Comparte
Show Me a Hero es David Simon 100% puro y sin adulterar, servido en seis dosis listas para quitar el mono a los yonquis de The Wire y Treme. La buena noticia es que Show Me a Hero es más de lo mismo. Como se desprende de lo anterior, la mala noticia es ninguna. Simon es un hombre empeñado en su cruzada quijotesca por sacudir la conciencia del espectador americano y parece que no parará de hacer televisión mientras sigan habiendo injusticias en el mundo. Por suerte para el mundo, el ex-periodista del Baltimore Sun es muy bueno. Por suerte para la cuenta bancaria de Simon, el mundo está suficientemente lleno de injusticias como para que la HBO le siga llamando durante una buena temporada. No sufráis: aunque parezca que se avecinan cincuenta párrafos de proselitismo violento y pedante al más puro estilo fan insufrible de HBO, os ahorraré el sermón. Si os gustó The Wire, ved Show Me a Hero; si no os gustó, sois escoria. Dicho esto, hoy me gustaría hablaros de Bruce Springsteen.
Confieso que he aborrecido a Bruce Springsteen toda mi vida por el simple hecho de vivir en Barcelona. Para los que no lo sepáis, la relación de los barceloneses con el cantante es un caso paradigmático de lo que se conoce como hype insoportable. Sobra decir que los serieadictos sabéis perfectamente el poder corruptor que ejerce el hype sobre aquello que amáis o podríais amar. ¿Os acordáis de lo que molaba ser el único del grupo que había visto Los Soprano? El odio que sentimos cuando a alguien le gusta algo por razones que nosotros consideramos equivocadas es una emoción sofisticada, solo al alcance de las mareas de millenials ociosos y decadentes. En mi caso, se manifiesta ante la visión de una masa peterpanesca mojando las bragas porque un millonario de New Jersey dice «bona nit» y, si hay suerte, se enfunda una camiseta del Barça. Pero David Simon purifica todo lo que toca y Show Me a Hero es un ejemplo de cómo una buena intertextualidad puede explotar algo tan sobado y fácilmente odiable como la música de Springsteen y utilizarla tan bien que no habrá hype que pueda mancillarla.
Intertextualidad en la banda sonora significa algo tan sencillo como preguntarle a las canciones de la serie si nos están diciendo algo más que «esta parte es triste y esta otra es alegre». En el caso de Show Me a Hero, la voz de Springsteen va mucho más allá del «esto suena bien» y nos cuenta historias paralelas que expanden los significados de la imagen, multiplicando la belleza del cuadro. Probablemente, Show Me a Hero sea un ejemplo de una serie desacomplejada que se sabe a sí misma una auténtica obra de arte y la razón por la que tiene sentido hacer revistas digitales sobre series. Y ahora que hemos conseguido llegar al tercer párrafo sin contar de qué va la historia, vamos a hacer como las películas Disney y decir «¿Por qué hablar si podemos cantar?». Dadle al play, malditos.
«Cuatro acordes y la voz de Springsteen durante dos minutos y medio. Solo tres versos que dibujan tres imágenes poéticas acompañadas de austeridad musical»
La primera canción de la primera secuencia de la serie es “Gave it a name”. Cuatro acordes y la voz de Springsteen durante dos minutos y medio. Solo tres versos que dibujan tres imágenes poéticas acompañadas de austeridad musical. Es también la música que mejor explica la serie y podríamos decir que en ella caben todos los temas de las obras de David Simon. La canción empieza con el personaje bíblico de Caín que, desolado después de asesinar a su hermano, Abel, e incapaz de soportar la culpa y el dolor, decide hacer lo único que puede hacer para lidiar con el sentimiento: darle un nombre. Caín fue el primer hombre nacido después que Adán y Eva fueran expulsados del Edén. Fue también el primer asesino y el primero en llevar la marca de una maldición de Dios. La Biblia empieza, pues, contándonos una historia de fratricidio, celos y venganza; o, en otras palabras, un capítulo de The Wire. La canción de Springsteen retrata a Caín en la intimidad, tratando de sobreponerse al dolor y el descubrimiento del poder ambiguo de la racionalización: ponerle una etiqueta a un sentimiento que, de otro modo, no tendría medida ni fin. Y seguir adelante. Pero, como dice la otra idea que encontramos en la canción: «Poison snake bites you, you are poison too«. Aunque le demos nombre, el mal causado corrompe lo que toca y se transmite de unos a otros como la maldición de Caín, la historia de hermanos que se matan entre ellos y que se ha perpetuado desde el primer libro del Génesis hasta Nueva York de los años ochenta.
Padres que matan a hermanos, pegan a sus mujeres y «envenenan» a sus hijos, que nacen ya atrapados en este círculo de crueldad del que no podrán escapar, totalmente condicionados por el ambiente en el que les ha tocado vivir y condenados a repetir la misma historia. De esto nos habla siempre David Simon, y todo esto está en forma de canción de Springsteen en la primera secuencia. A lo largo de sus episodios, Show me a Hero nos contará la historia -totalmente real- de la construcción de doscientas viviendas de protección oficial en una ciudad de doscientos mil habitantes: un programa pensado para combatir la segregación racial y conseguir integrar a unas pocas familias pobres y negras en barrios de clase media de mayoría blanca. Todavía hoy hay manifestaciones y grupos de presión en la ciudad de Yonkers -Norte de Nueva York- que se oponen ferozmente a este proyecto de vivienda, motivados por el miedo y el odio hacia el prójimo. Pero antes de pasar a la siguiente canción, os dejo bonus track de intertextualidad. La Biblia cuenta que, con la sangre derramada de Abel, la tierra se volvió yerma y Caín reaccionó de una manera muy concreta: construyendo una ciudad (Génesis 4:17). ¿Interpretación o sobreinterpretación? Y eso que apenas han pasado tres minutos de serie.
