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Hubo un tiempo en el que las cadenas de televisión no solo registraban las revoluciones, sino que participaban activamente en ellas. La relación de la televisión con la ciudad de Berlín ha sido duradera, como atestigua la reciente e hipnótica Babylon Berlin (2017), y en esa larga historia destaca un episodio sobre el que recientemente ha arrojado más luz el periodista Greg Mitchell en su estupendo Los túneles. La historia jamás contada de la huida bajo el Muro de Berlín (Ed. Ariel).
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Quienes hayan paseado por el Berlín actual seguramente se habrán acercado al mítico Checkpoint Charlie, el punto fronterizo que le recuerda a los turistas la antigua división en zonas del Berlín de la Guerra Fría. Puede resultar chocante que en una ciudad como Berlín, en plena Alemania del Este, una parte siguiese en manos del oeste en una fecha ya tardía como 1961, pero así era. Y lo fue hasta la caída del muro a finales de 1989. El muro, casi todo ya derruido a fecha de hoy, se levantó en el verano de 1961 y cerró el sector soviético, aislando más bien a quienes vivían en los antiguos sectores controlados por Estados Unidos, Francia e Inglaterra –que ya habían sufrido bloqueos anteriormente-.
En ese Berlín de la Guerra Fría, una calle era del este y la calle contigua del oeste y la libertad estaba a apenas unos metros. Durante los días que duró el levantamiento del muro todavía podían verse –y las cámaras lo registraron– gente que saltaba al sector oeste por la ventana de un edificio que marcaba el límite entre zonas.
Greg Mitchell ha investigado a quienes decidieron que los mejores métodos de fuga no eran saltarse el muro por arriba –hay quienes se fugaron en globo, se sabe de un salto en pértiga e incluso de un hombre que huyó utilizando una catapulta casera- sino por abajo, al estilo carcelario. La historia de los constructores de túneles no había sido bien contada. Se conocían muchos datos pero Mitchell ha rastreado a los supervivientes, ha realizado entrevistas y ha sistematizado esa historia de quienes más por idealismo que por otra cosa se jugaron la vida desafiando a un régimen cruel y, con el tiempo, experto en contraespionaje y paranoia.
La construcción de uno de esos túneles fue motivo de disputa entre dos televisiones rivales y causa de discordia con Kennedy
¿Y qué tiene que ver la televisión con esta historia? Pues que la historia de la construcción de uno de esos túneles fue motivo de disputa entre dos televisiones rivales, la NBC y la CBS, además de causa de discordia mayor con la administración Kennedy. Como lo oyen. En esta historia se mezclan poderosos directivos de cadenas de televisión, periodistas intrépidos, secretarios de estado, gente corriente, espías e informadores y constructores aficionados que, a ratos, parecen auténticos ingenieros de caminos.
La NBC y la CBS habían entrado en competencia para filmar una fuga bajo tierra. Piers Anderton era un periodista de la NBC y corresponsal en Berlín que dio y contactó con los constructores del famoso túnel de la Bernauer Strasse. Rápidamente acudió a su jefe y posterior productor del especial televisivo, Reuven Frank, quien a su vez se entrevistó con el jefe de la cadena NBC para contarle el plan y obtener los fondos. Frank era un tipo curioso y bastante decidido que había conducido el programa de televisión The Huntley Brinkley Report (1956-1970) y que justo en 1962 lo dejó para poder producir documentales para televisión.
Piers Anderton era un tipo con un largo historial. Sirvió en la marina durante la IIWW y había trabajado para el San Francisco Chronicle. Tras ser destinado a Berlín como corresponsal había cubierto ya el tema de las huidas hacia el oeste en el programa especial The S-Bahn stops at Freedom, en el que explicaba cómo se fugaban los profesionales de Berlín Este utilizando el tren elevado que atravesaba la ciudad. También había descendido al subsuelo, a las alcantarillas de la ciudad, otro de los métodos utilizados por los berlineses en los primeros momentos tras el bloqueo para pasar al sector oeste. Anderton dio con los constructores del que sería el túnel más famoso de cuantos se habían intentado construir y logró algo increíble, que la NBC financiara el proyecto. Los constructores necesitaban dinero para comprar materiales. La estructura se tenía que reforzar e iluminar.
