Richard Price: "La ficción puede ser más poderosa que la información"
Guionista de 'The Night Of' y 'The Wire'

Richard Price: «La ficción puede ser más poderosa que la información»

El novelista y guionista neoyorquino nos habla de sus orígenes, de la policía como fuente de historias, de cómo elabora sus diálogos y de su trabajo en la HBO.

Las series ‘The Wire’ y ‘The Night Of’ -y más recientemente ‘El Visitante’- se han beneficiado de sus diálogos. Las novelas ‘The Wanderers’ y ‘Clockers’ son obras suyas. Entrevistamos a Richard Price, uno de los mejores dialoguistas del mundo, protagonista del Festival Primera Persona, organizado en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona en 2015.

Orígenes: Nueva York

Siempre he querido ser escritor. Mi abuelo, que era un inmigrante ruso de la comunidad judía y que trabajaba en una fábrica en Brooklyn, escribía y le publicaban en pequeñas revistas mimeográficas durante los años 50. ¡Me alucinaba ver a mi abuelo escribir cosas e imprimirlas con su nombre! No entendía nada de lo que escribía y probablemente no debía ser muy bueno, pero a mí, como niño, me encantaba… Fui muy afortunado de que no fuera un cantante de ópera o un luchador… sino, estaría jodido.

Yo crecí en Nueva York, vivo en Nueva York y es lo que conozco. Si hubiera crecido en una granja, ahora mismo estaría escribiendo novelas rurales. Pero como crecí en Nueva York, siempre es donde sitúo mis historias.

La policía, fuente de historias

Me interesan los policías básicamente porque cuando estás con ellos puedes presenciar comportamientos humanos extremos. Es como cuando vas a una playa y ves el mar pero sólo la superficie: las olas, los rayos de sol… Pero entonces, si alguien te da unas gafas de bucear, puedes ver la Gran Barrera de Coral. Cuando voy con la policía a los barrios, veo la Gran Barrera de Coral.

«Un crío de una barriada que se gradúa en el instituto no sale en los periódicos. Pero si el crío mata a alguien o lo asesinan en el instituto, eso sí que aparece.»

No soy un periodista infiltrado ni nada de eso. Solo que si conoces a alguien, te pueden dar un permiso para ir con ellos. Todo el mundo es suspicaz con los escritores, pero tú solo tienes que actuar como una persona normal. No escribes en su presencia. Hablas con ellos, les cuentas tantas cosas de ti mismo como ellos sobre ellos mismos. Estás con ellos. Y no es que se olviden de que eres un escritor, pero tú te relajas y ellos se relajan. Así, la próxima vez que quieras escribir sobre algo más, ya tienes amigos, y yo les pregunto que quiero aprender sobre esto y me dicen: “entonces tienes que hablar con tal de la brigada de homicidios”. Y al tío de homicidios, mi amigo Joe de la brigada de robos le ha dicho que soy un buen tío, y entonces me van pasando de un lado al otro.

Todo el mundo me relaciona con la policía, porque la policía es un tema sexy. Pero he pasado más tiempo con gente (no solo con gente que ha sido arrestada), gente que vive en barriadas con dificultades para tirar adelante o en un entorno con mucha criminalidad alrededor, y que tienen que lidiar con los policías todo el rato. Ellos no hacen nada, simplemente viven. Un crío de una barriada que se gradúa en el instituto no sale en los periódicos. Pero si el crío mata a alguien o lo asesinan en el instituto, eso sí que aparece en los periódicos.

Hay un montón de gente que lucha por sobrevivir, y trato de pasar el mismo tiempo con ella que con las personas con pistolas en las caderas.

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Imagen del póster de la película ‘Clockers’ de Spike Lee

Periodismo vs Ficción

Hay muy buen periodismo de investigación. Pero al periodista no le está permitido tener personalidad, no puede tener una voz. Su trabajo es recoger información y entregarla de la forma más neutral posible. Con los escritores de ficción pasa exactamente lo contrario. Tu voz lo es todo. Cuando tú escribes un libro de 300 páginas, no lo tienes que tener listo para el periódico de mañana… Voy a dedicarle tiempo, lo voy a enseñar a gente. La mayoría de los periodistas que conozco tienen la presión arterial por las nubes, «¿para cuándo es esto?… para ayer», es estresante y hay mucha competencia entre ellos y no pueden escribir cosas sutiles con esa presión.

«No me hago ilusiones con que escribir para la pantalla sea un arte, como mucho es un oficio.»

