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Todos somos un poquito voyeurs. Nada grave, no nos alarmemos… Pero a ver quién no ha inclinado la oreja cuando oía a sus vecinos discutir o practicar menesteres más, digamos, lúdico-festivos o ha mirado a través de una ventana escondido tras la cortina. Si hasta Hitchcock articuló toda una película bajo esta premisa y La Ventana Indiscreta es sólo una muestra pero los ejemplos cinematográficos y seriéfilos se cuentan por docenas. Así que sí, todos somos unos mirones y espiar a través del agujero de una cerradura para descubrir los secretos ocultos que se esconden tras ella es una tentación a la que pocas personas se resisten.
Y con esa curiosidad, inherente al ser humano, juegan las series que centran su temática en la prostitución y que pretenden ser una ventana abierta a saciar la curiosidad de los espectadores desvelando qué se esconde tras las puertas de las habitaciones. ¿Y qué se oculta? Sexo. Del oficio más antiguo del mundo han surgido varias series en los últimos años y todas ellas buscan no sólo saciar esa curiosidad sino avivarla, incluso de forma transgresora, para acercarnos aunque sea a través de la pantalla a un mundo lleno de mitos, clichés, misterio, diversión, originalidad, sensualidad y sexualidad, oscurantismo y sí, claro, también perversión.
Brasil
El pasado mes de marzo se estrenó la cuarta y última temporada de O Negócio (HBO), una de las series sobre prostitución de lujo ambientada en São Paulo que, además de abrir las puertas a descubrir los entresijos que se esconden tras las putas de lujo brasileñas, va un paso más allá y conjuga dos mundos aparentemente opuestos pero que una vez mezclados confluyen en armonía: la prostitución de lujo y las técnicas de negocio, en concreto, las técnicas de marketing.
La serie muestra la evolución privada y profesional de las tres escorts Karin, Luna y Magalí, aunque el motor de la serie es el personaje principal Karin: ambiciosa, creativa, inconformista y la artífice de esa fusión entre dos ámbitos tan opuestos. Su personaje encarna perfectamente el de una pionera, sea en el sector que sea, orgullosa y amante de su profesión, que abre nichos inexistentes de mercado, se basa en su creatividad e intuición y prospera trabajando sobre la base del ensayo y error.
Así, conceptos como product placement, grupos de inversión, posicionamiento, publicidad, focus group, evaluación de riesgos, estrategias de mercado, branding o análisis de la competencia confluyen con toda naturalidad en O Negócio con otros como striptease, felación, infidelidad, trío, chulos y madames, orgías, sado… La sensación de credibilidad que transmite es absoluta aunque quizá la extrapolación al mundo real no sería tan idílica. Nunca mezclar churras con merinas fue tan productivo…
La legalidad de la prostitución en Brasil contrasta con la precaria situación real de las prostitutas más alejadas de ese mundo de lujo y exclusividad mostrado en O Negócio. Y la realidad tal cual sin delicadezas ni miramientos es la que refleja Me Chama de Bruna (FOX, 2016) que se ocupa de recrear los primeros años dedicados a la prostitución de Bruna Surfistinha, personaje real convertido en celebridad del país después de dejar ese primer oficio y reconvertirse en actriz porno, escritora, dj, productora y personaje público de la socialité brasileña.
La protagonista de Me Chama de Bruna se introduce voluntariamente en la prostitución, pero a través de la mirada inicialmente inocente de Bruna nos topamos con un mundo sórdido, con unos personajes tan reales que ponen los pelos de punta y con una decadencia de un gran valor documental. Lo que la serie plantea, con toda naturalidad, indigesta en ocasiones por la crudeza tan verosímil y sombría de las circunstancias en las que se desarrolla la prostitución de clase baja en Brasil.
Reino Unido
Y el segundo retorno de este 2018, aunque aún sin fecha, será la británica Harlots (ITV) que presentó el año pasado a un grupo de cortesanas del Londres del siglo XVIII dispuestas a coger las riendas de sus propios destinos y no dejarse encasillar en el papel que la sociedad de la época les había asignado.
