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Claudia Costafreda y Ana Rujas en la presentación de 'Cardo' en San Sebastián.
Hace unos meses, casi de puntillas, sin hacer ruido, sin molestar, Atresmedia estrenó en su plataforma online una serie tan modesta en su presupuesto como revolucionaria en su planteamiento, en su libertad creativa y en sus resultados. Parida por Ana Rujas y Claudia Costafreda, amparada desde la producción por Los Javis, Cardo aborda sin complejos asuntos de calado, con una honestidad y una crudeza insólitas, y se convierte, sin pretenderlo, en una compleja radiografía de una generación desconcertada y sin futuro.
«No teníamos ninguna intención de hacer un retrato generacional de los millennials, porque obviamente no todos somos lo mismo. Pero sí se refleja, por la propia naturaleza de la obra, esa sensación común, coincidente en mucha gente de mi generación, alrededor de los 30, de estar absolutamente perdidos», nos explica Costafreda.
Directora (junto a Lluís Sellarès) y coguionista de la serie, la catalana Claudia Costafreda aterrizó en el proyecto de desarrollo de Cardo mientras trabajaba en Suma Content, la productora de Los Javis, con los que había colaborado en la sala de guionistas de Veneno. Formada en el grado de Dirección Cinematográfica de ESCAC, con cuatro años de experiencia como realizadora en PlayGround, rodó dos cortometrajes con cierto recorrido festivalero: Néboa (2017) y Benidorm 2017 (2018) antes de aterrizar en Veneno.
«Tuvimos un flechazo con Los Javis»
«Yolanda Ramos, protagonista de mi segundo corto, se lo hizo llegar a Los Javis. Yolanda es mi musa, quiero seguir trabajando con ella toda mi vida. Me parece la mejor actriz de España, ha sido un honor tenerla en Cardo. Como decía, les enseñó el corto. Yo acababa de salir de PlayGround con un ERE, y ellos buscaban gente nueva para currar en su productora. Nos conocimos, tuvimos un flechazo y entré a trabajar como guionista. Ya después, y sin conocer de nada a Ana Rujas, nos presentaron: ella ya tenía la idea de la serie, un dossier con muchísimas ideas a las que había que dar forma. Conectamos mucho y empezamos a desarrollar el proyecto de Cardo. De entrada pensé que iba a dirigir, pero enseguida, de forma orgánica y natural, la colaboración se fue convirtiendo en cocreación, porque Ana me dejó introducir muchas de mis inquietudes como artista», explica. El resto es historia.
Hace unas semanas, la prestigiosa revista Variety destacó ‘Cardo’ como una de las series de 2021. El enésimo reconocimiento a la serie…
Estamos muy contentas, viendo el reconocimiento de los medios especializados, y más con el de uno tan importante como Variety. El ruido en los medios y en las redes ha sido enorme. Todavía no puedo hablarte demasiado de lo que estoy viviendo, creo que necesito algo más de tiempo para ponerlo en perspectiva, porque hasta ahora no he parado: acabamos la serie, la estrenamos enseguida, y muy pronto tuvimos ya ese feedback tan bueno.
A veces, con Ana hablamos de que no estamos todo lo felices que deberíamos, quizás por el bloqueo que supone un largo trabajo a pequeña escala que de pronto se convierte en tema de conversación para mucha gente. De alguna manera, es como parir un bebé y entregarlo en adopción. Fue raro, porque algo tuyo deja enseguida de serlo. Al mismo tiempo es muy bonito, claro.
¿Se está traduciendo ya ese impacto en ofertas, en llamadas…?
Sí, sí, ya antes del estreno, solamente estando bajo el paraguas de los Javis, ya llegaron llamadas y ofertas. De todos modos, ahora acabamos de empezar a escribir la segunda temporada de Cardo y eso es lo que nos tiene concentradas.