El sueño para muchos periodistas es ser un día novelistas, y muchos de ellos lo hacen. Pero creo que en el fondo lo que quieren es tener una voz. Porque saben mucho más de lo que escriben, pero su trabajo los limita, no pueden escribir todo lo que saben. No se les permite la sutileza.

Escribir para cine y TV

La razón por la que escribo pilotos de televisión y películas, en este momento, es por la pasta. Se cobra bien. Se gana más dinero que con la enseñanza y al fin y al cabo estoy escribiendo. No me hago ilusiones con que escribir para la pantalla sea un arte, como mucho es un oficio.

La mayoría del tiempo me siento como una dominatrix con un collar de perro atado al cuello, ganando una buena suma de dinero, preparada para la toma. La cosa más importante que puede comprar un escritor es tiempo. Puede que no hagas dinero en dos años, pero ya puedes tener algo ahorrado o no podrás escribir esa novela. Así que haces un trabajo aquí y otro allá, y cuando tu nido está suficientemente acolchado, te dices: «ok. Puedo escribir durante dos años sin preocuparme por las facturas.»

‘The Wire’

Yo era un fanático de The Wire antes de entrar a escribir en ella. The Wire es una serie hecha por periodistas. David Simon era un reportero del Baltimore Sun y se basa en su periodismo. A veces la ficción, ya sea en una página o en una pantalla de televisión, es más poderosa que informar sobre lo que pasó en Ferguson o en Baltimore.

Antes que nada: todo es un caos. El trabajo de un escritor de ficción es dar forma al caos. Interpretar el caos. Es un poco artificial, pero por eso se llama ficción. Y entonces llegas a una verdad más grande porque puedes explorar, especular… puedes coger toda tu experiencia y crear un personaje que habla para eso y otro que habla para aquello.

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David Simon, amenazado por la escopeta de Omar, en el Serielizados Fest 2016

«The Wire se considera una de las grandes series de la televisión americana, pero no se tiene en cuenta que Simon tuvo que batallar para emitir la tercera y la cuarta temporada»

De alguna forma, The Wire no es un hecho, pero cuenta los grandes hechos de la vida. ¿Cómo la gente llegó a ser lo que es? A diferencia de la gente en su estado actual. Y desromantizar o desvillanizar la visión común que tiene la gente: «Oye éste es un traficante de drogas, ok… pero tiene una vida, tiene una familia, tiene esto y aquello… Alguien quiere acabar con él y él quiere acabar con alguien». No es que tengas que sentir piedad de todo el mundo, pero la gente es gente. Sino mira el peor policía, el peor camello o el peor psicópata… todo el mundo ha nacido. ¿Cómo ha llegado hasta aquí? Eso es parte de una historia más grande que lo que han hecho en un determinado momento.

Ahora The Wire se considera una de las grandes series de la televisión americana junto con Los Soprano, pero no se tiene en cuenta que David Simon tuvo que batallar para emitir la tercera y la cuarta temporada. La audiencia era tan baja porque la historia era muy compleja, como una novela de Tólstoi, con tantos personajes que si solo mirabas un capítulo y volvías la semana siguiente se te habían olvidado la mitad de las cosas. Y la gente prefiere ver algo más limpio y entretenido, no tener que hacer fichas para acordarse de los personajes. Pero cuando la empaquetaron en DVD, hizo que apareciera la ‘fiebre The Wire’ (‘The Wire Flu’), cuando alguien pasó un domingo por la noche en vela, viendo los 12 capítulos de un atracón, y llamó al trabajo diciendo que no podía ir.

Hubo un artículo en la revista satírica ‘The Onion’ que decía: «El 80% de los hombres adultos reconoce que la nueva cura para el cáncer de próstata no es tan buena como The Wire«.

‘NYC 22’, escribir para una mayor

New York 22 fue terrible. Era una serie de televisión para una cadena en abierto y, como creador, cuando escribes para CBS o NBC, ellos controlan tanto el producto… Y le llamo producto porque es eso, un producto. No hay creatividad involucrada. Ellos tienen una marca y dicen «eso es lo que la gente espera de CBS o de FOX». Y no importa lo que escribas. De hecho, lo peor que puedes hacer es tratar de ser original. Es lo que más odian. Ellos quieren que seas como todo el mundo. Es lo mismo que pasa en Hollywood. Cuando contratan a un gran director español, australiano o escandinavo, le dicen: «Por favor, ven a Hollywood. Te amamos. No tienes por qué preocuparte y hacer una película con poco presupuesto, esperando la ayuda de tu gobierno. Te daremos los actores más famosos, la mejor distribución… Por favor, ven. Te adoramos.» Pero cuando llegas, te dicen: «Bueno, ya estás aquí. Y si vuelves a hacer la mierda que hiciste en España. Estarás en la próximo avión de vuelta».

