'Schmigadoon!': Series musicales, ¿el género maldito?

Series musicales, ¿el género maldito?

A pesar del riesgo que comporta, hay creadores y plataformas que se siguen aventurando en el musical. La última es AppleTV+, que acaba de estrenar 'Schmigadoon!
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Los musicales, sean teatrales, cinematográficos o televisivos, no suelen tener buena prensa entre el público en general. Si eres un enfermo de ellos seguramente habrás tenido que aguantar, con resignación, comentarios como «es que no entiendo que la gente se ponga a cantar y bailar así, de repente». Ok, en cambio sí que puedes entender todas las tramas de Marvel por muy absurdas que sean, empezando por aceptar la existencia de superhéroes.

Pues bueno, vale, de acuerdo. Arriesgarse a hacer una serie musical es aceptar que seguramente no será el super hit. A pesar de ello, hay creadores y plataformas que se siguen aventurando a ello. La última es AppleTV+, que acaba de estrenar Schmigadoon!, una serie que desde su primer episodio deja claro que es consciente de su carácter de producto de nicho.

Schmigadoon!, creada por Cinco Paul y Ken Daurio, explica la historia de una pareja, Melissa (Cecily Strong) y Josh (Keegan-Michael Key) que emprende una ruta mochilera para reforzar su relación, que, según la miembro femenina del dúo, no pasa por su mejor momento. Durante la excursión, una tormenta los despistará y los acabará llevando a un pueblo, Schmigadoon, que parece atrapado en la Edad de Oro de los musicales. Después de pasar allí una noche, Melissa y Josh se encuentran con que no pueden salir. La clave para volver a la civilización es que encuentren su amor verdadero, que por lo que parece no es lo que tienen ellos.

La serie parodia los musicales de los años 40 y más en concreto Brigadoon, obra de Alan Jay Lerner y Frederick Loewe sobre un misterioso pueblo escocés que aparece un día cada cien años. El reparto está repleto de caras conocidas de la televisión pero también con un amplio bagaje musical: por ahí pululan cantando y bailando Alan Cumming (The good wife), Kristin Chenoweth (El ala oeste de la Casa Blanca), Fred Armisen (Portlandia) o Jane Krakowski (30 Rock). Schmigadoon! es la serie musical que nunca le recomendaría a alguien que reniega de ellas: está hecha por y para fans del género.




Llegar a un público reducido parece que no es algo que le quite el sueño a AppleTV+, tampoco parece que su número de suscripciones estén por la nubes. Quizás por eso se atreven a arriesgar más con cosas como Schmigadoon! pero también con Central Park, su otro producto musical, aunque esta vez es una propuesta animada. De los creadores de Bob’s Burgers, la serie explica las aventuras de los Tillerman-Hunter, la familia del manager del parque neoyorquino. Con canciones originales y cierto humor irreverente, es una serie que difícilmente se podría ver en un canal generalista.

Por lo general, el género de las series musicales está lleno de cadáveres elegantes, como ‘Rise’ o ‘Galavant’

Schmigadoon! y Central Park son los dos ejemplos de series musicales que han llegado a nuestras pantallas más recientemente y seguramente de las pocas que sobrevivirán sin sufrir especialmente porque no se les exige grandes resultados. Otras no lo han tenido tan fácil. La última muerte musical ha sido la de La extraordinaria playlist de Zoey, que aquí se ha visto a través de HBO pero que en Estados Unidos se emitía en la NBC, una cadena en abierto que sí demanda un mínimo de respuesta. La serie era el epítome del ‘cuquismo’: protagonista torpe pero de buen corazón que después de someterse a una resonancia magnética empezaba a escuchar los sentimientos de los que la rodeaban en forma de grandes éxitos del pop (era lo que se llama un ‘jukebox musical’, aquellos que usan canciones ya conocidas por el público). Teníamos drama familiar –el padre de la protagonista, Zoey, sufre una enfermedad degenerativa–, exaltación de la amistad y, como no, historia de amor.

Después de la segunda temporada, emitida este año, NBC decidió no seguir adelante con la serie y también se negó a recolocarla en Peacock, su plataforma digital, donde tanto los creadores como el reparto confiaban que acabaría la serie. Sus datos de audiencia, cada vez peores, y su coste en una época especialmente difícil a causa de la pandemia hicieron que la serie perdiera el favor de la cadena. La extraordinaria playlist de Zoey es, sin embargo, uno de esos productos ligeros y buen rollistas que deberían existir sobre todo en momentos duros como los actuales.

«Lo siento pero lo tengo que decir: miro la parilla de NBC y pienso ‘De acuerdo, podemos ver muchas series sobre crímenes y pistolas. Nuestra serie trata sobre el amor’. Creo que es una pena que la hayan cancelado y para mí es un movimiento erróneo», se quejaba Jane Levy, la actriz principal, en una entrevista a Vanity Fair. Ahora mismo, las únicas opciones para que este canto al amor sobreviva es que aparezca alguna plataforma que la rescata y, de momento, no ha habido suerte.




Son pocas las series musicales que han tenido la oportunidad de explicar su historia hasta el final. En este sentido, una de las más afortunadas fue Crazy ex-girlfriend, que desde su estreno tenía todos los números para durar dos telediarios. Las creadoras de esta deconstrucción de las comedias románticas, Rachel Bloom y Aline Brosh McKenna, siempre quisieron explicar la historia de la abogada insatisfecha Rebeca Bunch en cuatro actos y la cadena The CW respetaron sus deseos, aunque los números de audiencia de la serie no dejaron de caer desde su estreno. Quizás ayudó a la paciencia de The CW que Crazy ex-girlfriend siempre fue una serie relevante en lo que se refiere a los temas que tocaba, especialmente la salud mental, y que sus números musicales eran brillantes tanto por las letras de sus canciones como por sus coreografías. Lo que no ganaban en audiencia, lo ganaban en prestigio.

Por lo general, el género de las series musicales está lleno de cadáveres elegantes. En la lista de fracasos encontramos Rise, ambientada en un instituto y con el protagonista de Como conocí a vuestra madre como el profesor responsable de poner un marcha un montaje del musical El despertar de la primavera; Smash, que empezó con buenas críticas y acabó abruptamente con una segunda temporada en pleno declive; Galavant o Katy Keene. En el audiovisual español también tenemos ejemplos de aventuras sin éxito, como la tremenda Paco y Veva o 45 revoluciones.

Con más fracasos que triunfos en su haber, parece obligo preguntarse si el musical es un género maldito para la televisión. Yo me niego a creerlo y me agarro con uñas y dientes a Crazy exgirlfriend, una de las series que más he disfrutado en mi vida, o Glee, el ejemplo que una serie musical puede llegar a convertirse en un fenómeno si se tocan las teclas correctas.

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