"Lo he pasado bien rodando series pero prefiero algo que pueda controlar"
Entrevista a Agnieszka Holland

«Me lo he pasado bien rodando series pero prefiero algo que pueda controlar»

Hablamos con la prolífica directora polaca sobre su trayectoria televisiva, su experiencia con David Simon y sobre su nuevo film, ‘Mr. Jones’, que presentó en la Berlinale.

La directora polaca Agnieszka Holland en rueda de prensa durante la Berlinale 2019 / EFE

Bergman, Fellini, Tarkovsky, Kurosawa o Bresson. Cuando en los años sesenta el cine de autor más vanguardista inundó el mundo del celuloide en la Polonia comunista una chica de apenas 15 años decidió que ella también quería tener el poder de contar historias desde detrás de una cámara. Más de medio siglo después, Agnieszka Holland es ya reconocida como una de las cineastas más prolíficas del continente.

Este año la Berlinale, el Festival Internacional de Cine de Berlín, tuvo la suerte de contar con ella por partida doble. Autora de un cine marcadamente político, Holland presentó en sociedad la película Mr. Jones, biopic del periodista galés que reveló al mundo el genocidio soviético en Ucrania, y detalló ante los profesionales de la industria la serie Napoleon, sobre el culto a la personalidad del emperador francés.

Serielizados pudo sentarse a charlar con la directora polaca sobre sus proyectos y su trayectoria tras la cámara, tanto en cine como en televisión.

¿Conocía la historia de Gareth Jones antes de empezar el proyecto?

No, conocía la hambruna en Ucrania porque es parte de la historia. Creo que escuché hablar de ello por primera vez en los setenta. Más adelante leí Tierras de Sangre, de Timothy Snyder. Olvidé algunas cosas pero cuando recibí el guion de la película recordé el término «Holodomor» (el genocidio ucraniano). Intentamos recopilar información sobre el personaje pero hasta ahora ha sido un héroe desconocido.

Un héroe que en ‘Mr. Jones’ se dibuja como un periodista romántico y valiente pero también ingenuo…

Sí, no se da cuenta de los peligros que lo rodean pero al mismo tiempo tiene más conocimiento sobre la alta política que sus propios jefes. Decir que es ingenuo quizá no es preciso. Tiene cierta ingenuidad, cuando se siente intrigado por algo va ahí en busca de la verdad como un sabueso, pero es complejo, no es un personaje extravagante.

La película habla de la trascendencia de los hechos, de la verdad, pero en la realidad el propio personaje está rodeado de datos no contrastados. ¿Fue difícil para usted saber qué información utilizar?

Tengo un poco de instinto, creo que puedo reconocer la verdad de las tonterías. Siempre somos subjetivos, cuando hacemos un trabajo artístico aún más, ya que seleccionamos hechos para componer nuestra visión. Mis películas no tienen la estampa de la objetividad, sino de nuestra visión.

Hace un par de años cuando vino a la Berlinale dijo que cuando dirigía para series como ‘House of Cards’ tenía muchos condicionantes y normas establecidas por sus creadores. ¿Cómo encara esa diferencia con el cine, donde tiene el control del proyecto?

Rodar el piloto de ‘Tremé’ me permitió tener una gran experiencia política y personal en la Nueva Orleans devastada por el Katrina

Me lo pasé muy bien haciendo House of Cards pero tuve la impresión de estar dirigiendo la visión de otro, fue más un ejercicio estilístico para mí, aunque aprendí mucho del mundo que estaba describiendo. Cuando hice The Wire también sentí que fue una gran aventura entrar en ese mundo y conocerlo de una forma íntima, así como cuando rodé el piloto de Tremé, hecho que me permitió tener una gran experiencia política y personal en la Nueva Orleans devastada por el huracán Katrina, conocer esa gente y entender su tragedia.

¿Con que se queda?

Me lo he pasado bien con las series que he rodado pero hacer regularmente series de entretenimiento es algo para lo que ya no tengo mucho tiempo, creo que debo hacer cosas que pueda controlar. Puedo hacer algo con lo que fracase, algo que no guste, pero por lo menos es algo que quiero decir.

Y, como usted, David Simon es alguien que no se calla lo que piensa.

Totalmente. Aunque tenemos sensibilidades cinematográficas probablemente distintas, me siento muy conectada a él. Es un artista muy dado a la precisión de un documentalista, a mí me gusta tener un poco más de libertad al crear. Políticamente es muy valiente, le gusta investigar cómo funciona el mundo contemporáneo.

Agnieszka Holland junto a Kevin Spacey en un ensayo de ‘House of Cards’ / Foto: David Giesbrecht/Netflix

Volviendo al film… ‘Mr. Jones’ retrata también una crisis periodística que es muy actual.

Sí, creo que el periodismo es una profesión que requiere mucha responsabilidad. Mis padres lo fueron durante la Polonia comunista y tuvieron que servir a la propaganda. Ahora, como en Hungría o Rusia, la prensa del gobierno sigue expandiendo una propaganda brutal que compra la gente que cree en esa mierda. Para neutralizarla la oposición crea contrapropaganda, con lo que también miente y manipula los hechos. De esa manera, el espacio para el periodismo contrastado, investigativo y objetivo está en retroceso. El problema es que ese periodismo requiere dinero y nadie quiere pagar por él.

Las últimas ediciones de la Berlinale han estado marcadas por la reivindicación del papel de la mujer en esta industria. ¿Cuál ha sido su experiencia?

Tuve la suerte de que mi familia me trató siempre como alguien importante, mi madre creyó en mí, así que me sentí con el derecho a hacer lo mismo que los demás, o incluso más. Con mis colegas cineastas el enemigo común era la censura comunista, así que entonces no era sensible al género. Me di cuenta más tarde. Cuando empecé mi carrera, mis colegas hombres —que eran mayoría en la industria— decían que mi cine era masculino y eso me hacía sentir bien, con poder. Pero no es cierto, soy una mujer y tengo mi propio punto de vista.

Es un tema importante. Creo que la desatención de la perspectiva femenina necesita ayuda y tiempo para cambiar. Es obvio que en esta industria la mujer es tratada como un valor menor. Hay menos oportunidades, dinero, poder para vender sus historias, los festivales están menos abiertos en aceptar películas dirigidas por mujeres e incluso los críticos son más duros con ellas. Tan solo un 7% de las películas están hechas por mujeres. Eso hace que la mitad de la población no tenga voz para expresarse. Así que hay que cambiar esta dominación masculina.

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