El mosaico tan interesante que construye esta serie se nutre gracias a la calidad interpretativa de su reparto que dota de veracidad cada una de las situaciones de crudeza de los burdeles de la época. Memorables son los momentos en los que confluyen las dos madames, protagonistas pero antagónicas, y el encuentro entre la prostitución de clase alta y la de clase baja se hace más patente en una gran colisión de contrastes. Es más, en una única temporada ha dado tiempo a mostrar la realidad de las cortesanas de hace casi cuatro siglos, reflexionar sobre las diferentes circunstancias de cada puta, criticar el status quo imperante e incluso introducir acertadamente el tema del racismo y la esclavitud.
El universo de ‘Harlots’ está protagonizado por mujeres, ellas son las actrices principales, secundarias e incluso extras de sus destinos
El género femenino de las dos creadoras, Moira Buffini y Alison Newman, deja su huella en la concepción de esta serie y es muy identificable en tanto que se compare con otras series de firma masculina. El universo de Harlots está protagonizado por mujeres, ellas son las actrices principales, secundarias e incluso extras de sus destinos y ese es el eje de la serie; las concesiones al género masculino son las mínimas para dotar de significado las acciones de las protagonistas.
A ellos no se les permite que asuman un papel mayor ni prácticamente se les otorga voz. De esta manera, la crítica, identificación, aprobación o indiferencia hacia estas Harlots surge siempre desde la empatía, no desde la imagen creada desde la perspectiva de un cliente. Ellas se erigen en sujetos activos de su propio mundo aunque la pasividad pudiera parecer la tónica.
También en Londres pero siglos después, en 2007, llegaba la serie Secret Diary of a Call Girl (ITV2) que contaba en primera persona del singular las aventuras y desventuras de una escort de lujo en su día a día. Los relatos de Hannah durante el día, Belle durante la noche y/o cuando ejercía, están basados en el blog y posterior libro de Belle de Jour, una prostituta de lujo que plasmó sus memorias por escrito bajo seudónimo. Y ése es uno de los mayores tesoros de esta serie que, mientras otras nos dejan en la duda, con Belle tenemos la certeza de que todo es realidad. En sólo 30 minutos que dura cada episodio, Hannah/Belle nos interpela y seduce directamente a través de la pantalla y articula una historia directa, muy divertida, descarada, fresca, sorprendente y muy coherente en sus desenlaces.
El personaje de Hannah se desnuda no sólo física sino emocionalmente a lo largo de sus cuatro temporadas y construye un personaje que nada tiene que envidiar a una Madame Pompadour, Mata-Hari o a La Bella Otero. El gran trabajo interpretativo de la actriz principal Billie Piper es el único responsable del éxito que tuvo la serie en su momento y que conquistó no sólo por sus historias sino por la realidad de las mismas y la forma en la que estaban contadas.
Belle es seductora, segura de sí misma y honesta con sus clientes, toda una profesional; y Hannah es inconstante, voluble y caótica en su vida privada. Tras cada capítulo el espectador es partícipe de la evolución personal y profesional de esta call girl que continúa fiel a sus valores y que introduce interesantes reflexiones sobre la dualidad de la vida de las prostitutas y la dificultad de combinar ambas facetas de forma armónica.
Francia
Maison Closé fue la apuesta francesa del año 2010 al mundo de las series de prostitución de época y, al igual que Harlots, está muy a la altura pero con una diferencia muy importante que enriquece ambas series y permite su comparación: mientras las Harlots británicas luchan contra su destino, se rebelan contra una sociedad que las encasilla y reclaman por derecho un puesto propio, tanto las prostitutas como la madame de la Maison Close hacen suya la expresión “jugar con las cartas que nos han tocado”.
Las francesas del s. XIX de París no pretenden cambiar la sociedad sino amoldarse a ella obteniendo una mínima calidad de vida. Parten de la premisa de las duras circunstancias que les ha tocado vivir como mujeres y como rameras, en una monarquía que transiciona a una república conservadora, y no se erigen como estandartes de una revolución del sector sino que se adaptan intentando obtener el mayor beneficio posible. En este sentido, la astucia, el instinto de supervivencia y las artimañas son sus herramientas para hacerlo.
De la misma manera que es un placer conocer el Londres de la época con Harlots, la ambientación del París del siglo XIX es uno de los puntos fuertes de esta propuesta. En el burdel Le Paradis regentado por madame Hortense conviven entre otras meretrices Véra y Rose y cada una a su manera y con su propio bagaje personal se enfrentan a una realidad diaria de sexo, libertinaje, drogas, intrigas (incluso políticas), contrabando, poder y dominación.
