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«Un gran poder conlleva la total certeza de que te convertirás en un cabrón»
Carnicero. The Boys.
El género superheroico continúa ampliando su mitología, un género especialmente popular en tiempos de crisis, al que se invoca para que buenos supersoldados en mallas restauren el orden: lo hicieron a finales de los años 30 (justo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial) y lo han vuelto a hacer después del 11-S. Pero la posmodernidad no perdona, y la épica e inocencia naíf superheroica también genera una contra-épica en forma de ficciones que se cuestionarán el género, e incluso, como The Boys, arremeterán contra él como un elefante (psicópata y armado con moto sierra) en una cacharrería (llena a rebosar de muñequitos de superhéroes).
Porque antes de hablar de la serie de Amazon Prime, basada en la obra del guionista de cómics Garth Ennis, hay que dejar muy claro que la destrucción, o mejor dicho de-construcción, superheroica viene de lejos, iniciándose, cómo no, en su formato original: los cómics. Aquí destacará el guionista Alan Moore, pionero en desmantelar el mito del superhéroe con dos obras fundamentales: Miracleman y Watchmen, siendo especialmente ésta última toda una biblia para aquel que busca adentrarse en la mitología de los superhéroes desde la complejidad y la desmitificación (una obra que, por cierto, ha tenido una más que digna continuación en forma de serie -emitida por HBO- de la mano del siempre interesante Damon Lindelof).
Moore, con estas dos obras de los 80, se erigirá como el primer gran diseccionador de la mítica superheroica, una autopsia minuciosa, dura y cargada de preguntas siempre cubierta de una profunda admiración al género. Pero Moore ha tenido herederos, y otros autores han aparecido para coger la antorcha del guionista inglés para (diciéndolo al estilo de The Boys), quemar los huevos a los superhéroes con ella.
Mark Millar es quizá el más relevante de estos autores, acercándose al superhéroe desde un discurso antisistema, radical y a menudo cargado de un profundo humor negro con obras como The Autorithy, Kick Ass o Jupiter Legacy. Otro de éstos grandes herederos es sin duda Garth Ennis, guionista irlandés que también utilizará una perspectiva radical y provocativa para acercarse al mundo de los héroes en mallas, un enfoque que, con Ennis, pierde cualquier atisbo de sutileza para convertirse en un bazooka cargado de sexo explicito, drogas duras, humor escatológico y violencia, violencia y más violencia hasta decir basta. Para entendernos: si Moore diseccionaba al superhéroe con bisturí, escalpelo y recitando a Byron, Ennis lo hace a mazazos, cargado de rabia y contando chistes verdes.

La adaptación cinematográfica de ‘Kick-ass’, el cómic de Mark Millar, estuvo producida por Brad Pitt (2010).
Ennis es especialmente conocido por ser el autor de Predicador, obra que apuntala el estilo violento, perverso, a menudo enfermizo y siempre sorprendente del guionista irlandés, cualidades que también veremos en The Boys. Predicador, por cierto, también tiene serie de televisiva propia creada por los mismos guionistas detrás de The Boys: Seth Rogen y Evan Goldberg, convertidos ya en los colaboradores habituales de Ennis en el siempre delicado (pues no es tan fácil como parece) paso del cómic al audiovisual, aunque aquí estén capitaneados por Eric Kripke, creador de la serie Supernatural. Y, eso sí, siempre bajo la supervisión (en forma de productor ejecutivo) de Garth Ennis que, al contrario que Alan Moore, no se desentiende (por suerte) del paso que dan sus creaciones del cómic a la pantalla.
Volviendo a Ennis, hay que tener claro que su ataque frontal al mundo del superhéroe se inicia antes de The Boys con obras como Hitman (1996-2001) protagonizada por un asesino de superhéroes, The Pro (2002) protagonizada por una prostituta con superpoderes, o All Star Section Eight (1997) que presenta un equipo de superhéroes perdedores en el universo de Batman cargados de alcohol, vómitos e insultos constantes.
