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- Puesto que vamos a hablar de la novena temporada, y de The Walking Dead en general, el texto va a tener spoilers a cascoporro.
Lo último que le quedaba por hacer, definitivamente, a The Walking Dead era reírse en la cara de los pocos seguidores –en comparación a las cifras que tenía la serie en sus inicios- que todavía le siguen perdonando sus muchos defectos. Después de anunciar la salida de Andrew Lincoln de la serie antes incluso de que se estrenase la novena temporada (sic), parecía que había esperanza para que The Walking Dead cambiase de rumbo y volviera a ponerse las pilas para ser lo que fue en sus primeras temporadas. Cambiar de aires siempre viene bien, y el arco de la familia Grimes empezaba a estar quemado. Aunque lo cierto es que he perdido la cuenta de la cantidad de reinicios que la serie ha intentado hacer. Pero, por uno más, tampoco pasa nada.
En su actual temporada la serie ha batido su record de reinicios haciendo dos saltos temporales. En menos de siete episodios. Pocas veces habréis visto eso en un show de tales magnitudes que, en principio, se toma en serio a sí mismo. O eso es lo que dicen sus creadores. Y, por descontado, tales reinicios se han vendido como que The Walking Dead va a ofrecer una visión distinta del mundo apocalíptico de los muertos vivientes. Como siempre. Sin embargo, esta vez parecía que la serie tenía razón teniendo en cuenta que iban a cargarse a su protagonista. Pero ni con esas.
The Walking Dead ha jugado sucio para recuperar a su público y abrirse a la posibilidad de que nuevos espectadores se incorporen a la serie a través de ese salto temporal que implica crear nuevos personajes y nuevas metodologías. Incorporarse a una serie en mitad de su novena temporada, de locos. Los guionistas saben que hay un gran espectro de sus seguidores que están enganchados a la serie por su elenco protagonista: en el que entran desde Rick Grimes hasta Daryl Dixon, pasando por Michonne o Maggie Greene. No es que la historia genere un interés per sé –los guiones ya no dan para más- pero sí que resulta interesante ver la trayectoria de estos personajes si uno es seguidor de la serie desde sus inicios, porque son casi diez años viéndolos semana tras semana. Al final, inevitablemente, se establecen lazos con ellos. Por lo que la noticia de que Rick, el único que no podía morir a pesar de cualquier circunstancia, abandonaba la serie, suponía para muchos un punto de inflexión trascendental.
Lo que ha hecho The Walking Dead es una absoluta tomadura de pelo. Andrew Lincoln abandona la serie para, ahora, dedicarse a hacer una trilogía de películas que prosiga con la trama de su personaje. Ergo, The Walking Dead se ha coronado como una de las series más estafadoras que existe. Ya no solo por jugar, por qué no decirlo, con los sentimientos de su público, sino por vender humo. Obviamente, todos dábamos por hecho que Rick iba a morir. Pocos salen de esta serie sin pasar antes por la morgue –a no ser que seas Morgan-. Pero parece que la cosa ha salido rana y hemos vuelto a pringar. Por ilusos. Deberíamos entonar el mea culpa por seguir viendo la serie, todo sea dicho. Luego que no nos digan que no nos lo hemos buscado.
Los creadores de ‘The Walking Dead’ continúan obcecados con la idea de que todavía hay material que explorar dentro del universo de Kirkman
Andrew Lincoln sigue vivito y coleando dentro de la ficción de zombis creada por Robert Kirkman. Pero hay más. La falsa muerte de Rick agrupó toda la atención de la comunidad de fans y se dejó en segundo plano que Lauren Cohan, la ya nombrada Maggie Greene, también ha salido de la serie. Todavía no hay confirmado si es una salida definitiva o si su personaje se retomará más adelante. En cualquier caso, The Walking Dead ha dejado de lado a uno de sus personajes más importantes y la que era el estandarte femenino junto a Michonne y Carol. La serie se tira piedras contra su propio tejado al dejar de lado a actrices que han estado en el proyecto desde su segunda temporada. Que, por su parte, han contribuido a que la serie sea lo que es.
Algunas series no saben cuándo decir basta. No saben decir adiós y pasar a una nueva etapa. Como es el caso, también, de la sexta temporada de House of Cards, por ejemplo. Pero ni con ella comparte experiencia en lo que a engañar al espectador se refiere, porque, en ningún momento, Netflix vendió la muerte de Frank Underwood como una jugarreta para aumentar audiencia puntualmente y después crear un tren del hype llamado película para que, los que no podían vivir sin Kevin Spacey, acudieran a él para saciar su sed de fanatismo incontrolable.
Mientras todos pensamos que The Walking Dead debería sumarse ya a la estantería de viejas glorias televisivas, sus responsables continúan obcecados con la idea de que todavía hay material que explorar dentro del universo de Kirkman y más historias que contar. Que no cuenten conmigo a partir de ahora.