La construcción empezó en mayo de 1962 y la fuga se produjo finalmente el 14 de septiembre. La huida fue un éxito y la NBC lo filmó todo, hasta participó en la fuga colgando una sábana blanca en un piso desde el que se filmó una parte del reportaje televisivo para dar una señal a quienes se iban a fugar desde el lado Este de la ciudad. Exteriores, interiores, un extremo del túnel, los huidos, los constructores… todo bien grabado y a la espera de ser montado y emitido.
A la administración Kennedy le estalló la crisis de los misiles de Cuba en octube de 1962, justo antes de la fecha prevista para la emisión del especial sobre la fuga de Berlín
Como no podía ser de otra manera la historia del pago a los constructores del túnel de la calle Bernauer se conoció rápidamente. Y el gobierno de EE.UU. tenía algo que decir al respecto. A la administración Kennedy le estalló la crisis de los misiles de Cuba en octube de 1962, justo antes de la fecha prevista para la emisión del especial sobre la fuga de Berlín. La situación era tan tensa que se temía una conflagración nuclear y Berlín se convirtió en el lugar más caliente y peligroso de la Tierra.
El 10 de octubre del 62, Robert Manning, jefe de asuntos públicos del Departamento de Estado, llamó a Bill McAndrews, de NBC News, y se quejó porque la cadena había participado en la operación de fuga y además pensaba programar el especial informativo con las imágenes en horario de máxima audiencia. Estaba claro que en aquellos momentos, a juicio del político, el reportaje no contribuía a rebajar tensiones entre la Unión Soviética y los EE.UU. La intervención de Manning dejaba entrever la creciente mala relación que la administración Kennedy tenía con los medios de comunicación. No fue este ni el primer ni el último intento de controlar la prensa, y la guerra por el reportaje de la fuga de Bernauer continuó. Otro de los implicados en las presiones a la cadena de televisión fue Dean Rusk, Secretario de Estado.
Kennedy ya había acumulado mala fama entre algunos medios de comunicación. En abril de 1961 dirigió un discurso a los editores de periódicos exhortándoles a cuidar lo que publicaban para evitar dar información confidencial al enemigo. Más parecía una apelación a la autocensura o bien una invitación a respetar las sugerencias llegadas desde su administración que un intento de preservar la seguridad nacional.
Lo curioso de toda esta historia es que la administración Kennedy no parecía tener problema alguno con la película Túnel 28, dirigida por el veterano Robert Siodmak y que se estrenó por las mismas fechas. Tampoco con otras cintas que hablaban de la Guerra Fría. Pero sí tenía reparos contra los especiales informativos y contra determinados periodistas que, a su juicio, entorpecían su trabajo y resultaban incómodos.
Sabemos, lo detalla muy bien Mitchell en su libro sobre el tema, que unos setenta y cinco túneles excavados desde Berlín Oeste lograron llegar a Berlín Este y que menos de veinte fueron exitosos. La Stasi intentó desinflar estos números, que iban en contra de su bien ganada fama de policía eficaz e implacable. De hecho tenían un infiltrado especialmente apto que supuso un gran problema para los constructores de túneles (no les reviento la historia, porque esa parte del libro de Mitchel se lee con gran avidez).
El especial fue un éxito, y les supuso un Emmy, y la opinión pública quedó complacida con ese periodismo televisivo comprometido
Al final la NBC resistió las presiones y tras muchos debates, discusiones y algún aplazamiento, emitieron el especial, que fue un éxito y supuso un Emmy para sus responsables. La opinión pública quedó complacida con ese periodismo televisivo comprometido y con unas imágenes frías, bastante impersonales y discretas que, no obstante, lograban explicar una incómoda realidad. La administración Kennedy no logró frenar finalmente la emisión. En esto tenían pocos apoyos. Hasta la CBS estaba implicada en la filmación de otra fuga en otro punto de la ciudad. Es cierto que algunos periodistas y críticos televisivos se quejaron de la actitud de las cadenas. El crítico del New York Times, Jack Gould, apelaba a la ética periodística para quejarse de la participación activa de la NBC en la construcción del túnel. Pero no fue una opinión generalizada.