Pero será en The Boys, obra magna escrita entre 2006 y 2012, formada por 72 tomos y creada junto a los lápices de Darick Robertson, donde conseguirá su obra más redonda (con permiso de Predicador), a partir de la siguiente premisa explicada por el propio Ennis: «Mi idea central es que si los supehéroes existen (y a estas alturas ya debe de haber varios miles), entonces también deben existir una gran variedad de supercrímenes (…): supernarcóticos, superprostitución, superpornografia, superjuego, superextorsión etc. (…) The Boys son un equipo de cinco agentes (…) su trabajo es controlar e investigar el comportamiento de los superhéroes para recopilar información -comprometida, claro- sobre ellos y ocasionalmente, usarla contra ellos. (…) A veces los necesitan atados bien corto. A veces tienen que ponerles a dormir.» [1]
El «¿Quién vigila a los vigilantes?» es una base temática que, ya desde Watchmen, ha sido constantemente redefinida en los cómics, una base también presente en Powers, cómic escrito entre el año 2000 y 2004, con serie televisiva propia (emitida desde 2015) y protagonizada por dos detectives encargados de los casos relacionados con superhéroes.
Pero en manos de Ennis el nivel de degradación y salvajismo llegaron donde nunca antes nadie se había atrevido. De hecho, hay que destacar que la serie fue cancelada por la filial de DC donde empezó a publicar-se (Wildstorm) precisamente por excesiva, y Ennis y Robertson tuvieron que «mudarse» a la editorial Dynamtie para seguir publicando el cómic. Pero Ennis no solo disparará sus habituales cartuchos de chistes guarros, violencia extra-gore y sexo perversamente explícito, sino que poblará el universo de The Boys con personajes interesantes y una trama compleja y tensa, que supera, con creces, lo que podría haber sido solo una retahíla de momentos machaca-superhéroes.
Porque Ennis, al igual que Moore o Millar, sabe muy bien lo que tiene entre manos, y sus historias devienen un reflejo oscuro de un mundo, el de los superhéroes, al que admiran profundamente (y, como sabemos, no hay nada que podamos destruir mejor que aquello que amamos).
La primera temporada no ha decepcionado, mostrando imágenes de sexo, violencia y humor negro difíciles de ver en el género de superhéroes
Así pues, con un referente de tanta calidad, el reto de la serie de Amazon estaba en ser fiel al cómic, en saber captar el espíritu de la obra de Ennis. Y lo hace. De hecho, sorprende precisamente por saber encontrar este perfecto equilibrio entre el efectismo provocativo de acción, sexo y violencia, y una historia compleja e interesante, un thriller que atrape al espectador. Y todo ello bajo una excelente producción acorde a las exigencias CGI y FX que requiere el mundo del superhéroe para su veracidad en pantalla, así como el uso de una fotografía dura y oscura, perfecta estética para alejarnos del complaciente mundo de colorines típico del superhéroe y adentrarnos en otra cosa, mucho más dura y terrible.
La serie The Boys, fiel al cómic, presenta intrigas gubernamentales, secretos empresariales y desastres post 11-S que muestran al superhéroe como un peligro, como un villano en sí mismo que deviene un falso producto que esconde mezquindades, perversiones e incluso (y sobre todo) tendencias psicóticas. Y no se corta ni un pelo: la primera temporada de la serie no ha decepcionado, y aunque (por suerte sólo ligeramente) es más comedida en cuanto a sexo y perversión que el cómic original, ha sabido plasmar la fuerza destructora de Ennis, mostrando imágenes de sexo, violencia y humor negro difíciles de ver en el género de superhéroes del cine y la televisión. Una de estas magníficas excepciones son, sin duda, los films de Deadpool, así como, en el ámbito de las series, la noir-hiperrealista Daredevil, la alocada No-Heroics o la fresca e irreverente Misfits, todas ellas interesantes ficciones donde el superhéroe huye de la épica aventura facilona, para adentrarse en rincones exagerados, hilarantes, oscuros y a menudo perversos.
