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Si solo quieres una razón para ver 'Hacks': Jean Smart.
Normalmente en esta humilde revista nos gusta titular los artículos con un estilo más “artsy-fartsy” –como nos gusta llamarlo–. Pero en este caso era imposible renunciar a un titular de índole más llamativa. Y no por cuestiones de “clickbait”, sino por convicción; en un ejercicio de autorreflexión y reivindicación al mismo tiempo. Y es que en efecto, se está hablando poco de Hacks. Tanto aquí como en otras partes. Y la culpa puede que sea de HBO. Perdón, de HBO Max.
Sí, apunto directamente a la plataforma porque, pese al éxito en premios y crítica que cosechó Hacks en Estados Unidos, la serie no se estrenó aquí hasta seis meses después de su final. Si al otro lado del atlántico Hacks se estrenaba en mayo, tuvimos que esperar aquí a diciembre para los primeros episodios. Y mientras Hacks triunfaba en los Emmy en el mes de septiembre, poco, o bien poco, sabíamos de ella.
Ese delay entre el impacto original de ‘Hacks’ y su llegada a España ha provocado cierto silencio de la serie, incluso habiendo ganado premios
Lo sé, es muy de “first world problems” quejarse por esta tontería. Hace apenas cinco años, tener que esperar meses por una serie de Estados Unidos era lo normal. En tiempos más pretéritos, la espera era más larga y no nos quejábamos. Pero ya se sabe, cuando te acostumbras a algo bueno, es difícil volver a lo de antes. Desde que las plataformas que dominan el mundo globalizado operan en este país, lo normal es tenerlo todo al mismo tiempo en todos los países y territorios en los que hay esa plataforma. Eso claro, siempre que se quiera ser legal. Ya nos entendemos.
El caso es que ese delay entre el impacto original de Hacks y su llegada a España ha provocado cierto silencio de la serie, incluso habiendo ganado premios. HBO Max relegó el estreno de la serie a un mes en el que comunicativamente se ocupó más de And just like that –que sí llegaba a la vez que en USA– e incluso de la muy insuficiente Sin novedad.
Tengo clarísimo que la versión española de la plataforma dejó de lado –no tiene ni tráiler en su canal de YouTube– a una magnífica serie por la que muchas plataformas matarían. Y no sé por qué. Quiero pensar que las plataformas también son víctimas de la saturación de la oferta. Uno de los mejores estrenos recientes, además original de HBO Max, estaba en sus manos y apenas le dieron bombo. Luego llegaron las navidades, año nuevo y ahí se quedó todo. Pero dejémonos de lloriqueos porque de lo que se trata es de celebrar lo buena que es. Hacks.
De La-La-Land a la ciudad del pecado
La comedia, creada por Jen Statsky, Paul W. Downs y Lucia Aniello, se establece en base al cliché de una relación forzada entre profesionales que se detestan. En este caso se trata de dos mujeres humoristas que se encuentran en momentos vitales muy distintos. Sin embargo, sus respectivas carreras –que no podrían ser más diametralmente opuestas– comparten un cierto momento de impasse, de estancamiento. Aunque por motivos muy distintos.
La chispa del conflicto estalla, creando un magnífico momento de tensión en el que las dos construyen comedia a partir del choque que tienen.
Una es Deborah Vance (Jean Smart), una estrella consolidada del humor, con décadas de carrera y un puesto fijo como estrella en un show de Las Vegas. Un personaje totalmente ficticio pero que en su tipo de humor, carrera, estatus de diva y proclividad a los retoques estéticos nos recuerda a la añorada Joan Rivers. Su problema está precisamente en el éxito acumulado. Las mansiones, los contratos de publicidad y el auditorio lleno cada noche la han llevado a acomodarse. A aislarse de los suyos y a llenar su vacío con lujos, antigüedades y perros. Y lo que es peor, su comedia se está desgastando y el dueño del resort en el que trabaja quiere acabar con su espectáculo.
La otra es Ava (Hannah Einbinder), una guionista y humorista en paro, que se encuentra en esa edad bisagra entre generaciones: la millenial y la Z. Ava es el prototipo de eterna aspirante a ser alguien en Los Ángeles. Llena de neuras e inseguridades pero dispuesta a todo con tal de tener un curro prestigioso. Y lista para hacer un pitch en cualquier momento, en cualquier cafetería de moda. Pero desde que un tuit suyo es tildado de homófobo por sacar del armario a un político conservador, está en el ostracismo social.
En esa encrucijada se encuentran ambas. Sin ser muy conscientes de ello, son engañadas para trabajar juntas por otro elemento que también comparten: su agente, interpretado por el co-creador Paul W. Downs. El plan es el siguiente: Ava tendrá por fin un trabajo fijo y podrá recuperarse del descalabro de twitter ayudando a un mito de la comedia rejuveneciendo sus guiones y aportando nuevas ideas.
Ava acepta a regañadientes porque no tiene otra. Aunque el trabajo no sea en Los Ángeles y considere a Deborah Vance un dinosaurio sin apenas relevancia actual. Por su parte, la estrella del humor es ajena a todo ello y desconoce que está a punto de recibir la visita de Ava, para trabajar codo con codo en sus monólogos. Algo que, de inicio, rechaza hasta que la chispa del conflicto estalla, creando un magnífico momento de tensión en el que las dos construyen comedia a partir del choque que tienen. De la ira a la carcajada hay solo un paso.
