Mira lo que Berto ha vuelto a hacer
'Mira lo que has hecho' (T3)

Mira lo que Berto ha vuelto a hacer

Berto Romero cierra su trilogía sobre la vida misma con una tercera temporada tan afilada, tan inteligente, tan desternillante y tan emocionante como las anteriores.
mira lo que has hecho serie

Mira lo que has hecho (T3) se estrena el 18 de junio en Movistar+.

«Estoy hasta el coño de la metaficción». La frase de Sandra, que aparentemente sirve de réplica ocurrente ante una reflexión de Berto sobre el proceso de creación y las constantes injerencias de la vida real en la televisiva (o viceversa), podría ser una de las claves de todo el asunto. Porque Mira lo que has hecho nació engañándonos, haciéndonos creer que era una irreverente gran broma sobre la paternidad y sus, no siempre suficientemente puntualizados, contras; sobre la desaparición del individuo cuando un bebé aterriza en casa para poner patas arriba la vida-previously. Pero no. O no solamente.

En realidad, el debut seriéfilo de Berto Romero ha ido multiplicando sus capas episodio a episodio, temporada a temporada: jugando con los tonos y los géneros, atreviéndose, saltando al vacío. Saben mucho Romero, Barceló y Pardo: como quien no quiere la cosa, como disimulando, nos han radiografiado como sociedad en algunos momentos de la trama, y han exorcizado sus propios demonios en otros. Han sido traviesos e irreverentes, narrativamente juguetones usando las ensoñaciones en los primeros capítulos, la serie dentro de la serie dentro de la serie en la segunda temporada, y las pesadillas en la tercera.

Han sido siempre valientes, porque es muy complicado dominar ese jodido equilibrio entre la risa y la hostia con la mano abierta (ese mismo talento que, sin ir más lejos, tanto le hemos aplaudido al After Life de Ricky Gervais), sacándose de la chistera armas para emocionar tan insólitas como un bocadillo de chistorra. Osados, porque nadie esperaba que nos hablaran desacomplejadamente de la muerte como parte de la vida. Avispados, reflejando el cotidiano tránsito a la madurez de una pareja, con una mirada muy Apatow, muy Rogen, gamberra pero tremendamente real, muy reconocible.

En estos seis capítulos finales, se enfrentan a la enfermedad más cruel, a su propia xenofobia y prejuicios, a las cloacas de Twitter y a la censura

Bajo todo ese arsenal de comedia, y esos puntuales puñetazos al lagrimal, la aparente sencillez de Mira lo que has hecho ha escondido, en realidad, una afilada reflexión sobre cómo somos puertas adentro y cómo nos mostramos. Y cómo nos perciben. El juego de espejos a lo Dama de Shangai no ha dejado de sorprender. Berto Romero interpretando a una especie de Berto Romero (al que llamaremos Número 2) que, a su vez, interpreta a una versión de esa especie de Berto Romero, a.k.a. Número 3, triple salto mortal. Berto Romero explicando en nuestra realidad que su vida es mucho más aburrida que la de Número 2, que es un personaje, y que dejemos de preguntarle cuánto del real hay en el ficticio. Número 2 explicando en Mira lo que has hecho que Número 3 es un personaje, y que dejen de preguntarle por Hitler. «Estoy hasta el coño de la metaficción», dice Sandra-personaje (qué gran actriz es Eva Ugarte), y quizás lo comparta Berto-persona. Puede que lo que como creador empezó siendo casi terapéutico, casi catártico, haya terminado por cansarle.

El remate, la retirada a tiempo, de Mira lo que has hecho es tan afinada como las dos anteriores temporadas. Coherente pero distinta, nunca han exprimido el limón, siempre le han dado una vuelta al asunto para no repetirse, para no ser formularios. En sus seis episodios finales, Berto y Sandra siguen escribiendo su propio manual de instrucciones sobre cómo educar a tres críos sin olvidarse de ellos mismos, siguen caminando el inevitable sendero que les conduce a ocupar el lugar de sus progenitores, la vida misma. Pero también se enfrentan a la enfermedad más cruel, a su propia xenofobia y a sus propios prejuicios, a ofendiditos y a las cloacas de Twitter, a las cazas de brujas y a los límites del humor, a la censura y hasta a la pantomima que disfraza de debate político la bronca de bar, más Sálvame que BBC.

En otro momento revelador, encajado en una bonita escena final, Berto y sus amigos discuten sobre el orden perfecto de las cuatro P (porro, pizza, paja, peli) del plan perfecto porque, en realidad, la única P que les ocupa en su obligada vida adulta es la de los pañales. La vida sigue, la madurez era esto.

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Berto Romero y Eva Ugarte en la temporada final de la serie / Movistar+.

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