Philip Seymour “Happyish”
El actor neoyorquino estaba empezando a rodar una serie para Showtime

Philip Seymour “Happyish”

La serie narraba el derrumbamiento del publicista Thom Payne

Happyish era una historia que llevaba dos años buscando intérprete. Un funambulista de mediana edad, un hombre que cruzara la madurez vacilando como un adolescente. Que fuera capaz de mantener la tensión dramática sobre cualquier escena, cómica o trivial, haciéndonos dudar de él, desconfiar, hasta el punto de no poder dejarlo solo.

«Buscaban algo más que un actor, un tótem, que sólo estando, sin apenas moverse ni dirigirse a nadie, captase la atención de todo»

Con esta idea, Showtime creó al personaje de Thom Payne, una montaña rusa de caídas en picado hacia la depresión con giros violentos hacia las adicciones, sólo enderezadas por sectores llanos desde donde contemplar su autodestrucción, todo entre risas. Ya lo dijo el productor David Nevins, que la serie era ante todo “una comedia muy personal (…) sobre el miedo”. Buscaban algo más que un actor, un tótem, que sólo estando, sin apenas moverse ni dirigirse a nadie, captase la atención de todo. Showtime nunca perdió la paciencia esperando encontrar al actor indicado para este papel, porque ya lo habían decidido hacía mucho tiempo, no querían a otro, y así estuvieron dos años tanteándolo. Finalmente, Philip Seymour Hoffman dijo sí.

philip-seymour-hoffman-sundance-film-festival-2014El personaje de Thom Payne era un director creativo reconocido y admirado que empezaba a sentir el vértigo que sucede al éxito laboral y al fin de la juventud. Él había ayudado a deformar la realidad diseñando una publicidad que veneraba a la teenage americana de manera gratuita y sin reservas. Ahora, Payne veía como esa generación de mocosos ocupaba los sillones más grandes de su agencia, condenándolo al departamento de viejas glorias. Payne quedaba fuera del circuito.

No hay eslóganes que mitifiquen las patadas en el culo, ni estrategias de márqueting que aborden las crisis existenciales, porque eso no vende, por lo tanto no existe, y si tiene problemas con su vida escápese 9 noches y 10 días a dondequiera, con un poco de suerte al volver algunos problemas se habrán olvidado de usted. Pero Thom Payne no era idiota, Thom Payne no se fiaba de la publicidad. Él prefería sus drogas, viajar desde casa sin intermediarios en un puente aéreo entre antidepresivos y viagra. Hasta que ¡zas!… Y aquí empezaba la serie.

«La única manera en la que Philip Seymour Hoffman podría haber muerto de forma coherente con los personajes que creó, hubiera sido la asfixia autoerótica»- Tom Junod (Esquire)

El New York Post anunció el pasado lunes 3 de febrero, el día después de la muerte de Seymour Hoffman, que Showtime cancelaba Happyish. La pérdida del actor era «insustituible». Payne nació para ser Seymour Hoffman y desapareció tras él. Y a la espera de que la productora vuelva a pronunciarse todo hace indicar que no tirarán para adelante el proyecto. El 20 de junio del 2013 moría James Gandolfini dejando en stand by el rodaje de la miniserie Penal Justice (HBO). Poco después se publicó que sería Robert de Niro quien sustituiría al gigante de Nueva Jersey. Quizá Happyish resucite en el cuerpo y la voz de otro actor. Le desearé buena suerte, si llega el día.

Especular con lo que hubiera significado el trabajo de Seymour Hoffman en esta serie es una pérdida de tiempo. Hace mucho que el actor se dirigía a este final. No ha sido un accidente. Él confesó que después de más de 20 años limpio había vuelto a caer en el pozo de la droga, en otro intento de aislarse de todo y de sí mismo. Y me gusta pensar que había algo en esa mente turbulenta que le hacía ir más allá en sus interpretaciones, que esa fragilidad emocional era lo que le permitía destilar esa intensidad -con sólo dos gestos y una mueca- tan devastadora. Realmente “insustituible”. Dejemos que Happyish ocupe un lugar en el limbo de las obras inacabadas y disfrutemos de todo lo que Hoffman nos ha dejado en la tierra, mientras él se acomoda en el infierno de los mejores, entre risas.

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