no veo que sea una cuestión solo de narrativa. Sinceramente, su carácter de universo desplegado no tendría ni pies ni cabeza si su apuesta formal no estuviera también construida por capas también. Fuera del agua, me comentabas que justo un secundario como Chuchu te parecía una clave importantísima para entender la serie en global. ¿Lo incorporamos?

Bueno, Chuchu no deja de existir como un personaje al pie de página, una bromita que vive en los márgenes de la viñeta. Pero acabamos fijándonos en los pies de una escena, en aquello que pasa al margen, y ello da dimensiones renovadas a lo “realmente importante” de la acción. Cuando Sayonji va a reclamar por primera vez a Himemiya, esa es una secuencia de alto voltaje emocional que podría quedar sobrecargada si no fuera porque, por el camino, el tipo pisa al bueno de Chuchu.
Lo pisa, y lo restriega y lo machaca sin que nadie se entere. Lo castiga igual que castigábamos a los buenos comentaristas del Siglo de Oro español: aquellos personajes que, como el bufón de La vida es sueño, se dedicaba solo a burlarse de quienes sí tomaban partido. Clarín muere por una bala perdida, Chuchu de un pisotón.
El mono de culo pelado y corbatita “Chuchu” funciona como tantas otras piezas en Utena: es un peaje que venía de la tradición de los 90, pero que se reapropia y acaba lubricando un andamiaje muy robusto.
Indeed. Antes de que nos volvamos unas pasas ablandadas por el agua, propongo retomar esta conversación después del arco de la Rosa Negra, si a la buena gente de Serielizados les parece.
Larga vida a las espadachines lesbianas y feliz mes del Orgullo.