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Nivel de spoilers: Ligero
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¿De qué trata?: Boba Fett (Temuera Morrison) y Fennec Shand (Ming-Na Wen) se establecen como los nuevos dueños del negocio de Jabba el Hutt.
Tras la sorpresa de la escena post-créditos del final de la segunda temporada de The Mandalorian, nos encontramos un año más tarde, con una nueva serie: El libro de Boba Fett. Esa escena nos mostraba a un Boba Fett, recuperado como secundario de lujo en The Mandalorian, accediendo al trono de Jabba el Hutt –ahora ocupado por la mano derecha del difunto Hutt, un mucho más orondo Bib Fortuna– y autoproclamándose nuevo líder del clan Hutt. Crimen organizado galáctico, nada menos.
El libro de Boba Fett prosigue desde ese punto argumental para elevar a Boba Fett a la categoría de protagonista, en lo que se antoja será el mayor reto de esta serie creada por los mismos que lamieron las mieles del éxito mandaloriano: Jon Favreau, Dave Filoni y un recién incorporado Robert Rodríguez. Aunque sea Favreau el que aparece como creador, el bebé tiene tres padres.
«Jabba gobernó a través del miedo, yo pretendo hacerlo a través del respeto» – Boba Fett
Y es que hasta ahora Boba Fett ha sido siempre un personaje mínimo, desde que lo vimos como cazarrecompensas contratado por Darth Vader en El Imperio Contraataca. Su debut en el canon de Star Wars de aquél entonces fue, de hecho, unos años antes en el infame especial de Navidad. Concretamente, en un pasaje animado que introducía al personaje con su armadura mandaloriana. De ahí el primer juguete de Boba y a continuación pequeñas apariciones hasta su muerte en El Retorno del Jedi. Si os interesa, ese debut animado se encuentra ahora «canonizado» en Disney+ en la sección «Star Wars Vintage» del hub de Star Wars de la plataforma, bajo el título «La historia del Wookie fiel».
Con pocos segundos en pantalla -y aún menos frases– Boba Fett se convirtió en el ejemplo máximo del potencial de Star Wars. Un personaje mínimo que, gracias a su aspecto molón, era un icono de la saga y tenía miles de fans. Aún recuerdo asombrarme, de pequeño, con una figura a tamaño real de Boba Fett en la Norma Cómics de Barcelona. En esos tiempos, no tan lejanos, en los que en la tienda aún habían más cómics y revistas que figuras y estatuas. Boba Fett era justo eso: la promesa de un personaje muy guay que vivía en nuestras imaginativas mentes.
En paralelo vinieron los libros, cómics y otros relatos del universo extendido, ahora llamado Star Wars Legends, y ahí surgió un espacio donde revivir a Boba. Buscarle nuevas aventuras y arcos argumentales. El canon oficial hizo lo propio y ya en las precuelas se nos mostró a un Boba de pequeño, viendo morir a su padre-clon. Los films de George Lucas pusieron nombre a su progenitor, Jango –un nombre que refuerza aún más la raíces del personaje en el Spaghetti-Western– y rostro al fin: el actor neozelandés Temuera Morrison.
En la serie animada Las guerras Clon, se recuperó a un joven Boba empezando su carrera de cazarrecompensas y cegado por la sed de venganza y años más tarde, Temuera Morrison se puso en la piel de Boba para recuperarlo definitivamente. Tras muchas teorías y rumores, finalmente la segunda temporada de The Mandalorian encontró el arco perfecto para el personaje, que pasó a ser un aliado de Mando con un sentido del honor muy fuerte.
Honor y respeto VS miedo y mano dura
Ese mismo sentido del honor es el que ahora, tras el primer episodio de El libro de Boba Fett, vemos a Boba intentando mantener el honor como filosofía de vida. Un honor que confía que le otorgue respeto como nuevo líder del inframundo criminal del planeta Tatooine. Él mismo así lo dice: «Jabba gobernó a través del miedo, yo pretendo hacerlo a través del respeto».
A lo largo del episodio, y a través de una serie de encuentros con distintos capos y representantes de clanes criminales, somos testigos de esas intenciones. Boba se muestra conciliador, respetuoso y dialogante. Algo que probablemente acabe creando problemas a nuestro protagonista. Así lo parece viendo las reacciones de sorpresa de más de uno como al mayordomo del alcalde de Mos Espa –sí, parece el inicio de un chiste– o la dueña de una cantina interpretada, por cierto, por Jennifer Beals, famosa por Flashdance y The L Word.
Unos rasgos que también se ven algo extraños a ojos del espectador, en el que hasta hace poco, era un despiadado, silencioso y mortal cazarrecompensas. Pero es una evolución que el capítulo –y quizás la serie a lo largo de la misma– intenta explicar con flashbacks. Por cierto, el montaje inicial entre diversos flashbacks y un Boba Fett en modo recuperación, con hasta 12 minutos iniciales sin apenas diálogos son lo mejor que ofrece este episodio. En esos recuerdos que se intercalan, vemos a Boba escapar del estómago del enorme Sarlacc que se lo tragó en El Retorno del Jedi y a continuación su particular travesía en el desierto de Tatooine.
