Tu también te follarías a Jax Teller
El protagonista de 'Sons of Anarchy' es el hombre más atractivo del mundo

Tu también te follarías a Jax Teller

Melena rubia, barba de tres días, tatuajes, torso marmóreo y unas gafas de sol molonas hacen de Jax Teller un personaje arrollador, enigmático e hipnótico, el bad boy definitivo.

Según un estudio de la Universidad de Bradley (y perdonadme por empezar el artículo como si fuera la típica noticia de mierda de relleno en un telediario de mierda cualquiera), a las chicas les resultan más atractivos los chicos malos. Sí, es el típico estudio que se gasta montones de dinero en confirmar algo que ya sabe todo el mundo, pero este al menos servirá para dar una falsa sensación de erudición a mi artículo. Con estos malotes las chicas se sienten seguras, en el fondo todo está relacionado con el instinto subconsciente de protección frente a amenazas externas. El chico bueno no siempre actuará en tu defensa, puesto que es un tipo reflexivo y con sólidas convicciones morales que duda en situaciones límite: por su parte, el chico malo no dudará en golpear, delinquir o matar para alejar el peligro de su chica y los que considera su familia. Si este maldito estudio es medianamente cierto, no hay lugar a dudas: Jax Teller es el hombre más atractivo del mundo.

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“A true outlaw finds the balance between the passion in his heart and the reason in his mind. The outcome is the balance of might and right.”

Los que hemos disfrutado con las siete temporadas de Sons of Anarchy lo dejaríamos todo a cambio de un chaleco y un enorme tatuaje en la espalda que nos hiciera miembros de esta ya mítica mesa de outlaws moteros. Kurt Sutter, el creador y guionista de la serie, ha logrado que nos sintamos tan próximos a este grupo de delincuentes que precisamente olvidemos eso, que son delincuentes. Asesinos brutales. Homicidas en masa. Pero qué diablos, queremos con locura a estos psicópatas motorizados. Y de entre todos ellos, Jax Teller brilla con luz propia. Ese chico rubio cuyo destino estaba marcado, atormentado por la figura de un padre muerto, un padrastro por el que se inventó el término hijo de la gran puta y una madre aún peor. Desde la primera temporada ha centrado el hilo argumental principal de la serie y no ha dejado de enfrentarse a dolorosísimas decisiones para salvar a su club. Se ha enfrentado a nazis, chinos, el IRA, italianos, negros, mejicanos, la ATF… y se habría enfrentado a Dios en persona si este hubiera intentado acabar con los Sons. En ningún momento le ha temblado el pulso, ni a la hora de apretar el gatillo ni a la hora de coger el mazo cuando fue elegido como nuevo presidente de SAMCRO. Jax miente compulsivamente, Jax la caga, Jax asesina a sangre fría. Entonces, ¿por qué amamos a Jax?

Ojo (mi intento de escribir un artículo en Serielizados sin usar la siguiente palabra fracasa a continuación), SPOILERS a la vista. Aceptamos el frenesí de sangre y muerte que rodea a Jax Teller en todo momento por dos motivos que en nuestra privilegiada posición de espectador hemos tenido la posibilidad de interiorizar sin apenas darnos cuenta. En primer lugar, Jax está rodeado de gente mucho peor que él. Puede parecer absurdo, pero la cuota de odio de los que hemos visto Sons of Anarchy queda copada por figuras como (los verdaderos fans de la serie notarán como la sangre les hierve al leer estos nombres) Clay, la agente Stahl, Gaalan o Toric, puesto que son personajes deleznables hasta decir basta. Solo hay maldad en ellos, pero no en Jax. A pesar de que sus formas son algo más que cuestionables y de cumplir todas las características del típico bad boy (su balanceo al andar, su mirada de hielo, sus caladas a cámara lenta, el cuchillo jamonero colgando de la cintura), todo lo que hace Jax Teller lo hace movido por una causa noble: dar una vida a sus hijos alejada de las armas, las venganzas callejeras y, en definitiva, la muerte. En otras palabras, quiere para sus hijos una vida completamente distinta a la suya, como ya su padre quiso para él. En todo momento como espectadores tenemos esto presente, y apoyamos sin fisuras a Jax porque queremos que los pequeños Abel y Thomas no vivan el infierno continuo al que el presidente de SAMCRO debe enfrentarse un día sí y otro también. Él está condenado a una vida fuera de la ley y plagada de desgracias pero no sus hijos, y esa lucha por cambiar un destino que parece predeterminado nos une a la figura de Jax.

«Aunque todo lo que hace se debe a una causa noble, en las dos últimas temporadas al bueno de Teller se le va la pinza de forma espectacular, se convierte en un monstruo»

Pero por muy unidos que nos sintamos a él, no podemos negar que en las dos últimas temporadas al bueno de Teller se le va la pinza de forma espectacular; por mucho que me duela decirlo, se convierte en un monstruo. Como concluye Toni de la Torre en un fantástico artículo sobre la serie, Jax Teller ES la muerte. Toda la argumentación usada hasta ahora se queda corta a la hora de justificar en lo que se ha convertido con el paso de las temporadas, y aquí entra en juego el segundo de los factores a los que hacía referencia con anterioridad, muy probablemente el más importante de los dos. Nada de lo que Jax haga nos parece excesivo porque hemos visto con nuestros propios ojos como le arrebataban de forma brutal a su mejor amigo y a su mujer. Sentimos una impotencia indescriptible cuando los hombres de Damon Pope asesinaron con esa fatídica barra de hierro a Opie, con Jax, Tig y Chibbs observando la escena desde un cristal sin poder hacer nada para salvar a su amigo; y el corazón se nos paró con el final de la sexta temporada, cuando una Gemma enloquecida quitó la vida de forma grotesca a Tara, reduciendo a Jax a cenizas. Incluso iría un poco más allá y diría que durante toda esta séptima y última temporada nos hemos sentido culpables por saber la verdad sobre el asesinato de Tara mientras Jax se creía la mentira de Gemma. Cuando Jax planeaba la venganza contra los que creía que habían matado a su mujer (con las funestas consecuencias que se veía que iba a conllevar su rocambolesco plan), queríamos saltar dentro de la pantalla, cogerle de la chupa y gritarle: “¡Maldita sea, fue ella, fue tu madre!”. La mezcla de compasión y culpabilidad generan una empatía sin fronteras hacia Jax Teller, haciendo que le perdonemos todo y que entendamos su locura descontrolada nacida de una insaciable sed de venganza.

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Jax tiene dos vertientes, dos caras, como la Luna. Una cara oscura, la del delincuente sin compasión, la del cabronazo, para entendernos; y otra cara que es noble, leal, la del hombre que ama y quiere lo mejor para su familia (la carnal y la de la mesa), a la que defenderá por encima de todo. Esta dicotomía hace de él un personaje tan atractivo que su fuerza gravitatoria no solo ha atrapado la trama de la serie, sino que también nos ha incluido a nosotros en su órbita. Un personaje arrollador e hipnótico, inolvidable. Melena rubia, barba de tres días, tatuajes, camisa de cuadros, gafas de sol molonas, inteligente, torso marmóreo, pasional, líder, motero, enigmático. El chico malo definitivo. Es indiferente que seas hetero, homosexual o te vaya más la zoofilia, aunque no lo sepas tú también te follarías a Jax Teller.

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