Pero The Boys imprime su carácter propio, mostrando unos niveles de perversión y violencia a los que nadie se había atrevido a acercarse en el entorno superheroico, quizá con la excepción de Deadpool. Pero al contrario que el film del mutante de Marvel, donde Deadpool es pura exageración y gamberrada, The Boys, a pesar de sus momentos de humor negro magistrales (por ejemplo el gag del delfín [2]), es mucho más dura y oscura que el film de Marvel, yendo mucho más allá de la carcajada para adentrarse en una compleja trama que a menudo se acerca al puro terror, una visión ya presente en el cómic que la serie refuerza con acierto.
En la serie (al contrario que en el cómic), ‘Los 7’ están desarrollados de forma mucho más compleja e interesante, haciéndolos mas creíbles y vulnerables
Así, si en el cómic hay a menudo un exceso de superhéroes y supergrupos, con centenares de guiños al mundo de los cómics (por ejemplo, los G-Men, una suerte de X-Men dirigidos por una especie de Charles Xavier pederasta que abusó sexualmente de todos ellos), la serie se focaliza mucho más la trama en el grupo Los 7, una La Liga de la Justicia pervertida y perversa que se convertirá, ya desde el principio, en el objetivo prioritario de The Boys. En la serie (al contrario que en el cómic), el grupo de superhéroes de Los 7 están desarrollados de forma mucho más compleja e interesante, haciéndolos mas creíbles y vulnerables (por ejemplo The Deep, que pasa de ser absolutamente irrelevante en el cómic para adquirir en la serie una interesante personalidad). Pero entre ellos sin duda destaca El Patriota, líder de Los 7, que deviene una metafórica aberración de Superman llamado a convertir-se en uno de los mejores psicópatas televisivos de los últimos años y que se convierte en el terrible villano/antagonista de The Boys.
Por otro lado el equipo de The Boys también ha salido reforzado en la serie, empezando por su jefe; Carnicero, un tipo duro y torturado (gran acierto el actor Karl Urban) que se erige como una especie de Punisher [3] anti-héroe. Junto a él, el nuevo miembro del grupo, Hughie [4], que sirve, narrativamente hablando, para adentrarnos en el oscuro universo de The Boys desde la inocencia y la estupefacción. Completando el equipo tendremos a Leche Materna (mano derecha de Carnicero y el único con un poco de mesura en un equipo de pura esquizofrenia), al francés Frenchie y la misteriosa, torturada y poderosa Hembra, personajes, ambos, que han perdido cierta superficialidad que tenían en los cómics para buscar nuevos enfoques más interesantes sin perder, eso sí, la esencia implantada por Ennis.
En resumen, la primera temporada de la serie no ha decepcionado, sabiendo plasmar la fuerza destructora de Ennis hacia una mitología, la superheroica, que necesitaba mostrar en imagen en movimiento (y si puede ser en slow motion) una buena y merecida patada en los cojones. Y es que los superhéroes pueden ser, y sólo The Boys lo saben, mucho más oscuros, crueles, depravados y perversos (y en definitiva, mucho más interesantes) de lo que nos podamos imaginar.
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[1] Comentarios y sinopsis para The Boys escritos por Garth Ennis, en el recopilatorio integral del cómic, volumen 3.
[2] Por cierto, una genialidad exclusiva de la serie que no aparece en los cómics.
[3] The Punisher (El Castigador) es, por cierto, una serie en la que Garth Ennis también trabajó (entre 2001 y 2004), haciendo al personaje de Frank Castle especialmente duro y violento.
[4] Un personaje, por cierto, cargado de anécdota, pues en el cómic Hughie tomó la forma del actor Simon Pegg como imagen ideal para el personaje (un hecho que celebró el actor británico). En la serie The Boys el actor es demasiado mayor para encarnar al joven Hughie, pero lejos de quedarse sin papel, la serie re-inventa el padre de Hughie, que pasa de ser un pescador Irlandés en el cómic, a un padre cobarde y sobreprotector encarnado por, la habéis adivinado, Simon Pegg (sin duda un acto de agradecimiento de Ennis hacia el actor británico).