Primero unos Jawas –mira que son odiosos– le despojan de su preciada armadura y posteriormente es apresado por unos Tusken o moradores de las arenas –un poco menos odiosos pues al fin al cabo están en su derecho como nativos del planeta– que lo mantienen vivo aunque secuestrado. Tras mucho tiempo en su poder, Boba consigue salvar la vida de uno de ellos ante el ataque de una monstruosa bestia de cuatro brazos, lo cual lleva a los Tusken a aceptarlo como uno de ellos.
Si hay algo que, con solo un primer capítulo de El libro de Boba Fett, podemos criticar fácilmente es que hay poco a donde agarrarse en el argumento.
Un arco argumental, a lo Bailando con lobos, en el que los paralelismos entre el western y la saga galáctica vuelven a relucir. Como el momento en el que es arrastrado en la arena, al más puro estilo Clint Eastwood en El bueno, el feo y el malo. Su periplo con los Tusken le llevará al momento vital en el que lo encontramos en The Mandalorian.
Estableciendo así que el personaje ha evolucionado. Y teniendo en cuenta que tan solo estamos ante su primer episodio, esta cuestión del respeto se antoja como la clave en la nueva posición de Boba Fett. El recelo que despierta entre el resto de líderes criminales probablemente irá a más y le hará replantearse su filosofía actual. Alguna cosa acabará pasando para que Boba sea arrastrado al fango del conflicto, del miedo y de la mano dura.
De la misma forma, El libro de Boba Fett, parece buscar también ese respeto como serie. Por eso decía anteriormente que el mayor reto de la nueva producción de Star Wars será saber elevar a Boba Fett como personaje protagonista. Con The Mandalorian supieron encontrar muy bien la motivación del protagonista una vez entraba en escena Baby Yoda. La misión era clara y el argumento se ceñía a ello.
Si hay algo que, con solo un primer capítulo de El libro de Boba Fett, podemos criticar fácilmente es que hay poco a donde agarrarse en el argumento. Más allá de algunas divertidas escenas de acción, en las que se agradece también la presencia de Fennec Shand que dicho sea de paso, necesitará crecer como personaje y ser algo más que una útil mano derecha.
El establecimiento de Boba como líder criminal parece, de entrada, poca excusa para desarrollar una serie. Es quizás más un temor a una crítica, pero la reacción tras el episodio es precisamente esa: hará falta más «chicha» para que tanto la serie como un Boba Fett elevado a la categoría de protagonista consiga interesarnos y atraernos cada semana. Se intentará, supongo. Y nosotros estaremos aquí para contarlo.
Anotaciones galácticas
- Suerte que la digestión de los Sarlacc dura cientos de años. Tras décadas de espera finalmente vemos a Boba Fett escapando con vida. La manera en que lo hace, ayudándose del cadáver de un stormtrooper y de sus artilugios vale la pena la espera. Sobretodo por el plano de la mano saliendo a lo zombie de las profundidades de la arena.
- Boba Fett se recupera de sus heridas en un Tanque Bacta horizontal, a modo de cama. Hasta ahora los habíamos visto verticales, siendo usados por Luke Skywalker y Darth Vader. El tanque contiene un líquido regenerador (Bacta) que sana a cualquiera.
- Más referencias a las inspiraciones de Lucas cuando creó la saga. Algunos se refieren a Boba como el nuevo Daimio. El cargo que ocupaba Jabba y que es una palabra japonesa para referirse a los señores feudales que gobernaron vastos territorios durante siglos en Japón. Kurosawa de nuevo en Star Wars.
- Entre los flashbacks de Boba, encontramos imágenes de El ataque de los clones. El plantea Kamino como lugar de nacimiento de los clones –¿aparecerá algún otro clon de Jango en la serie? y el momento de la muerte de Jango en Geonosis a manos de Mace Windu. El jedi interpretado por Samuel L. Jackson está teóricamente muerto pero, ¿no sería genial que al igual que Fett sobreviviera y volviera a aparecer en El libro de Boba Fett?
- La ciudad donde se desarrolla la acción es Mos Espa. Apareció por primera vez en La amenaza fantasma y es por tanto, la ciudad en la que creció Anakin Skywalker. Allí vemos un lujoso bar/cantina en el que está tocando la misma banda mítica que vimos en Una nueva esperanza, la banda de Max Rebo. Por suerte han dejado atrás la cantina de Mos Esley por un local mejor y han ampliado su repertorio.
- Mención a parte para Ludwig Göransson, el compositor sueco que tras clavarlo con The Mandalorian, ha creado nuevos temas para El libro de Boba Fett igual de espectaculares. Göransson se está ganando el derecho de ser el nuevo John Williams de la saga.
Criaturas espaciales
- Entre los personajes que se acercan a Boba en su trono para ofrecerle tributos encontramos razas como un Trandoshano llevando pieles de Wookie. Un Aqualish y un Twi’lek. Esta última es una de las razas más vistas en el canon de Star Wars y a la que pertenece el personaje de Jennifer Beals.
- El otro personaje secuestrado por los Tusken es un Rodiano, la misma raza que el infame Greedo de la película original.
- Los guardaespaldas que se agencia Boba tras perdonarles la vida son Gamorreanos. Por fin, en este capítulo demuestran su valía, aunque lleguen un poco tarde.
- El androide de tortura –reconvertido en droide de protocolo– que Boba «hereda» de Jabba es un 8D8 al que da voz el gran Matt Berry de Lo que hacemos en las sombras.