Una de las claves de la creación sería compartir la mirada con Ana…
«¿El mundo es una mierda? Pues voy a pasármelo bien»
Coincidíamos mucho en la manera en que queríamos trabajar, y en la necesidad de contar cosas que veíamos en nuestro entorno y que nos perturban. En otras cosas no coincidíamos tanto, pero dábamos pie a debates muy interesantes que convirtieron a Cardo en la serie con matices y contradicciones que es, al final como ocurre en la vida real. Y le daba una amplitud de miradas a la serie que creo que le jugaba a favor. Todo eso ha enriquecido el resultado final.
Decías que no queríais hacer un retrato generacional…
No, aunque es evidente que compartimos la sensación de estar perdidos, probablemente porque de niños lo teníamos todo, y vivimos el paso del boom económico a una crisis económica brutal que cambió el paradigma. Nos animaron a ser emprendedores, con ese discurso neoliberal del si quieres puedes, del trabajo duro, que es un mensaje muy individualista. Y cuando terminas la carrera, con veintitantos, te encuentras en la precariedad, con las dudas existenciales. Tus ideales se tambalean.
Y, paralelamente, el auge del feminismo te abre los ojos, te das cuenta de mil cosas que generaciones anteriores no supieron o no quisieron ver, cuestionas muchas cosas integradas en las que te han educado… Todo eso es un cóctel molotov que te deja perdido, que te da una sensación casi de vacío. Después tiras adelante, claro, pero muchas veces cubres esas inseguridades, ese futuro tan negro, con el carpe diem, la sobreestimulación, la fiesta, las drogas…
Hay un abrazo del hedonismo porque te queda poco más.
Sí. ¿El mundo es una mierda? Pues voy a pasármelo bien. Esa es una postura egoísta, sí, pero sirve de refugio. También es verdad que somos una generación bisagra en cómo nos relacionamos; en el amor, en el sexo… Por ejemplo, cuando iba al instituto pensaba una cosa sobre la pareja, pero después descubres mil posibilidades en las relaciones sexoafectivas, el concepto de responsabilidad, te das cuenta de las manipulaciones o los maltratos en las relaciones…
Yo podría estar a favor del poliamor, pero también somos una generación que tiene que lidiar con los celos y las inseguridades que nos han inculcado. No tenemos referentes, algunos pero muy marginales, estamos aprendiendo a medida que lo vivimos, pero espero que las nuevas generaciones lidien mejor con eso.
Todos esos elementos están en la serie. ¿Entiendes la ficción como un vehículo de cambio?
Sí, como creadores tenemos una gran responsabilidad de mostrar la realidad tal y como es, de enseñar también los márgenes, las distintas formas de sentir o de vivir, la diversidad que tenemos a nuestro alrededor… Y también es importante hacerlo sin aleccionar a nadie. En Cardo, por ejemplo, mostramos a tres mujeres que representan tres formas distintas de autoengaño, y los espectadores pueden sentirse identificados en una o la otra: Bego vive en un engaño sexoafectivo, de libertad en las relaciones, aunque le afecten muchísimo; María necesita desinhibirse y no pensar en nada; Eva se autoengaña diciendo que ha elegido un trabajo estable y no casarse… Por el feedback que hemos tenido en redes, mucha gente destacaba que se podían identificar con personajes reales, de carne y hueso.
Al hilo de la consideración de Cardo como retrato millennial, resulta sencillo pensar en otros productos que dan una mirada bastante más superficial de esa generación. Series como ‘Élite’, por ejemplo.
«No nos hemos basado en el cine de Almodóvar, pero supongo que forma parte de nuestro imaginario«
Son muy distintas. El audiovisual es una herramienta que puede servirte para hacer obras de uno u otro tipo. No creo que podamos comparar Cardo y Élite en ningún sentido, porque son obras diferentes con objetivos distintos. Élite quiere llegar a un público masivo y usa las herramientas necesarias, los códigos del mainstream, para hacerlo. Obviamente a nosotros también nos gustaría llegar a mucho público, pero no es nuestro único objetivo.
