'Palm Royale', crítica de la serie: Hay vida más allá de Barbie
Crítica de la serie

‘Palm Royale’: Hay vida más allá de Barbie

A medio camino entre 'Big Little Lies' y 'White Lotus' se sitúa esta ácida sátira llena de intrigas con la que Kristen Wiig aspira a convertirse en la heredera de la reina de la comedia americana.
Palm Royale

Kristen Wiig es, sin duda alguna, una de las mejores cómicas de la actualidad.

¿Por qué quieres formar parte de un club en el que no te quieren como miembro?”. Esta pregunta, formulada en uno de los primeros episodios de Palm Royale, sale de la boca de Linda, activista feminista y hippie americana de finales de los sesenta, y se dirige a Maxine, una rubia aspirante a señorita nacida en un pueblo perdido en la llanura estadounidense.

La única ambición de esta última es formar parte de un club social reservado a los multimillonarios de Palm Beach y gobernado por sus mujeres. “¿No es eso lo que hacéis las revolucionarias?”, replica la avispada rubia. Y sólo se le puede responder con un “touché” que suelta una de las compañeras de lucha de Linda que, como ella, infravaloran la capacidad de Maxine para comprender el signo de los tiempos, como muchos podrían también subestimar la capacidad de la nueva serie de Apple TV para exponerlo. Porque sí, Palm Royale tiene mucho de Mujeres desesperadas pero tiene incluso más de Caitlin Moran, Nora Ephron y esa extensa lista de mujeres que han hecho del mundo un lugar mejor. Palm Royale

Una serie a medio camino entre ‘Big Little Lies’ y ‘White Lotus’, con un punto de Raffaella Carrá y otro de ‘Sunset Boulevard’

Y es que ese, entrar en el supuesto paraíso occidental y demostrar con ello que la utopía es alcanzable, es el objetivo final de la dulce protagonista de la serie, Maxine Dellacorte Simmons. Su entrada en Palm Royale, envuelta de secretos que se irán descubriendo a medida que avance la temporada, es sólo el punto de partida de una serie coral que aúna misterio y cotilleo, entretenimiento y reivindicación, crítica y mucho humor. Maxine es dulce, es buena y es rubia, muy rubia, y su voluntad por encajar en un entorno en el que nada es lo que parece la llevará a cometer unos cuantos delitos, a gestionar de manera absolutamente imprudente un tsunami de información y a enfundarse todo tipo de looks imposibles que hacen del vestuario de la serie uno de sus aspectos más emblemáticos: convertir a Kristen Wiig en una Carmen Miranda contemporánea es, sin duda, uno de los mayores aciertos de la ficción televisiva reciente.

La ropa nos define a todos y, sobre todo, nos condiciona a todas, y de eso también se nutre el gran misterio que rodea a los titiriteros de Palm Beach, ese lugar en el que “todo el mundo tiene dinero pero no todo el mundo es rico”, como bien descubrirá más pronto que tarde nuestra protagonista, interpretada de forma magistral por una de las mejores cómicas de la actualidad.

Palm Royale

‘Palm Royale’ está disponible en Apple TV+.

Combinaciones aparentemente imposibles

De hecho, leer con atención los miembros del reparto de Palm Royale sirve como primer acercamiento a la explosividad de la combinación que la serie ofrece y que ya se expone en los mejores títulos de crédito que ha tenido una serie desde Succession, un perfecto extracto de todo lo que Palm Royale contiene. A medio camino entre Big Little Lies y The White Lotus, con un punto de Raffaella Carrá y otro de Sunset Boulevard, la serie creada por Abe Sylvia y basada en el libro ‘Mr & Mrs American Pie’ de Juliet McDaniel une de forma magistral binomios aparentemente imposibles: ahí están Carol Burnett y la hija de Cindy Crawford, Kaia Gerber, o el Corazón de melón de Gloria Lasso y ‘La campana de cristal’ de Sylvia Plath, incluso la guerra de Vietnam y Ricky Martin

En el fondo de ‘Palm Royale’ late la eterna pregunta que cualquier lectora de teoría feminista ha tenido que formularse en un momento u otro: ¿es la mujer una loba para la mujer?

El puertorriqueño se ha convertido ya, por derecho propio, en uno de los grandes descubrimientos de 2024, capaz de dotar de empatía y humanidad a un personaje más que oportuno en su trayectoria a pesar de ser absolutamente arquetípico. Al fin y al cabo, sí, es cierto, casi todos lo son: desde una vieja ricachona a punto de morir cuya herencia es el motor vital de todos los que la rodean a una aspirante a modelo que se dedica a pintar uñas pasando por dos marimachos que sueñan con dar un pelotazo mientras juegan a golf. 

Y, sin embargo, Palm Royale brilla por su capacidad de encontrar en todos ellos un punto de autenticidad que deriva en una colección de escenas memorables, desde todos los intentos por expresarse de Dear Norma hasta la subasta que termina en un duelo de pistoleras entre los personajes interpretados por Kristen Wiig y Allison Janney. Laura Dern, Josh Lucas o Leslie Bibb son sólo algunos de los intérpretes que completan el más que acertado casting liderado por esa rubia que parece tomar el testigo de Elle Woods, el personaje que interpretaba Reese Witherspoon en la -queramos o no- mítica Una rubia muy legal

Palm Royale

Allison Janney, dispuesta a batirse en duelo con cualquiera que se interponga en su camino.

Entre risas anda el juego Palm Royale

Porque en el fondo de Palm Royale late la eterna pregunta que cualquier lectora de teoría feminista ha tenido que formularse en un momento u otro: ¿es la mujer una loba para la mujer? Mientras en los barrios más humildes de ese primitivo Marina d’Or Ciudad de Vacaciones llamado Palm Beach todo tipo de mujeres, desde inocentes embarazadas a furiosas afroamericanas, se dan cita en una librería para debatir el futuro de sus hijas, en el exclusivo club social en el que Maxine desea entrar se asientan los cimientos de un presente en el que el dinero, las apariencias y el sexo son elementos imprescindibles para asegurar la trayectoria de cualquier aspirante a esposa ejemplar. 

En ‘Palm Royale’ queda claro que Kristen Wiig está más que capacitada para llevar algún día la corona de reina de la comedia americana

Y todo ello se explica con ese aire de clásico instantáneo que pocas ficciones son capaces de conseguir, mucho menos con esa arriesgada apuesta por un humor que cambia de color en función de la escena: tienen cabida desde los chistes cargados de mala baba hasta la pura parodia en la que se convierte el personaje interpretado por Carol Burnett. A sus noventa años vuelve a demostrar por qué fue, es y será siempre la reina de la comedia americana, aunque en Palm Royale quede claro que Kristen Wiig está más que capacitada para llevar algún día esa corona. Mientras tanto nos conformaremos con estos diez episodios en los que ambas apuestan por la revolución de las risas, esa que nos permite entretenernos mientras detectamo con precisión muchas de las heridas que siguen abiertas al hablar de lo que implica ser mujer.

Hay vida más allá de Barbie, y en Palm Royale lo saben bien.

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