Los polos opuestos se atraen
Aún no lo saben pero Deborah y Ava se necesitan. La suya es una pareja extraña. Una asociación inesperada en la que las diferencias son precisamente su mayor fortaleza. Es normal que sus perspectivas vitales las hagan chocar, como también es normal que tengan formas distintas de entender el humor, con la brecha generacional causada por el #metoo y la sensibilidad woke ejerciendo de muro separador.
Para Ava, Las Vegas es una especie de purgatorio en el que encontrar una redención que, espera, la devuelva allí donde quiere pertenecer
Será el suntuoso recorrido que empezarán a seguir juntas el que reconducirá la relación hacia esos lugares en los que ambas se pueden reconocer. Deborah Vance se reivindica a ojos de Ava como mujer pionera y atrevida mientras que Ava hace lo propio como representante de una manera de hacer comedia en la que importa más la introspección que contentar al público. Así, trabajan juntas en un nuevo monólogo en el que Vance hace algo impensable para ella: echar la vista atrás.
Lo mejor de esa dinámica entre las dos protagonistas de Hacks es que, como en toda buena comedia, tiene sus raíces en el drama. Deborah es una persona rota desde que su marido la abandonó por su hermana. Y en lugar de empoderarse como humorista, madre soltera y empresaria del espectáculo, ha dejado que su vida personal sea un páramo lleno de soledad, negligencia hacia su hija y rencor interno.
A su vez, Ava no puede –o no sabe– sacudirse su constante habilidad para autosabotearse, tanto en su vida personal como en la profesional. Y al mismo tiempo, es incapaz de ver más allá de sus fracasos. Para ella, Las Vegas es una especie de purgatorio en el que encontrar una redención que, espera, la devuelva allí donde quiere pertenecer. En esa travesía pasará de tratar a Deborah como un mero trámite a empezar a preocuparse por ella y apreciar lo que supone.
La tensión constante, casi a lo Hannibal/Will Graham, entre las dos mujeres es el motor de la serie, y también se puede llevar hacia el apartado interpretativo. Pese al honesto buen rollo que ambas actrices desprenden y lo destacable de la evolución de una semidesconocida como es Hannah Einbinder, Hacks es la serie de Jean Smart. La actriz, tras décadas de carrera casi en la sombra, como sempiterna secundaria y constante guest star, ha entendido a la perfección que esto es una carrera de fondo. Y quien más aguante, mejores recompensas tendrá. Y a los hechos me remito. Desde 2015 ha encadenado la T2 de Fargo, Legión, Dirty John, Watchmen y recientemente, ha obtenido dobles nominaciones en la misma edición de los Emmy por Hacks (la cual ganó) y Mare of Easttown. Ahí es nada.
¿Qué esperar de la segunda temporada?
Las segundas temporadas suelen ser las de la confirmación. El momento en el que una serie decide qué quiere ser de mayor. Y en el que la audiencia sabrá si la serie está solo de paso o para quedarse. Hacks tiene segunda temporada confirmada, aunque sin fecha de estreno definitiva. Para entonces, esperemos que HBO Max España crea en ella un poco más.
Tras su buen paso en los Emmy y los Globos de Oro, seguir con la serie es un hecho. Más aún cuando la primera temporada se cierra de la forma en que lo hace. Con la relación entre Deborah y Ava encauzada tras una honesta sacudida emocional que las acerca más que nunca, subyace en el ambiente la traición a su amistad e intimidad que ha realizado Ava.
La segunda temporada forzará a la exitosa Deborah a enfrentarse al fracaso contínuo, cada noche, en ciudades distintas y locales pequeños.
Algo que, en el momento en el que dejamos Hacks, Deborah desconoce completamente y que seguramente explotará en algún momento de la segunda temporada. Una traición que devora a Ava por dentro, nacida de esa necesidad que tiene por triunfar en Los Ángeles y que la puede llevar, en palabras recientes de los creadores de la serie, hacia “lugares desoladores”.
En cuanto a Deborah Vance, la diva de la comedia lo pasará mal durante la gira que ambas se disponen a emprender. La segunda temporada forzará a la exitosa Deborah a enfrentarse al fracaso contínuo, cada noche, en ciudades distintas y locales pequeños. Nada que ver con la comodidad del éxito de un teatro lleno por defecto.
Fuera de los lujos de su auto-cárcel de oro en Las Vegas, el nuevo material escrito por Ava fuerza a Deborah a mirar por el retrovisor, sí, pero sobre todo, la lleva a actuar sin éxito por primera vez en décadas. Y eso, puede ser “excitante al inicio”, en palabras de los creadores de Hacks, pero a la larga peligroso.
Porque si bien al inicio de la serie, Deborah en su subconsciente sabe que necesita un cambio, cuando éste se hace realidad no tiene por qué ser necesariamente lo ideal. Lo cual les llevará a explorar “qué supone todo ese fracaso novedoso para la psique y las relaciones de una persona acostumbrada al éxito”. Por ahí andará una segunda temporada de Hacks que, ahora más que nunca, esperamos con ganas. Con su frescura, la serie ha conseguido ser una bocanada de aire oxigenador, como renovando el aire carrgado de una habitación cerrada en la que huele a tigre.