«Lo peor que puedes hacer es tratar de ser original. Es lo que (las mayors) más odian»

El requisito es que tienes que ser tan Hollywood como el resto. Así que te preguntas ¿para qué coño me querían?. Lo mismo me pasó con mi escritura. «Nos encanta como escribes» y después te dicen: «no puedes hacer esto… nos estamos jugando mucho dinero. Me estás dando papel de váter triangular y la gente no conoce el papel triangular. Si les damos papel de váter rectangular, todo el mundo sabrá como limpiarse el culo«. No sé por qué valoran la originalidad si después sólo quieren reducirlo a un producto que ya conocen y que la gente de Montana se sentará delante de su televisor con el mando a distancia sin cambiar de canal. Eso es lo que tenemos que hacer, para que la gente no cambie de canal en sus gordas butacas.

NYC 22 apestaba. Puse toda mi energía en ella, y después de dos o tres episodios vieron hacia donde iba y la CBS me dio ocho escritores de televisión profesionales, todos horrorosos. Y me dije: «a la mierda. Dejadme sólo beber«. Y ya no me importó que la serie se fuera al carajo.

Otros proyectos: ‘The Deuce’ y ‘The Night Of’

He escrito una serie de ocho episodios (The Night Of), con John Turturro y rodada en Nueva York. Estoy a merced del director, de los actores, del marketing y de la edición de la HBO. Todo lo que puedo hacer es tener esperanza. He escrito ocho horas, lo que son 480 páginas de guión, que me han costado dos años de trabajo. Ya no haré más dinero con ello, así que espero que sea bueno. Podría serlo, para variar. Aún tengo esperanza.

Y ahora estoy haciendo una serie junto a David Simon (The Deuce) sobre prostitución, pornografía, mafia, City Hall y Times Square en los 70’s, cuando era un agujero de sordidez. Eran unos tiempos cruciales, era el inicio de la pornografía como un gran negocio y también el de la liberación de la mujer, de los gays, corrupción policial, NY en bancarrota y todas estas fuerzas sociales empujando… Espero que sea buena.

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Escena del primer capítulo de ‘The Night Of’

El arte del diálogo

El diálogo es artificial. No es auténtico. Si escribes igual que la gente habla, sería incoherente. Alguien me entrevistó para un periódico recientemente y lo único que hizo fue transcribir lo que dije, y era un lío. No se entendía, parecía que fuera retrasado. Sino, ¿por qué escribimos?

«El buen diálogo es el arte de esconder el diálogo (…) dar la ilusión de que lo estás robando al vuelo, aunque sea artificial.»

El FBI tuvo una grabadora escondida en la oficina del mafioso John Gotti, en Little Italy (Manhattan), y publicaron las transcripciones. Parecía que esos tipos nunca acabaran las frases. Nada de lo que decían tenía sentido. Había tantos Er… Ehm… Uhhh… Palabras repetidas, elipsis… Te aburrían después de tres minutos. Porque el buen diálogo es el arte de esconder el diálogo. Recoges todas esas incongruencias y coges lo esencial para dar la ilusión de que lo estás robando al vuelo, aunque sea artificial.

A veces por la calle escucho algunas frases memorables. Pero a mí me gusta crear mis propios diálogos. Normalmente intento inspirarme y coger la esencia de cómo habla alguien, y cuando tengo el ritmo de cómo habla, voy a casa y escribo con mis propias palabras. Lo que da verdad es cómo se procesan los pensamientos y el lenguaje, y si tengo un sentido de cómo funciona su cerebro, a través de su boca, puedo imitar eso. Cualquiera que haya escuchado a George W. Bush durante ocho años en televisión, puede imitar a Bush. Puedes crear tu propio diálogo pero que suene a Bush. Mucha gente puede hacer eso de forma fácil. E incluso puedes hacer una imitación de George W. Bush recitando un discurso de Shakespeare.

Y eso es lo que hago. Escucho a gente por allí, y todo el mundo para mí es como George W. Bush, les puedo pillar el estilo. No digo Bush como personalidad, sino que con el tiempo suficiente tengo la habilidad de convertirme en cualquier persona.

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