«La balada de Springsteen es una canción de amor pero lo que la hace interesante para la serie es que es una historia sobre la idea del individuo»
Siguiente pista. Estamos ya en el capítulo 4, pero intentaremos no spoilear nada. Tendría que sonar «Secret garden». La balada de Springsteen es una canción de amor pero lo que la hace interesante para la serie es que es una historia sobre la idea del individuo. La melodía es muy tierna e intimista y, efectivamente, acompaña una escena romántica. Pero el quid de la historia está en que la mujer a la que va dedicada reserva un espacio en su interior que queda siempre fuera del alcance del amado. Su jardín secreto. Bruce nos cuenta que para quererla hay que entender que jamás podremos poseerla por completo y que esto es algo que no responde a una paranoia particular de la protagonista, sino una constante de la condición humana. Amar no puede confundirse con querer desnudar el alma del otro, porque siempre hay un lugar inalcanzable, un espacio de libertad y de alteridad imposibles de conquistar. Y es sobre esa idea del yo como un santuario intraspasable sobre la que se construye el relato fundacional de Estados Unidos que David Simon quiere reivindicar. Amor en pantalla y un guiño al liberalismo clásico en el pie de página musical.
«Los auténticos héroes de Show me a Hero son los burócratas que luchan contra estas enfermedades día a día en el completo anonimato»
Precisamente porque David Simon es un patriota americano que cree en los valores que los padres fundadores de la nación plasmaron en la declaración de independencia, su obra televisiva no podría ser otra cosa que una crítica sin tregua a las enfermedades sociales de su país. Los auténticos héroes de Show me a Hero son los burócratas que luchan contra estas enfermedades día a día en el completo anonimato. Desde la rueda de prensa del político hasta que se coloca el último ladrillo, pasan muchos años y desfilan muchos personajes públicos, mientras los denostados funcionarios son los que realmente trabajan para que pasen cosas. Quizá quien merece el mayor elogio de todos los involucrados sea Oscar Newman, arquitecto creador de la teoría del espacio defendible, personaje más que secundario que aparece en la serie con apenas cuatro frases en pantalla. Newman sostenía que la criminalidad era mayor en los edificios altos llenos de apartamentos porque los residentes no concebían el espacio como algo suyo de lo que responsabilizarse. En cambio, una casa unifamiliar –de las típicas con un pequeño jardín– motivaría a los nuevos propietarios a participar activamente en la conservación y el bienestar de la comunidad porque sentirían una vinculación profunda con su entorno. Cuando llegan los primeros residentes a las nuevas casas, Carmen “Alma” Febles, hispanoamericana y madre soltera, mira a su hijo jugando en el jardín de sus amigos a los que les ha tocado la casa. Apenas unos metros cuadrados cercados por una valla antipática, nada menos que la materialización de una vida mejor para ella. Un jardín, una historia de amor, una lucha política. O quizá solo pusieron una canción ñoña porque quedaba bien en la secuencia.
«Cada frase de la canción nos cuenta lo que le pasa a Nick por la cabeza en ese momento como si pudiéramos espiar las notas privadas de David Simon mientras escribía el guión»
La última canción que suena en la última secuencia de la serie también es de Springsteen, como no podría ser de otro modo. Pero esa sí que es un ejemplo de canción triste para hacer un final triste todavía más triste; y poco más. Así que tendríamos que retroceder a mitad del último capítulo y escuchar “My Beautiful Reward”. Aquí la intertextualidad ataca de nuevo y se suma a un debate muy propio de los cineastas: ¿He de justificar la música que se escucha a través de acciones de los personaje tocando un instrumento o encendiendo un reproductor, o puedo hacer salir esos violines de la nada? “My Beautiful Reward” suena de refilón en la radio del coche de Nick Wasicsko, el alcalde de Yonkers y protagonista de la serie. La música suena apenas unos segundos a mínimo volumen hasta el punto de hacerla casi imperceptible. Y sin embargo, cada frase de la canción nos cuenta lo que le pasa a Nick por la cabeza en ese momento como si pudiéramos espiar las notas privadas de David Simon mientras escribía el guión. Se acerca el final de la serie y Nick quiere hablar con los beneficiarios del programa de viviendas que él impulsó para sentir que ha hecho algo que mereció la pena. Busca la recompensa que redimirá su dolor y le dará sentido. Mientras Nick molesta a vecinos anónimos a las tantas de la noche, podemos escuchar a Bruce cantando: «I walk through these rooms but none of them are mine. Down empty hallways I went from door to door. Searching for my Beautiful Reward». No hace falta decir que la suma de la letra y las imágenes ya aventuran el final triste del que os hablaba.
Hace tiempo que las series se han convertido, como dice el manifiesto fundacional de Serielizados, en el octavo arte. Así se entiende que Show Me a Hero pueda permitirse usar la música de Bruce Springsteen y conseguir sacar lo mejor de un cantante tan bueno pero tan dañado por su caricatura y por el hype como The Boss. El cine y la televisión permiten algo imposible para las demás formas de arte: combinar un genio de la música y un genio del guión para conseguir una obra que los eleva a ambos. «Durante los últimos 30 años he estado escribiendo sobre la distancia entre el Sueño Americano y la realidad americana», una frase tan propia de David Simon que solo podría haberla dicho Bruce Springsteen.