Después de este episodio, el muro de Berlín desapareció de los especiales televisivos. En 1981 la CBS emitió Berlín Tunnel 21, una película para televisión que pasó sin pena ni gloria. Las fugas por túnel se frenaron y los alemanes del este que querían marcharse del país tuvieron que recurrir a formas creativas de pasar al otro lado. Algunos de ustedes recordarán la divertida película Fuga de noche (1981), dirigida por el veterano Delbert Mann para la Disney, y que cuenta la huida de unos alemanes del este que se evaden, atención, en un globo aerostático construido en plan casero. Casi una anécdota si lo comparamos con el hombre que huyó gracias a una catapulta casera. Parece ser que para fugarse de un sitio es tan importante ser ingeniero como leer historia.
A finales de 1989 el muro cayó. Pero en EE.UU. los especiales televisivos sobre ese tema no tuvieron éxito. La historia no arrastraba grandes audiencias. Una gran decepción para quienes habían luchado por explicar al país qué estaba sucediendo en el punto más caliente del mundo en 1962. Reuven Frank comentó a propósito de este desinterés de la audiencia que si cuatro personas se hubiesen sentado a hablar sobre el muro con Oprah Winfrey quizás el público hubiese reaccionado. Incisivo comentario sobre cómo funciona la televisión hoy, por otro lado.
A pesar de todo, en tiempos recientes Berlín ha vuelto a las series de televisión. La estupenda Babylon Berlín (2017) se sitúa en los últimos tiempos de la República de Weimar. Antes habíamos visto Deutschland 83 (2015), que arranca con una infiltración algo inverosímil, todo hay que decirlo, de un espía del este en las estructuras militares del oeste y de la OTAN.
La miniserie El mismo cielo: Agente Romeo infiltrado (2017) habla del polémico tema de las infiltraciones “familiares”, agentes de la Stasi que se casaban con mujeres del oeste que les podían suministrar información, voluntaria o involuntariamente. La entretenida Berlin Station (2016) nos mete de lleno en las tripas de la CIA y en un mundo lleno de soplones y agentes dobles. Es una serie con muchas tramas y algo confusa a ratos, pero el propio mundo que retrata era ya confuso y visto con algo de perspectiva muchas de las cosas que realmente ocurrieron tienen la sombra de lo increíble encima.
Les recomiendo cualquier museo que encuentren en Alemania sobre la Stasi. Son un escaparate de lo inverosímil. La Stasi tenía unas máquinas para abrir y cerrar cartas sin que el destinatario se diese cuenta de ello que son una maravilla. Sólo un régimen paranoide puede invertir tanto tiempo y esfuerzo en acumular toneladas de información inútil sobre sus conciudadanos.
Sobre la RDA todavía quedan muchos testigos que pueden hablar y contar qué suponía vivir en un estado totalitario y altamente paranoide
Lo interesante de todas estas series es que son de producción alemana, principalmente. Algunas están coproducidas, o tienen el respaldo de algún canal no alemán, pero en esencia son producciones germanas de calidad y que dan visiones interesantes sobre un mundo que poco a poco se va perdiendo. En el caso de Weimar estamos ya en terrenos muy lejanos. Sobre la RDA todavía quedan muchos testigos que pueden hablar y contar qué suponía vivir en un estado totalitario y altamente paranoide. Quienes hayan estado en Berlín en los últimos años habrán visto que el Muro no es algo terriblemente visible; la parte más larga que se ha conservado es hoy un enclave en la parte este de la ciudad, bien cuidado y lleno de divertidos grafitis.
La Alexanderplatz de la novela de Döblin y la adaptación de Fassbinder, entre otras nobles transposiciones audiovisuales, es hoy un plaza muy moderna, algo impersonal, en donde la gente está más de paso que otra cosa. Resulta muy chocante compararla con la recreación digital de Babylon Berlin, tan minuciosamente ejecutada. Realmente los diseñadores de esta serie hicieron un trabajo excepcional, que cada vez es más complicado, por mucha tecnología digital de la que dispongamos, porque las ciudades han cambiado y en ocasiones han borrado casi por completo su aspecto pretérito.
Una forma de acceso privilegiado a ese pasado son las imágenes de El Túnel, como también lo son las de estas series de ficción que se esfuerzan por explicarle al mundo el significado de una Guerra Fría que mantuvo al mundo en vilo durante tantos años.
- Para saber más:
– Los túneles, de Greg Mitchell. Ariel, 2017.
– Berlín 1961, de Frederick Kempe. Galaxia Gutemberg, 2012.
– Stasiland, de Anna Funder. Roca Editorial, 2012.