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Maison Close no pierde el ritmo de sus tramas en ningún momento de su hora por capítulo e incluso alguno de ellos (de su segunda y última temporada) representan una lección magistral de intriga, acción y suspense bien mantenido y mejor ejecutado. ¿Fallo? Esta moda-manía que nació hace algunos años de musicalizar series de época con canciones contemporáneas y que popularizó para el gran público El Gran Gatsby con Di Caprio. Personalmente no me aporta nada ver a las prostitutas de un burdel de lujo pasearse entre clientes con su vestuario de época, perfectamente conseguido y creíble, a ritmo de reggaeton.
Estados Unidos
La representación norteamericana viene de la mano de la pretenciosa The Girlfriend Experience y la mal aprovechada The Client List. Se esperaría mucho más de un gigante de la industria de las series como es USA pero no hay que olvidar la doble moral imperante en el país en cuanto a sexo. Y eso se nota en sus productos.
The Girlfriend Experience (Starz, 2016) está basada en la película homónima de Steven Soderbergh de 2009 y es un “quiero y no puedo”. O bien se ha querido hacer una serie de forma sobria, elegante y con clase, sin conseguirlo, o bien se ha pretendido mantener una distancia tan amplia entre espectador y prostitución buscando una mirada objetiva que también se ha errado el tiro.
Sea cual sea el motivo, The Girlfriend Experience deja impasible, no conmueve ni innova y aunque la idea es buena y la aproximación al tema pudiera parecer inicialmente realista, la serie flojea en cuanto actuaciones (insoportable una Christine, de la primera temporada, lánguida, monótona e inexpresiva que adormece al espectador y no porque su papel lo pida), fotografía y trama.
Por su parte, The Client List es una simple pasarela para que su protagonista, la señorita Jennifer Love Hewitt, desfile y muestre su mejor ángulo en cámara y sus (no me atrevería a aseverarlo) dotes interpretativas mientras trabaja de masajista. Con permiso de una adorable Cybill Shepherd, como secundaria, que conserva el carisma de Luz de luna, Love Hewitt se erige en protagonista indiscutible de la serie, productora ejecutiva, directora de algunos capítulos y escritora de otros. Muy pocas veces esta concentración de poderes suele dar resultados positivos. Quien mucho abarca… o domina por talento y veteranía todos los campos… o poco aprieta.
¿Se entiende por prostitución la realización de cualquier tipo de contacto a cambio de dinero o sólo si existe un acto sexual completo?
Y el caso es que The Client List en su planteamiento tiene un potencial increíble, empezando por su concepción de la prostitución. ¿Se entiende por prostitución la realización de cualquier tipo de contacto sexual a cambio de dinero o por el contrario sólo se considera prostitución si existe la realización de un acto sexual completo? La sugerencia de esa pregunta ya hubiera dado mucho de sí para reflexionar en esta serie. Oportunidad perdida.
Otras ideas como la educación heteropatriarcal de los niños, el empoderamiento femenino, los concursos de belleza infantiles, la concepción actual o anacrónica de la institución del matrimonio, el respeto por los votos matrimoniales, la dirección de un negocio, el peso de la familia en la vida de una relación de pareja, la infertilidad, el alcoholismo y otras adicciones, el proxenetismo… se vislumbran de forma esperanzadora pudiendo dotar a la serie de mayor mensaje pero se ven sepultadas bajo un relato previsible, a ratos simplón e inocente, que orbita alrededor de una protagonista que no está a la altura y que protagoniza situaciones ridículamente inverosímiles que insultan la inteligencia del espectador donde ella se erige como la heroína, siempre bien peinada, maquillada y vestida.
Porque, ¿cuál podría ser (para la mentalidad norteamericana) la forma de no criminalizar la profesión de la protagonista prostituta? La respuesta pasa por engrandecer la faceta altruista, cándida y generosa del personaje y, así, aunque todos sus masajes culminan con un “final feliz”, se moraliza mediante la idea de que lo importante es cuando la señorita Hewitt actúa como psicóloga de pacotilla capaz de resolver cualquier conflicto, sólo escuchando y aconsejando a sus clientes. Después de lucirse ante ellos con el último modelito de lencería de Victoria’s Secret, ¡por supuesto!
