'The Frankenstein Chronicles': La pesadilla de Mary Shelley - Serielizados
'The Frankenstein Chronicles'

La pesadilla de Mary Shelley

La serie crea su universo alrededor de la figura de Mary Shelley, de la influencia que tuvo su propia experiencia en la creación del monstruo de Frankenstein.

En conmemoración del 200 aniversario de la novela Frankenstein o el moderno Prometeo, que Mary Wollstonecraft Shelley escribió en 1818, Netflix ha añadido a su catálogo The Frankenstein Chronicles. O esa es la razón por la que me gustaría creer que la plataforma ha incorporado la serie a sus filas, a pesar de hacerlo con unos pocos años de retraso (se estrenó en 2015).

Pero sea como fuere, The Frankenstein Chronicles intenta dejar el mito a un lado y centrarse en una visión más enfocada al realismo que a la fantasía sobre la leyenda de Frankenstein. La serie crea su universo alrededor de la figura de Mary Shelley, de la realidad que ella vivió durante la creación de su novela, y en cómo esta misma se convirtió en algo real y algunos médicos locos –los mad doctors típicos del círculo cinematográfico de Frankenstein- empezaron a experimentar con la muerte mediante el galvanismo, una teoría científica que indica que el cerebro produce electricidad y la conduce por los nervios almacenándola en los músculos para generar movimiento. Una teoría por la que su marido, el poeta Percy Bysshe Shelley estaba apasionado y sin duda transmitió a su esposa.

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La serie se convierte en un producto más honesto sobre el mito al justificar la existencia de un monstruo que regresa a la vida a partir de diversos pedazos de otros hombres a través de los métodos científicos de la época en la que nació la historia de Shelley. Aunque The Frankenstein Chronicles, todo sea dicho, también recurre al universo cinematográfico del monstruo con un clásico plot twist que la aproxima a La maldición de Frankenstein (1957, Terence Fisher) y a La novia de Frankenstein (1935, James Whale).

La propia Mary Shelley ayuda al detective John Marlott a descubrir quién está realizando experimentos con partes de cuerpos de niños

Pero dado que esta nueva versión del mito busca un acercamiento más personal, en The Frankenstein Chronicles se incluye a la propia Mary Shelley en parte de la trama para ayudar al detective John Marlott a descubrir quién está realizando experimentos con partes de cuerpos de niños. Y, en cierto modo, eso funciona también como si fuera una liberación de la misma Mary Shelley para dar fin a sus tormentos. En uno de sus diálogos, dice: “Ahora ya no es mi pesadilla, es suya”, dirigiéndose, no solo al personaje en cuestión con el que está conversando, sino a todo el público. Como si esta ficción televisiva funcionase a modo de descubrimiento y destapase los referentes reales que inspiraron a Shelley a construir su criatura; auténticos monstruos que ya corrían por sus calles por aquel entonces: los hombres.

Esta teoría pone en jaque a los serial killers que aparecieron en los setenta y ochenta y cuyo objetivo principal era desbancar a los monstruos ficticios de la Universal y Hammer Films y representar los miedos reales que atemorizaban a los norteamericanos en su propia casa durante la guerra del Vietnam. Por lo que Frankenstein funciona de dos modos: uno, como representación de los límites franqueables entre la vida y la muerte y, dos, como un reflejo de los asesinos de la Inglaterra Victoriana que perpetúan su macabro legado hasta nuestros días.

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Mary Shelley (Anna Maxwell Martin), John Marlott (Sean Bean) y Nightingale (Richie Campbell)

En The Frankenstein Chronicles se rompe una lanza a favor del realismo para intentar dar un origen empírico -o una explicación- al nacimiento de la novela de Shelley y no atribuir sus raíces a la imaginería. El principio del galvanismo conecta directamente con esa teoría de convertir a científicos en doctores dementes, lo que automáticamente los convierte, por lo menos en el espacio serial donde nos movemos, en algo similar a los asesinos en serie que conocemos gracias, sobre todo, al cine slasher de Tobe Hooper.

La gran diferencia entre lo que hacía el personaje original de Mary Shelley, Dr. Víctor Frankenstein, y este grupo de lunáticos adictos al galvanismo es muy sencilla: mientras que el primero robaba las partes del cuerpo humano que necesitaba de las tumbas –siempre y cuando nos ciñamos al film de James Whale, El doctor Frankenstein (1931)- los mad doctors se dedicaban a asesinar. Lo que convierte a esos sujetos, a ojos del pueblo victoriano, en carniceros sin escrúpulos. Sin intención de querer romper las barreras entre la vida y la muerte y buscar el significado de la misma.

Lo que plantea The Frankenstein Chronicles no es poco, puesto que reimagina cuán veraz podían ser los primeros pasos de aquel moderno Prometeo salido de las páginas de Shelley. Tal cosa, por muy perturbadora que sea, genera una disputa entre lo que hasta ahora se conocía como cine de monstruos y cine de serial killers.

Los motivos históricos que impulsaron a Mary Shelley a realizar su obra fueron traumas infantiles. Doce días después de su nacimiento su madre falleció; y maternales, dadas sus dificultades para tener hijos –solo pudo tener uno, Florence-. Pero The Frakenstein Chronicles abre la veda para múltiples interpretaciones y visiones que, hasta ahora, no habían podido verse con esta claridad.

El peso del protagonista, Sean Bean, pesa más que cualquier intento de querer alargar la trama para llegar a los seis episodios

Al margen de suposiciones, y sobre análisis, es una serie bastante irregular en cuanto a ritmo. La trama principal, atractiva y llena de jugo, se ve difuminada a veces por una cantidad ingente de subtramas que no hacen más que facilitar la tarea de separar el trigo de la paja. Empero, y por suerte, el peso del protagonista, Sean Bean en el papel de Marlott, un enfermo de sífilis que quiere volver a reencontrarse con su difunta esposa, pesa más que cualquier intento de querer alargar la trama para llegar a los seis episodios. Y tiene su gracia que Bean sea el responsable de protagonizar en una historia como ésta, que gravita alrededor de la mortalidad e inmortalidad, por ser conocido sobre todo por no sobrevivir nunca en los proyectos donde se mete. Lo que automáticamente plantea la pregunta mágica al espectador; ¿sobrevivirá esta vez?

La nueva apuesta televisiva de Frankenstein es un relato obligatorio para aquellos que, por un lado sean fanáticos de su universo cinematográfico y, por el otro, para los más curiosos que quieran conocer una vertiente más próxima a la realidad de la novela de Shelley. Que no os engañe el hecho de que parezca una serie de segunda o que por repetir el título de Frankenstein una vez más se trate de un producto similar a lo ya visto o que no tenga nada novedoso que plantear. Como casi todas las obras que rodean a Mary Shelley, esta también da pie al debate y a plantear visiones sobre la vida absolutamente demenciales a través de los sentimientos humanos poniendo a Dios, como siempre, en eterna duda existencial.

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