Mi mierda favorita
Las mejores 5 series de 2015

Mi mierda favorita

Los tops de lo mejor del año son como los culos: todos tenemos uno. Ha sido difícil destilar este 2015 en cinco series de televisión, pero siendo fiel a mis apetitos, estas son las cinco cabeceras que más loco me han vuelto este año. Buenísima cosecha otra vez.

1- Fargo. Temporada 2 (FX)

Una orquesta perfectamente afinada. Una masa de instrumentos sintonizada por Dios (en este caso, Noah Hawley). Una maquinaria melódica incontestable que te deja sin aliento. La segunda temporada de Fargo es exactamente eso; la orgásmica certeza de que estás disfrutando de una partitura ejecutada a un nivel estratosférico de excelencia. Pocas series alcanzan tal refinamiento en absolutamente todos los flancos. La precuela de la también celebradísima primera temporada es mejor que su predecesora, perdón por el juego mareante de palabras. Una trama noir sobre fondo blanco; una historia al rojo vivo en plena congelación invernal.

En esta Minnesota aterida por el frío nada es lo que parece: bajo las estendhalianas postales nevadas, hay mugre y vísceras. Bajo la apariencia inofensiva de sus personajes, hay asesinos y sociópatas. Bajo la calma aparente, el horror y la violencia cortan como cuchillas de afeitar todas las acciones y diálogos de los personajes. Esta precuela maravillosamente ambientada a finales de los 70 es un cúmulo de aciertos casi pornográfico.

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«La segunda temporada de ‘Fargo’ es una partitura ejecutada a un nivel estratosférico de excelencia

El guión es arquitectura de calidad; no hay otra cabecera con un una tensión subyacente y un humor negro tan pronunciado; la fotografía es de cum laude; los recursos estilísticos, puro delicatesen; todos los actores están inspiradísimos –Kirsten Dunst borda una de las mejores interpretaciones del año-; y la selección musical es tan buena que duele. He intentado hacer todo lo posible para que Mr. Robot sea mi serie favorita del año, pero cuando tienes algo tan perfecto delante de las narices solo puedes rendirte como un crío a la evidencia. Es inútil buscar defectos a la esfera.

 

2- Mr. Robot (USA Network)

Hunter S. Thompson, Chuck Palahniuk, Julian Assange, Anonymous, Don Delillo… Todos invitados a la misma fiesta: desestabilizar el sistema desde dentro. Mr. Robot, una serie cocinada en la fragua conspiranoica post 11-S, llegó a nuestras pantallas en la era de la hiperinformación para interrumpir el letargo de una población que sucumbe a diario a los dictados de las megacorporaciones sin darse cuenta de ello.

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«‘Mr. Robot’ es una serie cocinada en la fragua conspiranoica post 11-S»

Con un antihéroe antológico, un hacker existencialista enganchado a la morfina y un guión que no decae en toda la temporada, la serie de USA Network es una perturbación extraña y colosal en el mainstream. Imaginad la clásica escena en que una bestia gigantesca se traga al héroe de la peli. Ah, amigos, pero el héroe no está muerto, de hecho se ha dejado deglutir para dejar una bomba en el estómago del monstruo y convertirle en picadillo desde sus mismas entrañas… Eso es Mr. Robot.

 

3- Jonathan Strange and Mr. Norrell (BBC)

Basada en el libro homónimo de Susanna Clarke, esta serie de siete episodios es una golosina irresistible para los amantes del fantástico y los anglófilos sin remedio. Magia y realidad conviven en un lienzo histórico que se pervierte en favor de las tribulaciones fantásticas de sus dos protagonistas, dos magos cabalgando una nueva ola mágica, el despertar de otros mundos en el nuestro. La ambientación, el guión y el trabajo de los actores son de una impecabilidad abrumadora, un triunfo a la inglesa en una Albión victoriana rezumante de hechizos, seres mágicos, encantamientos, invocaciones y puntos de convergencia entre realidad y sueño. Porcelana televisiva.

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4- Daredevil / Jessica Jones (Netflix)

Ya era hora de que la televisión cogiera a los superhéroes del pescuezo y les hiciera entrar en el mundo de los adultos por la puerta principal. Daredevil es la mejor serie de superhéroes del año y creo que muy pocos amantes del género se atreven a ponerlo en duda. Netflix ha facturado una joya urbana, negra y cabrona como ella sola; un relato a pie de calle con un superhéroe realista que convence, unos secundarios magníficos y un villano con dos cojones.

Daredevil colorea su universo con una gama tonal deudora de la etapa noir que Ed Brubaker firmó en la colección de cómics de Marvel, y el resultado es una serie sin concesiones, pétrea y pringosa, como la calles de la Cocina del Infierno. Una serie también fundacional, pues a finales de este año se ha estrenado Jessica Jones, otro hit instantáneo ubicado en el mismo microcosmos urbano que Daredevil, con una anitheroína sencillamente perfecta.

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En Jessica Jones, los superhéros follan como cerdos y beben como vikingos. Y aportan su granito de arena a la recreación adulta que Netflix está llevando a cabo con algunos de los personajes más urbanos de la Casa de las Ideas. Dicen que los siguientes son Luke Cage y Puño de Hierro. Hay ganas de barullo.

 

5- Louie. Temporada 5. (FX)

Con Louie ya no sabes qué estás viendo. El punto de fuga es claramente la comedia, pero las líneas que surgen en perspectiva, directas a las gónadas del espectador, son aguijonazos dramáticos, reflexiones atenazadoras, hostias de realidad como panes y, esto es lo mejor, descargas de ternura que conmueven.

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«Nunca en televisión se había hecho tanta orfebrería con un material tan mundano.»

La quinta temporada de Louie es otro monumento al tipo gris, al tipo cualquiera. Sin necesidad de buscar giros de guión imposibles. Sin necesidad de buscar el chiste fácil. Creo que nunca en televisión se había hecho tanta orfebrería con un material tan mundano. Las inseguridades, los miedos y las derrotas diarias de Louis C.K. son las nuestras. Y en ese poso de melancolía y humor radical, en ese mejunje de observaciones brillantes sobre esa cosa llamada vida, sobrevive una voz única que cinco temporadas después parece haber encontrado su punto máximo de brillantez. Porque Louie es una serie que va más allá de premios y consigue lo imposible: convertir un apretón incontrolable de diarrea en una de las escenas más tiernas que hemos visto en televisión este año.

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