Con todo esto, The Client List es un producto descafeinado, cancelado sin tiempo a cerrar tramas, con un gran potencial no desarrollado a causa de los deseos de lucimiento de su actriz principal y que bien podría ser una serie de sobremesa que pasaría sin mayor pena ni gloria. Y con algo todavía más grave… ¡fallos de raccord! Para una acérrima detectora de errores de este tipo como es una servidora (cada quién con sus vicios…) decepciona bastante que una serie lo ponga tan fácil: en dos temporadas (cuya temporalidad en la serie se traduce en más de un año) las sábanas de la cama de la protagonista son siempre las mismas; y la llamativa manicura (también ocurre con sus zapatos) que cambia cada pocas secuencias sería digna de estudio en las escuelas de audiovisuales para saber cuándo se han grabado escenas el mismo día y cuándo en diferentes aunque luego se junten para una misma secuencia.
España
Pocas líneas se merece la serie española sobre prostitución 700 euros, diario secreto de una call girl de 2008. ¿Cuál es el motivo de su falta de calidad? Quizá las pésimas actuaciones, la trama infantiloide, o el final feliz incongruente (perdón por el spoiler, pero presupongo que el coeficiente intelectual de los lectores de Serielizados les salvará de querer visionarla), la historia absurda, las tramas de relleno, los clichés, su planteamiento puritano, una voz en off pretenciosa y pedante por momentos, la ausencia de una historia interesante que contar o un guion flojo, larguísimos capítulos de una hora o más… No lo sé, desconozco la razón de una serie tan insulsa. This is Spain.
Australia
¡La última va con premio! Con un título tan sugerente como Satisfaction se puede ver la serie australiana del año 2007 sobre prostitución en un burdel de lujo, que fue premiada por su calidad en Australia. Un drama coral donde Nat, Chloe, Mel, Lauren y Tippi, entre otros personajes, forman la familia de un prostíbulo a la que vez que lidian con su vida personal. Es muy refrescante que haya series que se aproximen de una forma seria pero rigurosa al mundo de la prostitución con tramas jugosas, situaciones verosímiles y buenas actuaciones y, además, planteen cuestiones interesantes sobre un tema tan controvertido.
Y todavía es más refrescante que muestren con toda naturalidad un universo sexual completo con todo tipo de situaciones, filias y fobias, relaciones, miedos y deseos. Y es esta franqueza y esta forma directa de afrontar lo que pasa entre las cuatro paredes de ese prostíbulo lo que sorprende y puede llegar a escandalizar por momentos al ojo que se aproxima a Satisfaction. ¡Qué fantástico que haya series que todavía nos hagan ruborizar!
Satisfaction es junto a las historias de Hannah/Belle la que mejor sacia la curiosidad de quien se acerca a este tipo de series. Y ambas lo hacen de una forma divertida, sin adoctrinar ni moralizar, entendiendo el sexo y la prostitución, siempre que sea libre y escogida, de una forma natural en tanto que realidad del mundo en el que vivimos. Las dos creaciones satisfacen nuestro deseo de conocer, invitan a la reflexión sin condicionar y nos dejan con ganas de más tras cada capítulo. No por mirar hacia otro lado la prostitución deja de existir, por lo tanto miremos, entendamos y (quizás incluso) disfrutemos.
Bonus track
No es casualidad que la inmensa mayoría de las series sobre prostitución lo sean teniendo como destinatario el género masculino porque, en el mundo actual, es el mercado mayoritario. Ahora bien, también hay hueco, aunque pequeño, para la prostitución masculina. Hung es una serie norteamericana (HBO) del 2009 a la que al menos hay que reconocerle su intención de ser pionera y original en su idea al presentar un retrato de un hombre que opta por ejercer la prostitución tras derrumbarse su vida: no está satisfecho con su trabajo mal pagado, sin aspiraciones, se acaba de divorciar, sus hijos le estresan, su vecino le hace la vida imposible, ha perdido su casa en un incendio…
Hung es una tragicomedia para gustos y como pasa con el humor de Louis C.K., al que recuerda su estilo en ocasiones, puede ser considerada una obra maestra o una historia patéticamente reflejada. En cualquier caso, la aproximación más certera a la prostitución masculina no viene de la mano de ninguna serie propiamente sino del realista aunque escandaloso (porno-)reality show Gigolos. Pero esa ya es otra historia…