Netflix se sube al carro de los dramas israelíes con un pasatiempo 'low cost'
'El Espía'

Netflix se sube al carro de los dramas israelíes con un pasatiempo ‘low cost’

Nunca sabremos si la serie sobre este héroe, basada en (algunos) hechos reales, no es sino una estrategia de Netflix para apuntarse a la tendencia norteamericana de versionar la historia de Israel.

Cuando dentro de un par de meses Netflix haga balance de 2019, en la parte del folio que ocupan los logros estará una de sus producciones más discretas, El Espía. La miniserie protagonizada por Sacha Baron Cohen se estrenó en septiembre, sin demasiado ruido, para recordarle al mundo la historia del héroe nacional de Israel, Eli Cohen. Y aunque no pasará a la historia de la televisión, Netflix ya puede presumir de tener su propio drama israelí, el Quijote televisivo de las bibliotecas familiares. Esa serie que no tiene relación con su entorno, pero que da prestigio, que tal vez no veas, pero que queda bien porque «todo el mundo tiene una».

Para encargarse de acompañar a Netflix al prestigioso club de los dramas israelíes la compañía escogió a Gideon Raff, padre del Homeland original, Fauda, con el que ya estrenó en julio el fallido largometraje The Red Sea Diving Resort. Así que el director más conocido del país ha sido escogido para dar a conocer al mundo la leyenda del héroe nacional de Israel, el mismo que da nombre a calles y barrios, el orgullo sionista de varias generaciones. Y se ha encargado de dirigir y escribir la serie, los tres últimos episodios junto a Max Perry.

El Espía es una producción entretenida, ideal para un atracón de fin de semana. Cuenta una historia interesante, consigue atrapar al espectador y tiene un protagonista atractivo. Eli Cohen comienza siendo un hombre torpe atemorizado por sus complejos, una especie de Mortadelo que sueña con pertenecer al Mossad y servir a su patria provechosamente. Después de su momento «teniente O’Neill» el protagonista se convierte en un cachas experto en morse. No será el próximo 007 de la inteligencia israelí, pero la necesidad apremia y es necesario infiltrar a alguien en el país vecino. Y ese alguien será Cohen.

De Argentina a Damasco, seis capítulos después lo que queda es una heroica leyenda de un hombre que lo dio todo por un país que, en realidad, no le consideraba uno de los suyos. Cohen era un judío de habla, y apariencia, árabe, algo que en aquellos años era equivalente a ser espía… Sirio. Un origen que hace aún más surrealista que tanto Cohen como sus compañeros de reparto, hablen en inglés con acento israelí. Pero esta no es la única pega que se le puede poner a una producción a la que muchas veces le falta ritmo narrativo y le sobran lugares comunes y tramas de relleno.

Si el visionado se afronta desde un punto de vista histórico, el resultado tampoco es mejor. Porque el manido «inspirado en hechos reales» a veces limita la realidad a nombres y hechos puntuales, que llegan adornados de la imaginación del guionista de turno. Y en El Espía, Raff ha gastado más en imaginación que en decorados.

Licencias narrativas

En las semanas posteriores al estreno de la serie de Netflix no faltaron las voces que señalaron la libertad con la que Raff había llevado los hechos reales a la pantalla, con una historia más épica y menos profunda de lo que podía haber sido. Con un mensaje patriótico que contrasta con las sensaciones que deja la también israelí Our Boys (HBO), no faltó quien apuntó que El Espía lo tenía todo para ser la serie favorita de Netanyahu.

En 2001, el político sirio Amin al-Hafiz negó que hubiese conocido a Cohen en Argentina, o que se hiciesen amigos, alegando que estaba en Moscú en aquellos años. Su supuesto director de seguridad, el general Ahmad Suwaydani nunca ocupó ese cargo. Al igual que al-Hafiz no fue designado presidente de Siria, sino que ocupó el cargo de ministro del interior durante 4 meses para dirigir posteriormente el consejo presidencial.

La viuda de Cohen reconoció que algunas partes le dolieron «porque no tenían relación con la verdad»

En lo que respecta a Cohen, la escena de la embajada argentina fotografiando documentos nunca ocurrió, como tampoco lo hizo el momento en el que la esposa de Amin al-Hafiz le agarraba de sus partes nobles. Probablemente una broma interna de Raff, puesto que la buena señora era una mujer conservadora de Alepo a la que, probablemente, nunca se le habría pasado por la cabeza tal cosa.

Tampoco existen evidencias de que Cohen conociese las intenciones de los oficiales subalternos a la hora de tomar el poder, a pesar de que las fiestas se celebraron. Ni hay constancia de que el espía llegase a conocer al ideólogo del partido Baaz, Michel Aflaq.

Entre las voces discrepantes con el relato de la vida del héroe israelita tampoco ha faltado su viuda, que reconoció a Reuters que algunas partes le dolieron «porque no tenían relación con la verdad». La octogenaria negó que trabajase para la clase alta israelí mientras su marido espiaba, y tampoco dio por buena la trama del interés romántico del jefe del Mossad por ella. Pero se mostró dispuesta a olvidar estos deslices narrativos si la serie servía para conseguir recuperar el cuerpo de Cohen, enterrado aún en Siria.

Eli Cohen (izq.) y el actor que le da vida en ‘El Espía’, Sacha Baron Cohen.

Otra producción de espías

Rodada en Reino Unido, Hungría y Marruecos, El Espía es una serie histórica de catálogo, en la que resulta difícil distinguir la época y el lugar en el que transcurre porque, para los expertos en la materia, podría ser cualquier país de Oriente Medio. A pesar de que en las escenas exteriores aprovecha la fotografía que le ofrecen las localizaciones, la serie no se esfuerza por encontrar una identidad visual que acompañe a la historia. Y se conforma con ser otra serie de espías, en la que Sacha Baron Cohen está estupendo y Noah Emmerich confirma que está destinado a ser siempre el jefe de una agencia de investigación criminal o similares.

Con la eterna incógnita de si Netflix habría hecho la serie si los dramas israelíes no fuesen un «must» de cualquier compañía, la plataforma se ha apuntado a la tendencia televisiva con una versión de la historia del héroe de Israel desde el punto de vista más comercial y norteamericano posible. Pero a quién le preocupa de verdad todo esto, si en realidad solo se trata de entretener a la audiencia.

en .

Ver más en Gabardinas, Muerte por hype.