De todos modos, creo que Élite da visibilidad a temas que antes era impensable ver en una serie que llega a tanta gente: las relaciones homosexuales, las distintas formas de amar, apuestan por diversidad racial, identitaria… creo que tienen mucho cuidado con eso. También es verdad que se dirigen a un público cada vez más diverso. Creo que en ese sentido es bueno que Élite llegue a tanta gente. Pero no creo que debamos comparar ambas series.
La reflexión no estaba tanto en la comparación, más bien en la honestidad que respira ‘Cardo’. Por seguir comparando, podríamos hablar de ‘Euphoria’…
Bueno, Euphoria está hecha con muchísimos más medios de los que contamos nosotros, que ya me parece un diferencial bastante grande. Creo que Euphoria sí intenta ser honesta, pero usando una forma a veces artificiosa que a mí me distancia. Quizás es un problema de recursos, tienes tantos que eso te aleja del compromiso con el aire que respiras, con la tierra que pisas, te lleva a ser más grandilocuente. Y no sé si tienes la misma libertad que te da hacer una producción pequeña: nosotros hemos hecho lo que hemos querido.
A mí ‘Cardo’ sí me recuerda mucho al primer cine de Almodóvar, el más transgresor, con esa estética sucia y muy cuidada al mismo tiempo…
No ha sido un referente claro, no nos hemos basado en el cine de Almodóvar para crear la estética de Cardo, pero supongo que forma parte de nuestro imaginario, del cine que nos gusta. Y está esa españolidad tan pop… La verdad es que en este caso sí me gusta que las compares.
Háblame de Ana Rujas, como socia de creación y como actriz.
«(Rujas) es un portento del cine español»
Formamos un dúo bastante intenso. Ella tiene más altibajos, pasa más rápido de la satisfacción al todo es una mierda, pero también se lanza más, y yo soy más sosegada. Nos hemos ido equilibrando, y escribir juntas ha sido un proceso muy bonito. Ya en el rodaje, es verdad que para ella hubo momentos duros, porque al final Cardo nace de una idea suya y en el rodaje la que dirigía era yo, mientras ella tenía que estar concentrada en el personaje. Pero hizo un click, se metió en su trabajo de actriz y fue increíble: tiene muchas ideas, mucho talento, es una actriz que te da mil matices distintos sin abandonar la intención de la escena. Prueba cosas que van a favor de obra y del personaje.
También es verdad que lo había creado ella y que lo conocía muy bien. Ha sido muy estimulante trabajar con una actriz como ella. Enseguida me di cuenta que es un portento del cine español, este es su momento y ojalá, después de años de luchar y quizás sentirse un poco olvidada por la industria, ahora empiece a tener el reconocimiento que se merece.
¿Qué crees que han supuesto los Javis para la ficción española?
Como creadores he visto a poca gente con tanto amor por la profesión y por la ficción como ellos. Son personas muy comprometidas con esa responsabilidad de la que hablábamos, por mostrar la diversidad, y por hacer cosas distintas a las que se ven habitualmente. Creo que sin eso, no le encontrarían sentido a dedicarse a lo que se dedican. Y al mismo tiempo, creo que son una pieza clave en el cambio de la industria audiovisual de este país, porque están haciendo algo que casi nadie hace: apostar instintivamente por nuevas voces, están muy comprometidos con la revolución, con formas nuevas de contar historias, es increíble la libertad que te dan.
Hemos podido hacer Cardo con el equipo que hemos querido tener, dándonos toda la responsabilidad y la capacidad de decisión. Los Javis y Suma Content, su productora, son imprescindibles en el cambio de paradigma, en la revolución, en dar oportunidades a nuevas miradas. En ese contexto que teníamos de cine mainstream por un lado, por el otro de cine de los márgenes, con recorrido festivalero pero que no da para vivir, con muchos jóvenes sin trabajo que quieren dedicarse al audiovisual… y esta tormenta que son Los Javis cambian el paradigma. Los productores, viendo su éxito, empiezan a tener menos miedo de apostar.
Escrito por Àlex Montoya en 14 enero 2022.
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